Mostrando entradas con la etiqueta Jiménez Felix. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jiménez Felix. Mostrar todas las entradas

domingo, 18 de octubre de 2015

Lo que no se dijo en la reciente Asamblea Anual del FMI en Lima


Lo que no se dijo en la Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial.




Por Diario UNO el 18, octubre, 2015
Félix Jiménez

La Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial llevada a cabo recientemente en Lima, provocó comentarios de distinto signo y, sobre todo, preguntas acerca del papel desempeñado por estas instituciones en las economías de nuestros países. Sin duda, lo más positivo y notorio en la situación actual del país, fue que aumentó el turismo y que benefició notablemente a los negocios del rubro de la gastronomía. Pero, ni las conferencias ni los informes efectuados durante el desarrollo de la Asamblea, abordaron autocríticamente los efectos de las reformas y políticas patrocinadas por dichas instituciones. Por ejemplo, no se dijo nada sobre lo que actualmente ocurre en Grecia luego de que la troika (el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) le impusiera un paquete draconiano de medidas consistente en reducciones de sueldos y jubilaciones, privatizaciones, aumentos de impuestos y despidos de funcionarios de su administración gubernamental.

LA PÉRDIDA DE SOBERANÍA DEL ESTADO NACIONAL
Los préstamos (créditos stand-by) del FMI condicionados a ese paquete de medidas y a la firma de una carta de intención por los gobiernos y autoridades económicas, son bien conocidos en América Latina. Durante la crisis de la deuda externa (fines de los años 1970 y los años 1980), la condicionalidad de los ajustes propuestos por el FMI se intensificó con la participación del Banco Mundial (BM) y de la propia administración norteamericana. En el primer lustro de los años 1980 se impuso el denominado Plan Baker consistente en la generación de liquidez en los países deudores, bajo la condición de que adoptaran el paquete de estabilización del FMI y otras políticas de libre mercado. Esta institución actuaba como intermediario entre los países deudores y los bancos acreedores.

El plan Baker no contemplaba la reducción de la deuda ni de la carga de su servicio. Recién en 1989 se anuncia el Plan Brady cuyo objetivo era «disminuir el valor nominal de la deuda, reducir su servicio y/o facilitar préstamos nuevos», pero en el contexto de programas de reformas impuestos por el FMI y el BM que incluían, además de las políticas de estabilización conocidas, «medidas para alentar nuevas inversiones extranjeras, repatriar capitales, cancelar atrasos, privatizaciones y canje deuda por acciones de capital». Estos programas son implementados bajo la supervisión conjunta del FMI y del BM.

La crisis de la deuda provocó un cambio drástico en los roles asignados en 1944, en Bretton Woods, al FMI y al BM. La función original del FMI era facilitar la corrección de los desequilibrios macro mediante préstamos y políticas de ajuste fiscal y monetario; mientras la del BM era financiar la ejecución de proyectos específicos de inversión, para promover el crecimiento económico a largo plazo. Esta separación de roles terminó con la crisis de la deuda. El FMI introdujo el «Extended Fund Facility» y el «Structural Adjustment Facility», cuyo propósito era afectar la oferta agregada mediante la desregulación de todos los mercados. El BM, por su parte, empezó a condicionar sus préstamos a la adopción de las políticas de estabilización del FMI. De esta manera institucionalizaron el llamado Consenso de Washington sobre por la libertad irrestricta del mercado y la eliminación de la intervención del Estado.

El hecho que las políticas económicas se definieran en el exterior con la participación de estas dos instituciones, condujo, por lo tanto, a la pérdida de soberanía de nuestros Estados Nacionales.

LA DÉCADA PERDIDA DE AMÉRICA LATINA
¿Cuáles fueron los resultados de la aplicación de las reformas y ajustes neoliberales patrocinadas por estas dos instituciones? Su costo económico y social fue enorme. Sin embargo, hasta ahora no hemos escuchado ni leído autocrítica alguna. Nuestras economías se estancaron durante más de una década. Crecieron la informalidad, el subempleo y la pobreza; bajó la inflación, aunque muy poco, a costa de la apreciación monetaria y la contracción de la capacidad de compra de los sueldos y salarios; aumentaron las tarifas de los servicios públicos; aumentó el costo del crédito; se redujeron los presupuestos de educación, salud y de inversión en infraestructura; y, los «despedidos pagados» de funcionarios públicos precarizaron la burocracia de los Estados. Por estas razones, la década de los años 1980 es conocida ahora como la «década perdida de América Latina».

Las reformas y políticas neoliberales siguieron en los años 1990. Las consecuencias en nuestro país fueron: reducción del ritmo de crecimiento de la capacidad productiva per cápita que agravó los desajustes entre la oferta de empleos y el crecimiento de la fuerza laboral; reprimarización de la economía; dolarización de los créditos; pérdida de competitividad de las actividades de bienes y servicios transables; e inicio de un cambio estructural regresivo: la economía tendía hacerse menos industrial y menos agrícola, y más productora de servicios de baja productividad. La crisis asiática y rusa de 1997-1998 agravó esta situación: ocasionó quiebras bancarias y una notable recesión que se prolongó hasta el año 2002.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Ningún analista político ni periodista aprovechó la realización de la citada Asamblea en Lima, para informar que durante los años 2001-2006 se recobró algo de soberanía nacional en la definición las políticas fiscal, monetaria y cambiaria. Sobre esto hemos escrito en otras oportunidades. Se intentó salir de la ruta neoliberal que nos conducía al papel de productores de materias primas y a servir al proceso de acumulación y crecimiento de los países del centro con la enajenación de nuestros mercados.

Yo considero: 

Que es notoria la alineación con la visión de las recetas neo liberales que se publicita en los medios. Lo interesante de esta parcializada e interesada visión es la ausencia total de capacidad crítica y de una actitud de engaño permanente al no quedar tribunas plurales no sectarias como alternativa,  lo cual me hace recordar al cuento de Orwell, La granja de animales, pero sin rebelión.

 Sobre el cuento de Orwell

La ideología neoliberal de la desregulación de los mercados

La ideología neoliberal de la desregulación de los mercados


Felix Jimenez

Con la imposición del neoliberalismo desde fines de los años 1970, se abandona la idea de que el Estado debería regular el funcionamiento de los mercados para impedir el surgimiento de asimetrías de poder y las consecuentes injusticias sociales. A esta tarea del Estado, que fue parte del consenso que duró casi treinta años desde la post segunda guerra, se le adicionó la de velar por los equilibrios macroeconómicos. La idea neoliberal de que el Estado es el problema, excluye la posibilidad de este consenso, y en su lugar se impone la concepción del funcionamiento libre de los mercados para que «florezca la creatividad empresarial y no se destruyan puestos de trabajo».
Los efectos de las desregulaciones
Los efectos de las desregulaciones en países como el nuestro, han frenado el desarrollo en lugar de promoverlo. La liberalización comercial y los tratados de libre comercio con países industrializados y desarrollados, redujo el mercado doméstico para la producción nacional y nos especializó en la producción y exportación de materias primas. Trabó las posibilidades de industrialización y diversificación productiva. Este efecto negativo en la industria fue exacerbado por la entrada de capitales, sin restricciones, que, junto con el boom primario exportador, redujo el tipo de cambio haciéndoles perder competitividad a las actividades productivas de transables.
La desregulación de los préstamos de la banca comercial en el exterior estimuló la dolarización de los créditos domésticos, haciéndole perder autonomía a la autoridad monetaria. Desde que se agotaron las condiciones de mercado y financieras favorables para el crecimiento primario exportador de nuestro país, se revirtió la tendencia a la baja del tipo de cambio. Así, para impedir que la devaluación ponga en riesgo a los bancos que prestaron en dólares, la autoridad monetaria reaccionó vendiendo sus dólares (o reduciendo su posición de cambio); pero también lo hizo para impedir que la devaluación siga incrementando la inflación. Con la venta de dólares el Banco Central perdió casi el 50% de sus reservas. Esta espectacular merma de sus reservas, obligó al Banco Central a elevar su tasa de interés de referencia en pleno enfriamiento económico.
El deterioro de la autonomía de la autoridad monetaria ha provocado desconfianza en la moneda nacional, la misma que se expresa en la creciente dolarización de los depósitos bancarios: 56.9% corresponden a personas jurídicas y 46.44% a personas naturales. Esta dolarización es otro factor que acrecienta las presiones devaluatorias, y ocurre al mismo tiempo que aumenta el retiro de los depósitos bancarios en soles que reduce la liquidez en moneda nacional de los bancos.
La flexibilización del mercado de trabajo y el recorte de derechos laborales, es otro ejemplo de desregulación que ha afectado a los trabajadores y a su calidad de vida, convirtiéndose en fuente de conflicto social. Cerca del 75% de los trabajadores tienen ingresos menores a mil soles y un poco más del 74% son informales. De otro lado, hay que mencionar que la gran mayoría de los conflictos sociales están relacionados con las actividades extractivas. Los últimos gobiernos han vuelto más laxas las regulaciones orientadas a proteger el medio ambiente y los derechos de las poblaciones indígenas. Por ejemplo, se acortaron los plazos para los estudios de impacto ambiental.
No hay regulación en el «mercado» de la salud. El acceso a genéricos de todo tipo es limitado y será aún peor si el gobierno firma el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). En carta dirigida al presidente Humala, Joseph E. Stiglitz -premio Nobel de Economía- y Adam S. Hersh -economista senior en el Instituto Roosevelt-, advierten que ese acuerdo irá «mucho más allá de una simple reducción de aranceles y cuotas, pues exigirá cambios fundamentales en las instituciones jurídicas, judiciales y reguladoras de cada país, lo que constituye una concesión a los poderosos grupos de presión».  Elevará la protección de los derechos de propiedad intelectual no para innovar, sino para mantener, por ejemplo, a los competidores de los «Big Farma», como son los genéricos, fuera del mercado.  
La pérdida de soberanía del Estado
Los tratados comerciales y este último, el TPP, no solo cercenan la capacidad regulatoria del Estado, sino también su soberanía. Como dicen los economistas citados, el TPP reducirá su capacidad «de aprobar normas legales regulatorias para proteger la salud pública, la seguridad y el ambiente, porque creará mecanismos de solución de controversias entre inversionistas y Estados, que permitirían a los extranjeros a demandar al gobierno cuando consideren que alguna regulación afectará sus ganancias. El arbitraje sería privado y vinculante, incluso si el fallo fuera contrario a las leyes nacionales».
Esta pérdida de soberanía que favorece a los inversionistas y grupos de poder extranjeros, además de someter al Estado a un arbitraje privado internacional, le bloquea las posibilidades de realizar transformaciones sociales y económicas, en particular, por ejemplo, para adoptar medidas orientadas a la integración el país sobre la base de un nuevo esquema de regionalización y ordenamiento territorial.
A modo de Conclusión
Adam Smith se declaraba a favor de la regulación argumentando que, si bien la presencia de un muro es una violación de la libertad natural del fuego, su construcción es indispensable para impedir la propagación de los incendios. Al respecto, cuando la libertad natural «está concentrada en pocas manos de un modo inapropiado –dice Casassas--, esa libertad natural puede poner en riesgo a la sociedad entera». El Estado debe intervenir entonces «para que no se den esas inapropiadas concentraciones de la libertad natural».  La sociedad se pone en riesgo cuando el Estado «rompe los lazos que lo vinculan a la sociedad civil» y ya no promueve el bien común porque está controlado por una plutocracia.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 3 de octubre

lunes, 5 de enero de 2015

Protesta juvenil y neoliberalismo criollo en coyuntura crítica

Protesta juvenil y neoliberalismo criollo en coyuntura crítica
Por Diario UNO el enero 3, 2015  

 Félix Jiménez



Protesta juvenil y neoliberalismo criollo en coyuntura crítica   

Protesta juvenil y neoliberalismo criollo en coyuntura crítica

La coyuntura por la que atraviesa actualmente el país está caracterizada por la confluencia de dos hechos. En primer lugar está el enfriamiento de la economía y su incapacidad de reproducir en el futuro próximo las altas tasas de crecimiento de los años previos a la crisis internacional de 2008-2009. 

El incierto contexto externo ha puesto en cuestión el estilo neoliberal de crecimiento y acumulación de capital de las últimas dos décadas. Y, en segundo lugar, está el creciente deterioro de la democracia constitucional liberal. Los partidos políticos han perdido total credibilidad y todos los poderes del Estado están penetrados por la corrupción.

No hay control ni rendición de cuentas creíbles de los elegidos. El extractivismo económico promovido por las políticas neoliberales, llegó hasta los niveles más altos de las instituciones del Estado en forma de aprovechamiento desembozado de los recursos públicos.

Hay corruptos y corruptores que han infiltrado el Poder Judicial, el Ministerio Público y Contraloría General de la República para operar con impunidad. Las instituciones políticas y económicas extractivistas impulsadas por el poder político desde la década del «fujimorato» se reforzaron mutuamente aprovechando los periodos de altos precios de las materias primas.

La configuración de una coyuntura crítica
La masiva irrupción de jóvenes en la política con movilizaciones contra la ley Pulpín que les recorta derechos y beneficios sociales –que ha puesto al margen a los políticos tradicionales–, se han sumado al enfriamiento económico y a la erosión de la democracia constitucional liberal, configurando una coyuntura crítica que pueden trastornar el equilibrio existente de poder político y económico neoliberal. Se trata de un momento de cambio significativo –como dirían David y Ruth Collier (1991)– que está dando paso justamente a una nueva expresión política en el país.

Las movilizaciones masivas de los jóvenes y que continuarán según sus organizadores a nivel nacional, apuntan directamente contra el extractivismo neoliberal en el mercado de trabajo. Todas las políticas neoliberales –la liberalización comercial y financiera, las facilidades al capital transnacional, el establecimiento de una competencia entre países mediante el desmantelamiento de los estándares regulatorios, las privatizaciones, el debilitamiento de los sindicatos, la desprotección laboral, y el recorte de beneficios y derechos de los trabajadores–, afectan a los trabajadores de los sectores privado y público, precarizan el empleo, y reducen y/o estancan la capacidad de compra de los salarios. Por esta razón, en casi todos los países que adoptaron el credo neoliberal, aumentó la desigualdad en la distribución de los ingresos.

La indignación de los jóvenes apunta precisamente al núcleo del discurso neoliberal según el cual la disminución relativa de los costos laborales aparece así como un factor indispensable para ganar competitividad en el comercio internacional, insertar las unidades productivas en las cadenas de valor de la economía global y como un incentivo para promover las inversiones privadas. Es el primer cuestionamiento masivo, social y juvenil, al modelo neoliberal que no pudo resolver la informalidad en la que se encuentran más del 70% de los trabajadores.

¿Fin del equilibrio extractivista?
Pero el desenlace de la actual coyuntura crítica, es incierto. «El camino exacto del desarrollo institucional durante las coyunturas críticas –nos recuerdan Acemoglu y Robinson–, depende de cuál de las fuerzas en oposición logra tener éxito, de qué grupos son capaces de formar coaliciones efectivas y de qué líderes pueden estructurar los acontecimientos en provecho propio».

Lo que queda claro es que las protestas juveniles han puesto en agenda los temas antes evitados por el poder político y económico. La restricción de derechos y beneficios laborales expresada en diversos dispositivos que generan distintos regímenes (Ley MYPES, Agroindustria, Textil, CAS, Trabajadores del Hogar, entre otros). Esto pone en cuestión la sobrevaloración del mercado autorregulado. La demanda de derogatoria de la ley Pulpín, puede entonces dar inicio a una movilización masiva por la aprobación de la ley general del trabajo que restituya todos los beneficios y derechos laborales y elimine los distintos regímenes especiales.

El otro tema es el del colapso de los partidos políticos, junto al rechazo de sus principales «líderes» vinculados directa o indirectamente con la corrupción y/o que aprovechan los cargos públicos para hacer negocios privados. Los jóvenes reclaman una nueva forma de hacer política. Es la primera participación ciudadana, activa y directa, el germen de la virtud cívica en jóvenes interesados en mejorar sus condiciones de vida en sociedad,

Si las movilizaciones continúan y se expanden a lo largo y ancho del país, si los jóvenes y otros movimientos progresistas construyen coaliciones efectivas, entonces se producirá una recomposición del espacio político haciendo posible la ruptura definitiva del equilibrio extractivista para dar paso a la innovación política y económica.

A modo de conclusión

“Toda juventud es inquieta –decía José Ingenieros. El impulso hacia lo mejor solo puede esperarse de ella: jamás de los enmohecidos y de los seniles (…) Nada cabe esperar de los hombres que entran a la vida sin afiebrarse por algún ideal; a los que nunca fueron jóvenes, paréceles descarriado todo ensueño. Y no se nace joven; hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal no se adquiere”.

viernes, 2 de enero de 2015

La “ley Pulpín”: absurdo remedio

La “ley Pulpín”: absurdo remedio contra la informalidad

Por Diario UNO el diciembre 27, 2014   

Felix Jimenez


La “ley Pulpín”: absurdo remedio contra la informalidad   


Los argumentos a favor de la «ley Pulpín», son inverosímiles. Se dice, por ejemplo, «que la mayor flexibilización laboral favorece el crecimiento del empleo; que para disminuir la informalidad hay que reducir los mal llamados “derechos laborales”; y, que la susodicha ley apunta justamente en esta dirección». Este es el argumento de los neoliberales criollos. Afirman que los que critican la ley, le están diciendo a los jóvenes «mira papito, si no tienes derechos, mejor no trabajes, quédate jugando Play Station en tu casa».

Hay otros más indoctos que sostienen que «la ley se inspira en la necesidad de un rol activo del Estado en campos como la diversificación productiva y que en esta lógica se considera que parte de la solución al problema de la informalidad pasa por reducir algunos beneficios laborales de manera temporal, hasta que los niveles de productividad del trabajador sustenten un mayor acceso a ingresos y derechos». Creen que esta «es la manera de aproximarse al verdadero objetivo de la norma: mejorar la productividad del trabajo».


Derechos laborales e informalidad

Los dos enfoques aceptan que la causa de la informalidad es la existencia de derechos y beneficios laborales. Creen por eso que la «ley Pulpín» aumentará la demanda de trabajo y, dado que hay un alto desempleo entre los jóvenes, aumentará el empleo formal.

Este es un argumento estático. No toma en cuenta el papel de la acumulación de capital que es la que en última instancia le pone un límite a la demanda de trabajo por parte de las empresas. Hay desempleo involuntario porque la tasa de acumulación de capital se estanca o se desacelera. Y, en países como el nuestro, cuando la tasa de acumulación de capital no crece de manera suficiente para absorber la creciente oferta de trabajo, los que buscan trabajo se emplean en actividades de baja productividad y calificación o, en su defecto, se crean un empleo para sobrevivir.

Los neoliberales tampoco toman en cuenta que la flexibilidad del mercado de trabajo no asegura el aumento del empleo si en la economía existen empresas que pagan salarios reales de eficiencia, precisamente para evitar pérdidas que le ocasionaría la consecuente caída de la productividad si pagaran un salario real menor. Y, también en este caso la dinámica de la demanda de trabajo depende de la tasa de acumulación de capital. Hay desempleo involuntario en la economía (o hay subempleo e informalidad), porque no hay demanda creciente de empleo; y, no hay demanda creciente de empleo, porque no crece a tasas adecuadas la acumulación de capital.

¿Por qué más del 70% del empleo sigue siendo informal si desde los años noventa se inició la flexibilización laboral? ¿Es acaso la «ley Pulpín» la primera reforma neoliberal en el mercado de trabajo? Hace cerca de 12 años se introdujo el régimen laboral de la microempresa (sin gratificaciones, sin CTS, sin asignación familiar, y con solo 15 días de vacaciones), precisamente allí donde el 95% de los trabadores son informales. Sin embargo, este régimen mantuvo en la práctica la tasa de informalidad. Según estadísticas oficiales se formalizaron menos del 5% de los trabajadores en 12 años.

La informalidad y la baja productividad

Los que adhieren al segundo enfoque reproducen el mismo argumento neoliberal: la reducción de la informalidad pasa por la disminución de derechos y beneficios laborales. Pero, afirman, solo hasta que el aumento de la productividad «sustente un mayor acceso a ingresos y derechos». Sus voceros repiten lo que se dice en el segundo y tercer ejes del llamado plan de diversificación productiva (Eliminación de sobrecostos y regulaciones inadecuadas, y Expansión de la productividad), para concluir que la ley es beneficiosa porque es parte de este plan. Semejante argumentación linda con la necedad. (Véase mi artículo del 07-06-14: «Diversificación productiva»: ejes del «gatopardismo» neoliberal).

Los autores del plan de diversificación productiva creen que la baja productividad se debe a las elevadas tasas de informalidad laboral causadas por fallas de mercado y distorsiones en la política laboral. Si con menores derechos y beneficios laborales (distorsiones) disminuye la informalidad, entonces los menores derechos y beneficios deben ser la base del incremento de la productividad. En esta visión estática, la informalidad y la productividad son exógenas al estilo de crecimiento y acumulación de capital. No hay crítica al modelo neoliberal por más que se diga que la ley se inspira en la necesidad de un rol activo del Estado para diversificar el aparato productivo, y que el enganche es la capacitación.

No entienden que la tasa de acumulación de capital y el crecimiento de la productividad no son independientes entre sí. El desempeño de la productividad depende del ritmo y manera como se acumula capital y cómo se crece. Los neoliberales y los indoctos del plan de diversificación productiva creen que se requieren reformas microeconómicas para impulsar el crecimiento de la productividad, al margen de la tasa de crecimiento de la capacidad productiva per cápita.

Como señalan los teóricos del desarrollo, la tasa de crecimiento de la productividad es una función directa de la tasa de crecimiento del capital per cápita «porque las innovaciones técnicas que aumentan la productividad del trabajo usualmente requieren el uso de más capital por trabajador y porque la tasa a la cual una economía puede absorber las invenciones e innovaciones del pasado que todavía están sin explotar está limitada por su tasa de acumulación de capital» (Ros, 2013; Kaldor, 1976 y 1981).

A modo de conclusión

Entre 1990 y 2013 el stock de capital per cápita aumentó 26.9%, mientras que el empleo total lo hizo en 96%. Esta es la razón por la cual los sectores de alta productividad no fueron capaces de absorber a la creciente fuerza de trabajo, y la explicación de por qué parte importante de esta fuerza de trabajo se ubicó en los sectores de servicios de baja productividad y donde se encuentra el grueso de los trabajadores informales. Asimismo, ese ritmo relativamente bajo de acumulación de capital per cápita limitó la velocidad de las innovaciones y la absorción de nuevas tecnologías, dando lugar a un bajo crecimiento de la productividad.

sábado, 2 de agosto de 2014

Lo nacional en la concepción económica del nuevo Perú

Lo nacional en la concepción económica del nuevo Perú.

Félix Jiménez



La reciente elección presidencial ha mostrado de manera descarnada la existencia de una fractura que persiste desde la fundación de la república. Somos dos países confrontados, poco integrados, que responden a un solo Estado pero no constituyen una sola Nación.


Con esta fractura que las elites empresariales y políticas que usufructuaron del poder reprodujeron en el tiempo hemos llegado a la globalización neoliberal. Nuestra mayor integración al resto del mundo ha evidenciado la profundidad de esa fractura histórica, porque la manera de crecer y acumular capital de los últimos años no ha integrado al Perú de la sierra y de la selva, no ha sido socialmente inclusivo y no ha aumentado notoriamente el nivel de vida de este lado del Perú. Su efecto directo ha sido entonces el debilitamiento de la democracia, el incremento de los conflictos sociales azuzados, además, por la política del perro del hortelano.

La globalización ha impuesto, por otro lado, la subordinación de las prioridades de inclusión e integración social, con lo cual se reproduce la heterogeneidad estructural –económica, social y política– que impide culminar la construcción de la Nación.

El papel articulador e integrador de la economía nacional de mercado

La síntesis social peruana –decía Basadre– no se ha realizado aún. “El Perú sigue siendo una serie de compartimentos estancos, de estratos superpuestos o coincidentes, con solución de continuidad. Por todo ello, el nacionalismo, que en otras partes no es necesario o, fatalmente, está superado, urge aquí. En otras partes, el nacionalismo es algo destructor; aquí debe ser constructor.

Constructor de conciencia y constructor de soluciones. En otras partes es ofensivo; aquí necesita ser defensivo. Defensivo contra el ausentismo y defensivo contra la presión extranjera, de absorción material o mental” (véase Perú: problema y posibilidad, Lima 1984, p. 6).

La estrategia de desarrollo de una Economía Nacional de Mercado constituye el sustrato económico del concepto de Nación o comunidad política territorializada. 

No hemos culminado la construcción de la Nación a pesar de tener cerca de dos siglos de vida republicana, porque hemos descuidado el desarrollo de mercados a lo largo y ancho del país. Por eso tenemos poblaciones rurales y nativas excluidas de la modernidad. Si algo de bueno tiene el neoliberalismo en nuestro país es haber revelado la existencia y la fuerza de estos peruanos olvidados que le han dado el triunfo a Ollanta Humala, es decir, a la opción de un cambio que prioriza el interés nacional. Los tres ejes de política (no los únicos) para desarrollar la economía nacional de mercado son: infraestructura para conectar la economía con la geografía y demografía del país; financiamiento competitivo basado en el mercado de capitales en moneda nacional; y revolución educativa e inversión en ciencia y tecnología. La creación y expansión de los mercados internos es la base para la construcción de una verdadera comunidad política territorializada e integrada social y políticamente.

Autodeterminación nacional y globalización 

En el Perú el carácter nacional de la economía de mercado se debe no solo a su papel integrador, necesario para la culminación de la construcción de la Nación. Lo nacional en el desarrollo de esta economía es también una reacción de autodeterminación frente a la presión de la globalización. La pregunta que debemos responder, entonces, es ¿cómo mantener una economía abierta priorizando los intereses nacionales?

Keynes, refiriéndose a Inglaterra de 1933, decía que “el internacionalismo económico que comprende la libre movilidad de capitales y de los fondos prestables, así como de las mercancías, puede condenar a este país por una generación venidera a un grado mucho más bajo de prosperidad material que el que pudiera alcanzarse bajo un sistema diferente”. Llamaba la atención así al dilema entre la administración autónoma de la tasa de interés por la autoridad monetaria y la libre movilidad internacional de capitales. Como la libre movilidad supone la igualación de las tasas de interés domésticas e internacionales, él proponía imponer controles al movimiento de capitales para que la autoridad monetaria tenga soberanía sobre la tasa de interés.

Keynes no fue el único que proponía restricciones al movimiento de capitales. Lo hicieron también Tobin y más recientemente, en el contexto de la globalización actual, P. Davidson, J. Kregel, D. Rodrik y J. Stiglitz, para mencionar solo a los más conocidos. Lo que todos destacan es la imposibilidad de lograr simultáneamente la autodeterminación nacional y la globalización económica. Rodrik adiciona el fortalecimiento de la democracia como objetivo imposible de cumplir junto a la globalización económica.

Para Tobin (1978), “las economías nacionales y los gobiernos nacionales no son capaces de adaptarse a los movimientos masivos de fondos a través de los mercados de divisas, sin las dificultades reales y sin sacrificio significativo de los objetivos de la política económica nacional en materia de empleo, producción e inflación. En concreto, decía, la movilidad del capital financiero limita las diferencias viables entre las tasas de interés nacionales y por lo tanto restringe severamente la capacidad del banco central y el gobierno para aplicar políticas monetarias y fiscales apropiadas para sus economías internas”.

El interés nacional en la economía significa entonces desalentar los flujos especulativos de capital de corto plazo, cuya intensidad y volatilidad podría “amenazar seriamente el desempeño macroeconómico del país, especialmente mediante la reducción de la autonomía de la política monetaria”. Pero, además, como también señala Tobin, mediante su impacto negativo sobre el tipo de cambio, cuyas fluctuaciones producen alteraciones en los precios relativos y afectan la competitividad de las exportaciones.
 
Conclusión
La economía nacional de mercado es no solo una estrategia de construcción de la Nación sino también una propuesta de autodeterminación nacional en el manejo de la política macroeconómica: monetaria, cambiaria y fiscal. 

Link 
Escrito y video sobre los recientes anuncios y su impacto en la economía
Escritos de Félix Jiménez 

martes, 22 de julio de 2014

Camino a la recesión y la responsabilidad de los neoliberales

Camino a la recesión y la responsabilidad de los neoliberales




Camino a la recesión y la responsabilidad de los neoliberales

Según el INEI, en el mes mayo el PBI creció a la tasa de 1.8%. Si no se tomara en cuenta el crecimiento de la producción de las actividades Financiero y Seguros (12.59%), Servicios prestados a Empresas (6.07%) y Alojamiento y Restaurantes (5.26%), la tasa de crecimiento habría sido de sólo 0.9%. La tendencia a la caída en la tasa de crecimiento es sostenida; así lo revela la evolución del índice del PBI desestacionalizado (véase gráfico). Desde diciembre del año pasado –con excepción del mes de febrero de este año–, la tasa de variación del PBI desestacionalizado ha sido negativa. Si la tendencia decreciente del PBI desestacionalizado continúa en los meses de junio y julio, la desaceleración económica se habrá convertido técnicamente en una recesión.Los que piensan que esta tendencia a la recesión se revertirá con el desmantelamiento de los estándares laborales y ambientales, y eliminando trabas burocráticas que frenan las inversiones, tratan ilusamente de curarse en salud.

Los límites del estilo de crecimiento
El actual enfriamiento económico no es un fenómeno de corto plazo y que requiere,por lo tanto, solo de políticas de demanda anti-cíclicas.Los que piensan así, en el fondo confían en el «rebote» de la producción primaria. Son claramente partidarios del actual estilo de crecimiento y confían en su sostenibilidad. Pero esta confianza choca con el fin del crecimiento de los precios de los minerales y con el estancamiento de la economía internacional que continuará en los próximos años. En el mismo lado se encuentran los que promueven una mayor flexibilización del mercado laboral, como los que creen que mejorando el humor y expectativas de los empresarios se estimulará la inversión privada.

Ninguno de estos analistas cae en la cuenta que los límites del estilo de crecimiento se encuentran en el propio patrón de acumulación de capital y en la estructura productiva terciarizada de baja productividad que fue configurada en las casi dos décadas de neoliberalismo. El crecimiento fue liderado por las exportaciones primarias (minerales) y por los sectores no transables de comercio, servicios y construcción, que generan el 70.5% del PBI y emplean a cerca del 70% de la PEA ocupada. Estos sectores no-transables y el sector agropecuario que es predominantemente tradicional, generan el 79% del PBI y dan empleo al 88.7% de la PEA ocupada que en su gran mayoría es de baja calificación y productividad.

La estructura de precios relativos que configuraron las políticas neoliberales, redujeron relativamente la inversión en maquinaria y equipo para la industria y la agricultura, favoreciendo a la inversión en construcción y en la explotación de productos primarios. El resultado ha sido un lento crecimiento de la capacidad productiva per cápita, junto a una penetración masiva de importaciones que ha desplazado a la producción local. Durante el período 2000-2013, el PBI potencial creció a la tasa de 5.6%, mientras que el producto potencial manufacturero y agropecuario lo hizo sólo a la tasa de 4.8% promedio anual. En consecuencia, aumentos sostenidos del PBI per cápita provocarían aumentos significativos de importaciones y crecientes déficits comerciales.

En otras palabras, sin impulsos externos que estimulen las exportaciones primarias, crecer solo con impulsos de demanda interna generaría, más temprano que tarde, fuertes presiones inflacionarias y/o déficits importantes en la balanza comercial y en la balanza en cuenta corriente. Nótese que durante el primer trimestre de este año se registró una tasa de crecimiento del PBI de 4.8%, junto a un déficit en la cuenta corriente de 6.0% del PBI. De otro lado, la tasa anual de inflación, correspondiente a los últimos 12 meses (junio 2013 a junio 2014), fue de 3.45%, muy por encima del límite superior de la meta de inflación establecida por el Banco Central.

Camino a la recesión y la responsabilidad de los neoliberales

La responsabilidad de los neoliberales
Es posible que los neoliberales como Castilla ahora estén implorando para que China vuelva a crecer como antes. Recuerden que este ministro dijo, en octubre de 2011: «De verdad le prendo una velita todos los días y rezo para que la China no se nos caiga». No hizo nada para impedir el actual enfriamiento; siguió en piloto automático y gastando «velitas». Todos los economistas neoliberales se negaron a ver las vulnerabilidades y límites del estilo de crecimiento que apuntalaron. Hacerlo habría significado poner en duda a su credo neoliberal y quizá optar por su transformación.

La década de alto crecimiento fue desaprovechada porque no se construyeron las bases institucionales que determinan los incentivos y apoyos a la inversión privada nacional y extranjera, orientada al desarrollo de la agricultura, de la agroindustria y de la manufactura. Se requería un nuevo marco legal para poner en igualdad de condiciones a la inversión nacional y extranjera, y promover su orientación hacia actividades de transformación y creación de valor. También se requería un nuevo esquema de financiamiento basado en el mercado de capitales para apoyar las inversiones de las medianas y pequeñas empresas. No se hizo la revolución educativa para elevar los niveles de educación y salud de la población. No se emprendió una auténtica reforma tributaria para evitar la descapitalización del país (salen más capitales que los que entran por inversión extranjera) y aumentar significativamente los presupuestos de educación y salud. No hicieron planes de inversión en infraestructura para ayudar a crear mercados internos con base a un nuevo esquema de regionalización.

A modo de conclusión
Hay más cosas que no se hicieron, pero no se puede dejar de mencionar que los neoliberales justificaron la caída sistemática del tipo de cambio real, con lo cual afectaron la producción de transables y acentuaron el lento crecimiento de la capacidad productiva per cápita.

Consultar otros artículos anteriores de Felix Jimenez

martes, 1 de julio de 2014

Desaceleración económica y papel del tipo de cambio

Desaceleración económica y papel del tipo de cambio

Los datos desestacionalizados del PBI muestran que la economía no crece desde noviembre del año pasado. El desfavorable contexto internacional que se inicia con la crisis de 2008-2009, es su causa fundamental. Los términos del intercambio disminuyeron en 14.0% entre enero de 2013 y abril de 2014; y, las exportaciones totales se redujeron en US$ 4199 millones de 2013 a 2014 (US$ 3871 millones corresponden a los exportaciones tradicionales). Por otro lado, la cuenta corriente de la balanza pagos es deficitaria desde el año 2008 (el más alto déficit del periodo post crisis se registró en el primer trimestre de este año: 6% del PBI).

Desaceleración y estilo de crecimiento
La magnitud del efecto del deterioro del contexto externo sobre el crecimiento de la economía tiene relación directa con el estilo de crecimiento. Cuanto menos diversificado es el aparato productivo y más concentrada en productos primarios es la canasta exportadora de la economía, el impacto del estancamiento internacional sobre el crecimiento del producto será mayor. A mayor especialización en la producción de materias primas, más dependiente es el crecimiento de la demanda externa y más dependiente es la economía de bienes importados.

La especialización de la economía en la «ventaja comparativa de extracción y explotación de recursos naturales», fue promovida por las políticas neoliberales. En consecuencia, la desaceleración de la tasa de crecimiento que experimenta la economía peruana, tiene que ver el modelo neoliberal implementado en las últimas décadas. Si el aparato productivo y la canasta exportadora fueran más diversificados, los efectos del deterioro del contexto externo en el crecimiento serían mucho menores. Es decir, ante una fuente externa de crecimiento que se deteriora, tendríamos fuentes internas que lo sostienen.

La actual desaceleración revela, entonces, la necesidad de cambiar el actual estilo de crecimiento primario exportador, por otro basado en la modernización de la agricultura, y el desarrollo agroindustrial y manufacturero. Para que este cambio ocurra no son suficientes las políticas monetaria y fiscal contra-cíclicas (disminuir la tasa de interés de referencia y aumentar el gasto fiscal). Estas políticas son indispensables para evitar caer una recesión, pero no son las que en definitiva sustituirán el papel que en el actual estilo de crecimiento desempeñó la demanda externa impulsada por el crecimiento de las economías industrializadas y de China, y los altos precios de los bienes «intensivos en recursos naturales». Tampoco podrán sustituir ni compensar completamente el financiamiento externo relativamente barato y los influjos de capital internacional que caracterizaron al contexto externo anterior a la crisis de 2008-2009.

Política cambiaria para impulsar la diversificación productiva
Las reformas en las políticas, monetaria y fiscal, efectuadas durante los años 2001-2003, crearon las condiciones para la aplicación de políticas contra-cíclicas. Disminuyó la dolarización de las colocaciones y depósitos en el sistema bancario; se redujo el peso de la deuda pública en moneda extranjera, pre-pagándola y sustituyéndola por deuda en pública en moneda nacional; aumentaron los recursos del Fondo de Estabilización Fiscal; bajó notoriamente el ratio de deuda pública a PBI; se institucionalizaron la política monetaria basada en metas de inflación y dos reglas de política: una, sobre la tasa de interés como instrumento de política monetaria y otra de intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario; y, aumentaron significativamente las reservas internacionales del Banco Central. Como resultado de estas reformas, entonces, se redujeron las posibilidades de una crisis financiera como la que ocurrió a fines de los noventa.

Pero, con la reversión de la política monetaria de los Estados Unidos no solo aumentará el costo del financiamiento o crédito externo, sino que seguirán saliendo capitales del país generando presiones al alza del tipo de cambio. La pregunta entonces es si, en estas condiciones, el Banco Central debe liberarse de su temor a la depreciación. Hasta ahora ha impedido que el tipo de cambio suba y parece estar interesado en mantenerlo a 2.80 soles por dólar. Desde abril de 2013 a febrero de 2014, disminuyó su posición de cambio en cerca de US$ 9500 millones, cifra superior a los US$ 8113 millones de reducción de su posición de cambio entre abril de 2008 y febrero de 2009.

No hay razones para el temor a la depreciación. La autoridad fiscal tiene mayores posibilidades de financiamiento interno en soles que antes, y los riesgos cambiarios en la deuda pública y en la deuda privada son ahora menores por la desdolarización registrada en la última década. Por otro lado, el esquema de metas de inflación y la endogenización de las expectativas inflacionarias han independizado en cierta manera a la inflación de los movimientos en el tipo de cambio. Esta es la otra cara de las mayores posibilidades que ahora existen para aplicar políticas contra-cíclicas. En consecuencia, estas políticas pueden ser acompañadas de una política cambiaria orientada a recuperar la competitividad que los productores nacionales perdieron durante el largo período de apreciación monetaria.

A modo de conclusión
Si el Banco Central deja subir gradualmente el tipo de cambio, con ese fin, perderá menos reservas internacionales. La posición de cambio del Banco Central en abril de 2013 fue de 49403.4 millones y en solo diez meses se redujo a US$ 39953.4. Una política de depreciación cambiaria rentabilizará la producción de transables, revertirá el déficit en la cuenta corriente, y permitirá a mediano plazo, si se acompaña con políticas de diversificación productiva, modificar el actual estilo de crecimiento.

martes, 17 de junio de 2014

Industrializar para diversificar

Industrializar para diversificar con un tipo de cambio real alto


Las políticas neoliberales de las últimas dos décadas han exacerbado los problemas históricos del subdesarrollo de Perú, en lugar de resolverlos: una estructura productiva heterogénea con escaso desarrollo industrial y una canasta exportadora dominada por los productos primarios. Precisamente durante los años del neoliberalismo, la canasta exportadora de Perú se hizo menos diversificada y, por lo tanto, más concentrada en productos primarios: el «índice de Herfindahl-Hiirschman» que mide el grado de diversificación de productos de la canasta exportadora pasó de 0.33 en 1990, a 0.28 en 2000 y a 0.27 en 2010. (Bolivia pasó de un índice de 0.42 en 1990 a 0.46 en 2010).

El escaso desarrollo industrial que revela esta canasta, concentrada en productos primarios, se expresa, además, en una baja participación de las exportaciones con alto valor agregado en las exportaciones manufactureras: 7% en promedio en el periodo 1990-2010, por debajo de Paraguay (9%), de Bolivia (11%) y de Ecuador (18%). El reducido valor agregado en las exportaciones manufactureras, revela, además, su escasa capacidad competitiva en los mercados internacionales.

 El «índice de rendimiento industrial competitivo modificado (IRICM)» que expresa el desempeño competitivo de la industria manufactura de Perú con relación a otros países, pasó de 0.24 en 1990 a 0.36 en 2010, pero se encuentra muy por debajo de Chile (0.50), de México (0.70) y de Brasil (0.72) (véase Torres y Gilles, 2013).

Para cambiar esta situación y con ello el actual estilo de crecimiento y acumulación de capital, es necesario diversificar el aparato productivo, pero los ejes de esta diversificación deben ser el desarrollo industrial manufacturero y la modernización de la agricultura.


Política cambiaria como política de industrialización
La liberalización comercial y financiera, por un lado, y el apreciación del tipo de cambio real, por otro, configuran un escenario contrario al desarrollo de la producción manufactura y, por lo tanto, de transables internacionalmente. Este es el escenario que predominó en casi todos los años de neoliberalismo en Perú, con excepción del breve período 2002-2006, durante los cuales se impidió la caída del tipo de cambio real. Aumentaron las exportaciones durante los últimos años de alto crecimiento económico, pero básicamente por el impulso proveniente de los altos precios de los minerales. Por su parte, los efectos positivos del crecimiento de las exportaciones no-tradicionales, fueron más que compensados por la masiva penetración de importaciones que desplazó a la producción manufacturera local.

Por las razones anteriores, no hay manera de contrarrestar el actual enfriamiento económico —causado por la desaceleración de la economía internacional (en especial de China) y el fin de la tendencia creciente de los precios de los commodities— sino se opta por políticas de industrialización de nuevo tipo. Una de estas políticas –-la más importante en la coyuntura actual–, es una política cambiaria que dé certidumbre a los productores manufactureros y agro-industriales y que los haga competitivos en los mercados internacionales. Esta es la política de tipo de cambio real estable y competitivo, que debe sustituir a la actual adoptada por la autoridad monetaria y que ha permitido la reducción sistemática del tipo de cambio real, no obstante tener una regla de intervenciones cambiarias esterilizadas.

Hay experiencias exitosas de países que optaron por un tipo de cambio real alto y estable. Son conocidos los casos de algunos países del Este del Asia y de China, pero que también utilizaron, entre otras, las políticas comerciales de protección temporal para sus industrias nacientes. Sin embargo, son más ilustrativas las experiencias ocurridas en la región de Latinoamérica, precisamente en las décadas de predominio de las políticas neoliberales.

Tenemos el caso de Chile que optó por la liberalización comercial, pero que desde 1982 hasta fines de los noventa, lo acompañó con un tipo de cambio real alto y con restricciones a los movimientos de capital de corto plazo. Entre 1982 y 1988 el peso chileno se depreció en casi 120%. Sobre el crecimiento excepcional de sus exportaciones, Ffrench-Davis (2004) dice: «tan notable desempeño estuvo asociado, durante las últimas dos décadas, a políticas heterodoxas más bien activas que procuraron preservar un tipo de cambio real competitivo y generar capacidad exportadora, en contraste con la implantación, únicamente, de reformas económicas ortodoxas, como ocurrió en los setenta».

El otro caso es el de México con un Tratado de Libre Comercio y reformas neoliberales. Después de la crisis de 1994-1995, se inició un proceso de recuperación de su economía que coincidió con el ciclo expansivo de la economía norteamericana, pero que fue impulsado fundamentalmente con un tipo de cambio real alto «heredado de los ajustes cambiarios que ocurrieron durante la crisis. Esta feliz combinación de factores se revierte a principios de siguiente década (2000-2010), cuando reaparece la tendencia a la sobrevaluación cambiaria y se produce la recesión de la economía de los Estados Unidos» (Ros, 2004). México, como Chile, tiene ahora una canasta exportadora más diversificada con productos manufacturados, que le ha dado –-como dice Ros— mayor flexibilidad y capacidad de respuesta a las fluctuaciones de los mercados financieros y del comercio internacional.

A modo de conclusión
Un tipo de cambio real alto y competitivo, es, en la coyuntura y el grado de desarrollo actual de Perú, uno de los instrumentos fundamentales de industrialización y, por lo tanto, de diversificación de su capacidad productiva y de su canasta exportadora.

lunes, 9 de junio de 2014

“Gatopardismo” neoliberal

“Diversificación productiva”: ejes del “gatopardismo” neoliberal

El cambio del actual estilo de crecimiento presupone la transformación de la estructura productiva, esto es, la expansión y modernización de los sectores agrícola, manufacturero y de servicios transables. Cuando cambie la composición de lo que produce nuestro país, inexorablemente cambiará la composición de sus exportaciones y su participación, como economía abierta, en el comercio mundial.

La pregunta entonces es: ¿cómo efectuar esta transformación productiva? Los que dicen que un eje de la «diversificación productiva» es la inserción de empresas nacionales en las cadenas globales de valor para «ampliar la canasta exportadora», nos hipotecan a sus principales actores: las grandes empresas trasnacionales cuyas estrategias impactan en los flujos de comercio nternacional.
      Estas empresas deciden las estrategias en todas las etapas de las redes globales de producción y, por cierto, no aseguran su articulación con la economía interna, por lo que sus efectos distributivos y sus impactos sobre el desarrollo no son evidentes (Kosacoff y López, 2008). Además, la dinámica de la innovación se sitúa básicamente fuera de las fronteras de los países, limitando así los impactos de la cadena exportadora sobre el resto de la economía (Cimoli, 2005).

La carrera hacia el fondo (Race to the Bottom)
  Por otro lado, una incorporación relativamente exitosa en las cadenas globales de valor, no es necesariamente durable porque pueden surgir nuevas y más atractivas fuentes de producción en países en desarrollo que ofrecen costos laborales y de insumos más bajos. La globalización ha hecho que los eslabones de la cadena puedan relocalizarse, y la posibilidad de hacerlo es mayor con la exacerbación de la competencia entre productores y exportadores de manufacturas intensivas en trabajo: todos tratan de contener los costos desregulando mercados para mantenerse atractivos a las inversiones extranjeras y empresas transnacionales.

 Este tipo de competencia, conocida como «a race to the bottom» (una carrera hacia el fondo) (Palley, 2011), ha conducido al estancamiento de los salarios reales, al deterioro de las condiciones de vida de las mayorías y a la política del «perro del hortelano» que deteriora el medio ambiente y perjudica a las poblaciones nativas. La carrera hacia el fondo es, entonces, consustancial a la constitución de las cadenas globales de valor.
   En esta lógica de la globalización se propone como segundo eje de la «diversificación productiva», la eliminación de «sobrecostos y regulaciones inadecuadas para incrementar la rentabilidad y la inversión de las empresas». Se trata –dicen sus autores- de «perfeccionar la regulaciones en las áreas laboral, salud y medioambiental».
   Sabemos que con el desmantelamiento de los estándares regulatorios en las dos décadas de neoliberalismo, se estancaron los salarios reales, aumentaron notoriamente las tarifas públicas (teléfono, electricidad, etc.), y se reprodujo una estructura del empleo de baja calificación y productividad. El 71% del empleo se ubica en empresas «De 1 a 10 personas», donde el ingreso promedio mensual es de 938.3 soles. De otro lado, el 68.4% del empleo tiene primaria y secundaria, y solo el 16.5% tiene educación universitaria. La estructura productiva, por lo tanto, también está dominada por actividades de baja productividad y altamente intensivas en trabajo poco calificado (comercio, servicios, construcción y agricultura, que explican el 81.3% del PBI y el 87.7% del empleo).
   Bajo estas condiciones internas, y apoyándose en mayores desregulaciones y reducciones de costos laborales, se pretende insertar las unidades productivas nacionales a las cadenas globales de valor. ¿Ayudará esto a superar las fallas estructurales de la economía peruana? No lo sabemos, pero el momento para hacerlo tampoco es oportuno. La crisis de las economías de los países del centro limita la posibilidad de sostener el crecimiento económico participando en redes globales de valor.

El eje de la expansión de la productividad
   Los autores de la propuesta de «diversificación productiva» le adicionan como tercer eje la expansión de la «productividad en todos los sectores, mediante difusión tecnológica, apoyo al desarrollo de clústeres, implementación de parques industriales, desarrollo de proveedores y diagnósticos regionales». La concepción de la productividad que está en la base de esta propuesta, es estática y exógena al estilo de crecimiento y acumulación de capital. Por ello no se menciona a la industrialización en la propuesta de «diversificación productiva».
   La expansión de la productividad es un macro-fenómeno fundamentalmente endógeno, cuando el crecimiento es liderado por las actividades industriales. Es un subproducto de un patrón de acumulación de capital y del crecimiento del PBI –-dice Ros, 2013— como consecuencia del progreso técnico incorporado, de la presencia de rendimientos crecientes a escala y, especialmente en países en desarrollo, del rol de las ganancias de productividad derivadas de la reasignación de la fuerza de trabajo entre sectores. La generación de rendimientos crecientes se asocia a la industria manufacturera porque en ésta las posibilidades de diferenciación y de surgimiento de nuevos procesos y productos no tiene límites –al igual que los cambios en la organización social de la producción–, pero además porque el dinamismo de los otros sectores productivos es el resultado del dinamismo industrial (Jiménez, 1999).

A modo de conclusión
Los tres ejes de la «diversificación productiva» analizados, son propuestas de cambio para que todo siga como está. Es el «gatopardismo» neoliberal, pues su máximo exponente ha dicho con claridad que su propuesta de «diversificación productiva no quiere generar cambios en los principios del modelo económico».

UCRANIA: INFORMACIÓN BÁSICA SITUACIONAL: BITACORA DE PERCY CAYETANO ACUÑA VIGIL.

  UCRANIA: INFORMACIÓN BÁSICA  SITUACIONAL.  Percy Cayetano Acuña Vigil. En este escrito se ha registrado información básica situacional con...