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miércoles, 15 de junio de 2022

ELEMENTS: Nº 196 mayo 2022 Rusia Ucrania, cómo América está librando su guerra en Europa-

Nº 196
mayo 2022

 Rusia Ucrania, cómo América está librando su guerra en Europa

 Editorial

03 El regreso del telón de acero. Por Alain de Benoist.



04 Agenda, noticias

Entrevista

06 François Gibault, viaje al fin de la libertad


Cartuchos

12 El objeto político: la revolución del VHS

15 Un fin del mundo sin importancia: la fractura. Por Xavier Eman

17 Cine: Deriva social, de la crisis a la fractura. Por Nicolas Gauthier

21 Campos de batalla: Gustavo II Adolfo de Suecia. Por Laurent Schang

21 Albatroce. Por Bruno Lafourcade

24 Economía. Por Guillaume Travers

25 ¿De qué aborto es el feto Fabrice Luchini? La perspectiva de Olivier François

26 Bestiario: los chimpancés aman la roca y los cerdos Pavarotti Por Yves Christen

27 Ciencias. Por Bastien O'Danieli

La batalla de las ideas

30 Presidencial: la votación de clase la llevó a cabo Jérôme Sainte-Marie. Entrevista de François Bousquet y Pascal Eysseric

34 Olivier Dard: el progreso tiene su diccionario. Entrevista de Olivier François

36 Laurent Schang: cómo el ejército ruso cumple su misión. Entrevista de Pascal Eysseric

39 La OTAN luchará hasta el último ucraniano. Por Hervé Juvin

42 Las verdades de Alexandre Douguine sobre la guerra en Ucrania. Entrevista de Pascal Eysseric y Alain de Benoist

46 En el efímero Grand Palais: luz sobre cuatro favoritos. Por Alix Marmin

49 Entrevista a Patrick Eudeline: “Soy pagano”. Entrevista de Nicolás Gauthier

50 Île de France: del rock identitario a la canción francesa. Por Nicolas Gauthier

52 Patrice Jean y Jean-Pierre Montal: ¿Por qué hay que leer los clásicos? Entrevista de Thomas Hennetier

55 Entrevista a Eric Kaufmann: ¿qué futuro para los blancos en Occidente? Entrevista de Ethan Rundell y Thomas Hennetier

58 La perspectiva de Guillaume Travers sobre Werner Sombart. Entrevista de François Bousquet

60 Amor, lujo y capitalismo: ¡busca una mujer! Por François Bousquet

64 Max Havelaar, la gran novela de la depredación capitalista. Por Gérard Landry

66 El triunfo de Knock: la victoria póstuma de Jules Romains. Por Christophe A. Maxime

68 Julien Freund, el maestro de la política. por Gilles Banderier


Dossier

71 El espíritu codicioso

72 Los nuevos puritanos contra la glotonería Por Pascal Eysseric

74 auche ascética contra la izquierda glotona: el juicio de la glotonería. Por David L'Épée

77 ¿Por qué los europeos comen cada vez más carne? Por Guillaume Travers

80 Raíces y algas: los Roellinger o el sabor de Bretaña Por Alain Lefebvre

82 Pampille, Caroline Haedens y Marie Delcourt, tres biblias de la cocina Por Françoise Monestier


Panorama

84 El ojo de Slobodan Déspota

85 Reconquista: los cielos antes Por Slobodan Déspota

86 La lección de filosofía política: Dante Por Ego No

88 De la vaguedad al alma rusa: Este-Oeste, el punto de ruptura Un reportaje de Daoud Boughezala

92 Un pagano en la Iglesia: el San Falo de Borgoña en Fontaine-les-Sèches Por Bernard Rio

94 Estaba en Elementos: Rusia, Historia Abierta Por Alain de Benoist

95 Efemérides

martes, 31 de mayo de 2022

Alain de Benoist. Su vida y la influencia de la revolución conservadora como determinantes de su pensamiento: P. CAYETANO ACUÑA V.

 Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.64 no.236 Ciudad de México may./ago. 2019

https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2019.236.62281 


Alain de Benoist. 

Su vida y la influencia de la revolución conservadora como determinantes de su pensamiento

Herbert Frey Nymeth∗ 

* Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. Correo electrónico: <hherfrey@@hhotmail.com>

RESUMEN

La vida de un pensador no siempre tiene implicaciones en su obra, sin embargo, en algunos casos es importante pensar la vida como clave del pensamiento y como indicativo para comprender la forma como algunos filósofos han influido sobre el pensamiento de otros. Tal es el caso de Alain de Benoist, intelectual relacionado con la nueva derecha francesa, de quien es importante conocer su origen y relación con la Francia campesina, de la cual en algunos escritos da muestras de añoranza de su juventud y estilo de vida. Aunado a esto, es importante señalar su lectura de Nietzsche, con quien comparte un radicalismo aristocrático, de tal manera que la obra de Benoist está no sólo influenciada por sus experiencias de vida, sino también por su coincidencia con la vida de Nietzsche y la afinidad en torno a su pensamiento.

De ahí que, al establecer una relación entre estos pensadores, podemos comprender mejor el estado intelectual de la nueva derecha francesa. Si bien es cierto que Nietzsche influyó de una forma determinante en el pensamiento filosófico de Alain de Benoist, su desarrollo político se debe a un grupo de ensayistas y periodistas que reunió Armin Mohler bajo el nombre de revolución conservadora y cuyos representantes más conocidos son Arthur Moeller Van den Bruck, Oswald Sprengler y Carl Schmitt. A ellos sigue De Benoist en su crítica al liberalismo, individualismo y las ideas de la Revolución francesa; sin embargo, quien representa la influencia más fuerte es Carl Schmitt, pues fue determinante en su visión de democracia identitaria y su crítica al parlamentarismo.

Palabras clave: Nietzsche; De Benoist; revolución conservadora; nueva derecha francesa

INTRODUCCIÓN

En los momentos de crisis política y económica de un sistema resurgen algunas teorías que durante mucho tiempo parecieron trasnochadas. Es el caso de Alain de Benoist, quien actualmente es considerado uno de los pensadores maestros de la Nueva Derecha, teoría que ha sido tributaria del pensamiento de la revolución conservadora que dominó el pensamiento político alemán durante el periodo de entreguerras y al que De Benoist ha infundido gran actualidad.


Si bien la fama de Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Michael Foucault, Gilles Deleuze, Jacques Derrida o Jacques Lacan rebasó las fronteras francesas, éste no ha sido el caso de de Benoist. Ciertamente, el renombre de un pensador depende mucho de las circunstancias de su época. Así, en tanto que según el dictum de Marx sobre Hegel, Sartre es “un perro muerto”, mientras que Foucault todavía se mantiene vigente, en el caso de Alain de Benoist tal vez haya que esperar a que su relativa existencia en las sombras acabe muy pronto, debido a las circunstancias políticas, o ver si se trata de esos pensadores que germinan en la penumbra. Sin embargo, si uno deja de lado la corriente dominante del political correctness, el cuadro se modifica drásticamente. Alain de Benoist es el spiritus rector de la nueva derecha francesa, no como político, pero sí como su principal pensador.

Como contraproyecto al Mayo de 68 parisino, nace el Groupement de Recherche et d’Études pour la Civilisation Européenne (GRECE) cuya mente dirigente desde su fundación ha sido y sigue siendo hasta hoy Alain de Benoist, quien tras dar por terminada su militancia política en la extrema derecha durante sus años de juventud, llegó a la conclusión de que primero había que modificar el pensamiento para después poder transformar la realidad política. En este sentido, el GRECE es un think-tank de la nueva derecha, una fragua de ideas para conquistar a largo plazo la hegemonía cultural y, sólo después, reformar la sociedad. En Europa occidental, el GRECE ha ejercido una considerable influencia sobre los intelectuales de derecha de Alemania, España e Italia.

Para la trascendencia política de Alain de Benoist ha sido determinante que en su pensamiento no sólo haya asimilado ideologías de derecha, sino que también ha estado abierto a algunas teorías de la izquierda marxista y no ha compartido la “rusofobia” del campo derechista. De Benoist ha permanecido toda su vida distanciado de la derecha tradicional. Su habitual dependencia de la cosmovisión cristiana, su liberalismo conservador y su capitulación ante el capitalismo de cuño anglosajón la hicieron incompatible con la visión del mundo de nuestro protagonista.

Para poder comprender los momentos claves del pensamiento político de Alain de Benoist hay que echar una mirada retrospectiva al origen y la socialización de nuestro pensador, no para derivar de ello su teoría de forma determinista, sino para entender bajo qué circunstancias se gestó su ruta de pensamiento. También resulta clave conocer la situación cultural y política de Francia, las transformaciones de un país que marcó a Europa de manera decisiva y que, a través de la Revolución francesa, modificó las formas de pensamiento europeas.

Las formas de vida y los métodos de producción de muchos lugares evocaban más bien al ancien régime que a una democracia moderna. Los pueblos de Bordelais o de Champagne estaban estructurados jerárquicamente; con frecuencia, el terrateniente detentaba la autoridad máxima, los campos eran arados con yuntas de bueyes o caballos, carne sólo se comía los domingos y días festivos, y los niños apenas si aprendían a leer, escribir y hacer cuentas. El espacio rural se encontraba determinado por usos y costumbres campesinos, la agricultura definía la forma de vida, pero también las jerarquías (Fourastié, 1979: 11). En 1945 todavía la mitad de la población francesa vivía bajo estas condiciones.

En esa época, Francia aún era ampliamente el país al que Charles Trenet le había cantado como la douce France (dulce Francia); un país campesino tradicional, determinado por sus usos y costumbres, ensimismado y anticuado.

Treinta años después ese país había dejado de existir. Las pequeñas ciudades habían cedido su lugar a centros urbanos; la industria, con sus chimeneas humeantes y sus desolados suburbios dominaba ahora el paisaje. En 1975, tres cuartas partes de los franceses vivían ya en ciudades y, aun en regiones rurales, muchos habitantes viajaban a la ciudad para trabajar.

En tres decenios Francia se había transformado en un moderno Estado industrial y, durante esos años, modificó radicalmente su rostro y su carácter. Posteriormente, Fourestié denominaría a esa época como los Trente Glorieuses (treinta años gloriosos) y como una revolución invisible. En comparación con otros países, sin embargo, el proceso de industrialización de la Grande Nation se inició de forma relativamente tardía. En Alemania la industrialización se había iniciado cincuenta años antes y ya ni hablar de Inglaterra o Estados Unidos.

Ello no quiere decir que antes no existieran signos de una industrialización incipiente. En el siglo XIX, bajo Louis Philippe y Napoleón, surgieron en el norte y este del país importantes complejos industriales. Pero el sector agrario fue protegido con aranceles especiales, a raíz de los cuales, por así decirlo, las estructuras agrícolas quedaron congeladas.

El inicio de la guerra de 1914 significó otra fase importante de industrialización, si bien al servicio de la producción bélica, sin embargo, esta etapa sólo habría de durar treinta años. Fue la guerra contra Alemania en 1940 la que frenó esta ola. El jefe del Régimen de Vichy, el general Henri Philippe Petain, deseaba conservar la Francia rural. La ideologie agriculture (ideología campesina) de Vichy tenía sus motivos (Agulhon, 1976: 495), pues el campesinado era uno de los pilares más importantes de la estructura del Estado conservador francés, resistente a las revoluciones y fiel a sus tradiciones.

La longue durée de las jerarquías y dependencias paternalistas que caracterizaban a la población rural pudo así sobrevivir, apoyada por un régimen que requería del campesinado para su propia sobrevivencia política. De este modo, el periodo de los Trentes Glorieuses se convirtió en un parteaguas para la industrialización francesa. Las transformaciones sociales que se derivaron de este proceso fueron radicales y revolucionarias. En la década de 1950 se inició un enorme éxodo rural y las ciudades crecieron de forma descontrolada. Esta inmigración de carácter explosivo condujo a la opresiva realidad de los suburbios franceses, las banlieues, de las que los inmigrantes menos calificados no tendrían escapatoria.


En los Trentes Glorieuses todo el andamiaje social y cultural de Francia entró en movimiento y, al hacerlo, en las ciudades se construyeron nuevas formas de vida, y desparecieron muchas tradiciones campesinas; surgió una moderna cultura de masas y la burguesía tradicional se disolvió en una “nueva clase media” (Böhm, 2008: 11).

La profundidad de estos cambios puede apreciarse en los resultados del censo poblacional de 1975, año en el cual 73% de los franceses ya se concentraba en las ciudades, mientras que sólo 23% permanecía aún en el campo. En el transcurso de una generación, la población rural se redujó a menos de la mitad. A ella pertenecía ahora tan solo un cuarto de los franceses (VVAA, 1976: 193).

Como consecuencia de estos cambios, el tejido social de Francia experimentó transformaciones decisivas. Si bien hasta mediados de los años treinta la burguesía francesa se caracterizaba por una cierta homogeneidad vinculada entre sí por estilos de vida equiparables y convicciones similares, de pronto se percató de que un determinado origen ya no era garantía suficiente para una carrera prestigiosa y un ingreso acorde con ella. Debido a que se había intensificado la movilidad social, por una parte se elevaban las oportunidades de ascenso y, por otra, acechaba el desclasamiento social.

Esto no afectaba tanto a la alta burguesía empresarial y a la aristocracia tradicional, sino más bien a una clase media que se entendía a sí misma como depositaria de un capital simbólico. Su capital, ante todo cultural, se demostró ampliamente inútil en el proceso de industrialización. De este modo surgió una brecha entre “el nivel cultural, el estilo de vida y la conservación del engranaje intelectual y social, por una parte; y las posibilidades que se abrían para obtener mayores ingresos y mejores posiciones profesionales, por otra” (Doumont, 1982: 1528). Los fenómenos de nivelación provocados por estos procesos significaron para la amenazada clase media una experiencia traumática, que trajo consigo una total pérdida de identidad.

Además, como consecuencia de la creciente industrialización, el tejido social se vio sometido a una presión desde fuera. A partir de la mitad de los años cincuenta, la tasa de inmigración foránea incrementó dos y medio veces más de la que había antes de la guerra; con el fin de la época colonial, esto dejó de presentarse sin problemas, dado que las causas y las consecuencias de la migración empezaron a modificarse de manera persistente. La cada vez más próspera economía requería constantemente de nueva fuerza de trabajo, que en su mayoría se allegaba de las colonias o de los naciones independientes que las sustituyeron. De ese modo, los inmigrantes ingresaron al país en forma masiva; tan solo en 1955 llegaron 450 mil, tres veces más que antes de la guerra.

Para Francia esto era nuevo y al mismo tiempo problemático, porque hasta entonces habían sido españoles, portugueses e italianos los que habían conformado las tradicionales comunidades de migrantes (Böhm, 2008: 18) cuya integración no había planteado ningún problema digno de ser mencionado, debido a sus numerosas tradiciones compartidas y antecedentes religiosos comunes.

Sin embargo, los innumerables inmigrantes del África negra y del Magreb árabe provenían de culturas ampliamente diversas, de modo que el proceso de adaptación resultó muy problemático. Procedentes de culturas arcaicas y con una instrucción escolar deficiente, buscaron preservar sus tradiciones en su nueva patria y se negaron obstinadamente a integrarse en la nueva sociedad. La política no hizo sino reforzar estas tendencias; asentó a los recién llegados en barrios urbanos especialmente edificados para ellos, las banlieues, que a pesar de ser modernos, estaban desestructurados y desolados. Ahí, los migrantes permanecieron básicamente entre sí y practicaron sus tradiciones, sin tener que confrontarse con la cultura del país de acogida. El surgimiento de una sociedad paralela, de un Estado propio dentro del Estado, fue una consecuencia directa.


Éstas eran las condiciones históricas y sociales dentro de las que nació Alain de Benoist y hacia las cuales, como intelectual, tal como él se ha entendido la mayor parte de su vida, tenía que tomar posición. Es una época en la que la estructura social de Francia está sujeta a una transformación radical. Un Estado agrario se convierte en una moderna sociedad industrial y la mentalidad campesina ya no puede ser la que le dé sentido, pero el potencial de conflicto permanece. Si bien el medio campesino quedó marginalizado en muy poco tiempo, la escala de valores vinculada con él siguió determinando la vida de un porcentaje significativo de la población.

En cualquier caso, este proceso de industrialización y liberalización se evidenció como problemático, ya que a partir de la década de 1970, junto con los problemas derivados de la desindustrialización, surgió también un creciente desempleo. Éste afectó sobre todo a los inmigrantes y condujo a su desclasamiento social. Las banlieues, esos suburbios habitados por los migrantes, se convirtieron en centros de agitación social y en zonas urbanas problemáticas que la policía ya no pudo controlar.

La sociedad civil francesa, que se concebía a sí misma como una comunidad solidaria, enfrentó a raíz de ello una prueba sensible. El miedo, la inseguridad y la desazón política se extendieron entre la población y reforzaron el flujo hacia los partidos extremistas. Junto con estas transformaciones estructurales se dio, primero en Europa y luego a nivel global, una creciente imbricación internacional que tendió a igualar estilos de vida, escalas de valores y modelos de consumo. Las particularidades nacionales, tan importantes precisamente para la identidad francesa, pasaron a un segundo plano frente a los procesos internacionales. Así, en cinco decenios, la Francia rural avanzó rápidamente hasta convertirse en una moderna sociedad industrial dentro del contexto global. De este modo, el cambio de estructuras en Francia se consumó en un espacio de tiempo que en Alemania abarcó cien y en Inglaterra más de doscientos años.

Continuar:

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-19182019000200291

Formato Documento Electrónico(APA)

Frey Nymeth, Herbert. (2019). Alain de Benoist. Su vida y la influencia de la revolución conservadora como determinantes de su pensamiento. Revista mexicana de ciencias políticas y sociales, 64(236), 291-310. https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2019.236.62281

sábado, 8 de julio de 2017

Alain de Benoist - Lucien Cerise: FILOSOFÍA POLÍTICA SOCIEDAD

“EL SISTEMA NOS QUIERE DISOLVER”.
 ENTREVISTA DE ALAIN DE BENOIST A LUCIEN CERISE

FILOSOFÍA POLÍTICA SOCIEDAD

07.05.2016

Francia: Lucien Cerise
por Alain de Benoist -

El caos no es el mayor enemigo de las clases dominantes. El caos se ha convertido en la estrategia privilegiada por el sistema. Esta es la tesis desarrollada por Lucien Cerise, ensayista proveniente de la extrema izquierda y autor señalado de un ensayo, Gouverner par le chaos [Gobernar por el caos], que describe la orquestación racional y metódica de esta guerra de todos contra todos.



Alain de Benoist - Después de los estudios en el dominio de las ciencias sociales, en particular la comunicación y la semiótica, usted publicó en 2010, en Max Milo, un libro que no tenía firma: Gouverner par le chaos (del que una nueva edición debe aparecer estos días). El mismo está consagrado fundamentalmente a la aplicación de una serie de técnicas propias de la "ingeniería social". ¿Qué entiende usted por eso? ¿Gobernar por el caos es el nuevo nombre del Sistema? ¿Qué lo diferencia de las antiguas teorías de la vigilancia, de Jeremy Bentham a Michel Foucault?

Lucien Cerise - En primer lugar, preciso que yo no inventé nada. La noción de ingeniería social aparece en el siglo XX de la pluma de investigadores anglosajones versados en las ciencias de la gestión (management, marketing, cibernética, sistémica, psicología del comportamiento), para designar un enfoque mecanicista y constructivista de la sociedad, y sobre todo orientado hacia la transformación de algo dado, como en la ingeniería genética, la construcción y las finanzas. Luego, la ingeniería social experimenta un segundo impulso venido de los círculos de la piratería informática en 2002, cuando el famoso hacker Kevin Mitnick le dedica un libro, modificando un poco la noción por la insistencia en el sigilo o la invisibilidad. Yo llego en tercer lugar para hacer la síntesis de las dos oleadas que me precedieron, explicitar la continuidad de la una a la otra y unificar el concepto.

Propongo pues la siguiente definición: la ingeniería social es la modificación planificada, sostenible y solapada del comportamiento. Se trata de transformar definitivamente la naturaleza de un ser social, individuo o grupo, y no solamente de manipularlo puntualmente. Para lograr esto, la mayor parte de las veces hay que piratear al ser social en cuestión, es decir, modificarlo sin su consentimiento informado, subliminalmente, solapadamente, de modo que él no sea consciente de la transformación. 

En efecto, la mayoría de los seres sociales se han adaptado a su medio ambiente como resultado de una evolución lenta y natural. Por lo tanto, no sienten ninguna necesidad de ver sus prácticas y valores modificados artificial y definitivamente desde el exterior por una injerencia exterior. Tan pronto como él siente que se le quiere hacer cambiar a la fuerza y ​​contra su naturaleza, el ser social se pone a la defensiva y su nivel de vigilancia aumenta; para eludir estos mecanismos de autodefensa y engañarlos, se debe pasar por la puerta de atrás, tomar una backdoor [1], y luego lanzar un anzuelo, hacer un phishing [2] en la jerga informática de la piratería. En todos los casos, el pirata no debe ser visto. La base del hacking es la disociación del par "ver" y "ser visto". Piratear un cerebro, realizar una infiltración cognitiva, significa que yo veo las ideas a cambiar, pero sin ser visto mientras las veo. 

Esta estructura asimétrica de la percepción y de la recopilación de información es la del Panóptico estudiado por Bentham y Foucault, cuyas teorías de la vigilancia pueden ser consideradas como proto-teorías de piratería social. Estos autores expusieron bien esta nueva forma de control social ejercido por una instancia que lo ve todo, pero que uno no ve, de tal manera que uno ni siquiera sabe que existe. Esta invisibilidad del poder contemporáneo lo distingue de la figura tradicional del poder patriarcal y fálico que, a contrario, existe en la total visibilidad y en la simetría "ver" y "ser visto".

Además, la ingeniería social no se limita a la vigilancia solapada y al robo de contenidos, sino que también procede a la transformación furtiva de la naturaleza de aquello que está vigilando. Sin embargo, se constata que la utilización de esta transformación es la mayoría de las veces hostil al ser social pirateado y apunta a su destrucción. ¿Cómo destruir solapadamente? Aumentando las contradicciones internas del sistema atacado mediante la triangulación de un conflicto entre dos de sus partes. Esta es la orquestación racional y metódica de la guerra de todos contra todos, el gobierno por el caos, expresión que encontré para calificar el ambiente general del Sistema.

AdB - El capitalismo globalizado está en el centro de sus comentarios. Desde el siglo XVIII - afirma - el mismo funciona en el registro de la "destrucción creadora" y de la "demolición controlada". Hoy es el mayor beneficiario de la manipulación de la opinión pública destinada a lograr el pleno consentimiento de las masas. ¿Para ir dónde?

LC - Lo que anima el capitalismo es una visión del mundo cabalística y numerológica, la gematría [3], donde la totalidad de la existencia puede ser reducida a números. Aquí, la sustancia del mundo es cuantitativa, las matemáticas son el lenguaje de Dios y los valores numéricos superan los valores éticos. Es el gran mercado cósmico, donde todo se vende y se compra, y donde usted es completamente reducible a su cuenta bancaria. Los medios cabalistas neoyorquinos de Wall Street, que Darren Aronofsky pone en escena en su primera película llamada Pi (del número 3,14) [4], estos medios ven una continuidad perfecta entre su mística y el capitalismo financiero más inmundo. Para ellos, la especulación bursátil es una forma de oración. El presidente de Goldman Sachs llegó a decir un día que los banqueros estaban haciendo la obra de Dios. En cuanto a Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), se dedica a "recortes numerológicos" y habla del "Magic 7" en conferencias públicas y en platós de televisión donde también se refiere a un "reset" de la economía mundial, una reinicialización, un reinicio desde cero. Esta asociación del esoterismo y de la robótica también aparece en Norbert Wiener, el matemático fundador de la cibernética, que publicó en 1964 God & Golem, Inc. [5], con el subtítulo: "Un comentario de ciertos puntos en los que la cibernética choca con la religión".

La oligarquía capitalista necesita un suplemento del alma, que va a buscar en este espiritualismo numérico que suprime las diferencias cualitativas para dejar subsistir sólo las diferencias cuantitativas. La Cábala consiste en adoptar el punto de vista de Dios, es decir, situado antes de las diferencias. Realizar este punto de vista divino en el mundo consiste en destruir el mundo dado y sus diferencias naturales para volver a la "sopa primordial" indiferenciada, el caos informe y primitivo, que es una masa plástica de modelar hecha de cifras. Es entonces lícito reconstruir el mundo sobre nuevas bases y nuevas diferenciaciones. Esta combinación tecno científica infinita impuso el fórceps, lo que Heidegger llama el Gestell [6], al que Peter Sloterdijk opuso el Gewächs, concepto ilustrado por el crecimiento de las plantas, proceso lento y discreto, pero natural y equilibrado.

En el mundo del Gestell, las formas sólidas se licuan, de forma que mezcla sus sustancias y luego las re-solidifica según una nueva síntesis y un nuevo plan. La máxima hermética "Disolver y coagular" resume bien esta gran obra de ingeniería mundial: reiniciar la Creación, hacer un reset ontológico global, recomenzar todo desde cero. Esta destrucción creadora del mundo supone una demolición controlada y racional, a fin de no ser destruido en el proceso. Hay que encontrar la distancia adecuada. Cuando dinamitamos los cimientos de un edificio, se tiene cuidado de no ser dinamitado uno mismo, el principio de la prueba de impacto en el retorno y del cálculo de contragolpe (efecto de retroceso en balística).

¿Por qué la Cábala persigue este programa de tabla rasa global? Porque el dinero no está en el origen del mundo. Por tanto, hay que destruir este mundo cuyo origen no debe nada al Capital para reemplazarlo por un mundo que deberá su origen al Capital. El dinero debe convertirse en el origen del mundo. En tiempos normales la cima del Capital no es la cima de la Creación, debido a que todavía debe someterse a lo Real, o a Dios. Pero después del reinicio global, una nueva jerarquía emerge. El Nuevo Orden Mundial es cuando el dinero lo decide todo, ya que se ha convertido en el origen de todo después de haber destruido el mundo dado naturalmente. De un mundo dado, pasamos a un mundo producido. ¿Producido por quién? Por la cima de la pirámide del Capital, que se convierte entonces en la cima de la pirámide de la Creación. El propietario del Capital se vuelve divino, es el productor demiúrgico del mundo. El dinero que maneja el mundo no basta, debe "hacer" el mundo totalmente, crearlo, producirlo desde el origen, por lo tanto definir la sustancia, la esencia, la naturaleza. Cuando absorbemos este pensamiento para comprenderlo desde el interior, se siente que la energía que lo anima es el odio. No hace falta decir que es la ideología más peligrosa de todos los tiempos.



AdB - ¿Cuál es el tipo de hombre que se quiere promover cuando se trata de cambiar el comportamiento humano mediante la producción intencionada de la imprecisión identitaria? ¿La psiquiatría y el psicoanálisis tienen algo que decir sobre esto?

LC - De hecho, no se busca promover un tipo de hombre. Lo que se pretende es el fin de lo humano, por lo tanto lo post-humano, lo transhumano, etc. La imprecisión identitaria viene de que las diferencias son atacadas en favor de una mezcolanza generalizada, un tipo de hiper mestizaje cabalístico mucho más allá de razas y culturas. Ninguna diferencia debe existir, como lo estipula la teoría de género para los sexos e, incluso más allá, el anti-especismo y el veganismo, que niegan una diferencia sustancial entre los humanos y las otras especies para prepararnos para el mestizaje entre los seres humanos y los animales, las "quimeras" genéticas que pronto saldrán de los laboratorios. Un paso más allá son los juristas y los abogados (Alain Bensoussan, Anthony Bem) que trabajan sobre el derecho de los robots, para dar personalidad jurídica a las máquinas y abolir así la distinción entre vivos y no vivos.

Los identitarios no siempre entienden que la Gran sustitución [7] no es la de una raza o la de una cultura por otra, sino la de los seres humanos por las máquinas. Por ejemplo, he visto en una página de Facebook expresarse en estos términos a un defensor de la ecología profunda (deep ecology), rama de la ultra-izquierda patrocinada por fundaciones estadounidenses: "El ser humano es tan malo para la naturaleza que tal vez valdría más confiar la gestión de los recursos de la tierra a una inteligencia artificial". Razonamiento que reproduce "la voz de su amo", la de la cibernética social de Wiener, que quería confiar la organización de las sociedades humanas a los ordenadores, o la del Club de Roma y sus programas de decrecimiento demográfico.

En este punto, largamos las amarras del principio de realidad para entrar en un estado donde todos los límites han caído, induciendo una interpenetración del interior y del exterior, una confusión entre el Yo y el Otro y una imprecisión identitaria global donde las formas fijas desaparecen en beneficio de flujos numéricos en recomposición constante. Clínicamente, hablamos de un trastorno psicótico que se instala, una bouffée delirante crónica. De hecho, la psiquiatría y el psicoanálisis muestran que la salud mental necesita tener una percepción estable de los límites identitarios, con una clara demarcación del interior, Yo, y del exterior, el Otro. La fluidez, el estado líquido e incluso gaseoso, no son viables cuando se trata de definir una identidad viva, que escapa a la disolución, la precariedad y el caos. Todo el mundo necesita saber quién es, simplemente, lo que requiere una cierta permanencia y fijeza. Si yo soy un hombre, no soy una mujer; si soy el padre, no soy el niño, y viceversa. Este esquema a cuatro espacios distintos articulados por conectores booleanos "y/o" es el complejo de Edipo de Freud y Lacan, es decir, la matriz identitaria universal impuesta por el logos, la cuadrícula lógica, política, legalista y lingüística del Padre, quien nos arranca del ethnos, del mundo carnal, pre-político, fusionado y cambiante de la Madre.

AdB - ¿Podemos decir que la derecha liberal y la izquierda libertaria aspiran, la una y la otra, a promover la entropía? ¿Qué es lo que las aproxima fundamentalmente?

LC - Lo que identifica definitivamente a la derecha liberal y a la izquierda libertaria es que ambas trabajan para abrir los sistemas al máximo hasta su disolución entrópica y su muerte. Para entender bien la política, podemos traducirla en términos de cibernética y sistémica. La división fundadora en estas disciplinas se sitúa entre el sistema abierto y el sistema cerrado. Para mantener su estructura en el tiempo, un sistema necesita el intercambio de información con su entorno, por lo tanto ser abierto, pero también necesita del cierre, si no se disuelve en este entorno. La apertura alimenta, el cierre protege. Son el cierre completo y la apertura total lo que aumenta la entropía de los sistemas. En contraste, el buen equilibrio entre una semi-apertura y un semi-cierre aumenta la negantropía [8] y la organización, lo que es el principio de las "estructuras disipativas" observadas por Prigogine ya en la materia inanimada. Este justo medio en el control y la selección de los flujos entrantes y salientes es la condición para una buena gestión energética y de la información. 

Así es como un sistema conserva su estructura, su identidad, su forma típica y perdura. En la geopolítica, a esto se le llama las fronteras y los principios westfalianos. En biología, es la piel, la membrana epidérmica, necesaria para la integridad del ser vivo. En la psicología o en la ecología, hablamos de límites identitarios y comportamentales a interiorizar para no desarrollar una patología. Hay pues que relanzar la idea de un "cierre positivo", lo que hará aullar a todos los liberales-libertarios que juran por la apertura completa a los cuatro vientos y nos ordenan abrirnos siempre más al mundo, al Otro, a los romaníes, a las minorías, a los capitales extranjeros, a la competencia... Su táctica es maligna, porque es más fácil destruir un sistema abriéndolo por completo que cerrándolo totalmente.

La apertura levanta las defensas del sistema, pero posee una connotación positiva que logra hacer de este debilitamiento algo atractivo, siendo el cierre más difícil de justificar moralmente. Pero debemos quitarnos los complejos sobre estas cuestiones y saber atacar el imperativo morboso de la apertura total de la derecha liberal y de la izquierda libertaria, porque no hay vida sin cierre y proteccionismo en un momento u otro.

AdB - ¿Qué representa a sus ojos internet? ¿Un nuevo espacio de libertad o un nuevo método de vigilancia encubierta?

LC - Durante una época, yo era completamente refractario a Internet, apoyado en una posición neo-ludita un poco primaria. Hoy creo que es salvador. El Pentágono considera Internet como parte del campo de guerra (war domain). Así es como hay que verlo. En efecto, es una herramienta de vigilancia encubierta, pero en ambas direcciones. Los servicios de inteligencia pueden espiarnos, pero a cambio también nosotros podemos hacerlo, y sin necesidad de ser un genio de la informática. De hecho, con una conexión a Internet y un buen método de búsqueda por palabras clave, cualquiera puede estar mejor informado que un jefe de Estado. El número de informaciones hoy en fuentes abiertas es increíble, basta con saber buscar. Operaciones clandestinas importantes, como los ataques terroristas bajo bandera falsa o los golpes de estado disfrazados de revolución popular (Libia, Siria, Ucrania), que antes engañaban a todo el mundo, hoy son desmontadas en directo. Por ejemplo, un memorando de la CIA filtrado por WikiLeaks mostró que el Presidente de Ucrania desde el golpe de Estado, Petro Poroshenko, trabajaba para los EEUU por lo menos desde 2006 (calificado como insider). Por lo tanto, Internet es un espacio de libertad y de democracia, ya que restablece la simetría de la información entre el poder y el pueblo.



AdB - No sería difícil hacer una interpretación conspiracionista de sus comentarios. Esto plantea el problema de la eficacia real de la ingeniería social, y también el de sus límites. ¿Qué podemos atribuirle con certeza? ¿Qué es lo que se le escapa?

LC - Las conspiraciones que salpican la Historia del Mundo obedecen todas a los métodos de información [inteligencia] profesionales, que se resumen así: disociación del par ver/ser visto y asimetría de la percepción y de la información. Estos métodos son aplicados en la seguridad de sistemas (vigilancia, piratería), en la inteligencia económica, la guerra cognitiva, las técnicas de influencia, el soft power, la consultoría de gestión, el marketing, los medios de comunicación, la política, etc. Mi lema es "Democratizar la cultura de la información", porque tan pronto como uno se familiariza con este marco conceptual y sus métodos de trabajo, estos adquieren relieve en la vida diaria y nos saltan a la vista. Podemos entonces distinguir lo que está pirateado de lo que no lo está y protegernos contra los intentos de infiltración cognitiva (neuro-piratería).

Dos profesores universitarios estadounidenses, Cass Sunstein y Adrian Vermeule R., publicaron en 2008 un artículo titulado Conspiracy Theories : Causes and Cures ["Teorías de la conspiración: causas y soluciones"] recomendando trabajar la infiltración cognitiva de los medios conspiracionistas a fin de neutralizarlos. Los anti-conspiracionistas conspiran por lo tanto ellos mismos, y a veces abiertamente, como H.G. Wells tituló su libro The Open Conspiracy: Blueprints for a World Revolution ["La conspiración abierta: planes detallados para una revolución mundial"]. Las operaciones de infiltración cognitiva de masas mejor documentadas son aquellas que utilizan la sensibilidad identitaria.

 Desde hace décadas, los grandes servicios de inteligencia anglosajones emplean a antropólogos, etnólogos, sociólogos, psicólogos, historiadores para elaborar culturalmente anzuelos narrativos adaptados a las mitologías identitarias culturales de los pueblos que quieren piratear y controlar. La ingeniería social es en cierto modo la metodología raíz de la información, que expone cómo piratear un ser social (Ucrania, el Islam) después de haber dibujado el modelo detallado, el blueprint, la maqueta 2D.

Podemos por lo tanto atribuir a este método los fenómenos de piratería comportamental, que son legión en nuestro tiempo, pero que no podemos discernir caso por caso, así como los efectos sociales de cosificación inducidos por el trabajo de modelización esquemática de los comportamientos a piratear. Lo que escapa a la ingeniería social es dado forma ahí. Sin esto, tomamos por espontáneos fenómenos y acontecimientos que fueron en realidad orquestados, puestos en escena, provocados, hechos construidos de manera completamente artificial: crisis económicas, guerras, golpes de estado disfrazados de revoluciones... ¿No habló Camille Desmoulins en 1793 de "maquinistas" de la Revolución?

AdB - El sistema - declaró usted - "es todo lo que causa el desorden, la anomia, la entropía. El sistema busca disolvernos y desestructurarnos. Por lo tanto, resistir significa coaular, reestructurar, reordenar". ¿Puede haber una ingeniería social positiva?

LC - En este momento pienso en una ingeniería social positiva, que abrevio como IS+, para distinguirla de una IS-. En términos de sistémica, es el combate de la homeostasis contra el desequilibrio. Si las palabras clave de la IS- son desorden, anomia, entropía, desestabilización y producción de caos controlado, entonces las de la IS+ serán orden, regulación, negantropía y estabilidad. La negantropía en política, la IS +, se resume en una palabra: "cuidar". Aquí, me dejo inspirar de buena gana por la teoría del cuidado, del inglés to take care, fundada por Carol Gilligan. 

En mi opinión, todo está aquí en política, en el "cuidado", particularmente del país en el que se vive, lo que se llama también nacionalismo, soberanismo, patriotismo. De hecho, el individuo es una abstracción en el plano político, sólo los colectivos, las redes, las organizaciones pueden algo. El individuo existe sólo en las relaciones, en los vínculos. La IS- es un trabajo entrópico del vínculo social para disolver. La IS+ es un trabajo negantrópico del vínculo social para coagular. Ahora bien ¿cuál es la buena medida de coagulación del vínculo social? Sin lugar a dudas, la del Estado-nación, que ahora es la forma óptima de organización colectiva anticapitalista.

Entrevista publicada originalmente en la revista Éléments nº 153 (octubre-diciembre 2014).

(Traducción de Página Transversal).
Fuente: Égalité et Réconciliation.

Notas de la traducción:
[1] En informática: Puerta trasera.
[2] En informática, suplantación de identidad.
[3] Gematría: método y una metátesis (alternación del orden de las letras en una palabra) que depende del hecho de que cada carácter hebreo tiene un valor numérico.
[4] Darren Aranofsky, Pi, fe en el caos en España.
[5] Dios y Golem, S.A., en su edición española (pdf).
[6] Sobre el Gestell: Heidegger, Martin La pregunta por la técnica (pdf).
[7] La "Gran sustitución", expresión derivada de Le Grand Remplacement, obra del escritor y poeta francés Renaud Camus, una de las voces más escuchadas de la comunidad homosexual en los años 80/90 y políticamente situado en las cercanías del Frente Nacional, en la que ataca la inmigración masiva, fenómeno calificado por él de invasión y colonización. "La Gran sustitución" haría referencia al proceso de sustitución del pueblo francés (y, en general, del europeo), por pueblos extranjeros y al cambio de civilización que se derivaría de ello, con la complicidad de las élites políticas, financieras y mediáticas.
[8] Negantropía o neguentropía, también llamada entropía negativa o sintropía, de un sistema vivo, es la entropía que el sistema exporta para mantener su entropía baja; se encuentra en la intersección de la entropía y la vida. Para compensar el proceso de degradación sistémica a lo largo del tiempo, algunos sistemas abiertos consiguen compensar su entropía natural con aportaciones de subsistemas con los que se relacionan. Si en un sistema cerrado el proceso entrópico no puede detenerse por sí solo, en un sistema abierto, la neguentropía sería una resistencia sustentada en subsistemas vinculados que reequilibran el sistema entrópico.

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lunes, 8 de mayo de 2017

A vueltas con el pensamiento de Leo Strauss Atenas frente a Jerusalén : Alain de Benoist




Desde hace más de treinta años, Alain de Benoist está efectuando un metódico trabajo de reflexión en el ámbito de las ideas. Escritor, periodista, conferenciante, filósofo, ha publicado más de 50 libros y más de 3.000 artículos, actualmente traducidos a unos quince idiomas.
Sus principales campos son la filosofía política y la historia de las ideas, pero también es autor de numerosas obras sobre arqueología, las tradiciones populares, la historia de las religiones o las ciencias de la vida.
Indiferente a las modas ideológicas, rechazando cualquier forma de intolerancia y de extremismo, Alain de Benoist tampoco cultiva ningún tipo de nostalgia "restauracionista". Cuando critica la modernidad, no es en nombre de un pasado idealizado, sino preocupado ante todo por las problemáticas postmodernas. Cuatro son los principales ejes de su pensamiento:
  1. la crítica conjunta del individuo-universalismo y del nacionalismo (o del etnocentrismo) como categorías que pertenecen, en ambos casos, a la metafísica de la subjetividad;
  2. la deconstrucción sistemática de la razón mercantil, de la axiomática del interés y de las múltiples dominaciones de la Forma-Capital, cuyo despliegue planetario constituye, a su juicio, la principal amenaza que pesa sobre el mundo;
  3. la lucha en favor de las autonomías locales, ligada a la defensa de las diferencias y de las identidades colectivas;
  4. una decidida toma de posición a favor de un federalismo integral, basado en el principio de la subsidiaridad y de la generalización a partir de la base de las prácticas de la democracia participativa.
Pese a que su obra es conocida y reconocida en un creciente número de países, Alain de Benoist sigue siendo objeto de un enconado ostracismo en Francia, donde su nombre es asociado demasiado a menudo al de una "Nueva Derecha" con la cual Alain de Benoist nunca se ha reconocido verdaderamente.

A vueltas con el pensamiento de Leo Strauss
Atenas frente a Jerusalén 

El número 87 de la revista electrónica Elementos (que ya figura en el Blog de este periódico) está dedicado al pensador judeo americano de origen alemán Leo Strauss, padre, entre otras cosas, del término "reductio ad Hitlerum". Curiosamente (y por el gran equívoco que aquí explica Alain de Benoist) los neoconservadores norteamericanos han reivindicado la figura de Strauss, cuyo pensamiento también se aborda en el n.º 86 de la citada revista, dedicado a la relación entre el pensamiento de Carl Schmitt y el de Leo Strauss.

Alain de Benoist
27 de enero de 2015




ALAIN DE BENOIST
Hasta hace unos pocos años, el nombre de Leo Strauss apenas se conocía entre los académicos, los filósofos y los politólogos. Desde hace algún tiempo, sin embargo, ha adquirido una celebridad póstuma que, sin duda, sorprenderá a muchos. Una serie de artículos y libros recientes sobre el hecho de cómo la “inspiración secreta” de los neoconservadores llegó al poder en los Estados Unidos con George W. Bush. Lanzada esta teoría en 2003 por William Pfaff en un artículo en el Herald Tribune, la tesis se ha desarrollado, sobre todo, en los libros de Anne Norton y especialmente Shadia B. Drury: "Strauss –escribió Drury– es el pensador clave para entender la visión política que inspiró a los hombres más poderosos de Estados Unidos bajo George W. Bush".

La tesis se basa en el hecho de que muchos neoconservadores eran o habían sido alumnos de Strauss o de sus discípulos. Este fue el caso de hombres como Paul Wolfowitz, William e Irving Kristol, Richard Perle, Elliot Abrams, Robert Kagan, Abram Shulsky, Norman Podhoretz, Werner Dannhauser, David Brook, Leon Kass y de muchos de sus colegas, que hoy se expresan en publicaciones como The Weekly Standard, The Wall Street Journal, Commentary, The New Republic, Public Interest, The National Review, etc.

De ahí a considerar que "el camino a Bagdad pasa por Leo Strauss", como se ha llegado a escribir, hay una barrera que no se pueden franquear sin caer en las teorías del conspiracionismo o de la interpretación errónea. Sobre todo porque muchos straussianos (Stanley Rosen, Charles Butterworth, Joseph Cropsey) nunca han apoyado la actual política exterior de la Casa Blanca, y que entre los críticos de Strauss se encuentran también autores incluidos en la derecha como Claes Ryn, Barry Alan Shain o Paul Gottfried. Ensayistas como Steven B. Smith (Leyendo a Leo Strauss) y Catherine y Michael Zuckert (La verdad sobre Leo Strauss) han refutado, a su vez, las afirmaciones de Drury.

Para Leo Strauss, la comprensión filosófica pasa, sobre todo, a través del estudio de la historia de la filosofía. Por lo tanto, aboga por un retorno reflexivo a los temas desarrollados por los antiguos, entre ellos Aristóteles y Platón. En la tradición de los filósofos medievales, judíos y árabes, como Averroes, Avicena y al–Farabi, descubrió el ideal del filósofo, ya que es mediante el estudio de Spinoza y Hobbes, y después Maquiavelo, cuando Strauss se compromete a explorar la modernidad. Su enfoque es leer e interpretar la tradición filosófica europea, lo que le llevó a sentar las bases de una filosofía política, actualizando la querella entre los antiguos y los modernos, y reanudando de nuevo la cuestión central de la "teología política".

Pocos filósofos anteriores a Strauss han otorgado tanta importancia al concepto de filosofía política. Apoyándose principalmente en la tesis desarrollada por Platón en su República, Strauss afirma que la filosofía es la primera forma de los estudios de opinión (doxa) en la Ciudad, y llegó a la conclusión de que la primera filosofía no es la metafísica, sino la filosofía política. La pregunta fundamental de la filosofía: "¿Qué  es la buena vida?", también es, en sí misma, eminentemente política. Strauss no evoca la filosofía con fines políticos, como lo hicieron los hombres de la Ilustración, sino que retorna a la política para permitir que la filosofía pueda comprenderse mejor a sí misma. La filosofía política, dice, es un intento de pasar de la opinión al conocimiento, exponiendo las cuestiones fundamentales sobre la acción y la política públicas y sobre la sociedad.

El filósofo debe prestar atención a la política, pero la Ciudad no agrada al filósofo, ya que éste busca, sobre todo, la felicidad, no la sabiduría. El filósofo, también desafía las convenciones que rigen la vida de los hombres. Al tratar de transformar para el conocimiento las opiniones generalmente aceptadas, el filósofo amenaza el orden de la Ciudad. Es por eso por lo que debe adoptar un enfoque pragmático y cauteloso, especialmente cuidadoso con “la media de todo para todos”.

El "elitismo" de Strauss, que a menudo se ha malinterpretado, no tiene otro origen. Strauss considera que la divulgación de la ciencia o la filosofía representan un peligro para la estabilidad del vínculo social (tema que ya aborda Rousseau en su Discurso sobre las ciencias y las artes). De ahí su teoría sobre la "escritura esotérica", expuesta en 1952, en La persecución y el arte de escribir, comentando sobre el "arte olvidado de la escritura" para entender mejor cómo se concibe la relación entre el pensamiento y la sociedad, y cómo los filósofos están interesados en la comprensión de ellos mismos. 
Strauss señala que lo que se enseña a los estudiantes sobre las antiguas escuelas filosóficas difiere de lo que ha sido divulgado por un gran número de filósofos, no sólo para tratar de escapar de la censura, sino porque la divulgación indiscriminada de una serie de verdades podría llegar a constituir un peligro social.

Los modernos, como sabemos, han adoptado la posición inversa. Para los teóricos de la Ilustración, es la educación general de todos la condición misma del progreso: el "oscurantismo" debe dar paso a la razón, porque todo el mundo es igual ante la ciencia y la verdad. El pensador debe ilustrar a las masas lo máximo posible. Ello también significa que es el presente el que debe dar lecciones al pasado.

En el frontispicio de la facultad donde Leo Strauss enseñó en Chicago, se podía leer la máxima de Lord Kelvin: "Todo lo que no puede medirse no puede ser objeto de la ciencia". Es precisamente esta idea la que Strauss refuta, ya que la misma se fundamenta en la distinción weberiana entre hechos y valores, que él consideró catastrófica.

Intentar cumplir con la "neutralidad axiológica" implica distinguir radicalmente entre hechos y valores (el “ser” y el “deber ser”), haciendo del estudio de los hechos el único objeto de las ciencias sociales, lo cual, dice Strauss, es ignorar que la acción humana nunca carece de orientación política, y que el componente político de los fenómenos humanos se basa en primer lugar en un sistema de valores. No se pueden estudiar las humanidades sin tener en cuenta los valores que dan impulso a la conducta humana. La prueba está dada por la pregunta: ¿cuál es el mejor sistema político? –donde la noción misma de "mejor" se refiere directamente a los valores.

Una verdadera "ciencia del hombre" no puede separar el análisis de los hechos de una reflexión sobre los valores, porque esa es la única manera en que podemos concebir la noción de “bien común”. 

Como ya habían visto los antiguos, la vida política, que es una característica de la naturaleza humana, se basa en acciones y opciones que existen con vistas al bien común. Esto a su vez implica la noción de finalidad, que domina el pensamiento antiguo. Platón dice que todo en la naturaleza tiene una función específica que refleja su naturaleza. Para Aristóteles, la naturaleza de los seres se ordena a los efectos que le son propios. La naturaleza no puede ser concebida independientemente de un fin: el desarrollo de una “cosa” es el cumplimiento del fin de la naturaleza. En el hombre, la virtud[1] es el cumplimiento de su propia naturaleza, sin que deba interpretarse como el resultado de un deber–ser.

El bien común es, por definición, la propiedad de la persona, ya que no procede de la ley positiva, sino de la ley natural. Ello implica un cuestionamiento permanente de los fundamentos de la legitimidad de las decisiones políticas. "Reconocer la existencia del bien común no es más que la voluntad de someter la libertad personal a un orden moral –escribe Strauss–, pero hay que crear el espacio para una deliberación sobre el sentido que queremos dar a nuestra condición ciudadana." Esto significa que el bien común es la fuente fundacional de la legitimidad de las decisiones, la legalidad es en sí misma la legitimidad que se ordena para ese propósito.

Leo Strauss, a partir de ahí, ataca frontalmente al positivismo y al historicismo, cuya aparición, en la línea de la tradición de Augusto Comte y Hegel, constituye la tercera vía –la primera corresponde a la obra de Maquiavelo, la segunda a los filósofos de la Ilustración– de una modernidad en la que Strauss no duda en ver la fuente del nihilismo europeo.

Al positivismo, que sólo considera los "meros hechos aislados", le reprocha  desacreditar todo pensamiento procedente de la evaluación y no reconocer la cualidad de las ciencias como formas de conocimiento que pretenden ser éticamente neutrales. Por lo tanto, no puede llegar a ningún conocimiento genuino del bien común. El historicismo, por su parte, afirma que todo el pensamiento humano es sólo el resultado de circunstancias históricas, mientras que ofrece un ambicioso plan de desarrollo humano que encuentra su punto culminante en la ideología del progreso.

Reflexionando sobre la "crisis de nuestro tiempo", Strauss también ataca el relativismo de los valores, tema que será después largamente desarrollado por Allan Bloom en El alma desarmada (1987), pero también por Alain Finkielkraut en La derrota del pensamiento. El relativismo plantea que todos los valores son iguales, que todos los puntos de vista son verdades arbitrarias. Incluso construye una regla moral: "no deben cuestionarse los valores de los demás”. En esta "tolerancia obligatoria" Strauss no ve más que una “ignorancia de seminario”. El relativismo, para él, también se traduce en una incapacidad para reaccionar contra la tiranía: el nazismo no fue nada más que la expresa respuesta de Alemania a la crisis de la modernidad.

No hay duda a los ojos de Strauss: la victoria de los modernos se confunde con el triunfo del relativismo y del nihilismo moral. La distinción radical entre los hechos y los valores, en efecto, ha tenido como consecuencia la desconexión del pensamiento político de todo interrogante filosófico. La crisis de nuestro tiempo, dice Leo Strauss, deriva de que la cuestión de la finalidad de la existencia ha sido excluida de la política y de la razón. La modernidad reposa sobre una dialéctica destructiva, en cuanto toma la medida del hecho de la razón separándola de toda reflexión sobre los valores como motor de la actividad humana. Entonces, el bien se confunde siempre con el placer, la crítica de la tradición se convierte ella misma en una tradición, la tradición de los que pretenden que ya no es necesario creer en cualquier cosa y que el nihilismo es el horizonte insuperable de nuestro tiempo.

En Derecho Natural e Historia (1953), Leo Strauss también hace hincapié en la diferencia entre la tradición del derecho natural clásico, que es una ley objetiva, y la ley natural moderna, que llevó a la historización de la ley y a la ideología los derechos humanos. La crisis del derecho natural moderno es que la ley distingue al hombre y del ciudadano. En esto es  la heredera del cristianismo, que hace del hombre el titular de su libertad definitiva, con independencia de su inclusión en un cuerpo social.

Heinrich Meier señala correctamente que Leo Strauss considera la filosofía, no como una disciplina académica, sino como una forma de vida: "La filosofía es una forma de vida que se basa en el cuestionamiento radical, y adquiere la unidad interna por que la interrogación y la investigación van a satisfacer cualquier respuesta que extrae su legitimidad de una autoridad superior".

En 1964, Leo Strauss declaró que el "problema teológico–político” fue el tema central de toda su investigación. La querella de los antiguos y los modernos dio un giro en la década de 1930, específicamente en cuanto al origen con el que las diferentes actitudes de las dos escuelas se enfrentan al problema teológico-político: "Una filosofía que cree poder refutar la posibilidad del 
Apocalipsis y una filosofía que no cree poder hacerlo: ése es el verdadero significado de la querella de los antiguos y los modernos".

El "problema teológico–político" en Strauss sostiene la tensión entre dos polos irreconciliables: la razón y la revelación, la filosofía y la teología, la sociedad ordenada de derecho, y el bien común de la sociedad gobernada por un cuerpo perfecto – en una palabra, y por un famoso dicho: Atenas y Jerusalén.

"No podemos –scribe Heinrich Meier– concebir ninguna objeción más poderosa contra la vida filosófica que la basado en la creencia en un Dios omnipotente." ¿Qué decir? Esa filosofía considera que no puede haber libertad para cuestionar si la respuesta está dada por adelantada por la fe. Es por eso por lo que Strauss no duda en afirmar que "la Biblia tiene la única pregunta que razonablemente pueda hacerse a la pretensión de la filosofía", y también que "al basarse en un acto de fe es fatal para cualquier filosofía". Como una forma de vida, la filosofía representa una protesta radical contra el modo de vida basado en la obediencia de la fe. En otras palabras, dice Strauss, "la posibilidad de la revelación implica la posible irrelevancia de la filosofía." Frente a la pregunta fundamental: "¿Cuál es la buena vida?", la filosofía y, por tanto, la revelación, pueden adoptar enfoques opuestos. "La reconstrucción de la filosofía política y la confrontación con la religión revelada –señala Heinrich Meier– son dos aspectos de una misma empresa."

Leo Strauss no se pronuncia todavía por “Atenas contra Jerusalén” o por “Jerusalén contra Atenas”. Piensa que es más bien la tensión entre estos dos polos –las demandas conflictivas de la religión y la filosofía– lo que constituyó hasta el siglo XVIII la fuerza de la civilización occidental. Debe seguir siendo el Apocalipsis un desafío para la filosofía, al igual que la filosofía sigue siendo un reto para el Apocalipsis.

Frente a los modernos que consideran que el pasado no puede educar, Leo Strauss no aboga por un retorno al pensamiento antiguo, sino que sólo quiere abordar la modernidad sin perder sus principios, reabriendo la actitud filosófica de los antiguos, que favorece la pregunta sobre el sentido y el propósito, en lugar de dirigir al positivismo y al cientificismo. Es por ello por lo que sostiene que el estudio del pasado es un camino hacia la libertad: no hay vida sin el sentido consciente de un legado. 

Y es también por esto que impugna radicalmente el progreso moral de la humanidad: "El hombre moderno, escribe, es un gigante que no sabemos si es mejor o peor que el hombre antiguo".

La ideología moderna del progreso está, en sí, vinculada al deseo cartesiano de conquista de la naturaleza: "el hombre se convierte en amo y señor de la naturaleza para mejorar su propia condició". 

En el racionalismo moderno, que proclamó la autonomía humana olvidando que eel hombre es básicamente un "ser ambiguo", la razón no es más que la garantía metafísica de una concepción técnica de la existencia individual y colectiva. La ideología del progreso sirve para identificar "el 
Estado universal y homogéneo", donde Strauss contempla "un Estado en el que la base de la actividad humana se derrumba o en la que el hombre pierde su humanidad: el “estado del último hombre", sobre el que hablaba Nietzsche. Resueltamente “antiglobalista”, Strauss afirma que la amistad, como la ciudadanía, implica una cierta exclusividad.

Muy apreciado en Francia por Raymond Aron, así como también por Claude Lefort, quien hizo mucho por dar a conocer su obra, Leo Strauss, sin duda, ha revivificado la filosofía política en un país donde se tendía a diluir en las ciencias sociales dominadas por el positivismo. Con todo, Strauss sigue siendo un autor bastante difícil, cuya lectura se presta a muchas interpretaciones erróneas. Su forma de argumentar no se efectúa a partir de una exposición sistemática de su pensamiento, pero su historia de la filosofía puede resultar sorprendente. Ello transforma su lectura en un trabajo de exploración que invita a superar ciertas oscuridades.

[1] Entiéndase en el sentido de la virtus romana o de la virtù florentina: valor, fuerza, grandeza de ánimo. (N. de la Red.)

domingo, 7 de mayo de 2017

Entrevista a Alain de Benoist: Francia: Elecciones 2017


Esta entrevista antes de los resultados de la segunda vuelta es una reflexión sobre la situación política en Francia. Evalúa el cambio y las nuevas tendencias en el panorama político Francés.


Alain de Benoist: “Emmanuel Macron es una pequeña cosa temperamental, manipulable e incapaz de decisión”

Entrevista a Alain de Benoist – “Las elecciones de 2002 no tienen relación con las que acabamos de vivir”.

Después de la primera ronda de las elecciones presidenciales que ha visto clasificarse a Emmanuel Macron y a Le Pen, recogimos las reacciones de Alain de Benoist.



Breizh-info.com: ¿Qué lecciones ha aprendido de la primera vuelta de las elecciones presidenciales? ¿En qué difiere de todas las que la precedieron?

Alain de Benoist: El hecho capital de estas elecciones, lo que les confiere un carácter histórico real, no es ni el fenómeno Macron ni la presencia de Marine Le Pen en la segunda vuelta. Es la derrota total de los dos antiguos grandes partidos de gobierno, el PS y Les Républicains. Lo había presagiado aquí mismo en febrero, en un momento en el que nadie parecía advertir que: por primera vez desde que el jefe de Estado es elegido por el voto popular, ninguno de los dos partidos que desde hace casi medio siglo han gobernado Francia alternativamente estará en la segunda ronda.

En el pasado, estos dos partidos nunca habían representado entre ellos menos del 45% de los votos (57% en 2007, 55,8% en 2012). Hoy en día, juntos sólo representan una cuarta parte (19% Fillon, Hamon 6%), menos que Sarkozy en 2007 u Hollande en 2012. Ambos se encuentran en un estado de ruina y al borde de la implosión. Su descomposición marca el final de la V República como la hemos conocido. Ellos son los grandes perdedores de las elecciones.

Este trueno sin precedentes no debe sorprender sin embargo, ya que es perfectamente coherente con el esquema populista. En todos los países donde el populismo gana puntos, son los partidos que representan a la antigua clase dominante los que más sufren. Esto lo vimos en Grecia, España, Austria y en otros lugares. Ahora es la hora de Francia. Y esto es probablemente sólo el comienzo, ya que sin duda vamos a dirigirnos ahora a un período de inestabilidad, de crisis institucional y de gran confusión.

Breizh-info.com ¿Es este el fin del sistema tradicional izquierda-derecha que conocemos desde hace décadas?

Alain de Benoist: Los antiguos partidos de gobierno eran también los que usaban la tradicional división izquierda-derecha. El cursor se desplazaba entonces sobre un plano horizontal, lo que cansó a los votantes que por añadidura no acaban de ver bien lo que distingue a la izquierda de la derecha. Macron y Le Pen tienen en común el surfear sobre este cansancio vis-à-vis del “sistema”. Repito aquí lo que ya he escrito muchas veces: el viejo eje horizontal correspondiente a la división izquierda-derecha ha sido sustituido en lo sucesivo por un eje vertical que opone a los de arriba con los de abajo. El pueblo contra las élites, la gente contra los poderosos.

Podemos, por supuesto, querer preservar a toda costa el par derecha-izquierda, pero entonces hay que constatar que las clases populares están cada vez más hacia la derecha, mientras que la burguesía está cada vez más a la izquierda, lo que ya constituye una revolución .

Breizh-info.com: Los resultados también parecen confirmar la fractura entre las ciudades y la “Francia periférica”, pero también entre la Francia que cuenta con menor número de inmigrantes, que vota a Macron, y la que cuenta con más, que vota a Le Pen. ¿Qué piensa de ello?

Alain de Benoist: Creo en efecto que la división Macron-Le Pen cubre en gran medida la oposición entre la “Francia periférica”, la de las clases populares humilladas, dejadas de lado, que se sienten con razón víctimas de una exclusión a la vez política, social y cultural, y la de las metrópolis urbanizadas donde viven los altos ejecutivos y los “bobos” [burgueses bohemios], las clases poseedoras y la burguesía intelectual integrada, que se benefician de la mundialización y aspiran siempre a más “apertura” . De un lado, la Francia que se gana bien la vida, del otro, la que sufre y la que se inquieta.

Pero esta oposición espacial, particularmente bien explorada por Christophe Guilluy, tiene también (y sobre todo) el sentido de una oposición de clase. Comparto esta opinión, no sólo de Guilluy, sino también de Mathieu Slama, según el cual “la lucha de clases resurge políticamente gracias a un duelo de segunda ronda que opone al liberal Emmanuel Macron y a la soberanista Marine Le Pen“.

“Detrás de esta lucha de clases, añade Slama, se esconde un enfrentamiento entre dos visiones del mundo: la visión liberal y universalista que no cree ni en el Estado ni en la nación, y la visión que ahora llamamos populista o incluso soberanista, que quiere restaurar el Estado, las fronteras y el sentido de comunidad, frente a los estragos de la mundialización“.

El error simétrico de la derecha y de la izquierda clásicas siempre ha sido creer que la política podía extraerse de las cuestiones de clase – la derecha por alergia al socialismo y al marxismo, la izquierda porque cree que la clase obrera ha desaparecido y que el pueblo ya no interesa.

Breizh-info.com: ¿Qué representa Macron?

Alain de Benoist: La morfo-psicología ya nos dice que Emmanuel Macron es una pequeña cosa temperamental, manipulable e incapaz de decisión. Dicen que es un algoritmo, una imagen de síntesis, un multimillonario de las telecomunicaciones, un flautista programado para engañar a quienes no ven más allá de la punta de la nariz. Es el candidato de la casta, el candidato de los dominantes y de los poderosos.

Es un liberal-libertario que concibe Francia como una “star up” y sueña solo con la abolición de las fronteras y de los límites, de las historias y las filiaciones. Es el hombre de la mundialización, el hombre de los flujos migratorios, el hombre de la precariedad universal. El jefe de filas de los “progresistas”, en contraposición a los que ya no creen en el progreso porque han constatado que éste ya no mejora, sino más bien al contrario, se ensombrece cotidianamente.

En el pasado, los círculos de negocios apoyaban al candidato que estimaban como el más apto para defender sus intereses (Alain Juppé a principios de la campaña). Esta vez, encontraron más fácil presentar uno ellos mismos. Aude Lancelin no tiene la culpa, en este sentido, de hablar de “golpe CAC 40” [Índice bursátil francés según la capitalización de los 40 valores más significativos de entre las 100 mayores empresas negociadas en la Bolsa de París, N.d.T.].
Breizh-info.com: ¿Fracaso de Jean-Luc Mélenchon?

Alain de Benoist: ¡Fracaso muy relativo! Orador incomparable, tribuno verdaderamente vivido, Jean-Luc Mélenchon es el que, en la forma y en el fondo, hizo la mejor campaña electoral. En el espacio de algunas semanas, remontó más que ningún otro candidato en los sondeos, aplastando de paso al pitufo del PS, alcanzando prácticamente el nivel de Fillon y duplicando su resultado en relación con 2012.

Más importante aún, estas elecciones presidenciales le dieron la oportunidad de encarnar un populismo de izquierda que antes de él sólo existía en forma de bosquejo. Usted posiblemente habrá observado que comenzó a subir en los sondeos desde el momento en que no habló más de la “izquierda” en su discurso, sino sólo del “pueblo”. Es un detalle revelador. Añádase a esto que, a diferencia de Hamon o Duflot, tuvo el coraje de no llamar a votar por Macron. Personalmente, lamento mucho que no se encuentre en la segunda ronda.

Breizh-info.com: Marine Le Pen, ¿tiene todavía posibilidades de ganar? ¿Cuáles deben ser los principales ejes de su campaña? ¿Dónde está su reserva de votos?

Alain de Benoist: Sus posibilidades en la segunda vuelta son a priori bastante débiles, ya que todas los sondeos la dan por derrotada. Sus principales competidores llamaron a votar por Emmanuel Macron, comenzando por François Fillon (lo que no carece de picante), pero queda por saber si sus consignas serán seguidas. Las transferencias de votos jamás son automáticas. Además de los abstencionistas, Marine Le Pen puede esperar recoger al menos un tercio de los votos de Fillon, más de la mitad de los de Dupont-Aignan, incluso el 10 o el 15% de los votos de Mélenchon, pero dudo que esto le permita alcanzar la victoria. El resultado de la segunda vuelta debería ser un 60/40 o un 55/45 en el mejor de los casos.

Dicho esto, con el 21,4% de los votos (contra el 17,9% en 2012), Marine Le Pen gana puntos seriamente, no sólo porque accede a la segunda ronda, sino también porque reúne cerca de ocho millones de votos (el doble que su padre en 2002), frente a sólo seis millones en las últimas elecciones regionales. Lo más importante es que supera al PS y a Les Républicains, lo que pone al FN como principal fuerza de oposición frente a la futura coalición “progresista” de Macron.

Digamos, sin embargo, que su campaña fue bastante desigual. No hay suficiente lirismo, no hay suficiente emoción: sabe hacerse aplaudir, pero no sabe hacer vibrar. En su vídeo de campaña, el pueblo estaba ausente por otra parte.

Su única oportunidad es hacer comprender a la mayoría de los franceses que la segunda vuelta no será un voto a favor o en contra del Frente Nacional, sino un referéndum a favor o en contra de la globalización. Haría falta también que fuera capaz de convencer prioritariamente a los votantes de izquierda de que sería insensato dar su voto al hombre del desguace social y de la ley El Khomri, de la dictadura de los accionistas y de la omnipotencia de los mercados financieros, al portavoz del Capital para quien la política es solo un instrumento al servicio de intereses privados.

Breizh-info.com: ¿Le sorprende la débil movilización en las calles contra Marine Le Pen, a diferencia de lo que vimos en el 2002?

Alain de Benoist: No me sorprende en absoluto. Las elecciones de 2002 no tienen relación con las que acabamos de vivir. Sólo los diplodocus y los “antifa” no entienden que hemos cambiado época.

Breizh-info.com: ¿Una observación final?

Alain de Benoist: Si un guionista hubiera escrito de antemano la historia de esta campaña electoral tal y como efectivamente se celebró, ningún realizador hubiera encontrado creíble su escenario. Ella desbarató en efecto todos los pronósticos. François Hollande ha soñado durante años solicitar un segundo mandato, pero finalmente tuvo que renunciar a él. Lo dábamos por un fino maniobrero, pero perdió el control de su propio partido. La derecha consideraba que esta elección era “imperdible”, y sin embargo la perdió. Las primarias se supone que deberían reforzar el poder de los partidos y consagrar a los mejor colocados para ganar (Sarkozy o Juppé, Valls o Montebourg), definitivamente los debilitaron y seleccionaron sólo a “outsiders“ que no brillaron.
En cuanto al fenómeno Macron, nadie lo imaginaba posible hasta hace un año. Esto demuestra que en política nada está fijado nunca con antelación. La historia está siempre abierta.

Fuente: Breizh-info

https://paginatransversal.wordpress.com/2017/05/03/alain-de-benoist-emmanuel-macron-es-una-pequena-cosa-temperamental-manipulable-e-incapaz-de-decision/


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