miércoles, 29 de enero de 2020

Los Filisteos. Compilación: Cayetano Acuña Vigil

Los filisteos. 

Compilación Cayetano Acuña Vigil




Los filisteos eran un pueblo enemigo de los israelitas, que habitaba un espacio geográfico coincidente aproximadamente, aunque era más amplio, con la actual franja de Gaza, donde, por cierto, los israelíes han confinado a buena parte de sus actuales enemigos, los palestinos, que en algún libro prosionista son llamados precisamente “filisteos”. El nombre de origen griego “Palestina” deriva de la palabra “filisteo” y quiere decir tierra de los filisteos.

El pueblo filisteo estaba organizado políticamente como una confederación de cinco ciudades: Asdod, Ascalón, Ecrón, Gat y Gaza. Algunos han señalado que esta forma de organización territorial hacía a los filisteos estar más desarrollados políticamente que sus vecinos israelitas. Precisamente fue una incursión filistea muy grave que se produjo en tiempos de Samuel, el último de los Jueces del Pueblo Elegido, la que convenció a los judíos de la necesidad de que se unieran todas las tribus de Israel y sirvió de acicate para la constitución de la monarquía unificada, primero en la persona de Saúl y luego en la de David.

Alrededor de esta época de la constitución del reino unificado, a la altura del siglo XI a.C., los filisteos eran una seria amenaza para los israelitas. Ello se debió a que los filisteos eran unos enemigos más fuertes que los cananeos o los medianitas y también a que sus ataques desde el oeste se coordinaban con los ataques de los ammonitas desde el este del Jordán.

Todavía en tiempos de los Jueces se produjeron los famosos éxitos de Sansón contra los filisteos, con el primer caso conocido en la historia de ataque suicida. 

En la historia de Sansón y la seductora Dalila también se refleja el mito eterno del hombre virtuoso llevado a la perdición por los ardides de una bella y perversa mujer.

También son conocidas la luchas de David contra los filisteos, empezando por la victoria sobre Goliat, que ha quedado como símbolo de la superioridad de los pequeños virtuosos sobre los grandes fanfarrones. Pero es menos conocido que David en el transcurso de la historia de sus tormentosas relaciones con el rey Saúl, acudió, para escapar de éste, a refugiarse junto al rey filisteo de Gat. No obstante , tanto Saúl como David fueron encarnizados enemigos de los filisteos a los que trataban con desprecio y soberbia.

Los filisteos, no obstante los continuos ataques israelitas, consiguieron preservar su independencia, hasta que cayeron en manos de Asiria . cuando se produjo la caída del imperio asirio, se vieron sucesivamente sometidos por Babilonia, Persia, Alejandro Magno, los seléucidas –que heredaron siria de aquél –y, finalmente, los romanos.

Fue el emperador Adriano quien, tras la revuelta judía de 132-135 a. C.. ordenó que la provincia romana de Judea pasara a denominarse Palestina, el término griego que, como hemos dicho, significa “tierra de los filisteos”.

Referencias:

Matthew Arnold. Culture and Anarchy (1869) de

https://www.theguardian.com/books/2017/mar/20/culture-and-anarchy-matthew-arnold-100-best-nonfiction-books-robert-mccrum

Clemens Brentano.  El filisteo antes de la historia, en la historia y después de la historia.

https://www.pressreader.com/spain/la-

vanguardia/20110712/286053413232986

https://www.falsaria.com/2017/04/significado-los-terminos-burgues-pequenoburgues-filisteo/

http://percyacunnavigil.blogspot.com/search/label/Filisteo

Los filisteos (1)

La Vanguardia 12 Jul 2011
Josep Maria Ruiz Simon

Al parecer, la Biblia cita 296 veces a los filisteos. Estas referencias ponen de manifiesto que sus relaciones con los israelitas no fueron muy plácidas. 

Instalados en la región central de la actual franja de Gaza y con afanes expansivos, sus refriegas con los hebreos fueron abundantes. En una ocasión, llegaron a apropiarse del arca de la Alianza, que durante una temporada expusieron como un trofeo de guerra en el templo del dios Dagón. Y son bien conocidos los dolores de cabeza que tuvo Sansón por haber confiado a Dalila, una filistea o una agente de los filisteos, el secreto de su fuerza.

De los relatos bíblicos se desprende que la fortuna de este pueblo empezó a decaer en los tiempos del rey David, quien presumiblemente había iniciado su carrera como mercenario de un soberano de Filistea, Aquís. Su victoria sobre Goliat simboliza literariamente la derrota histórica de una nación que todavía sobrevive gracias a sus reencarnaciones metafóricas.

Los diccionarios definen como filisteos a los individuos que sólo piensan en los intereses materiales y que se caracterizan por la vulgaridad de su espíritu y por su escasa sensibilidad cultural. Hay quien dice que fue el platónico cristiano Orígenes quien, en el siglo III, puso en circulación esta metáfora leyendo alegóricamente los pasajes bíblicos en los que se les mencionaba. Y algunos eruditos también recuerdan que la imagen negativa que la memoria histórica nos ha dejado de este pueblo es inseparable de su prolongado monopolio sobre la industria del hierro y sobre la comercialización de sus derivados.

En cualquier caso, el término que denotaba esta imagen no se consolidó hasta el siglo XVII, cuando los estudiantes alemanes lo empezaron a usar para describir la egoísta y prosaica visión del mundo de los burgueses que sólo vivían para enriquecerse y que confundían el valor con el precio y la moral con la hipocresía. 

Poco después, los escritores románticos contribuyeron a la consagración libresca de los filisteos convirtiéndolos en personajes de sus cuentos y novelas. Clemens Brentano incluso les llegó a dedicar un tratado: El filisteo antes, en y después de la Historia (1824).

Los filisteos del antisemita Brentano se caracterizaban, entre otras cosas, por su afrancesamiento, por su poca tendencia hacia las fiestas tradicionales alemanas y hacia las leyendas fantásticas y porque, puestos a leer, preferían Voltaire a Shakespeare. No tenían mucho que ver con los filisteos del judío cosmopolita Heinrich Heine quien, en 1831, después de exiliarse a París, manifestó que la capital francesa era la “nueva Jerusalén” y que el Rin era el río Jordán que separaba la tierra de los filisteos de la tierra de la libertad. Ni con los filisteos de Kant, que presentan un aire de familia con los filisteos actuales, unos filisteos que ya no suelen leer ni a Voltaire ni a Shakespeare y de los que se hablará, en esta columna, la semana próxima.

https://www.pressreader.com/spain/la-

vanguardia/20110712/286053413232986

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