jueves, 26 de junio de 2014

MANUEL LORENZO DE VIDAURRE Y ENCALADA



Manuel Lorenzo de Vidaurre



Predecesor
Sucesor


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Predecesor
Primer presidente
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Sucesor
José de la Cuba





Datos personales
Nacimiento
Fallecimiento


Manuel Lorenzo de Vidaurre y Encalada (Lima, 19 de mayo de 1773 – Lima, 9 de marzo de 1841) fue un jurista, político y ensayista peruano. Fue uno de los precursores reformistas de la independencia del Perú, es decir, aquellos que consideraban que los problemas de las colonias podían solucionarse con reformas emanadas de la Corona española y sin llegar a la separación de la metrópoli, ideas que expuso en dos libros, Cartas americanas y Plan del Perú, escritos en la década de 1810 y publicados recién en 1823. Sin embargo, tras viajar por Francia, Inglaterra, España y los Estados Unidos, hizo profundas reflexiones y aceptó finalmente la necesidad de la separación (1823). 

Ya en su faceta de prócer independentista contribuyó con sus servicios y sus propuestas jurídicas a la cimentación del proyecto republicano. Durante la dictadura bolivariana fue sucesivamente adulador y detractor del Libertador Bolívar. Fue el primer presidente de la Corte Suprema de Justicia del Perú (1825), cargo que ejerció en tres períodos. También ejerció la presidencia del Congreso Constituyente en 1827, y el ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores en ese mismo año y en 1832.

Fue un hombre múltiple y talentoso, poseedor de un carácter tempestuoso y contradictorio (“genio eléctrico” lo llamó Bolívar). «Vio en la ley el más eficaz instrumento para la felicidad republicana; y en la palabra, oral o escrita, el medio de labrar la opinión pública; de modo que se volcó inquietamente en cartas, discursos, artículos, proyectos de codificación y tratados mediante los cuales quiso difundir sus concepciones acerca de la organización del país».1 Su contribución al Derecho peruano ha sido valiosa.


Biografía
Sus padres fueron el coronel Antonio Basilio Vidaurre de la Parra y Manuela Catalina de Encalada y Mirones. Era de familia acomodada. Estudió en el Real Convictorio de San Carlos y en la Universidad de San Marcos, donde se graduó de bachiller en Cánones en 1795. En 1797 inició el ejercicio de la abogacía, destacando rápidamente por sus conocimientos y su talento. En 1802 se graduó de doctor en Leyes y Cánones.

Recibió la influencia de las ideas de Montesquieu, Locke, Rousseau y otros pensadores de la Ilustración. Por leer libros prohibidos fue obligado a comparecer ante los jueces de la Inquisición cada semana y durante varios años, pero aun así se atrevió a criticar la administración colonial. A fin de alejarlo para que su mal ejemplo no cundiera, el virrey Abascal lo incitó a viajar a España a fin de que gestionara la obtención de un cargo público de acuerdo a sus méritos. Llegó a Cádiz en 1810, y allí escribió el libro que años después publicaría bajo el título de Plan del Perú, según él, a pedido del ministro de Gracia y Justicia. Gracias a esa obra, donde exponía los defectos de la administración colonial así como daba las pautas para su solución, obtuvo su nombramiento como oidor de la Real Audiencia de Cuzco (29 de diciembre de 1810).

Retornó al Perú por vía de Cabo de Hornos y, temeroso de cualquier contacto con las revueltas separatistas de Buenos Aires y Santiago de Chile, parece que desembarcó recién en Arica. En sus funciones como oidor en el Cuzco (1811-1815) demostró autonomía y no escatimó en criticar a las autoridades superiores por sus abusos sobre la población, lo que le valió la simpatía del pueblo; sin embargo su temperamento hasta entonces era reformista, más no separatista. Al estallar la revolución de 1814, los rebeldes le ofrecieron la presidencia de la junta de gobierno, que rechazó; no obstante, recibió un salvoconducto para que se le respetase.

Debelada la rebelión cuzqueña, el virrey Abascal llamó a Vidaurre a Lima y le inició proceso acusándolo de complicidad con los rebeldes (1815). Vidaurre solicitó entonces su traslado a España para ser juzgado con imparcialidad. Ya en la península, sufrió una fría hostilidad. Se trasladó a Francia e Inglaterra. Volvió a América tras ser nombrado oidor en la Real Audiencia de Puerto Príncipe, actual Camagüey (1820). En ese nuevo escenario expresó opiniones políticas muy atrevidas, por lo que fue trasladado a la Real Audiencia de Galicia, en España (1822).
Viajó a Estados Unidos, radicándose en Filadelfia, donde publicó sus Cartas americanas y su Plan del Perú (1823), esta última dedicada al Libertador Simón Bolívar, entonces la máxima figura de la lucha por la libertad de Hispanoamérica. Conocedor de su robusta personalidad, Bolívar lo invitó a retornar al Perú, escribiéndole:

El Perú necesita muchos Vidaurres, pero no habiendo mas que uno, este debe apresurarse a volar al socorro de la tierra nativa que clama e implora por sus primeros hijos, por esos hijos de predilección.
Ya en el Perú, se le encomendó la instalación de la Corte Superior de Justicia de Trujillo (11 de abril de 1824). Y fundada la Corte Suprema de la República, fue su vocal y su primer presidente (1825). Además, integró dos comisiones: una para redactar los estatutos de la Universidad de Trujillo, fundada por el mismo Bolívar; y otra para formar el proyecto sobre la creación de una Sociedad Económica de Amantes del País.

Pero de pronto fue enviado a Panamá como plenipotenciario o representante peruano ante el Congreso Americano reunido allí. Trabajó arduamente redactando las bases de la Confederación de naciones hispanoamericanas propuesta por Bolívar, que pronto se estrelló contra la realidad. Fueron días en que desempeñó convincentemente su papel de bolivariano entusiasta. Su adulación hacia el Libertador se hizo proverbial. Se cuenta al respecto que en una ocasión se tendió para que Bolívar, pisándole las espaldas, montase a su cabalgadura. Pero se enemistó con Bolívar a raíz de la aprobación de la Constitución Vitalicia, que impuso el mismo Libertador, a la cual vio como un medio de instauración de la tiranía. Se sumó entonces al bando liberal antibolivariano encabezado por el clérigo Francisco Javier de Luna Pizarro.

Tras la partida de Bolívar del Perú, efectuó junto con los liberales la reacción nacionalista que puso fin al régimen vitalicio o bolivariano (27 de enero de 1827). En este agitado período desempeñó el periodismo como editor del diario El Discreto (en cuyas páginas insertó un proyecto de constitución) y como colaborador en El Revisor, El Peruano (1827), y El Fénix (1827). Escribió, cuando ministro de Gamarra, en "El Conciliador" (1832). Colaboró, más tarde, en "El Genio del Rímac" (1833 - 1834) y en "El Constitucional" (1833 - 1834).

Durante la junta de gobierno presidida por el general Andrés de Santa Cruz fue ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores (de 30 de enero a 16 de mayo de 1827). Elegido diputado por Lima, ejerció la presidencia del Congreso General Constituyente, de 4 de julio a 4 de agosto de 1827. Poco después fue implicado en una supuesta conspiración, por lo que fue desaforado del Congreso. Partió al exilio en la noche del 29 de abril de 1828 a bordo de la fragata China, con dirección al puerto de Salem, en Massachussets, Estados Unidos. Más tarde se dirigió a Europa.

Volvió al Perú en 1830 y se reincorporó a la Corte Suprema de la que fue presidente en 1831-1834, y en 1837-1839. Interinamente se encargó del ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores, de 31 de enero a 31 de mayo de 1832, cuando el gobierno del mariscal Agustín Gamarra afrontaba múltiples conspiraciones, tanto en Lima como en provincias. De entonces data una sentencia suya con la que justificaba la política represiva del gobierno: “Ha de reinar el orden. Si fuese preciso callarán las leyes para mantener las leyes.” También por estos años prosiguió con sus escritos jurídicos y sus proyectos de codificación.

En esa época tuvo resonancia la polémica sobre su proyecto de Código Eclesiástico publicado en París en 1830, que fue considerada por la Iglesia Católica como una obra disparatada y llena de contrasentidos, por lo que fue puesto en el Index de libros prohibidos. Unos años después Vidaurre se declaró arrepentido de dicha obra y dio a luz otro libro, titulado Vidaurre contra Vidaurre, donde se retractó de muchas ideas que había sostenido.

Durante la Confederación Perú Boliviana fue acreditado como ministro plenipotenciario en el Ecuador, con la misión de evitar que dicho país se sumara a la guerra restauradora desatada por los chilenos aliados con los emigrados peruanos.

Derrumbada la Confederación, fue privado de todos sus cargos públicos, incluyendo su magistratura en la Corte Suprema. Reabrió entonces su estudio de abogado, que había cerrado hacía más de 40 años, y fue nombrado por aclamación decano del Colegio de Abogados de Lima en 1840. Ese mismo año fue vicerrector de la Universidad de San Marcos. Falleció poco después a la edad de 67 años.

Obras principales
  • Obras del ciudadano Manuel de Vidaurre (Puerto Príncipe, 1820-1822, 5 vols.), compilación de ensayos jurídicos. Es una magna contribución para el Derecho peruano.
  • Plan del Perú (Filadelfia, 1823), con dedicatoria a Bolívar, donde hace una crítica del sistema administrativo colonial y aboga por una justicia más rápida y honesta. Particularmente magistral es su informe de la situación del indio. Fue reeditado en 1971 por Alberto Tauro del Pino junto con "otros escritos".
  • Cartas americanas (2 vols. y un suplemento, 1823-1827; reunidos por Tauro en un solo volumen incluyendo una "addenda", 1973), reflexiones políticas sobre la guerra de la independencia. Afirma haberlas escritas en 1820 y que ya por entonces era un partidario de la emancipación (pero Luis Alberto Sánchez duda de esta explicación). Al estilo de Rousseau, incluye confesiones íntimas, como la de sus amores adúlteros. En el prólogo dice lo siguiente:
Las primeras de estas cartas manifiestan el objeto con que se escribieron: Yo tengo la gloria de haber inspirado a los cuarenta y un años de mi edad, una pasión violenta a la joven más hermosa de mi país. Aun la tengo mayor en haberla dirigido por el camino de la virtud. Este esfuerzo casi contrario a las leyes de la naturaleza, me acercó a los bordes del sepulcro…
  • Efectos de las facciones en los gobiernos nacientes (Boston, 1828).
  • Proyecto del Código Penal (Boston, 1828), que publicó con motivo de haber convocado el gobierno de Chile un concurso sobre dicho asunto. De su lectura se desprende que Vidaurre buscaba no solo la represión sino la prevención del delito y se caracteriza por su laicismo, su liberalismo y el carácter draconiano y pintoresco de sus penas, fundadas en el dolor del delincuente.
  • Proyecto del Código Eclesiástico (París, 1830), dedicado a S.S. Pío VIII y escrita bajo influencia de las tesis regalistas, fue considerada una obra disparatada y llena de contrasentidos, por lo que fue puesto en el Índex de libros prohibidos por la Iglesia Católica. En ella consignaba audaces principios sobre sometimiento del poder espiritual al temporal, la anulación del celibato y el derecho a casarse de los religiosos, quienes estudiarían además en seminarios pagados por el Estado, etc.
  • Proyecto de Código Civil peruano (Lima, 1834-1836), dividido en tres partes: sobre las personas, sobre dominios y contratos y sobre últimas voluntades. Con más de 900 páginas en total, representa lo más orgánico de su producción. Deficiente en cuanto a su técnica como código propiamente dicho e inaplicable en buena parte de su política jurídica, es sin embargo muy animado e interesante.
  • Vidaurre contra Vidaurre (Lima, 1839), dedicado a José Manuel Pasquel (entonces canónigo y vicario general de la Iglesia Metropolitana de Lima); es un volumen inicial de un "curso de derecho eclesiástico" en el cual intentó rectificar anteriores opiniones sobre la materia, pero sin lograr ceñirse a la ortodoxia católica (un examen atento realizado por el dominico fray Vicente de Zea demostró que en muchos puntos dicho libro tampoco se ceñía a la ortodoxia católica) por lo que fue igualmente condenada por el arzobispo de Lima Francisco de Sales Arrieta (1840), arzobispo que alentaba la censura pública del liberalismo por alterar el orden eclesiástico. No obstante, el título de la obra se hizo en su momento popular para designar a quienes se contradicen a sí mismos.
Redactó también un proyecto de Código de Comercio y un Derecho Marítimo, obras que se han perdido.

Bibliografía

  • Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomos 1 y 2. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
  • Chirinos Soto, Enrique: Historia de la República, Tomo I (1821-1930). Lima, AFA Editores, 1985.
  • Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 17. VAC-ZUZ. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-166-9
  • Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Octavo Tomo. Primera Edición. Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú, 1971.
  • Varios autores: Grandes Forjadores del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-50-8
  • Varios autores: Historia del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4
Fuente Wikipedia. Información importante compartida.
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George Orwell

George Orwell

Escritor, ensayista y periodista inglés, George Orwell es uno de los más conocidos autores del siglo XX, autor de grandes alegatos contra el totalitarismo en cualquiera de sus versiones. Orwell pasó a la historia de la literatura universal gracias a obras como 1984 o Rebelión en la Granja, novelas que hoy en día todavía mantienen su fuerza original.

Nacido en la India durante el periodo colonial británico, Orwell creció en Inglaterra, donde se formó en St.Cyprian antes de terminar sus estudios en Eton, poco antes de volver a Birmania donde comenzó a trabajar de policía. Años después, harto de la situación imperial, vuelve a Inglaterra y escribe sus primeros textos sin apenas sustento económico.

Establecido en París a partir de 1928, Orwell escribe su primera obra de renombre, Sin blanca en París y en Londres, hasta que su aventura sin apenas dinero acaba al volver a casa de su familia. Es a partir de este momento, en el que pasa a trabajar como profesor, que elige firmar con el nombre de George Orwell en lugar de con el suyo propio, Eric Blair.

La obra de Orwell a partir de 1936 se vuelve más social y con puntos en común con la izquierda europea moderada. Sin duda su paso por la Guerra Civil Española, alistado en contra de las fuerzas rebeldes en las filas del sindicato troskista del POUM, marcó su visión del estalinismo como fuerza totalitaria. Tanto en la Guerra Civil como en la Segunda Guerra Mundial, Orwell escribió artículos y ensayos para diarios y radio, como Tribune o la BBC.

De entre su obra habría que destacar, como ya hemos dicho anteriormente, títulos como 1984 o Rebelión en la granja, pero sin olvidar Homenaje a Cataluña, Mi Guerra Civil Española, Diario de Guerra o Subir a por aire.

George Orwell murió en Londres el 21 de enero de 1950.



Author profile

born
in Motihari, Bihar, India.    June 25, 1903
died  January 21, 1950
gender   male


About this author

Eric Arthur Blair, better known by his pen name George Orwell, was an English author and journalist. His work is marked by keen intelligence and wit, a profound awareness of social injustice, an intense opposition to totalitarianism, a passion for clarity in language, and a belief in democratic socialism.

Considered perhaps the twentieth century's best chronicler of English culture, Orwell wrote fiction, polemical journalism, literary criticism and poetry. He is best known for the dystopian novel "Nineteen Eighty-Four" (published in 1949) and the satirical novella "Animal Farm" (1945)—they have together sold more copies than any two books by any other twentieth-century author. His 1938 book "Homage to Catalonia", an account of his experiences as a volunteer on the Republican side during the Spanish Civil War, together with numerous essays on politics, literature, language, and culture, are widely acclaimed.

Orwell's influence on contemporary culture, popular and political, continues decades after his death. Several of his neologisms, along with the term "Orwellian" — now a byword for any oppressive or manipulative social phenomenon opposed to a free society — have entered the vernacular.


George Orwell 1984.  Para lectura

lunes, 23 de junio de 2014

La izquierda puede morir, la izquierda puede desaparecer: Manuel Valls y Francia.


El primer ministro francés, el socialista Manuel Valls, ha reconocido la profunda crisis de la izquierda en su país

Fiel a su fama, ha sido socialista francés Manuel Valls, quien más claro lo ha dicho. Pero el miedo que expuso es general. Dijo el primer ministro francés de origen español que «la izquierda puede morir, la izquierda puede desaparecer». Lo decía tres semanas después del terrible golpe que supusieron para los socialistas franceses las elecciones europeas. Con un 13,8% de votos, el PSF cosechó el peor resultado de su historia, lejos de toda posición de relevancia. El presidente François Hollande cosecha un inaudito grado de reprobación del 85%. Manuel Valls se refería a la izquierda francesa, devorada por el fenómeno de la ultraderecha de Marine Le Pen, que ya ha convertido en marginal a la ultraizquierda. El voto obrero se vuelca en opciones de ultraderecha y antieuropeas.

Sucede en Francia, sucede en toda la Europa más rica y desarrollada. Mientras en la Europa meridional, más baqueteada por la crisis económica, con la percepción tan falsa como contundente y eficaz de ser maltratada por Bruselas, surge en detrimento de la izquierda democrática otra radical, comunista y abiertamente antisistema como son Syriza o Podemos.

La crisis de la izquierda es en realidad tan vieja como la izquierda misma. Cuando se funda la Tercera Internacional (comunista) como escisión de la Segunda (socialista) en 1920 ya se hablaba de ella. Y los comunistas con Lenin decían entonces tener la llave para superar esa crisis definitivamente poniendo fin a la dependencia y obediencia socialista a las reglas democráticas del sufragio. Setenta años y decenas de millones de muertos después, la aventura del comunismo se hundía estrepitosamente en su inapelable fracaso económico y cultural, pero ante todo moral.

Durante todo ese «siglo corto» que va desde la Primera Guerra Mundial y la Revolución Soviética hasta la caída del Muro en 1989, las dos principales opciones dela izquierda se han combatido o han colaborado. Se han querido y odiado. Y se han achacado mutuamente ser origen y culpa de la crisis de la izquierda. Hasta que el gran padre de la izquierda democrática, el SPD alemán, ratificó el compromiso irreversible de la socialdemocracia con la democracia parlamentaria y el sistema de libre mercado o capitalismo.

Lo hizo en Bad Godesberg en 1959. Toda Europa septentrional le siguió. La Europa meridional volvió a ser excepción. Allí los socialistas siguieron en permanente colaboración con los comunistas y siempre con el sueño de la unidad para la derrota definitiva de la derecha. Lo que en terminología de Stalin dio en llamarse Frente Popular, como intuido aunque nunca reconocido asalto y punto final a la alternancia en el poder.


La ruptura


Precisamente la ruptura definitiva con ese sueño del Frente Popular y la «superación del capitalismo» fue lo que hizo del Congreso de Bad Godesberg un hito en la historia de la izquierda europea. En 1959 había muchas razones para que el partido socialdemócrata alemán (SPD) decidiera en un congreso extraordinario en las cercanías de Bonn la escenificación de esa ruptura con el marxismo y los comunistas.

Fuera del cinismo y la obediencia a Moscú era ya imposible defender en forma alguna al régimen soviético y las brutales dictaduras comunistas. Seis años después de la muerte de Stalin, las dictaduras comunistas habían demostrado que, también sin el gran asesino y a pesar del XX Congreso del PCUS, eran el peor enemigo de la libertad y la prosperidad.

Tres años antes lo habían demostrado a sangre y fuego en Hungría y Polonia. Como seis años antes en Berlín oriental. Solo una opción de izquierdas inequívocamente democrática, comprometida con la defensa del sistema parlamentario y el capitalismo y por tanto anticomunista podía aspirar a ser una opción de gobierno en la República Federal de Alemania. Pronto lo sería y con Willy Brandt primero y Helmut Schmidt después, la izquierda gobernó en la República de Bonn.


Perversión económica


 


Pero volvamos a la pesadilla de ese socialista franco y duro que es Manuel Valls. Su advertencia de que la izquierda puede desaparecer va dirigida a los votantes que ahora le dan masivamente la espalda. Se la dan porque va a hacer todo lo que hasta ahora había condenado en la derecha. Valls ha anunciado un plan de recorte de 60.000 millones de euros de gasto público. La realidad económica de Francia obliga al Gobierno a tomar medidas de saneamiento presupuestario. Y son las medidas que la izquierda siempre ha condenado y calificado de perversión de una derecha cruel y sin empatía con los ciudadanos sufridores.

Le había sucedido al español José Luis Rodríguez Zapatero, quien durante seis años destruyó economía y hacienda de España con las medidas impenitentemente erróneas surgidas de su irresponsabilidad y facundia izquierdista. «No me digas, Pedro (Solbes), que no hay dinero para la política». Lo hubo a chorros para cheques bebes, 400 euros y demás regalos asistenciales al electorado mientras se obviaban todas las señales de alarma y un inmenso andamiaje de mentiras, cultivadas por su partido y un panorama mediático rendido a Zapatero mantenía en pie un edificio en creciente riesgo de hundimiento.

Hasta que en mayo de 2010 colapsan los andamios. Desde Washington, desde Pekín desde Bruselas y Berlín llamaron a Zapatero para decirle que se acabó la mala broma. Y el 12 de mayo murió en España el gobierno de la «izquierda Alicia», de la izquierda manirrota con dinero ajeno, la adanista que nada sabía y todo lo inventaba, la soberbia y la revanchista, la sentimental y la odiadora, la socialista frentepopulista.

Zapatero tuvo que adelantar él personalmente la aplicación de la política de la derecha que habría de ganar año y medio más tarde. Así comenzó el calvario personal de Zapatero hasta que perdió las elecciones y sumió a su partido en la mayor crisis de su historia en tiempos democráticos. De la que nadie sabe si saldrá. O sí correrá la suerte del PASOK, caído en la irrelevancia marginal o, peor aun, del PSI, también centenario, desparecido tras pasar Bettino Craxi por su mando.


Fascinación errónea


En realidad hace ya más de tres décadas que la izquierda tradicional democrática se hunde lentamente en Europa. La socialdemocracia de Willy Brandt, Bruno Kreisky y Olof Palme, fue más fugaz y en el campo económico mucho menos relevante de lo que nos sugiere nuestra memoria.

Confusión sin duda debida en España a la fascinación que generaron en una sociedad encandilada por el último socialdemócrata de esa escuela que fue Felipe González. El ocaso viene de largo. Y ha continuado en esta década convulsa. Contra todo pronóstico. Muchos pensaron que después de la caída de Lehman Brothers en 2008, las cosas cambiarían.

Análisis diversos anunciaban tras el tsunami financiero una era de las regulaciones, del hipercontrol político de los mercados y de la intervención permanente. Se anunciaba que, tras el shock de los mercados, los pueblos en las sociedades desarrolladas exigirían más seguridad y severidad. Sería la hora estelar de la socialdemocracia.


Mercados no regulados


No fue así. Los dos mandatos de Barack Obama en la Casa Blanca no han aumentado los controles sobre los mercados. Por el contrario, han desprestigiado seriamente a la izquierda moderada en Estados Unidos como en Europa. Aquí, Merkel es más poderosa que nunca y tiene a los socialdemócratas desesperadosbuscando un hueco que no encuentran entre la nada del infantilismo y el radicalismo callejero y una canciller que cada vez abarca más espacio político.

Independientemente de los ciclos económicos, estas décadas demuestran, después del hundimiento de Wall Street más que nunca, que la izquierda está tan sometida como todas las demás fuerzas a unas reglas mundiales de producción y competencia en la globalización que hacen inviable toda política clásica de izquierdas. Al menos en libertad.

La única alternativa real a la gran política consensuada que se hace desde dentro de la Unión Europea no es democrática. En los países menos desarrollados de Europa la protesta antieuropeista, antiglobalizadora y antisistema no se articula en la extrema derecha como en el norte, sino en una izquierda comunista, radical, de vocación totalitaria y potencialmente violenta. Confusa y sin rumbo, la socialdemocracia que no puede marcar rasgos identitarios propios frente a liberales y conservadores.

Por eso triunfa la izquierda redentora, demagógica y soberbia, con desprecio tan absoluto a las reglas como a las realidades. Es una nueva victoria de la Tercera sobre la Segunda Internacional. Es el ocaso de esa izquierda democrática que Manuell Valls ve morir. Pero es también el resurgir, con otras ideologías ultras, de una izquierda totalitaria y violenta que creímos para siempre enterrada cuando, tras causar decenas de millones de muertos, el comunismo parecía muerto, hace ahora un cuarto de siglo. 


Publicado en El ABC de Madrid el 23.06.14

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