domingo, 5 de junio de 2016

Lecciones del 18 de Brumario



Lecciones del 18 de Brumario



El golpe de Estado del 18 de brumario del siglo XVIII en Francia hace referencia al golpe de Estado dado en esa fecha del calendario republicano francés, correspondiente al 9 de noviembre de 1799 gregoriano, que acabó con el Directorio, última forma de gobierno de la Revolución francesa, e inició el Consulado con Napoleón Bonaparte como líder.





Caricatura de James Gillray que representa el golpe de Napoleón.

Historia
El día 18 de brumario del siglo XVIII, su fecha exacta fue 9 de noviembre de 1799 por parte de Napoleón Bonaparte, retornado desde la campaña de Egipto, y aprovechando la debilidad política del Directorio Ejecutivo gobernante en Francia, dio un sorprendente golpe de Estado contando con el apoyo popular y del ejército (sabedores de sus hazañas y capacidades en las diferentes campañas de las Guerras Revolucionarias Francesas), junto a algunos ideólogos de la Revolución como Sieyès.

Ese día fue convocado con carácter de urgencia el Consejo de Ancianos para tratar una presunta conspiración de los jacobinos contra el gobierno. El Consejo tomó el acuerdo de trasladarse a Saint-Cloud por motivos de seguridad, pero al día siguiente Napoleón secuestró a la Asamblea con el apoyo del ejército. 


Aprovechando las intrigas y la división de competencias entre los aparatos legislativos y ejecutivos del Estado, y recurriendo por supuesto a la coacción personal, consiguió que los diputados franceses nombraran Cónsules provisionales a Sieyès, Roger Ducos y a él mismo, creando lo que se conoció como el triunvirato.

De forma inmediata se preparó la reforma constitucional. Se tomaron medidas para asegurar el orden social en el país, acompañando las medidas económicas con el destierro de los jacobinos, al tiempo que Bonaparte aumentaba su popularidad gracias a estas medidas y a sus continuas apariciones públicas, ejerciendo el papel de salvador de la patria. A pesar de que la República contaba en teoría con tres cónsules, sólo Napoleón llegó a ejercerlo, merced a un truco legal consistente en iniciar el gobierno de los cónsules por orden alfabético (Bonaparte-Ducos-Sieyès).

Este golpe de Estado, que en principio pretendía acabar con la corrupción del anterior gobierno y favorecer los intereses de la nueva burguesía republicana le condujo a ocupar el título de Emperador de Francia el 2 de diciembre de 1804.
 

Durante mucho tiempo, se ha relacionado esta fecha (18 de brumario) con el concepto de golpe de Estado, tanto que en 1851, Karl Marx publicó su obra titulada El 18 Brumario de Luis Bonaparte, relacionando el momento histórico con el concepto de cesarismo (véase también Julio César), aunque considerando Marx que dicho concepto no es aplicable a la realidad de su tiempo, debido al diferente carácter de las clases en pugna en comparación con las existentes durante el momento de Julio César.

El 18 de Brumario de Luis Bonaparte.

Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte

Adriano Codato: Gramsciana:
http://www.gramscimania.info.ve/2009/09/notas-sobre-el-18-brumario-de-marx-y-la.html

...En la actualidad, la importancia y el provecho de la lectura de este texto residen, a mi criterio, en tres aspectos complementarios y que implican tres áreas diferentes:

En primer lugar, para la ciencia política contemporánea.
Cuando se inventaría la lista de temas presentes o sólo sugeridos en El 18 Brumario – desde el más general: el de la relación entre la política y la sociedad, hasta los más específicos: la representación política (sean sus aspectos simbólicos, sean sus aspectos efectivos): el ascenso de la burocracia, el pretorianismo político; las motivaciones no-económicas de la acción; la evolución/transformación de un régimen político, etcétera – resalta que la “agenda de investigación” dominante de la disciplina, o simplemente ignora las reflexiones complejas sobre esos problemas y las soluciones propias de esos problemas, o dialoga con una versión del “marxismo” del todo extraña a la sofisticación y sutileza (pero también a las ambigüedades y a las complejidades) de las ideas de Marx y Engels sobre la política.

La dificultad más sintomática de ese olvido sistemático se refleja en los estudios de las “instituciones” y, más exactamente, en su entronización como una variable explicativa por excelencia, lo que ha conducido a una indiferencia creciente por la dimensión social de la vida social, por más paradojal que eso pueda ser. En vista de eso, algunos homenajes al libro y al autor (cuando los hay) permanecen puramente rituales y protocolares; y la frase “Es bajo el segundo Bonaparte cuando el Estado parece haber adquirido una completa autonomía de la sociedad [...]. Y sin embargo, el poder del Estado no flota en el aire. Bonaparte representa a una clase [...]”, es sólo una frase que evoca el estilo exuberante del libro – y no un principio explicativo que recuerda la utilidad del análisis social de la política y el análisis político de la sociedad.

Se trata finalmente, según la versión corriente, de un “clásico” listo para ser olvidado. Esa actitud es simétrica a aquella “relación tradicionalista con la tradición”, como la designa Pierre Bourdieu y reprobada arriba por Bobbio, justamente porque asume inconscientemente un axioma – el papel de las “instituciones” – para convertirlo en presupuesto cuya verdad es demasiado obvia para ser olvidada, y demasiado exacta para ser demostrada.

En segundo lugar, el libro mantiene aún su interés para el análisis de la política contemporánea.
La persistencia, en la actualidad, de ciertos problemas que una lectura menos académica de El 18 Brumario permite ver – sobre todo cuando se considera (para hablar en el lenguaje ideológico corriente) la “espectacularización” de la política (y su traducción “mediática”), la crisis de las formas tradicionales de representación de los intereses políticos (la forma “partido”) o la anteposición de la dimensión nacional de la decisión política (la “crisis” del Estado nacional) – no autoriza, es cierto, a tomarlo por un vademécum del comentarista político. Pero tampoco descarta el interés y la introducción del análisis materialista de la vida política, punto que constituye precisamente, de acuerdo con Engels, el leitmotiv del texto. La comparación que el propio Marx hace de su explicación del golpe del 2 de diciembre con las dos interpretaciones rivales (de Víctor Hugo, Napoleón, le petit y de P.-J. Proudhon, Coup d´Etat) es una buena medida de lo que se quiere decir.

La pretensión de descartar el golpe de Estado del dominio subjetivo y voluntarista de un individuo, pretendidamente dotado de “un poder personal de iniciativa sin paralelo en la historia universal”, y explicar ese evento (el golpe) a la luz de un proceso (una lucha de clases), no es una operación trivial. Exige al menos la separación de lo coyuntural de aquello que es estructural; exige poner atención entre lo que es evidente y lo que es disimulado; exige también percibir la diferencia entre lo que es sólo discurso y aquello que es práctica efectiva. Así, la consideración de algunos problemas contemporáneos – el poder (o la ausencia de poder) del Estado; los intereses “egoístas” de la burocracia; las “voluntades” de los electores; la “lógica propia” de los partidos, de los políticos y, en fin, del universo político – podría ser hecha de modo menos simplificado si se atuviese a las causas reales y no a sus efectos aparentes.

Sin embargo, el método empleado en El 18 Brumario obliga igualmente al analista contemporáneo a reconocer la influencia de lo circunstancial sobre aquello que es permanente, de las justificaciones (ideológicas) sobre los intereses (económicos), de las representaciones imaginarias sobre el “mundo profano”. ¿No es precisamente con esa idea – la eficacia simbólica de lo político – que comienza el libro?

Cuando los hombres “se disponen precisamente a revolucionarse y a revolucionar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”. Y en ese aspecto no necesitamos ir tan lejos: el “18 Brumario” del título señala, irónicamente, esa proyección de lo nuevo en lo viejo. La fecha alusiva escogida por Marx, a partir de la sugerencia de Engels, se refiere al 9 de noviembre de 1799 en el calendario revolucionario francés y marca el día en que Napoleón Bonaparte (el tío) se convirtió en emperador gracias también a un golpe de Estado.

Un comentario adicional: frecuentemente en los famosos “análisis de coyuntura”, se apela más al carácter alegórico del lenguaje empleado por Marx (la serie infinita de metáforas, metonimias, sinécdoques) que al sentido preciso de ciertas nociones o ideas, forjadas para comprender un proceso político concreto, que posee el discurso marxiano. Una variante de ese procedimiento formalista es tomar las analogías entre situaciones (el régimen “bonapartista” y el régimen “militar”, por ejemplo) por explicaciones completas.

Por último, el libro mantiene su interés en la teoría política marxista, clásica y contemporánea.
El 18 Brumario Luis Bonaparte es el retrato de una situación histórica única –los conflictos de la II República en Francia entre 1848 y 1851- por medio de la exposición sistemática de un “conjunto innumerable de fuerzas que se entrecruzan” para producir un resultado concreto: el golpe del 2 de diciembre. Sin embargo, la exposición de esa dinámica política peculiar no es solamente descripción; quiere expresar relaciones significativas entre los acontecimientos políticos, ideológicos, sociales y las condiciones económicas en general. Del mismo modo, al determinar la génesis de la “dictadura de Bonaparte” (18 Br., p. 524), Marx termina por indicar no sólo cuáles son las instituciones que constituyen ese régimen político en particular (las “idées napoléniennes”), sino también el modo de funcionamiento del propio Estado capitalista: una “máquina […] consolidada” y aparentemente opuesta a la “sociedad civil” (18 Br., (18 Br., p. 535 p. 532).

Todavía, las múltiples dimensiones teóricas de la obra sugieren que sería superfluo simplemente ejercitar un comentario erudito sobre la política europea del siglo XIX para encontrar factualmente, frente al “caso francés”, dónde Marx acertó, y dónde erró.

Un camino más productivo, ya recorrido por varios autores, enfatizó que la lectura del libro permitiría al marxismo avanzar en muchas direcciones nuevas: en el desarrollo de una teoría del Estado capitalista (contraria al “instrumentalismo”); en la reformulación de una teoría de la ideología y de las superestructuras culturales en general (contraria al “mecanicismo”); en la comprensión del problema de las clases sociales (contraria al “economicismo”), etcétera.

La interpretación de J. Maguire, por ejemplo, estableció que sería un error afirmar que, para Marx, todas las motivaciones de la acción política son exclusivamente “económicas”; la de N. Poulantzas indicó que habría ciertas nociones políticas (“conceptos en estado práctico”) presentes en El 18 Brumário de Luis Bonaparte indispensables para formular (y no simplemente extraer) una teoría marxista del Estado capitalista; la lectura de R. Miliband a propósito del fenómeno del “bonapartismo” profundizó la comprensión de los regímenes dictatoriales. Y así sucesivamente.
Hay aún una otra posibilidad de explorar el libro

¿Por qué no llevar el texto hacia su propia tradición? Es posible que un programa de investigación útil pueda, además de comprender la obra en sí misma (que implica tomar El 18 Brumario de Marx en cuanto texto), o extraer del libro un tipo especifico de análisis político, referente a la coyuntura histórica francesa de la primera mitad del siglo XIX, con miras a la centralidad de la “lucha de clases” como categoría fundante del análisis (que implica tomar El 18 Brumario en su contexto), acompañar, en el libro, la reflexión marxiana sobre la totalidad social, tratando concretamente de la relación entre los niveles constitutivos del modo de producción capitalista, i.e., la relación base-superestructura, para, a partir de ahí, comprender la “teoría” de Marx (que implica tomar El 18 Brumario, finalmente, en cuanto pretexto).

Ese procedimiento permite que se aprehenda el proceso de elaboración conceptual marxiano de los acontecimientos históricos, pero también y principalmente ciertos principios que, desde un punto de vista materialista, tornaron inteligibles los procesos políticos bajo el modo de producción capitalista.

Notas
Profesor de Ciencia Política en la Universidad Federal de Paraná (Brasil), coordinador del Núcleo de Pesquisa en Sociología Política Brasileña y Editor-jefe de la Revista de Sociología y Política (http://www.scielo.br/rsocp).

Norberto Bobbio, “Existe uma doutrina marxista do Estado?”. In: Norberto Bobbio et al., O marxismo e o Estado. Rio de Janeiro, Graal, 1979. Las citas son de las p. 22, 27 y 31, respectivamente.

La expresión, literal, es de Friedrich Engels. Cf. el “Prefácio de Friedrich Engels à terceira edição alemã de 1885”. In: Karl Marx, O 18 de Brumário de Louis Bonaparte.


Lisboa/Moscou, “Avante!”/Progresso, 1982, p. 415.
Isaiah Berlin, Karl Marx. Madri, Alianza Editorial, 1988, p. 192.
Claude Lévi-Strauss, Tristes Tropiques. Paris, Plon, 1996, p. 60.

Cf. Maximilien Rubel, “Notice” [sur Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte]. In: Karl Marx, Œuvres. Paris, Gallimard, 1994. Vol. IV, Tomo I: Politique. Bibliothèque de La Pléiade, p. 1359-1360.
Cf. Claude Lefort, “Releitura do Manifesto Comunista”. In: __. Pensando o político: ensaios sobre democracia, revolução e liberdade. Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1991.
Cf. Sandy Petrey, “The Reality of Representation: Between Marx and Balzac”. Critical Inquiry, v. 14, n. 3, Spring 1988, p. 448-468.

La influencia del segundo sobre el primero, notoriamente en los análisis acerca del fenómeno burocrático francés, también fue enfatizada por Marco F. Diani, Bureaucratie, ou la republique prêtre. Marx, Balzac and the Bureaucratic Revolution. Conference Paper, International Sociological Association (ISA), 1990.

Frank Bovenkerk, “The Rehabilitation of the Rabble: How and why Marx and Engels Wrongly Depicted the Lumpenproletariat as a Reactionary Force”. The Netherlands Journal of Sociology, v. 20, n. 1, Apr. 1984, p. 13-41. El tema fue retomado recientemente, en una perspectiva diferente, por Nicholas Thoburn, “Difference in Marx: The Lumpenproletariat and the Proletarian Unnamable”. Economy and Society, v. 31, n. 3, Aug. 2002, p. 434-460.

Cf. Margaret A. Rose, “The Holy Cloak of Criticism: Structuralism and Marx's Eighteenth Brumaire”. Thesis Eleven, v. 2, 1981, p. 79-97. Un análisis interesante de los análisis de Marx de la política francesa de mediados del siglo XIX puede ser leída en: William Clare Roberts, “Marx Contra the Democrats: The Force of The Eighteenth Brumaire”. Strategies: Journal of Theory, Culture & Politics, v. 16, n. 1, May 2003, p. 51-64.

Cf. John Paul Riquelme, “The Eighteenth Brumaire of Karl Marx as Symbolic Action”. History and Theory, v. 19, n. 1, Feb. 1980, p. 58-72. La técnica narrativa de Marx (el uso de elementos dramáticos, el vocabulario vibrante etc.) fue también analizada por Terrell Carver, “Marx's Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte – Eliding 150 Years”.
Strategies: Journal of Theory, Culture & Politics, , v. 16, n. 1, May 2003, p. 5-
 

Una lista de asuntos de El 18 Brumario destacados por la editora oficial “Avante!”/Progreso es más extensa y bien más generosa. Con cierta dosis de exageración se afirma: “en este trabajo fueron desarrolladas todas las tesis fundamentales del materialismo histórico” Karl Marx, O 18 de Brumário de Louis Bonaparte, op. cit., p. 587, n. 208.

Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte. In: Karl Marx, Œuvres, op. cit., p. 532; grifos meus.
Pierre Bourdieu, Jean-Claude Chamboredon & Jean-Claude Passeron. Le métier de sociologue. Préables épistémologiques. 4a. ed. Paris, EHESS/Mouton Éditeur, 1983, p. 44-45.
Cf. o “Prefácio de Friedrich Engels à terceira edição alemã de 1885”. In: Karl Marx, O 18 de 

Brumário de Louis Bonaparte, op. cit., p. 416.

Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte. In: Karl Marx, Œuvres, op. cit., “Avant-Propos” [1869], p. 433.
Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte. In: Karl Marx, Œuvres, op. cit., p. 453.
Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte. In: Karl Marx, Œuvres, op. cit., p. 437-438.
Además del título “18 Brumario”, prácticamente todo el primer párrafo del libro – la referencia a Hegel, la idea de repetición farsesca de la historia, la aproximación sarcástica entre los personajes de 1789 y los de 1851– fue propuesto a Marx por Engels. V. carta de F. Engels a K. Marx, 3 dic. 1851. En: MECW, v. 38, p. 503. Citada a partir de:
http://www.marxists.org/archive/marx/works/1851/letters/51_12_03.htm. Acceso en: 2 jan. 2004.

Carta de F. Engels a Bloch, 21-22 de set. de 1890, In: Karl Marx e Friedrich Engels, Obras Escolhidas. São Paulo, Alfa-Ômega, s/d., v. 3, p. 284.

Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte. In: Karl Marx, Œuvres, op. cit., p. 524.
Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte.
In: Karl Marx, Œuvres, op. cit., p. 535 y 532, respectivamente
 

Cf. John M. Maguire, Marx's Theory of Politics. Cambridge, Cambridge University Press, 1978; Nicos Poulantzas, Pouvoir politique et classes sociales. Paris, Maspero, 1968; Ralph Miliband, Marxism ande polítics. Oxford, Oxford University Press, 1977.

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