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lunes, 14 de diciembre de 2015

Sindrome de...Política argentina

Página/12

Lunes, 14 de diciembre de 2015
Síndrome de...
  Por Roberto Lampa * y Federico M. Rossi **

Desde el ballottage, un eje del debate económico ha sido qué sucederá desde el 10 de diciembre cuando asuma el nuevo gobierno. Mientras Daniel Scioli intentaba generar confianza presentando sus posibles ministros, Mauricio Macri hizo totalmente lo opuesto. Siguiendo una sugerencia del asesor de campaña Jaime Durán Barba, Macri se dedicó a no anticipar nada, excepto una cosa: que devaluaría el peso. ¿Cómo es posible que un candidato que promete devaluar gane una elección? ¿Cuál fue la intención de anticipar la devaluación y qué pasó desde ese momento?

En el ámbito económico, la táctica de la alianza Cambiemos ha sido mayoritariamente aquella de no adelantar decisiones o planes detallados, tanto antes como después del 22 de noviembre. Sin embargo, existe una enorme excepción a esta regla general, representada por la política cambiaria. En particular, el ministro de Finanzas y Hacienda Alfonso Prat-Gay ha insistentemente reiterado la firme voluntad del futuro gobierno de devaluar (“sincerar”, según su léxico) ni bien asuma el poder. Esto fue también reforzado por Carlos Melconian, el presidente del Banco Nación. No fueron comentarios off the records, sino que en repetidas ocasiones han también sugerido que el (supuesto) valor natural de la paridad cambiaria tendría que estar alrededor de los 16 pesos, es decir casi un 70 por ciento más elevada.

Lo extraño del caso es que es muy inusual, sino único, lo que el equipo económico de Cambiemos hizo desde el ballottage. Sin exagerar, semejante conducta (y por parte de un ex presidente del Banco Central como Prat-Gay) sería tildada de irresponsable y suicida en casi todos los países del mundo. 

Esta fue la reacción de Roberto Lavagna, quién dijo: “O está diciendo una barbaridad técnica o está ocultando que el primer día de su gobierno piensa hacer una gran devaluación o un gran endeudamiento”. Esto se debe a la regla sagrada de las devaluaciones, que dice que si se hacen, nunca se dicen. Además, siempre se planean un minuto antes de un feriado largo, con los bancos y la Bolsa cerrados para impedir maniobras especulativas y desestabilizadoras. La historia argentina está plagada de estas experiencias.


¿Por qué, entonces, Cambiemos anticipó que devaluarán? Una posible explicación es que el deseo no era que Mauricio Macri devaluara al asumir el poder, sino que a Cristina Fernández de Kirchner le explotaran las finanzas antes de la segunda vuelta, y esto le diera un triunfo rotundo a Macri. Este tipo de golpe de mercado es una práctica cada vez más común en Argentina y todo el mundo. Es la misma estrategia que hizo caer a Raúl Alfonsín seis meses antes de finalizar su mandato en 1989. Y, paradójicamente, también la que expulsó del poder a Silvio Berlusconi en Italia en 2011 mientras estaba negociando la salida de Italia del euro y dio pie a que un neoliberal ortodoxo como Mario Monti asumiera un gobierno transicional con fines de ajuste. En el caso argentino de 2015, si funcionaba el aparente golpe de mercado, hubiese dado al gobierno entrante un justificativo para iniciar un plan de políticas de ajuste. Esto, obviamente, no pasó.

Profecía autocumplida

La segunda explicación posible es lo que aquí llamamos la estrategia de la profecía autocumplida. En este caso, debido a que existe un problema real, que son los múltiples tipos de cambio en paralelo, el gobierno entrante busca hacer de la devaluación un hecho, para que la apertura cambiaria simplemente sincere lo que ya sucede. Esta combinación entre una autoconfianza enorme de parte de Macri y el equipo económico de Cambiemos de que podrán controlar una devaluación anticipada, sólo funcionaría si la profecía se cumpliese con una población pasiva. Esto ya se está demostrando que no está pasando porque la experiencia de devaluaciones en Argentina hace que todos los sectores, desde el productor hasta el consumidor, comiencen a moverse para protegerse frente a la devaluación como si ya hubiese sucedido. Es ahí donde la profecía se haría realidad, como ya está sucediendo, devaluándose de hecho antes de que se oficialice la devaluación.

El problema de esta estrategia es que se basa en la fe de que nadie correrá por dólares o que aunque se vaticinó que se devaluará, y luego no sucediese en diciembre, nadie hará nada al respecto (en vez de esperar que suceda en enero, o febrero, o marzo, o en un momento incierto). Vale la pena insistir sobre este último punto: como explicaba John Maynard Keynes en su Teoría General, las devaluaciones producen una fuerte alteración en la rentabilidad esperada de una inversión a raíz de los cambios en la estructura de los costos y modifican, por ende, los niveles del producto y del empleo. A juicio de Keynes, en este ámbito las expectativas de los empresarios juegan un papel clave: en cuanto ellos se den cuenta que una devaluación es extremadamente probable, dejarían inmediatamente de invertir esperando el inminente abaratamiento del costo laboral. Dicho sencillamente, la idea de Keynes es que generar expectativas devaluatorias potenciaría los efectos de la devaluación, determinando la parálisis de la actividad económica presente a favor de la actividad económica futura. Es decir, que el resultado sería contractivo en el muy corto plazo y expansivo en el mediano plazo.

Sin embargo, en el caso de un país como Argentina, que forma parte del capitalismo periférico, las cosas son todavía más complicadas y es posible argumentar que las consecuencias son recesivas tanto en el corto como en el mediano plazo. En primer lugar porque las devaluaciones producen una fuerte caída de la demanda agregada por el aumento del precio de los bienes de consumo importados y de la inflación. En segundo lugar porque, desde un marco analítico ortodoxo, se señala que en los países periféricos las devaluaciones abruptas determinan también una caída vertical de la oferta agregada, por el fuerte aumento en los costos: bienes de capital importados, salario real (en presencia de paritarias) y crédito bancario (por el aumento de la tasa de interés impulsado por el aumento de la inflación inducida por la devaluación). Es decir, se produce tanto un abrupto empobrecimiento de la mayor parte de la población como una caída de la producción industrial.

En síntesis, las declaraciones del equipo económico de Cambiemos apuntarían a potenciar los efectos negativos de la próxima devaluación del peso, preconizando una brusca caída tanto de la demanda (niveles de salario, inversión y consumo) como de la oferta agregada (tamaño del sector industrial).

Si es éste entonces el plan del gobierno, cabe preguntarse cuál es la estrategia de Macri en materia económico-financiera. La clave parece estar en bajar el salario real por medio de dos mecanismos.


Primero, aumentando la desocupación (el excedente de mano de obra baja el salario que un trabajador está dispuesto a aceptar) y, segundo, depreciando el salario en dólares (es decir, haciendo que el costo de un trabajador sea más bajo que en otros países). También es de esperarse que la intencionalidad esté en reconcentrar la economía en el conjunto de intereses que compone la coalición de gobierno: CEO de empresas trasnacionales y de sectores agroindustriales concentrados (Techint en Trabajo, Shell en el Ministerio de Energía, General Motors en Aerolíneas Argentinas, JP Morgan en Hacienda, Telecom en Cancillería, Confederaciones Rurales Argentinas y la Sociedad Rural Argentina en Agricultura, Monsanto en Agricultura provincial, McDonald’s en Comunicación de la ciudad, entre otros). En contraste, los grandes perdedores serían los trabajadores, las pequeñas y medianas empresas y las que producen para el mercado interno.

Síndrome de Estocolmo

Desde el punto de vista de la ciudadanía, la pregunta, entonces es ¿por qué identificarnos con un gobernante que promete devaluar, es decir, empobrecernos? La identificación por una parte de la población con la necesidad del fin de los subsidios, la devaluación, la quita de planes sociales, el ajuste y otras políticas impopulares que lo afectarían directamente es producto de lo que parecería una suerte de Síndrome de Estocolmo. Este síndrome es una reacción psicológica en la que la víctima se identifica con el victimario, esto sucede en casos extremos como un secuestro. Esta relación de vínculo afectivo hace que la víctima se enamore o defienda a su victimario. Es decir, nos permite conceptualizar la identificación de un sector de la población con los que promueven empobrecerlos.

El Síndrome de Estocolmo es el que pasó a primar desde el triunfo de Macri en medios de comunicación y parte de la población, naturalizando que los intereses de un CEO y un kioskero son los mismos.

En el marco de este síndrome resulta muy difícil recibir información alternativa que ponga en cuestión certezas. Aquí resulta interesante rescatar a Kunda (1990), quién dice que muchas veces las personas llevan adelante un razonamiento guiado por el deseo de obtener una conclusión predefinida que de analizar la información para elaborar decisiones con información más precisa. En otras palabras, un sector del electorado, por ser radical, por vivir en Córdoba, por rechazar todo lo que sea peronista, o porque prefiere ver caras nuevas, ignora la información de las políticas de ajuste de forma intencional y emocional. Cognitivamente establecieron barreras a la inclusión de información que pudiera presentarles la disyuntiva de tener que apoyar a otro gobernante que rechazaban a priori de cualquier argumento a su favor o en contra.

La combinación entre un gobierno entrante que auguró que devaluaría y una población que reacciona ante esta profecía como si fuese un hecho irrefutable ha generado un fenómeno novedoso: hay una devaluación inminente con fecha (casi) exacta. Los precios suben en supermercados, la economía se frena, y todos estamos en la fila para el cadalso, sabiendo que el día es alguno luego del 10 de diciembre. Pero, la población no está siendo pasiva: se agotan las compras de dólar ahorro, no se renueva el stock de productos en Precios Cuidados, todo sube de precio, y la Corte Suprema desfinancia la Anses.

La devaluación estaría en marcha, aunque seguimos con múltiples tipos de cambio. Pero, nada de esto es natural, sino que fue provocado por los dichos del equipo económico de Macri con la intención de construir una sensación de crisis que justifique políticas de austeridad.

La estrategia de Cambiemos funcionaría sin desbandar la economía solamente si el Síndrome de Estocolmo que están fomentando desde que Macri ganó hace efecto. Es decir, si ante la evidencia de que todos seremos más pobres, todos saldremos a la plaza a pedir por favor que nos empobrezcan. O no salgamos a hacer nada. Como siempre en economía, nada es natural ni necesario, la economía es política por definición, y se guía por intereses de este tipo. La profecía se cumplirá si así lo permite la población, y no será así si notamos que un CEO y un kiosquero no tienen los mismos intereses. Y que la devaluación no es una medida necesaria, ni natural, sino intencionada con claros ganadores y perdedores.

* Economista, profesor Unsam.
** Politólogo, investigador Conicet.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-8997-2015-12-14.html
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jueves, 10 de diciembre de 2015

Política Argentina: La fiesta, que no es mi fiesta, ni la nuestra...: Manuel Freytas

Política argentina

La fiesta, que no es mi fiesta, ni la nuestra...

Manuel Freytas
4 hrs · 

LA FIESTA DE LAS CACEROLAS (EN LA ARGENTINA DE COTILLÓN)

Están de fiesta... con banderitas argentinas... educados... sin cánticos partidarios.. con el odio interno y clasista... disimulado... sin bombos... ni pancartas.. ni consignas.. detestan los signos de la MILITANCIA partidaria... la calle no es su fuerte... y le temen por contraste... como temen a la OTRA MITAD del país... que hoy NO ESTÁ en esa fiesta... se conmocionan con los piquetes... con las huelgas .. con los cortes de ruta... con los DEDOS EN V... y piden MÁS SEGURIDAD... que los proteja de las hordas del POPULISMO... de esos negros de mierda... que les impiden transitar felices con sus autos...se asustan con los discursos fuertes... prefieren la suavidad de los estudios de televisión... antes pedían GOLPES MILITARES... sin salir de sus casas... ahora piden GOLPES MEDIÁTICOS... GOLPES BLANDOS... GOLPES JUDICIALES... sin sangre por favor... festejados con cacerolas y banderitas argentinas... y hoy andan de CELEBRACIÓN... porque... al fin... uno de ellos... de su propia matriz zoológica.. se va a calzar por primera vez.. la banda y el bastón... y va asumir en la gerencia de enclave capitalista... SIN TANQUES y sin marchas militares... solo con granaderos de COTILLÓN.. con ornamentos turísticos... y marketing de civilización sin barbarie... mientras la OTRA MITAD... lo mira por TV... y el representante de las cacerolas JURÓ.. por dios.. por la patria... y los santos evangelios... y sin la otra mitad de la Argentina... y cuando se termine la FIESTA... y el orgasmo DEMOCRÁTICO made in USA... se consume... en PAZ ... cada uno volverá a su CADA CUAL... y Mauricio tendrá que empezar a gobernar... a ejecutar su noble misión de darle al capitalismo USURERO internacional... la ganancia acumulada del ROBO DE TURNO.. y habrá que AJUSTAR... y ajustar... y ajustar... y terminará la FIESTA DE LAS CACEROLAS... y comenzará OTRA FIESTA... menos educada... menos limpita... pero mas bullanguera y realista... comenzará la FIESTA DE LA RESISTENCIA SOCIAL Y SINDICAL... una fiesta que Mauricio... y el CAPITALISMO SALVAJE y depredador... jamás la quisieran ver de nuevo... pero LA VAN A VER ... inexorablemente.. como van a ver de nuevo a la OTRA MITAD de la Argentina... que hoy mira la fiesta del golpe cacerolero por TV.

Por MANUEL FREYTAS

martes, 24 de noviembre de 2015

La restauración conservadora: Enrique Lacolla

La restauración conservadora: Enrique Lacolla

25 NOV 2015

La restauración conservadora. Política Argentina.
Política Latinoamericana
El triunfo de la reacción.
La fórmula ganadora.

La derrota nacional de pasado domingo puede ser adjudicada en gran medida a errores propios. La lucha por recuperar el terreno perdido debe comenzar ahora, a través de un exigente autoexamen.

Lo que deseábamos –un triunfo del FpV- no se concretó. Por una diferencia mínima el candidato de Cambiemos fue izado a la presidencia de la República. Hay quienes dicen que no es el momento de los reproches. Me parece que tal actitud es un error. La derrota, si no por sus cifras, sí por la magnitud de las consecuencias, es tan grave que la política del avestruz no sirve para nada.

Las responsabilidades por este revés caben, en primer término, a la todavía presidenta de la República. No por sus atributos personales, su inteligencia y fluencia discursiva, que seducen, pero también repelen a muchos, sino por su decisión de sostener su proyecto en un encuadre no contaminado por la presencia tumultuaria del pueblo, manteniéndolo escindido del sector obrero; y por su manejo arbitrario, exageradamente personalista, de las decisiones llamadas a dotar al Frente para la Victoria con un candidato capaz de llevar adelante y profundizar o al menos sostener el modelo de desarrollo tibiamente nacional que se venía gestionando. La costumbre de no confiar y en ocasiones torpedear a las figuras que no pertenecían a su entorno más personal e íntimo la llevó agredir solapadamente, por años, a quien se perfilaba como su posible sucesor en razón de la capacidad de componenda que este demostraba hacia los distintos sectores que conforman el universo justicialista que no son afines a la jefatura de Cristina.

La figura de Daniel Scioli no es de las que suscitan entusiasmo, por cierto, pero era el único candidato posible en estos momentos. Cristina prefería a Florencio Randazzo y sólo la evidencia de que esa selección no podía garantizar el triunfo determinó que lo hiciera a un lado y dejara expedito el camino a Scioli. El favorito de Cristina no toleró este desaire y -dando muestras de una inmadurez política propia de un aficionado- pateó el tablero y se negó a candidatearse a gobernador de Buenos Aires. Quedó así abierto, casi por capricho, el camino que llevaría al inesperado triunfo de María Eugenia Vidal en la primera provincia argentina, cuyo peso electoral es decisivo en cualquier contienda electoral destinada a definir la cuestión del poder en nuestro país. La campaña para el balotaje también adoleció de la misma falla: la presidenta se abstuvo de mencionar al candidato del FpV y se limitó a defender la fórmula que este encabezaba, sin nombrarlo en ningún momento. Este silencio quizá pueda ser atribuido, con algo de buena voluntad, al deseo de no gravarlo con el peso de su propia personalidad, que molesta a muchos; pero si fue así no cumplió con su propósito, dejando a Scioli más bien expuesto al desamparo y reducido, una vez más, al papel del que recibe los desdenes de la primera mandataria.

Lo que decimos ahora ha sido señalado en numerosas notas de esta misma página, lo cual nos absuelve de cualquier posible acusación en el sentido de hacer leña del árbol caído.[i] Ahora bien, hay que consignar que las equivocaciones cometidas en este período no resultan sólo de los rasgos de carácter de Cristina o de los miembros de su gobierno, sino también del desgaste del peronismo, que resulta de la larga historia de este y de cierta incapacidad que tiene como organismo para configurarse como un movimiento policlasista que se erija en frente nacional. La conjunción de grupos sociales con intereses disímiles, pero nacionales en cualquier caso, en un frente dirigido a enfrentar al imperialismo y a sus agentes interiores, es un clásico de las luchas por la independencia de las sociedades emergentes. En el caso del peronismo, sin embargo, su funcionalidad parece haberse agotado. Encerrado en su propio universo, sus contradicciones y sobre todo la forma inclemente en que manejó sus disputas intestinas lo llevaron a tirar al poder por la ventana en diversas oportunidades y con distintas modalidades. En 1955 no se defendió del golpe militar cuando podía hacerlo; en 1973-76 se rifó a sí mismo en un fenómeno de auto-canibalismo inédito en nuestra historia; en 1983, cuando la sociedad exigía moderación y equilibrio, el famoso cajón de Herminio Iglesias acabó con las posibilidades de Ítalo Luder, y ahora, cuando el pragmatismo demandaba apearse de la cháchara y apelar al buen sentido, acercándose al movimiento sindical y a la estructura tradicional del PJ, el ala progresista más dura (o más exquisita) del kirchnerismo se dedicó a bombardear con ironías o a mirar con la nariz fruncida al candidato que mayores posibilidades tenía de fusionar voluntades y obtener la victoria. Tal vez se ilusionaban –o se ilusionan- con la perspectiva de un regreso triunfal al gobierno en 2019; si esto es así, se pueden llevar un gran desengaño. Y lo más grave es que las consecuencias de esa incuria las pagaremos todos.

Lo que se viene

En efecto, el sentido y la proyección que tiene la victoria de Mauricio Macri en las elecciones son ominosos. No sabemos si arrancará su gobierno con una serie de mandobles que practiquen el ajuste tantas veces anunciado con inmediata ferocidad, en una política de shock similar a las de tantas veces practicada, o si elegirá una vía más gradualista para ir acogotando a los sectores de la clase media o incluso baja que con tanto entusiasmo lo han votado, encandilados por los globitos de colores.

Lo que está claro es que la convergencia de intereses de las transnacionales, del bloque agroexportador y de las finanzas que han inventado a Mauricio Macri, no tardarán mucho en imponer sus miras en el ámbito cambiario y en el comercio exterior. La devaluación del peso, la liquidación a un dólar alto de los millones de toneladas de soja que el “campo” tiene acaparados desde hace años a la espera de una coyuntura como esta, para compensar internamente la baja del producto en el exterior; la exportación masiva de esas ganancias a bancos en el extranjero en vez de invertirlas dentro del país, como es costumbre de nuestra clase poseyente; la eliminación de las retenciones, la baja de tarifas a la importación y, con ello, la expulsión de parte del personal de planta del estado y una considerable desinversión interna; y la revisión de las políticas de acercamiento a China y Rusia que involucran contratos importantísimos y entendimientos bilaterales en materia energética nuclear y convencional, son datos de la realidad que penden sobre nuestras cabezas.

El último campo, el científico-técnico, forma parte de un proyecto estratégico que está abriéndonos al mundo multipolar. Como tal se encontrará bajo el fuego del nuevo gobierno, preocupado en volver a cerrar filas con quienes han sido tradicionalmente nuestros proveedores de productos manufacturados y de tecnología atada a patentes registradas en el exterior. Las sombras se adensarán sobre el campo de la ciencia y la técnica, que tan fuerte avance tuvieron en estos años. Estos espacios sólo pueden ampliarse al amparo del gobierno, pues representan inversiones cuantiosas que reditúan a largo plazo y en un ámbito no mensurable monetariamente. Las inversiones de este tipo son decisivas no porque devenguen dinero sino porque proporcionan la masa crítica de conocimiento que es necesaria para el despegue del país y su inserción en el mundo moderno. Y a la Bolsa y a los bancos les importa un ardite esa ambición.

El desastre que estas medidas van a provocar en la sociedad argentina puede ser enorme. Aunque las relaciones de fuerza en el Congreso no prometen una andadura fácil a los referentes del PRO, la tónica que impondrá el futuro gobierno va a suponer un retroceso mayúsculo. En la campaña prometieron no hacer lo que tantas veces habían dicho que harían: volver a la jubilación privada, desnacionalizar Aerolíneas, FADEA e YPF y a “todo eso que debe pertenecer al estado pero que no volverá a ser del estado” (Dromi dixit). Pero las promesas de campaña, como se sabe, son sólo eso, promesas, y pronto veremos que el deterioro, el desprestigio, el desguace y el vaciamiento se cernirán sobre esas empresas. Desde luego, la Argentina se “abrirá al mundo”, lo que equivale a decir que se abrirá al arreglo con los fondos buitre y a la contracción de más deuda para sostener este nuevo compromiso y los que vendrán a su cola…

El impacto que la desindustrialización asociada a este programa tendrá en el conjunto de la sociedad puede intuirse. La caída del empleo y la inseguridad que tanto preocupa a la gente serán inevitables, por más que algunos observadores acaben de descubrir a un post-neo-liberalismo que no tendría las características implacables del modelo que hemos conocido. Es difícil sin embargo que los prefijos indiquen nada. “Post” y “neo” no son sino rótulos que etiquetan al mismo viejo fenómeno. Esa supuesta proposición moderada no ha sido vista en acción en ninguna parte; subsiste tan sólo como propuesta electoral, como una promesa problemática, tras la cual continúa su marcha el capitalismo realmente existente: fautor de guerras, desestabilizador, expansionista, movido por el principio de la absolutización de la ganancia y desinteresado del destino de los seres humanos.

Latinoamérica

En el plano de la política regional Mauricio Macri se ha despachado con una primera  y para nosotros alocada ocurrencia, que marca el rumbo por el cual discurrirá su política exterior.
Muy suelto de cuerpo informó que una de sus primeras medidas será pedir la suspensión de Venezuela como miembro del MERCOSUR porque, según él, ha infringido la cláusula democrática que obliga a los países miembros a “no perseguir a los opositores y respetar la libertad de opinión”. Aparte de la falacia de ambos argumentos –en Venezuela hay una absoluta libertad de opinión y la presunta persecución contra los opositores se ha ejercido contra personajes que aparecen vinculados a intentonas golpistas- resulta evidente la alineación de esa postura con la que exhibe Estados Unidos, deseoso de acabar con el experimento inaugurado por Hugo Chávez.

La victoria de Macri y el proceso de reestructuración capitalista regresiva que tendrá lugar en nuestro país no dejarán de provocar remezones en toda la América del Sur. La oposición al gobierno de Maduro en Venezuela se favorecerá por el efecto contagio, en una sociedad donde el gobierno está ya fragilizado y se asoma a las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre no muy seguro de sus fuerzas. En Brasil la situación de Dilma Roussef se hará todavía más apurada. A pesar de que su gobierno hace rato que ha cedido el comando de la economía a los exponentes del libre mercado, el establishment no le perdona ni a ella ni a Lula las políticas sociales con que han combatido la pobreza y el analfabetismo, así como la línea soberanista asumida en política económica y exterior con el rechazo al ALCA y la integración al BRICS.

Desde luego, una Argentina controlada por el macrismo va a vaciar de contenido a las políticas que alimentaron a la UNASUR y a la CELAC, a la vez que se alejará del acompañamiento que hasta aquí habíamos tenido para con gobiernos como el de Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. El modelo integrador suramericano será echado por la borda y nos aproximaremos a engendros como el TLCAN o NAFTA y a la Alianza del Pacífico, que aseguran el sometimiento de nuestras economías a la economía dominante del norte, lo que desvirtuará el sentido esencial del MERCOSUR.

No quiero hacer de esta nota una película de terror, pero los riesgos que afrontamos son ciertos. Por lo tanto hay que salir al cruce –con la palabra, en la calle, en la lucha gremial, en los medios alternativos- del proyecto neoliberal, neoconservador, post neoliberal o como quiera llamárselo. La influencia de los monopolios de la comunicación ha sido determinante en la operación de lavado de cerebro que ha impactado a mucha gente que en absoluto se puede reconocer en los postulados de la derecha conservadora y que sin embargo votó por ellos. Ese trabajo mediático que propende a la alienación es un proceso que viene de años y que crea zonas de no-pensamiento difíciles de franquear, pero la realidad a la que nos asomamos probablemente pronto nos ponga frente a tormentas que aventarán muchas de las nubes que oscurecen las conciencias y que permitirán, otra vez, avanzar con esfuerzo hacia un horizonte poblado de certidumbres.   

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[i] A quienes deseen seguir la ilación de este razonamiento recomendamos recorrer artículos como “Una disputa cada vez más acerba” (24.11.12), “Empezando con mal pie” (17.03.12), “Balance de un año difícil” (26.12.12) y “Una derrota autoinfligida” (18.08.13), a los que cabe sumar los insertos en este mismo año:"Deben ser los caníbales, deben ser“, "¿A qué jugamos?”, “Un terremoto político” y “El callejón electoral”.

UCRANIA: INFORMACIÓN BÁSICA SITUACIONAL: BITACORA DE PERCY CAYETANO ACUÑA VIGIL.

  UCRANIA: INFORMACIÓN BÁSICA  SITUACIONAL.  Percy Cayetano Acuña Vigil. En este escrito se ha registrado información básica situacional con...