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martes, 28 de julio de 2020

ECONOMÍA: MONOPOLIO, OLIGOPOLIO, MONOPSONIO, OLIGOPSONIO.: PCAV

En esta publicación comparto información sobre los diversos tipos de mercado:

Los tipos de mercado varían según el punto de vista, pueden distinguirse por su ubicación geográfica, sus clientes, sus productos o servicios y según la competencia. Tomando en cuenta la competencia del mercado, estos son los tipos de mercado:




Competencia perfecta, en la cual el mercado consiste en un número muy grande de firmas produciendo un producto homogéneo, y un número muy grande de personas demandando ese producto.

Competencia monopolística, un mercado donde hay una gran cantidad de firmas independientes que tienen una proporción pequeña de la cuota de mercado.
Oligopolio, en el cual un mercado es dominado por un número pequeño de las firmas que poseen más del 40% de la cuota de mercado.
Oligopsonio, un mercado dominado por muchos vendedores y algunos compradores.
Monopolio, donde hay solamente un abastecedor de un producto o de un servicio.
Monopolio natural, un monopolio en el cual la eficacia de la economía, resulta ser la causa del aumento en la escala del tamaño de la firma.
Monopsonio, cuando hay solamente un comprador en un mercado.

La forma de competencia imperfecta es absolutamente idéntica a las condiciones de mercado realistas donde algunos competidores, monopolistas, oligopolistas, y duopolistas monopolísticos existen y dominan las condiciones de mercado. Estas preocupaciones algo abstractas tienden para determinar alguno pero no todos los detalles de un sistema concreto específico del mercado donde los compradores y los vendedores satisfacen y confían realmente al comercio.

Mercado Monopolista
En este caso, existe un único vendedor o productor, el cual controla la oferta de un bien o servicio, en contraposición a varios demandantes de dicho producto, lo que ocasiona la subida de los precios. Es importante destacar que nunca existe un monopolio total.

Monopolio Bilateral: como su nombre lo indica existen dos monopolios, es decir, existe un único demandante y un único oferente, el equilibrio en estos casos depende de la capacidad de negociación de las partes.

Monopolio parcial: Sucede cuando existe un solo oferente y pocos demandantes.

Mercado Monopolista

En este caso, existe un único vendedor o productor, el cual controla la oferta de un bien o servicio, en contraposición a varios demandantes de dicho producto, lo que ocasiona la subida de los precios. Es importante destacar que nunca existe un monopolio total.

Monopolio Bilateral: como su nombre lo indica existen dos monopolios, es decir, existe un único demandante y un único oferente, el equilibrio en estos casos depende de la capacidad de negociación de las partes.

Monopolio parcial: Sucede cuando existe un solo oferente y pocos demandantes.

Mercado en Oligopolio

En esta estructura de Mercado están presentes pocos productores o vendedores y una gran cantidad de compradores, las empresas dependen de la conducta de sus rivales puesto que la manera de actuar de alguna de ellas puede influir significativamente en la competencia dandole ventajas o desventaja frente al consumidor.

Oligopolio bilateral: ocurre cuando existen pocos oferentes y pocos demandantes.

Mercado en Monopsonio

Se caracteriza por la existencia de un único comprador y muchos vendedores, es similar al monopolio, la diferencia radica en el poder monopolista que reside en el lado de la demanda y no en el lado de oferta.

Oligopsonio: al igual que en el monopsonio el poder lo poseen los demandantes, este Mercado se caracteriza por tener muchos oferentes pero pocos demandantes.

La Competencia perfecta

Es aquella situación del Mercado donde existen muchos oferentes y muchos demandantes por lo que el precio de los productos o servicios no es determinado por completo por las empresas o por los consumidores. La competencia perfecta es el punto de equilibrio entre la oferta y la demanda.


Monopolio

En un mercado competitivo, los consumidores y los productores son precio-aceptantes, ya que el precio viene fijado solamente por la oferta y la demanda. En cambio, en un monopolio, el oferente monopolista puede fijar el precio utilizando su poder de mercado.

Un monopolio (del griego μόνοϛ mónos 'uno' y πωλέιν pōléin 'vender') es una falla de mercado, se trata de una situación de privilegio legal o fallo de mercado, en el cual existe un productor o agente económico (monopolista) que posee un gran poder de mercado y es el único en una industria dada que posee un producto, bien, recurso o servicio determinado y diferenciado.

Para que exista un monopolio, es necesario que en dicho mercado no existan productos sustitutivos, es decir, no existe ningún otro bien económico que pueda reemplazar el producto determinado y, por lo tanto, es la única posibilidad que tiene el consumidor de comprar. Suele definirse también como «mercado en el que solo hay un vendedor», pero dicha definición se correspondería más con el concepto de monopolio puro.

El monopolista controla la cantidad de producción y el precio, aunque no de manera simultánea, dado que la elección de la producción o del precio determina la posición que se tiene respecto al otro; vale decir, el monopolio podría determinar en primer lugar la tasa de producción que maximiza sus ganancias para luego determinar, mediante el uso de la curva de demanda, el precio máximo que puede cobrarse para vender dicha producción.​

Desde un punto de vista económico, si el monopolio es maximizador de utilidades, a diferencia de lo que ocurre en la competencia perfecta, se enfrenta a una curva de demanda de pendiente negativa. Al no ser horizontal, nunca operará de manera voluntaria cuando el ingreso marginal (IMg) sea inferior a cero, aun si los costos de producción fuesen iguales a cero, puesto que siempre existirá la alternativa de reducir la producción, aumentando de este modo los ingresos y, por ende, las ganancias que percibe. En efecto, cuando 0 < η < –1 (elasticidad precio de la demanda inelástica), se tiene que el ingreso marginal es negativo, por lo que el monopolista nunca decidirá operar en aquella porción de la curva de demanda.​

En este contexto, el coste marginal del monopolista —incremento del coste total cuando se varía en una unidad la producción— representa la oferta total del mercado, por lo que se puede afirmar que no existe curva de oferta debido a que la relación biunívoca entre cantidad y precio desaparece.2​ Por tanto, el ingreso medio (IMe) del monopolista —o el precio por unidad vendida— no es más que la curva de demanda del mercado. Para elegir el nivel de producción maximizador del beneficio, el monopolista ha de conocer sus curvas de ingreso marginal (variación que experimenta el ingreso cuando la oferta varía en una unidad) y de coste medio.

https://es.wikipedia.org/wiki/Monopolio

Stiglitz, Joseph E.. Microeconomía. Ariel.

Oligopolio

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Un oligopolio (del antiguo griego ὀλίγος (olígos) "pocos" πωλεῖν (poleín) "vender") es una forma de mercado en la que un mercado o industria está dominado por un pequeño número de grandes vendedores (oligopolios). Los oligopolios pueden resultar de diversas formas de colusión que reducen la competencia y conducen a precios más altos para los consumidores. El oligopolio tiene su propia estructura de mercado.

Con pocos vendedores, es probable que cada oligopolio sea consciente de las acciones de los demás. Según la teoría de juego, las decisiones de una firma por lo tanto influyen y son influenciadas por decisiones de otras firmas. La planificación estratégica de los oligopolios debe tener en cuenta las respuestas probables del otro mercado. Las barreras de entrada incluyen alta inversión requerida, fuerte lealtad de los consumidores para las marcas existentes y economías de escala.
https://es.wikipedia.org/wiki/Oligopolio

 Kreps David (1990), "A course in microeconomic theory", Princeton university press

Oligopsonio

El oligopsonio, de las palabras griegas oligos (poco) y psonio (compra), es una situación de competencia imperfecta que surge en un mercado donde existe un número pequeño de demandantes en los cuales se deposita el control y el poder sobre los precios y las cantidades de un producto en el mercado. Por lo tanto, los beneficios se concentrarían en los compradores (en la mayoría de los casos, estos compradores son intermediarios), pero no en los productores, los cuales ven empeorar su situación al no recibir un precio razonable por los productos que elaboran.

Los ejemplos de oligopsonios son más frecuentes que los de monopsonio puro. Un ejemplo pueden ser los fabricantes de automóviles en un país como Japón. Para los fabricantes de sillas para automóviles sólo existe un número reducido de compradores, que son las pocas empresas ensambladoras de automóviles japonesas, quienes, por lo tanto, podrán controlar las cantidades y precios de las sillas para automóviles, puesto que son los únicos compradores en el país de ese producto. Otro ejemplo de oligopsonio internacional es el mercado mundial del cacao, en el que tres compañías (Cargill, Archer Daniels Midland y Callebaut) compran la gran mayoría de la producción mundial de cacao, principalmente de pequeños agricultores de países del tercer mundo.

Un caso similar es el del tabaco producido en Estados Unidos, donde tres compañías (Altria, Brown & Williamson y Lorillard Tobacco Company) compran casi el 90% de todo el tabaco cultivado en Estados Unidos.[cita requerida]. Un tipo de oligopsonio estudiado por la literatura científica lo constituyen los mercados laborales, por ejemplo cuando existe colusión de parte de los empresarios para pagar todos o un grupo de ellos un sueldo muy similar al sueldo mínimo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Oligopsonio

Monopsonio

Un monopsonio, denominado también como el monopolio del comprador (del griego mono- (μονο-) 'único' y psonios (ψωνιος) 'compra') es un tipo de mercado en el que existe un único comprador o demandante, en lugar de varios. Debido a esto, este mercado posee una competencia imperfecta. El precio de los bienes o servicios es determinado por el demandante, ya que al ser único, posee mayor poder de mercado y los numerosos oferentes deben adaptarse a sus exigencias (precios, cantidades, etc.). Esto le permite al comprador obtener mayor valor de la transacción que los que obtendría en un mercado competitivo.

El Monopsonio se produce generalmente con respecto a ciertos Factores de Producción -como por ejemplo la Demanda de cierto tipo de Trabajo especializado- o con materias primas y Bienes en proceso; existe Monopsonio de Bienes de Consumo, además, en algunos casos especiales: el ejército de un país puede ser el único comprador de cierta clase de equipo o armamento, o ciertos distribuidores o mayoristas pueden ser los únicos demandantes de cierto tipo de Bienes que luego ofrecerán al público. 

En el Monopsonio, al igual que en el caso del Monopolio, la Empresa monopsónica ejerce un gran control sobre el Mercado y puede, dentro de ciertos límites, deprimir los Precios de modo de obtener Ganancias extraordinarias. Ello sucederá hasta que, si aumenta su Demanda, se encuentre con que es preciso pagar Precios más altos para atraer nuevos oferentes. Es una situación teóricamente opuesta a la de Competencia Perfecta. En la práctica, salvo algunos casos particulares, los monopsonios sólo se presentan en mercados locales relativamente reducidos o en circunstancias en que hay una decisiva intervención gubernamental.

También existe una estrecha relación entre las situaciones de Monopolio y de Monopsonio: una Empresa monopólica se convertirá fácilmente en el único comprador de ciertos Factores Productivos, especialmente materias primas, productos semielaborados y otros insumos.

El demandante es el que se encarga en todo momento de poner los precios de los bienes o de los servicios que se ofrecen pues es él el que tiene el poder dentro del mercado y los oferentes se ven obligados a adaptarse a las exigencias que presente. Por esta razón, el comprador logra tener un mayor valor en las transacciones que realiza. El monopsonio es una condición dentro del mercado en donde la demanda absoluta de un producto es ejercida entonces, por un único comprador. Se produce generalmente cuando hay algunos factores de producción que demandan determinado tipo de trabajo especializado, o con materias primas y bienes en proceso.

Ejemplo es la industria de la obra pública, en la que existe una situación normal de competencia entre los productores u oferentes (empresas constructoras), pero un solo demandante (el Estado o gobierno local si fuera el caso).

Un monopsonio es cuando una empresa demanda algún insumo en un mercado que no opera en competencia perfecta. Por lo tanto, que tiene cierto poder de mercado. Ejemplo: en un pueblo pequeño que haya una única empresa demandante de mano de obra. Los problemas de movilidad en dicha situación crean que la empresa se ubique en una situación privilegiada en el proceso de negociación de las condiciones de trabajo relativo a los trabajadores. Puesto que los trabajadores muestran problemas de movilidad en el cambio de trabajo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Monopsonio

Stiglitz, Joseph E.. Microeconomía. Ariel.

domingo, 18 de octubre de 2015

Lo que no se dijo en la reciente Asamblea Anual del FMI en Lima


Lo que no se dijo en la Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial.




Por Diario UNO el 18, octubre, 2015
Félix Jiménez

La Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial llevada a cabo recientemente en Lima, provocó comentarios de distinto signo y, sobre todo, preguntas acerca del papel desempeñado por estas instituciones en las economías de nuestros países. Sin duda, lo más positivo y notorio en la situación actual del país, fue que aumentó el turismo y que benefició notablemente a los negocios del rubro de la gastronomía. Pero, ni las conferencias ni los informes efectuados durante el desarrollo de la Asamblea, abordaron autocríticamente los efectos de las reformas y políticas patrocinadas por dichas instituciones. Por ejemplo, no se dijo nada sobre lo que actualmente ocurre en Grecia luego de que la troika (el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) le impusiera un paquete draconiano de medidas consistente en reducciones de sueldos y jubilaciones, privatizaciones, aumentos de impuestos y despidos de funcionarios de su administración gubernamental.

LA PÉRDIDA DE SOBERANÍA DEL ESTADO NACIONAL
Los préstamos (créditos stand-by) del FMI condicionados a ese paquete de medidas y a la firma de una carta de intención por los gobiernos y autoridades económicas, son bien conocidos en América Latina. Durante la crisis de la deuda externa (fines de los años 1970 y los años 1980), la condicionalidad de los ajustes propuestos por el FMI se intensificó con la participación del Banco Mundial (BM) y de la propia administración norteamericana. En el primer lustro de los años 1980 se impuso el denominado Plan Baker consistente en la generación de liquidez en los países deudores, bajo la condición de que adoptaran el paquete de estabilización del FMI y otras políticas de libre mercado. Esta institución actuaba como intermediario entre los países deudores y los bancos acreedores.

El plan Baker no contemplaba la reducción de la deuda ni de la carga de su servicio. Recién en 1989 se anuncia el Plan Brady cuyo objetivo era «disminuir el valor nominal de la deuda, reducir su servicio y/o facilitar préstamos nuevos», pero en el contexto de programas de reformas impuestos por el FMI y el BM que incluían, además de las políticas de estabilización conocidas, «medidas para alentar nuevas inversiones extranjeras, repatriar capitales, cancelar atrasos, privatizaciones y canje deuda por acciones de capital». Estos programas son implementados bajo la supervisión conjunta del FMI y del BM.

La crisis de la deuda provocó un cambio drástico en los roles asignados en 1944, en Bretton Woods, al FMI y al BM. La función original del FMI era facilitar la corrección de los desequilibrios macro mediante préstamos y políticas de ajuste fiscal y monetario; mientras la del BM era financiar la ejecución de proyectos específicos de inversión, para promover el crecimiento económico a largo plazo. Esta separación de roles terminó con la crisis de la deuda. El FMI introdujo el «Extended Fund Facility» y el «Structural Adjustment Facility», cuyo propósito era afectar la oferta agregada mediante la desregulación de todos los mercados. El BM, por su parte, empezó a condicionar sus préstamos a la adopción de las políticas de estabilización del FMI. De esta manera institucionalizaron el llamado Consenso de Washington sobre por la libertad irrestricta del mercado y la eliminación de la intervención del Estado.

El hecho que las políticas económicas se definieran en el exterior con la participación de estas dos instituciones, condujo, por lo tanto, a la pérdida de soberanía de nuestros Estados Nacionales.

LA DÉCADA PERDIDA DE AMÉRICA LATINA
¿Cuáles fueron los resultados de la aplicación de las reformas y ajustes neoliberales patrocinadas por estas dos instituciones? Su costo económico y social fue enorme. Sin embargo, hasta ahora no hemos escuchado ni leído autocrítica alguna. Nuestras economías se estancaron durante más de una década. Crecieron la informalidad, el subempleo y la pobreza; bajó la inflación, aunque muy poco, a costa de la apreciación monetaria y la contracción de la capacidad de compra de los sueldos y salarios; aumentaron las tarifas de los servicios públicos; aumentó el costo del crédito; se redujeron los presupuestos de educación, salud y de inversión en infraestructura; y, los «despedidos pagados» de funcionarios públicos precarizaron la burocracia de los Estados. Por estas razones, la década de los años 1980 es conocida ahora como la «década perdida de América Latina».

Las reformas y políticas neoliberales siguieron en los años 1990. Las consecuencias en nuestro país fueron: reducción del ritmo de crecimiento de la capacidad productiva per cápita que agravó los desajustes entre la oferta de empleos y el crecimiento de la fuerza laboral; reprimarización de la economía; dolarización de los créditos; pérdida de competitividad de las actividades de bienes y servicios transables; e inicio de un cambio estructural regresivo: la economía tendía hacerse menos industrial y menos agrícola, y más productora de servicios de baja productividad. La crisis asiática y rusa de 1997-1998 agravó esta situación: ocasionó quiebras bancarias y una notable recesión que se prolongó hasta el año 2002.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Ningún analista político ni periodista aprovechó la realización de la citada Asamblea en Lima, para informar que durante los años 2001-2006 se recobró algo de soberanía nacional en la definición las políticas fiscal, monetaria y cambiaria. Sobre esto hemos escrito en otras oportunidades. Se intentó salir de la ruta neoliberal que nos conducía al papel de productores de materias primas y a servir al proceso de acumulación y crecimiento de los países del centro con la enajenación de nuestros mercados.

Yo considero: 

Que es notoria la alineación con la visión de las recetas neo liberales que se publicita en los medios. Lo interesante de esta parcializada e interesada visión es la ausencia total de capacidad crítica y de una actitud de engaño permanente al no quedar tribunas plurales no sectarias como alternativa,  lo cual me hace recordar al cuento de Orwell, La granja de animales, pero sin rebelión.

 Sobre el cuento de Orwell

La ideología neoliberal de la desregulación de los mercados

La ideología neoliberal de la desregulación de los mercados


Felix Jimenez

Con la imposición del neoliberalismo desde fines de los años 1970, se abandona la idea de que el Estado debería regular el funcionamiento de los mercados para impedir el surgimiento de asimetrías de poder y las consecuentes injusticias sociales. A esta tarea del Estado, que fue parte del consenso que duró casi treinta años desde la post segunda guerra, se le adicionó la de velar por los equilibrios macroeconómicos. La idea neoliberal de que el Estado es el problema, excluye la posibilidad de este consenso, y en su lugar se impone la concepción del funcionamiento libre de los mercados para que «florezca la creatividad empresarial y no se destruyan puestos de trabajo».
Los efectos de las desregulaciones
Los efectos de las desregulaciones en países como el nuestro, han frenado el desarrollo en lugar de promoverlo. La liberalización comercial y los tratados de libre comercio con países industrializados y desarrollados, redujo el mercado doméstico para la producción nacional y nos especializó en la producción y exportación de materias primas. Trabó las posibilidades de industrialización y diversificación productiva. Este efecto negativo en la industria fue exacerbado por la entrada de capitales, sin restricciones, que, junto con el boom primario exportador, redujo el tipo de cambio haciéndoles perder competitividad a las actividades productivas de transables.
La desregulación de los préstamos de la banca comercial en el exterior estimuló la dolarización de los créditos domésticos, haciéndole perder autonomía a la autoridad monetaria. Desde que se agotaron las condiciones de mercado y financieras favorables para el crecimiento primario exportador de nuestro país, se revirtió la tendencia a la baja del tipo de cambio. Así, para impedir que la devaluación ponga en riesgo a los bancos que prestaron en dólares, la autoridad monetaria reaccionó vendiendo sus dólares (o reduciendo su posición de cambio); pero también lo hizo para impedir que la devaluación siga incrementando la inflación. Con la venta de dólares el Banco Central perdió casi el 50% de sus reservas. Esta espectacular merma de sus reservas, obligó al Banco Central a elevar su tasa de interés de referencia en pleno enfriamiento económico.
El deterioro de la autonomía de la autoridad monetaria ha provocado desconfianza en la moneda nacional, la misma que se expresa en la creciente dolarización de los depósitos bancarios: 56.9% corresponden a personas jurídicas y 46.44% a personas naturales. Esta dolarización es otro factor que acrecienta las presiones devaluatorias, y ocurre al mismo tiempo que aumenta el retiro de los depósitos bancarios en soles que reduce la liquidez en moneda nacional de los bancos.
La flexibilización del mercado de trabajo y el recorte de derechos laborales, es otro ejemplo de desregulación que ha afectado a los trabajadores y a su calidad de vida, convirtiéndose en fuente de conflicto social. Cerca del 75% de los trabajadores tienen ingresos menores a mil soles y un poco más del 74% son informales. De otro lado, hay que mencionar que la gran mayoría de los conflictos sociales están relacionados con las actividades extractivas. Los últimos gobiernos han vuelto más laxas las regulaciones orientadas a proteger el medio ambiente y los derechos de las poblaciones indígenas. Por ejemplo, se acortaron los plazos para los estudios de impacto ambiental.
No hay regulación en el «mercado» de la salud. El acceso a genéricos de todo tipo es limitado y será aún peor si el gobierno firma el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). En carta dirigida al presidente Humala, Joseph E. Stiglitz -premio Nobel de Economía- y Adam S. Hersh -economista senior en el Instituto Roosevelt-, advierten que ese acuerdo irá «mucho más allá de una simple reducción de aranceles y cuotas, pues exigirá cambios fundamentales en las instituciones jurídicas, judiciales y reguladoras de cada país, lo que constituye una concesión a los poderosos grupos de presión».  Elevará la protección de los derechos de propiedad intelectual no para innovar, sino para mantener, por ejemplo, a los competidores de los «Big Farma», como son los genéricos, fuera del mercado.  
La pérdida de soberanía del Estado
Los tratados comerciales y este último, el TPP, no solo cercenan la capacidad regulatoria del Estado, sino también su soberanía. Como dicen los economistas citados, el TPP reducirá su capacidad «de aprobar normas legales regulatorias para proteger la salud pública, la seguridad y el ambiente, porque creará mecanismos de solución de controversias entre inversionistas y Estados, que permitirían a los extranjeros a demandar al gobierno cuando consideren que alguna regulación afectará sus ganancias. El arbitraje sería privado y vinculante, incluso si el fallo fuera contrario a las leyes nacionales».
Esta pérdida de soberanía que favorece a los inversionistas y grupos de poder extranjeros, además de someter al Estado a un arbitraje privado internacional, le bloquea las posibilidades de realizar transformaciones sociales y económicas, en particular, por ejemplo, para adoptar medidas orientadas a la integración el país sobre la base de un nuevo esquema de regionalización y ordenamiento territorial.
A modo de Conclusión
Adam Smith se declaraba a favor de la regulación argumentando que, si bien la presencia de un muro es una violación de la libertad natural del fuego, su construcción es indispensable para impedir la propagación de los incendios. Al respecto, cuando la libertad natural «está concentrada en pocas manos de un modo inapropiado –dice Casassas--, esa libertad natural puede poner en riesgo a la sociedad entera». El Estado debe intervenir entonces «para que no se den esas inapropiadas concentraciones de la libertad natural».  La sociedad se pone en riesgo cuando el Estado «rompe los lazos que lo vinculan a la sociedad civil» y ya no promueve el bien común porque está controlado por una plutocracia.
Publicado en el Diario UNO, el sábado 3 de octubre

martes, 19 de mayo de 2015

Samuelson Paul: Economía

Paul A. Samuelson (1915-2009)

Premio Nobel  nobel_25.gif (2335 bytes)1970



Paul Anthony Samuelson es un economista americano, nacido en Gary, Indiana. Obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1970, por el trabajo científico a través del cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica y contribuido activamente a elevar el nivel del análisis en la ciencia  económica.


Es autor del manual de economía más vendido de la historia, que, además de hacerlo extraordinariamente rico, ha servido para formar muchas generaciones de economistas de todo el mundo.



Además de pedagogo y divulgador, tiene muchas aportaciones originales. Está especialmente interesado en los aspectos dinámicos de la economía. Su  principal mérito es quizá haber realizado la llamada "síntesis neoclásica", es decir, la fusión en un conjunto coherente de la economía de Keynes con la de sus predecesores.


Paul A. Samuelson, "el mejor economista de la historia"

Autor de uno de los manuales más influyentes, ganó el Nobel en 1970

Joaquín Estefanía 14 DIC 2009

Hace menos de un lustro, cuando Paul Samuelson cumplió sus primeros 90 años, tuve que escribir un artículo en este periódico que titulé Los maestros nonagenarios y en el que pretendí rendir homenaje a dos de esos economistas, leyenda viva de nuestro tiempo: el propio Samuelson y John Kenneth Galbraith.

Hoy los dos han muerto. El primero lo hizo ayer, a los 94 años de edad. En ambos se unía esa cualidad que caracteriza a los grandes científicos sociales: sus intereses iban más allá de la especialidad en la que trabajaron y se hicieron famosos, y participaron activamente en la vida pública de sus entornos. No fueron economistas de campanario ni intelectuales encerrados en sus torres de marfil.

Catedrático y asesor de Kennedy, fue un intelectual activo en la vida pública.
Se consideraba un centrista incurable y recomendó a Obama esa posición.

Nacido en Indiana, Samuelson estudió en la Universidad de Chicago y se doctoró en la de Harvard, en un tribunal en el que figuraba Joseph Schumpeter, el gran economista austriaco. Se cuenta una anécdota que dice que los miembros del tribunal quedaron tan impresionados por la capacidad científica del joven Samuelson, que Schumpeter comentó abrumado: "Con nuestros conocimientos en relación con los de este chico, ¿podríamos haber aprobado nosotros?". Además de Schumpeter, en Harvard estudió con otros economistas como Wassily Leontieff o Alvin Hansen, uno de los discípulos favoritos de Keynes, quien publicó un libro titulado ¿Recuperación total o estancamiento?, que vuelve a estar de actualidad ahora, y en el que defendía que el capitalismo puede permanecer en un estado de crecimiento lento, alto desempleo o subempleo, y exceso de capacidad o, lo que es lo mismo, de estancamiento.

En 1970, un año después de su creación, Samuelson obtuvo el Nobel de Economía "por el trabajo científico a través del cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica, y contribuido activamente a elevar el nivel de análisis en la ciencia económica".

Catedrático, escritor de periódicos (colaboró en decenas de ocasiones en las páginas de EL PAÍS), asesor de los presidentes demócratas Kennedy y Johnson, no hubo debate en el siglo XX y estos primeros años del XXI en el que no participase. En el año 2000, ante la posibilidad de que Bush ganase las primeras elecciones un grupo de tres centenares de economistas norteamericanos (entre ellos Samuelson y Galbraith) firmaron un manifiesto avisando de las desastrosas consecuencias que tendría para que el bienestar llegase a la mayoría. Ante la invasión de Irak, esos economistas volvieron a manifestarse en contra. En ambas ocasiones acertaron.

Pero si Samuelson tuvo influencia fue por sus libros. Su manual Curso de economía moderna: una descripción analítica de la realidad económica ha sido uno de los más vendidos entre los estudiantes de Ciencias Económicas de todo el mundo, y el más popular en la historia de la economía. Hizo rico a Samuelson y contribuyó a formar a muchas generaciones de técnicos. Publicado a finales de la década de los cuarenta, no llegó a España hasta 1965, traducido por otro maestro nonagenario como José Luis Sampedro, éste afortunadamente entre nosotros. En el prólogo, el economista traza su objetivo: brindar al ciudadano "una teoría que le permita comprender las instituciones y los problemas básicos de la civilización de mediados del siglo XX".

Samuelson se consideraba a sí mismo un centrista incurable. Hace poco tiempo, en uno de sus artículos recomendaba a Obama que se situase en esas posiciones para arreglar los problemas económicos que asolan a EE UU dentro de la Gran Recesión. Como consecuencia de tal equidistancia intelectual, fue atacado a izquierda y derecha. La izquierda consideraba que con sus reflexiones había contribuido a domar la parte más insurgente del pensamiento keynesiano, al insertarla en el análisis neoclásico: lo que acabó llamándose la "síntesis neoclásica keynesiana", que fue apodada por Joan Robinson (una economista que mereció el Nobel) como "keynesianismo bastardo". La derecha se cebó en él por sus ataques inmisericordes a Milton Friedman y Friedrich Hayek, los padres del neoliberalismo, a los que consideraba culpables de lo que ha ocurrido en el planeta en los últimos años.

En un artículo titulado Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek, publicado en el último trimestre del año pasado, cuando todo parecía posible, escribió: "En el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados continúan".

En el último artículo publicado en EL PAÍS, hace apenas un mes, Samuelson pronosticaba una nueva era mundial en la que el liderazgo de EE UU se vería combatido por una cada vez más potente China, a través de un ataque masivo contra el dólar. Pero indicaba: "Muchas veces, a lo largo de siete décadas de enseñanza de la economía y creación de libros de texto, me he equivocado. Aun así, recuerden dónde leyeron todo esto antes. Como decían los griegos clásicos, no maten al mensajero que les trae malas noticias". 

Un buen testamento intelectual en una coyuntura en la que todavía estamos discutiendo si los economistas se equivocaron al no predecir la crisis que se venía encima porque ignoraron los factores clave de la misma, o porque los excluyeron intencionadamente por motivos ideológicos, para propiciar una determinada agenda política favorable a la desregulación.

En uno de sus artículos finales Paul Samuelson sentenciaba "Los sistemas de mercado no regulados tarde o temprano se suicidan". Él no se suicidó sino que vivió más de nueve décadas de enseñanzas fecundas para muchos. Por eso fue un maestro. Y por ello Kenneth Arrow, otro Nobel de Economía, le consideró "el mejor economista de la historia".

Link

miércoles, 13 de mayo de 2015

Pablo Secada: Libre mercado: Perspectivas económicas del Perú.: IEP: Revista Argumentos


La Revista Argumentos del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) me invitó a escribir sobre si es posible hablar certeramente de una desaceleración económica y cuáles son las perspectivas económicas del Perú en el futuro cercano. Claro que sí, y decepcionantes son las respuestas cortas.

Me gustaría aprovechar la invitación para responderlas apropiadamente, sin embargo. Y creo que plantear brevemente el marco conceptual de la economía pública, poner a nuestro país en el contexto internacional e histórico y repasar un par de indicadores sociales son la forma correcta de hacerlo.
Las denominadas fallas de mercado (Stiglitz y Rossengard 2015), monopolio natural, bienes públicos, externalidades y asimetrías de información exigen la intervención del Estado en la economía.
Se acepta generalmente que el libre funcionamiento del mercado, es decir, la libre interacción entre los compradores y los vendedores que los atienden, nos lleva al mayor bienestar posible, en parte de la economía. Walras, Pareto y otros autores enuncian esto que adolece, sin embargo, de respuestas sobre los aspectos distributivos de este bienestar generado (Blaug 2007). Rawls (1958) y Sen (1999) proponen visiones progresivas del bienestar, postulando que las políticas públicas deberían buscar maximizar el bienestar de quienes menos tienen o que no es libre quien vive en una sociedad en las que otros subsisten en condiciones infrahumanas. Tanto estas visiones como las liberales de equidad exigen la intervención del Estado en la economía. Son, sin embargo, visiones subjetivas que dependen de cada sociedad y sus instituciones. Las denominadas fallas de mercado (Stiglitz y Rossengard 2015), monopolio natural, bienes públicos, externalidades y asimetrías de información exigen la intervención del Estado en la economía. Son objetivas; cualquier alumno de economía puede identificarlas tras un par de clases y algunas lecturas básicas. 1

La intervención del Estado, sin embargo, enfrenta limitaciones: las fallas de Estado. Las personas tenemos preferencias que revelamos al comprar. La sociedad no, en realidad. Arrow (1950) probó que cualquier mecanismo de agregación de preferencias sociales puede tener problemas. Las instituciones son, al final, las que definen adónde va la sociedad. Schelling (2006) y otros estudiaron los problemas de acción colectiva. Si decidimos, son las instituciones, una vez más, las que resuelven problemas de coordinación, o consiguen la acción colectiva pese a que los incentivos individuales no alcanzan para ello. Precariedad institucional, con instituciones políticas exclusivas e instituciones económicas extractivistas, problemas de acción colectiva, búsqueda de rentas (mercantilismo), problemas principal-agente, ausencia de rendición de cuentas, entre otros, son nuestros grandes problemas, las características de un Estado que no funciona. Salvo en un breve periodo al inicio de los años noventa, no hemos sido capaces de desmontar la terrible combinación de instituciones precarias y búsqueda de rentas. Esa, no los yerros de la izquierda o la derecha, son la causa de nuestro subdesarrollo. Los que se benefician del statu quo cruzan el espectro político y siguen ganándonos, divertidos con nuestros debates irrelevantes y nuestras puyas.

El Banco Mundial, la Universidad del Pacífico y otros sugieren que la mayor parte de la mejora del bienestar en nuestro país está explicada por el crecimiento y no por las políticas públicas. Y eso no debería ser motivo de orgullo. Al contrario, es una causa de preocupación. Nuestra economía es la quinta más informal del mundo tras Bolivia, Panamá, Venezuela y Zimbabwe. Tres quintas partes de la actividad económica ocurren al margen del Estado. Tres de cuatro personas en edad de trabajar lo hace al margen de la formalidad. Necesitamos Estado si queremos desarrollo; uno que intervenga cuando corresponde, que reconozca los límites de su intervención, que tenga otras instituciones de la calidad del Banco Central. Es lacerante que no promovamos la equidad con la cantidad sin precedentes de recursos fiscales que tenemos. La lista de falencias es larga.

Si bien tienen sus limitaciones, hay un número creciente de índices internacionales que nos permiten compararnos con otros países. El Foro Económico Mundial publica el de competitividad, según el cual las instituciones, educación, salud, infraestructura e innovación son nuestras desventajas competitivas (véase http://reports.weforum.org/global-competitiveness-report-2014-2015/economies/#economy=PER). Todos son sectores en los que se presentan fallas de mercado, y, por tanto, donde se requiere la intervención del Estado. Abundando en lo específico, Kaufmann y el Banco Mundial elaboran los indicadores de gobernanza mundiales: voz y rendición de cuentas, estabilidad política y ausencia de violencia, efectividad del Gobierno, calidad regulatoria, imperio de la ley y control de la corrupción. Salvo calidad regulatoria y efectividad del Gobierno en un año, estamos jalados en todo en el periodo 1996-2013 (véase http://info.worldbank.org/governance/wgi/c174.pdf). Así que si nuestras percepciones o experiencias no eran suficientes, podemos cotejarlas con índices como estos para sentirnos mejor acompañados.
La inversión en casas, puestos, fábricas, carreteras y demás también aporta al crecimiento y el bienestar; pero la forma más sostenible de lograr el crecimiento es que aumente la productividad, que hagamos más con lo mismo.
En una perspectiva de mediano y largo plazo, la productividad impulsa el crecimiento. El crecimiento de la población, especialmente en países aún jóvenes como el nuestro, aunque el “bono demográfico” nos acompañará solo alrededor de quince años más, contribuye al crecimiento económico. La inversión en casas, puestos, fábricas, carreteras y demás también aporta al crecimiento y el bienestar; pero la forma más sostenible de lograr el crecimiento es que aumente la productividad, que hagamos más con lo mismo. Durante los años setenta y ochenta, la caída de la productividad total de factores —de la cual escribió Solow (1956) hace décadas, es decir, la que no distingue aquella asociada al capital o al trabajo, sino que explica en qué medida estos han contribuido al crecimiento— restó al crecimiento económico casi dos y cuatro puntos porcentuales, respectivamente. Eso se volteó, recuperando el tiempo perdido en gran medida en los noventa. La productividad explicó 1,5 y 3 puntos porcentuales del crecimiento en las décadas más recientes. A partir de 1990, de hecho, el crecimiento de la productividad de nuestro país fue uno de los más altos del mundo. Crecimos sanamente. Pero no hemos sido capaces de sostener los aumentos de productividad mencionados.

Transpiración o inspiración fue una de las formas en que se cuestionó el milagro asiático cuando entraron en crisis. Podemos afirmar lo mismo acá. No hemos sido capaces de proveer los incentivos para que la inspiración siga marcando la pauta.

Mencioné de pasada los estudios del Banco Mundial o de la Universidad del Pacífico. Se requiere que la actividad económica crezca para que haya desarrollo. No basta el crecimiento económico, sin embargo, para que nos desarrollemos. Nuestro país requiere reformas que amplíen el ámbito de operación de los mercados. Y necesita retirar al Estado de algunos de ellos. Demanda, de otro lado, que el Estado intervenga efectivamente donde hay fallas de mercado o consideraciones de equidad.

Para hacerlo efectivamente, no pueden ser las entidades públicas instituciones opacas, copadas, que no evalúan a sus funcionarios, carentes de programas de gestión por resultados, ni rendición de cuentas, entre otras de las taras usuales. Instituciones precarias y búsqueda de rentas es la receta para el desastre. Cada vez que escucho que van a meter a otras de las entidades típicas del Estado a resolver un problema dado me preocupo, no porque le corresponda intervenir, sino que si lo hace así el remedio será peor que la enfermedad.

La Encuesta nacional de hogares (Enaho) es utilizada por el INEI para definir la pobreza; pero es mucho más rica que solo una encuesta sociodemográfica sobre el ingreso familiar, el cual en realidad se infiere a partir de datos más objetivos, como las características del hogar, por ejemplo. La evolución del gasto por quintiles —las cinco partes en que se divide a la población según su nivel de gasto familiar— es bastante gráfica de lo que ha ocurrido en nuestro país: una mejora notable e inclusiva del gasto familiar. Las familias con menor acceso a oportunidades y niveles de gasto promedio gastaron 51% más, después de descontar la inflación, entre 2013, el último dato disponible, y 2004. Es decir, sus gastos aumentaron en más de la mitad en una década. Hay otros indicadores sociales como desnutrición crónica infantil o anemia, para citar solo dos de los más importantes, que ilustran el progreso social observado.

Coincido con los investigadores del IEP en que pudo haber mucho mayor progreso. 2 Creo que es moralmente inaceptable que no hagamos un mayor esfuerzo porque más progreso llegue antes a más personas. Y es que tenemos algunas condiciones que nos permiten crecer dinámicamente, a diferencia del año pasado, este y el que viene. Y al fisco le sobran los recursos para financiar las intervenciones públicas que realmente se requieren, de la manera en que deberían ocurrir, y no como ocurren: sin líneas de base, sin evaluación, sin focalización adecuada, en programitas dispersos a través de este Estado obsoleto que tiene miles de dependencias y “autoridades”.

El crecimiento de este año será similar al del pasado, decepcionante. En 2014 la pesca industrial, el café, el arroz y el mango tuvieron problemas por razones climáticas o la roya. Este año empezarán a recuperarse, aunque no regresarán al nivel previo a los problemas mencionados. Eso acelerará, engañosamente, un nivel de crecimiento que, en promedio, ascenderá a menos de la mitad de lo observado en la década pasada. Debemos asumir, por tanto, que el progreso social será raquítico.

¿Pero por qué es que estaremos creciendo a alrededor de 3% en el 2014-2016, hasta las elecciones al menos?

Primero, porque este gobierno tomó medidas que redujeron el nivel de inversión privada 3: adoptó cambios legales que traban los negocios, porque la actitud de muchos de sus funcionarios ante la empresa privada fue hostil, porque propuso públicamente comprar la refinería de La Pampilla, porque optó por destinar US$ 3500 millones, en el papel, a ampliar y actualizar la refinería de Talara, entre otras decisiones o acciones que denotan confusión reminiscente de la Gran Transformación e incapacidad de gestión.

Segundo, porque, salvo en el periodo 1991-1994, no se han adoptado reformas estructurales al ritmo requerido. La complacencia de crecer rápido porque recuperábamos el tiempo perdido nos pasó la factura. Finalmente nos dimos cuenta de que el emperador cuyas ropas alabábamos está desnudo; y esto es, a su vez, una consecuencia de la precariedad institucional, así como la ausencia de emprendedores políticos o grupos que tengan los incentivos suficientes para acometer las reformas ellos mismos.

Tercero, porque el súper ciclo de precios de bienes primarios, es decir, un auge inusual por un periodo inusitado asociado a la industrialización china, se acabó. China está pasando a promover un mayor crecimiento del consumo, tras el boom de inversión pública en infraestructura para sus industrias de exportación en “zonas especiales”, principalmente. Esto no quiere decir que una mayor economía china ya no requiere de cobre ni mucho menos. Un menor crecimiento de una economía mucho mayor implica una demanda altísima de cobre. Pero se nos pasó el tren, y no lo usamos para financiar el costo de algunas reformas pendientes.

¿Y qué debemos hacer?
Partir por reconocer que enfrentamos grupos de interés particular que capturan rentas que generan los “políticos”, así, entre comillas, en este Estado precario. Hay que enfrentar a esos grupos. Dividirnos porque somos “rojos”, “DBA” o etiquetas así no conduce a nada. La experiencia reciente en la Municipalidad de Lima es ilustrativa. El PPC no actuó institucionalmente porque no es una institución; el IEP o el BCR lo son, entre las poquísimas que hay. Debió liderar un apoyo político conducente a diseñar mejores reformas y actuar políticamente para concretarlas, tal como lo propusimos en campaña. Y mejor por lo que aprendíamos al estar en el Concejo. Lo hizo brevemente, solo en la no revocación. Las izquierdas tenían actitudes diversas hacia algunos regidores del PPC, desde privatizadores hasta aliados en un propósito. Pero no concretamos los cambios. Y sabíamos quiénes regresarían y qué harían. Es nuestra responsabilidad no haber consolidado las reformas y no actuar políticamente ahora, salvo unos tuits o alguna declaración.

La reforma institucional es la primera prioridad. El IEP ha hecho propuestas a lo largo de décadas sobre el tema. Otros especialistas también lo han hecho. Pero hay que actuar políticamente. Los mafiosos no van a dejar sus armas en la Catedral. No veo los liderazgos ni que siquiera se reconozca la importancia del tema.

Educación, salud, infraestructura e innovación son nuestras otras desventajas competitivas. Los ministerios de Educación, Inclusión Social y Salud están mostrando lo que líderes y tecnócratas pueden hacer en ministerios en los que típicamente no se les encontraba. La lista de propuestas de reforma en estas y las otras áreas mencionadas es amplia: algunas universidades, think tanks u organismos multilaterales han hecho propuestas y las han actualizado. El déficit de propuestas no es el problema, sino la capacidad de adoptar cambios que trascienden a un ministro reformista o a un gobierno con la institucionalidad vigente. Hay que adoptar los cambios, socializarlos y defenderlos.

Añadiría el desarrollo rural y la regionalización a la lista de prioridades. Las condiciones de vida pseudofeudales, en muchos casos, de millones de peruanos son inaceptables. Y también hay propuestas de inversión en irrigación, microirrigación, semillas, caminos, educación técnica y educación de mayor calidad y más flexible. La regionalización ha fragmentado al clientelismo político, al mercantilismo, al Estado precario en suma. Se le ha hecho un flaco favor a los peruanos.

Revertir este grave desliz será complicado por la dinámica politiquera que se ha generado. Pero se tiene que hacer, no revirtiéndola, lo cual es imposible, sino incentivando las buenas prácticas; dándole más recursos, capacidades, desregulando, por ejemplo, a los buenos, que los hay.
Concluyendo, la economía peruana se ha desacelerado al punto en que entre 2014 e inicios de 2016 crecerá a un ritmo de menos de la mitad del observado en los diez años previos…Errores políticos y de políticas públicas en este gobierno explican este desempeño
Concluyendo, la economía peruana se ha desacelerado al punto en que entre 2014 e inicios de 2016 crecerá a un ritmo de menos de la mitad del observado en los diez años previos. Esto tiene grandes y negativas implicancias en el bienestar. Errores políticos y de políticas públicas en este gobierno explican este desempeño, así como el lento avance de la agenda de reformas estructurales desde hace dos décadas ya. El emperador estaban desnudo y nosotros seguíamos alabando su ropa. El clima no nos ayudó, y el mundo ya no está en la fiesta asociada al despegue chino. Pero la responsabilidad de lo que ocurre es nuestra. Tras crecer bajo nuestro ritmo de crecimiento potencial desde 2014, no será difícil volver a crecer rápido desde fines de 2016. Debemos evitar la complacencia de los últimos años, con alucinadas referencias a nuestro próximo acceso al primer mundo. Tenemos que adoptar reformas en ausencia de instituciones; peor aún, en presencia de instituciones precarias que excluyen políticamente. Ese reto requiere de grandes líderes y de grupos que no coordinan que lo hagan. ¿Cree que tenemos lo que hace falta? ¿Se involucrarán en los asuntos públicos los emergentes?
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* Economista, investigador del Instituto Peruano de Economía (IPE).

  1. Mi punto es que hay dos tipos de razones de por qué debe intervenir el Estado en la economía: las fallas de mercado, que se pueden definir objetivamente, y las consideraciones de equidad, que no. Estas dependen de la visión de equidad de cada sociedad. También hay fallas de Estado que limitan la intervención pública y que, por lo tanto, llevan a sugerir que no exista tal intervención estatal, aunque en algunos casos debería haberla.
  2. Pienso en investigadores como Julio Cotler, Romeo Grompone y Carlos Iván Degregori.
  3. Analizado por el lado de la demanda, el menor crecimiento de la inversión privada es la causa principal tras la desaceleración. La inversión privada, que asciende a poco más de la quinta parte del PBI, creció a 11% y 15.6% en 2011-12, tras haberse recuperado de la breve recesión posterior a la crisis financiera global saltando en 25.9%. El 2013 creció solo a 6.5% y el año pasado cayó a 1.6%, en tanto que en este año caería ligeramente. Luego, el consumo privado, poco menos de dos tercios de la economía, fue creciendo a una tasa menor un punto porcentual cada año en el 2012-14. El menor gasto privado es, pues, el responsable de la desaceleración. Ante ello, el gobierno se concentra en la inversión pública porque contribuye en menor medida a definirla. Sin embargo, la cola no mueve al perro. De allí que trabajar en que se sostenga el gasto privado es un medio más efectivo de sostener y contribuir a que se recupere el crecimiento.

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