lunes, 18 de diciembre de 2017

Revolución Cantada: Estonia, Lituania, Letonia

Revolución Cantada



La Cadena Báltica con los tres países bálticos: Estonia, Letonia y Lituania.


La Geopolítica establece los posibles objetivos que es necesario alcanzar para el desenvolvimiento y la vida de un Estado. Debido a que la globalización económica transciende las fronteras nacionales e internacionales juega un papel importante como estimulo para su desarrollo. El espacio no vale solamente por su extensión y riqueza, sino por el carácter que presenta la población que explota y vive en esa superficie. La Estrategia, en intima relación con la geopolítica, establece la forma como deben actuar los diferentes poderes del Estado, no solo con la fuerza de las armas, sino con medios económicos, políticos y diplomáticos, etc.

El caso de la cadena Báltica ilustra la aplicación de los principios de la Geopolítica y como en su aplicación se ha afectado a millones de hombres que han sido los actores de los hechos involucrados.


La Revolución Cantada es un término para referirse a los sucesos ocurridos entre 1987 y 1991 que concluyeron con la reinstauración de la independencia de los estados bálticos: Estonia, Letonia y Lituania.1​2​ Las tres repúblicas fueron anexadas por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, primero en virtud del pacto «Ribbentrop-Mólotov» (1940) y más tarde con la ocupación de esos territorios en 1944 tras la invasión alemana de la Unión Soviética.

El término fue acuñado por el activista estonio Heinz Valk, quien lo utilizó en un artículo sobre las manifestaciones de junio de 1988 en el Auditorio de la Canción de Tallin (Lauluväljak), donde se cantaban canciones patrióticas estonias para reivindicar la independencia del país.3​

Contexto




En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, los países bálticos —Estonia, Letonia y Lituania— habían sido ocupados en tres ocasiones: en 1940 por la Unión Soviética, en virtud del protocolo secreto «Ribbentrop-Mólotov»; en 1941 por el ejército de la Alemania nazi, y en 1944 de nuevo por los soviéticos tras la ofensiva del Báltico. Aunque las tres repúblicas bálticas eran estados independientes desde finales de la década de 1910, la URSS consideró la anexión de iure de dichos territorios como una «liberación» de las tropas del Eje.4​ La mayoría de gobiernos occidentales, encabezados por Estados Unidos y Reino Unido, se negaron a darle reconocimiento internacional.5​ 



Con el paso del tiempo, el gobierno soviético propició la migración de rusos a esos territorios.6​



Durante la segunda mitad de los años 1980, la URSS dio comienzo a un proceso de apertura política (glásnost) y reestructuración económica (perestroika) liderado por Mijaíl Gorbachov. Las reformas pretendían la reorganización del sistema socialista para poder conservarlo, pero coincidieron con una grave crisis económica y una serie de revoluciones en el bloque del Este que dejaron a los soviéticos sin aliados y al borde de la desintegración federal. Igual que otras repúblicas socialistas, las repúblicas bálticas aprovecharon la situación para reclamar su independencia de la URSS.7​

Aunque cada país siguió su propio camino, los hechos ocurridos tuvieron una serie de denominadores comunes que propiciaron el término «Revolución Cantada» para referirse específicamente a ellos:8​

La reinstauración de la independencia conquistada en 1918.
La defensa de la democracia y derechos humanos, en contraposición al sistema político de la URSS.
El protagonismo de la cultura local y de los Festivales de Cantos y Danzas Bálticos.
El establecimiento de elecciones competitivas en la URSS, con la creación del Congreso de los Diputados del Pueblo.

La mayor acción común de las tres repúblicas bálticas fue la Cadena Báltica del 23 de agosto de 1989, cuando más de un millón de personas formaron una cadena humana a lo largo de 600 kilómetros desde Tallin hasta Vilna.2​9​ Una semana antes de la protesta, la URSS había admitido la existencia del protocolo Ribbentrop-Mólotov, pero continuaba insistiendo en que los tres estados se habían adherido voluntariamente a la Unión Soviética.2​

La Unión Soviética terminó reconociendo la independencia de las tres repúblicas bálticas el 6 de septiembre de 1991.10​ Tras ese anuncio, Estonia, Letonia y Lituania ingresaron en la Organización de las Naciones Unidas el 17 de septiembre.11​

Estonia
Fachada del Parlamento de Estonia, frente al que se situaron muchas de las barricadas en prevención de posibles ataques soviéticos en 1991.

Con la aprobación de las reformas políticas en la URSS, se multiplicaron las manifestaciones de oposición política en la RSS de Estonia. Una de las primeras se produjo en la primavera de 1987, cuando una asociación ciudadana de Tartu consiguió detener los planes del gobierno soviético de crear nuevas minas de fosfato, mediante resistencia no violenta.11​12​ El éxito de la manifestación animó a los grupos en defensa de los derechos humanos y a los nacionalistas estonios para organizarse por la reinstauración de la independencia.11​

En el verano de 1987 hubo dos importantes movimientos organizativos. Por un lado, la creación de la Asociación por la Publicación del Pacto de Ribbentrop-Mólotov (MRP-AEG), encabezada por disidentes políticos y apoyada públicamente por congresistas de los Estados Unidos.11​ Y por otro lado, una carta abierta en la que políticos del Partido Comunista de Estonia (EKP) reclamaban la transición hacia una autonomía real, algo que propició un debate interno en el seno del partido. El 21 de octubre hubo una marcha en Võru para conmemorar a los caídos en la Guerra de Independencia de 1918 donde las autoridades permitieron banderas tricolores de Estonia, hasta entonces prohibidas.11​

Las concentraciones propiciaron que las premisas nacionalistas e independentistas fuesen asumidas por numerosos miembros del EKP. El 13 de abril de 1988, el dirigente Edgar Savisaar anunció en televisión la creación del Frente Popular de Estonia (Rahvarinne), en origen un grupo «de apoyo a la perestroika» que al poco tiempo se convirtió en la principal organización por la independencia de Estonia, responsable de la mayoría de marchas.13​ Uno de sus líderes fue Lennart Meri, posterior presidente estonio de 1992 a 2001.

Manifestantes en Tartu (1989).

Un punto de inflexión en los movimientos populares fue la celebración del tradicional Festival de la Canción Estona (Laulupidu) de junio de 1988. Cerca de 100.000 personas cantaron himnos y canciones patrióticas, algunas de ellas prohibidas.11​ Tras el festival, el Partido Comunista de la URSS cesó a Karl Vaino, miembro del sector más conservador, y nombró como nuevo Primer Secretario del EKP a Vaino Väljas, próximo al nacionalismo.11​14​ En septiembre del mismo año, el Frente Popular organizó otro festival musical en Tallin (Eestimaa laul) al que asistieron cerca de 300.000 personas, lo que suponía una quinta parte de la población.11​ La naturaleza artística de las marchas propició que Heinz Valk acuñara el término «Revolución Cantada» para referirse a la situación política del Báltico.15​

Después de que Gorbachov anunciase la creación del Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS, el Sóviet Supremo de Estonia funcionó como una verdadera cámara legislativa regional.16​ 

Entre las leyes aprobadas cabe destacar la declaración de soberanía (16 de noviembre de 1988), la aprobación del estonio como lengua oficial (enero de 1989), la ley de independencia económica (mayo de 1989, aceptada por la URSS) y las leyes de residencia para votar en las siguientes elecciones (agosto de 1989). El 24 de febrero de 1989 se alzó por primera vez la bandera tricolor en la torre del Pikk Hermann,11​ y el 26 de marzo hubo elecciones al Congreso de los Diputados en las que los candidatos adscritos al Frente Popular obtuvieron mayoría.11​

Al margen de las instituciones soviéticas, en febrero de 1989 se estableció un movimiento ciudadano, conocido como Congreso de Ciudadanos Estonios,17​ en el que podían registrarse cualquier ciudadano estonio por ius sanguinis y aspirantes a la ciudadanía, lo cual dejaba fuera al resto (principalmente, estonios rusos).18​ Un año después había inscritas más de 600.000 personas.18​ El Congreso de Estonia, celebrado del 11 al 12 de marzo, contó con 499 representantes.19​

El 18 de marzo de 1990 se celebraron elecciones legislativas democráticas —las primeras desde 1932— en las que los favorables a la independencia obtuvieron 73 de los 105 escaños en juego. Se eligió como presidente del Sóviet Supremo al excomunista Arnold Rüütel, mientras que Edgar Savisaar fue nombrado primer ministro.20​ Pese a las advertencias de Moscú, Estonia hizo una primera declaración de independencia el 8 de mayo de 1990, aunque en unos términos más suaves que la lituana al mantener la Constitución de la URSS mientras se redactaba la estonia.17​

La URSS no reconoció esa votación. Después de que los tanques soviéticos irrumpiesen en Lituania en enero de 1991, los estonios organizaron laberínticas barricadas alrededor del parlamento.21​ Por su parte, Rüütel y Savisaar priorizaron las relaciones diplomáticas con el presidente del Soviet Supremo de Rusia, Borís Yeltsin, para que intercediera ante Gorbachov y evitara así un derramamiento de sangre.21​

El 3 de marzo de 1991 la declaración de independencia fue aprobada en referéndum con un alto porcentaje de apoyo (78%) y participación (82% del censo).22​ La consulta se celebró dos semanas antes del referéndum sobre el futuro de la URSS. Aunque la URSS trató de mantener el control de la situación, el 19 de agosto hubo un intento de golpe de Estado que precipitó los acontecimientos. Al día siguiente, el 20 de agosto de 1991, el parlamento proclamó la restauración de la independencia de la República de Estonia. Rusia y la Comunidad Europea la reconocieron en una semana,23​24​ mientras que la URSS lo hizo el 6 de septiembre.10​

La prudencia estratégica de los estonios propició que el país consiguiera la independencia sin lamentar víctimas mortales, siendo la única república exsoviética donde eso ha ocurrido.12​21​

Letonia
Monumento a la Libertad de Riga, en honor a los caídos en la guerra de independencia de 1918.

El movimiento nacionalista en la RSS de Letonia fue denominado «Tercer Despertar Nacional» (latviešu tautas atmoda), en continuación de los Jóvenes Letones (década de 1850) y de la proclamación de independencia de 1918. Igual que sucedió en Estonia, las movilizaciones surgieron a raíz de una protesta ciudadana tolerada en el glásnost: en 1986 un grupo de ciudadanos fundó la ONG «Club de Protección Medioambiental» (VAK, por sus siglas en letón) contra la construcción de una central hidroeléctrica sobre el río Daugava.25​ Un joven periodista, Dainis Īvāns, logró reunir más de 30.000 firmas que forzaron la cancelación del proyecto.26​ Ese éxito fue emulado por los nacionalistas letones, que se reorganizaron en el colectivo «Helsinki-86» para reclamar derechos humanos y la reinstauración de la soberanía.26​

El 14 de junio de 1987, los miembros de Helsinki-86 organizaron una ofrenda floral en el Monumento a la Libertad de Riga, símbolo de la independencia de Letonia, en homenaje a los letones que fueron deportados ese mismo día en 1941 y a la que asistieron 5000 personas.27​ La sociedad trató de repetirlo el 23 de agosto para denunciar el protocolo «Ribbentrop-Mólotov», pero esta vez la multitud fue dispersada con chorros de agua.28​ Con el paso del tiempo, Helsinki-86 fue desplazado por diferentes movimientos nacionalistas y por debates en el seno del Partido Comunista de Letonia (LKP) sobre la protección de idioma letón, la rusificación y la soberanía económica.29​

La música también jugó un papel importante en el despertar nacional, con dos eventos destacados: el estreno de la ópera rock Lāčplēsis —basada en el héroe nacional—,30​ y la celebración del Festival de la Canción y Danza de Letonia en 1990.31​

El 8 de octubre de 1988 fue fundado el Frente Popular de Letonia (LTF, Latvijas Tautas fronte) que aglutinaría a los distintos grupos nacionalistas. La formación estaba liderada por Dainis Īvāns y contó desde el principio con el beneplácito de miembros moderados del LKP, entre ellos el presidente del Soviet Supremo Anatolijs Gorbunovs. En menos de un año se superaron los 250.000 miembros, en su gran mayoría de etnia letona.32​ Y aunque el LTF contemplaba al principio distintas sensibilidades, a partir de 1989 defendería la independencia como única solución. Esto provocó que muchas personas de etnia rusa, llegadas durante la rusificación, fuesen más favorables al Inferfront, un movimiento popular prosoviético.33​

En el plano político, los nacionalistas letones habían conseguido que la mayoría de miembros del LKP apoyasen sus postulados y rompieran con el PCUS a partir de 1990. E igual que sucedió en Estonia, se estableció un Comité de Ciudadanos al que podían registrarse letonios por ius sanguinis.34​ En las elecciones al Sóviet Supremo de marzo, el Frente Popular obtuvo mayoría absoluta con 134 de los 200 escaños en juego, más de dos tercios.35​ El reformista Anatolijs Gorbunovs fue nombrado presidente, mientras que Ivars Godmanis, líder del LTF, asumió como primer ministro. La cámara principal pasó a llamarse «Consejo Supremo de la República de Letonia» hasta la reinstauración de la Saeima.36​



Siguiendo los pasos de Lituania, el 4 de mayo de 1990 el Consejo Supremo aprobó el «inicio de la reinstauración de la independencia de Letonia», la recuperación de la Constitución de Letonia de 1922 y una relación exterior con la URSS basada en el Tratado de Riga.37​ Además, el letón pasó a ser la única lengua oficial. A pesar de que los letones desarrollaron una nueva legislación para garantizar el éxito de la independencia, la URSS se negó a reconocerles y prestó apoyo a fuerzas prosoviéticas letonas para derrocar al nuevo gobierno. Durante los meses siguientes se produjo la llegada de miembros del KGB y del OMON (boinas negras) a distintas ciudades del país, en las que incluso se produjeron altercados.38​

El ataque de las tropas soviéticas en Lituania del 11 de enero precipitó los acontecimientos. Ante el temor de que lo mismo pudiera suceder en Letonia, el Frente Popular pidió a los ciudadanos que montaran barricadas para defender las instituciones. Aunque la premisa era la resistencia no violenta, hubo seis víctimas mortales en los enfrentamientos, cinco de ellas tras la toma del Ministerio del Interior por parte del OMON.39​

El 3 de marzo de 1991 la declaración de independencia fue aprobada en referéndum con un alto porcentaje de apoyo (74%) y participación (87,6%).40​ La consulta se celebró dos semanas antes del referéndum sobre el futuro de la URSS. Finalmente, el intento de golpe de Estado del 20 de agosto llevó a que el Gobierno de Letonia proclamara, al día siguiente, la «culminación del proceso de independencia». Rusia y la Comunidad Europea la reconocieron en una semana,23​24​ mientras que la URSS lo hizo el 6 de septiembre.10​

Lituania

De las tres naciones bálticas, la RSS de Lituania fue la primera en completar la Revolución Cantada. A pesar de las tímidas reformas de Gorbachov, el Partido Comunista de Lituania (LKP) estuvo dirigido por líderes que se negaban a desarrollarlas: Petras Griškevičius (1974-1987) y Ringaudas Songaila (1987-1988). La actividad disidente se limitaba entonces a organizaciones clandestinas como la Liga Libertaria de Lituania (LLL), que protagonizó las primeras protestas nacionalistas, o el Comité de Defensa de los Derechos Religiosos.41​

El 3 de junio de 1988 se creó un grupo de apoyo al glasnost, el Movimiento Reformista de Lituania (más conocido por Sąjūdis), liderado por el profesor Vytautas Landsbergis, que acabaría canalizando las movilizaciones populares.41​ Entre otros aspectos reclamaban el cumplimiento de los derechos humanos, el lituano como idioma oficial, la libertad de culto y el cierre de la Central Nuclear de Ignalina. El Sąjūdis era más moderado que el LLL y obtuvo un mayor apoyo social desde el principio, incluso entre miembros del LKP como Algirdas Brazauskas.42​

Lituania venía celebrando festivales de cantos y danzas tradicionales desde 1924, por lo que la tradición musical tuvo su reflejo en las protestas.8​ Los manifestantes acudían al parque Vingio para cantar no solo himnos patrióticos tradicionales, sino también himnos católicos. Algunos intérpretes de la época adaptaron textos de poetas nacionales como Bernardas Brazdžionis y Justinas Marcinkevičius.8​ Y en el Festival de Coros de Lituania de 1988, los intérpretes enarbolaron banderas tricolores por primera vez.8​

Después de que las autoridades soviéticas reprimieran con violencia una marcha del LLL, Songalia fue cesado y el PCUS nombró al moderado Algirdas Brazauskas al frente del LKP.43​ A partir de esa fecha se produjeron concesiones: el 21 de octubre de 1988 se devolvió la catedral de Vilna a la comunidad católica,44​ y el 20 de marzo de 1989 se recuperaron la bandera e himno de la Lituania independiente.45​

En las elecciones al Congreso de los Diputados de la URSS, todos los miembros electos estaban vinculados directa o indirectamente al Sąjūdis.42​ La cámara lituana hizo una declaración de soberanía en mayo de 1989,42​ y seis después, tras el éxito de la Cadena Báltica, el LKP se desligó del PCUS y renunció al monopolio de poder que ostentaba, permitiendo elecciones legislativas pluripartidistas.46​ Los miembros adscritos al Sąjūdis —que rechazó constituirse en partido político— prometieron una declaración inmediata y se oponían a cualquier negociación con Moscú.47​ Al final, en los comicios al Sóviet Supremo del 24 de febrero de 1990, el Sąjūdis obtuvo 91 de los 135 escaños en juego.47​ Vytautas Landsbergis fue elegido presidente del nuevo gobierno.48​

El 11 de marzo de 1990, el nuevo Consejo Supremo aprobó la «Declaración de Restablecimiento de Independencia del Estado de Lituania», con 124 diputados a favor, seis abstenciones y ningún voto en contra.49​48​ Lituania se convirtió así en la primera república que anunciaba su independencia de la Unión Soviética. 

El documento suscitó un entrentamiento directo con Moscú al rechazar por completo su autoridad, asegurando que la declaración de 1918 «nunca perdió su valor legal y constituye la fundación constitucional». Además de no obtener reconocimiento internacional, la URSS impuso en abril un bloqueo económico que duró tres meses.50​ El parlamento lituano accedió a suspender la declaración de independencia unos cien días para negociar con la URSS,51​ pero no hubo avances significativos y la crisis económica y social se agravó.42​ Ante esa situación, Landsbergis pidió a los independentistas que organizaran escudos humanos para defender las instituciones. Por otro lado, se creó un Comité de Defensa paramilitar liderado por Audrius Butkevičius que pudiera prevenir cualquier ataque externo.52​

Un manifestante lituano se enfrenta a los tanques del ejército soviético (1991).

Finalmente, el 11 de enero la URSS inició una intervención militar para recuperar el control. El Ejército Rojo tomó por asalto la radiotelevisión lituana y la torre de TV de Vilna,53​ aunque no pudieron hacerse con el parlamento por una masiva contramanifestación ciudadana.2​ En total fallecieron 14 personas —trece manifestantes y un soldado del KGB por fuego amigo— y otras 700 resultaron heridas. Una década después, Butkevičius reconoció en una entrevista que sus francotiradores habían disparado contra la muchedumbre en la torre de TV para hacer creer que el KGB les había atacado.52​ Por otro lado, tropas del OMON habían matado a ocho guardias del Cuerpo Fronterizo Lituano en Medininkai.54​

El 9 de febrero de 1991 se celebró el referéndum de independencia con un alto porcentaje de apoyo (93%) y participación (84,7%).55​

Los llamados «Sucesos de Enero» (Sausio įvykiai) fueron un punto de inflexión para que las repúblicas bálticas tuvieran reconocimiento. Islandia apoyó la independencia de Lituania el 11 de febrero de 1991 y fue seguida por Dinamarca dos semanas más tarde.56​ Sin embargo, la mayoría de la comunidad internacional solo lo hizo después del intento de golpe de Estado en la URSS; el 20 de agosto, Letonia y Estonia siguieron los pasos de Lituania. Rusia y la Comunidad Europea reconocieron a los tres nuevos estados,23​24​ mientras que la URSS lo hizo el 6 de septiembre.10​

Link

https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_Cantada


German occupation of Estonia during World War II

After Nazi Germany invaded the Soviet Union on June 22, 1941, Army Group North reached Estonia in July. Initially the Germans were perceived by most Estonians as liberators from the USSR and its repressions, having arrived only a week after the first mass deportations from the Baltics. Although hopes were raised for the restoration of the country's independence, it was soon realized that they were but another occupying power. The Germans pillaged the country for their war effort and unleashed The Holocaust in Estonia during which they and their collaborators murdered tens of thousands of people (including ethnic Estonians, Estonian Jews, Estonian Gypsies, Estonian Russians, Soviet prisoners, Jews from other countries and others).[1] For the duration of the occupation, Estonia was incorporated into the German province of Ostland.

Occupation



German advance in Latvia, Estonia and on the Leningrad front from June to December 1941





Nazi Germany invaded the Soviet Union on June 22, 1941.

Three days later, on June 25, Finland declared herself to once again be in a state of war with the USSR, starting the Continuation War. On July 3, Joseph Stalin made his public statement over the radio calling for scorched-earth policy in the areas to be abandoned. Because the northernmost areas of the Baltic states were the last to be reached by the Germans, it was here that the Soviet destruction battalions had their most extreme effects. The Estonian forest brothers, numbering about 50,000, inflicted heavy casualties on the remaining Soviets; as many as 4,800 were killed and 14,000 captured.

Even though the Germans did not cross the Estonian southern border until July 7–9, Estonian soldiers who had deserted from Soviet units in large numbers, opened fire on the Red Army as early as June 22. On that day, a group of forest brothers attacked Soviet trucks on a road in the district of Harju.[2] The Soviet 22nd Rifle Corps was the unit that lost most men, as a large group of Estonian soldiers and officers deserted from it. Furthermore, border guards of Soviet Estonia were mostly people who had previously worked for independent Estonia, and they also escaped to the forests, becoming one of the best groups of Estonian fighters. An Estonian writer Juhan Jaik wrote in 1941: "These days bogs and forests are more populated than farms and fields. The forests and bogs are our territory while the fields and farms are occupied by the enemy [e.g. the Soviets]".[2]

The 8th Army (Major General Ljubovtsev), retreated in front of the 2nd corps of the German Army behind the Pärnu River - the Emajõgi River line on July 12. As German troops approached Tartu on July 10 and prepared for another battle with the Soviets, they realized that the Estonian partisans were already fighting the Soviet troops. The Wehrmacht stopped its advance and hung back, leaving the Estonians to do the fighting. The battle of Tartu lasted two weeks, and destroyed most of the city. Under the leadership of Friedrich Kurg, the Estonian partisans drove out the Soviets from Tartu on their own. In the meanwhile, the Soviets had been murdering citizens held in Tartu Prison, killing 192 before the Estonians captured the city.

At the end of July the Germans resumed their advance in Estonia working in tandem with the Estonian Forest Brothers. Both German troops and Estonian partisans took Narva on August 17 and the Estonian capital Tallinn on August 28. On that day, the Soviet flag shot down earlier on Pikk Hermann was replaced with the Flag of Estonia by Fred Ise. After the Soviets were driven out from Estonia, German troops disarmed all the partisan groups.[3] The Estonian flag was soon replaced with the flag of Nazi Germany, and the 2,000 Estonian soldiers that took part in the parade in Tartu (July 29), were disbanded.[4]

Most Estonians greeted the Germans with relatively open arms and hoped for the restoration of independence. Estonia set up an administration, led by Jüri Uluots as soon as the Soviet regime retreated and before German troops arrived. Estonian partisans that drove the Red Army from Tartu made it possible. 

That all was for nothing since the Germans had made their plans as set out in Generalplan Ost,[5]:54 they disbanded the provisional government and Estonia became a part of the German-occupied "Ostland". A Sicherheitspolizei was established for internal security under the leadership of Ain-Ervin Mere.

In April 1941, on the eve on the German invasion, Alfred Rosenberg, Reich minister for the Occupied Eastern territories, a Baltic German, born and raised in Tallinn, Estonia, laid out his plans for the East. According to Rosenberg a future policy was created:

Germanization (Eindeutschung) of the "racially suitable" elements.
Colonization by Germanic people.
Exile, deportations of undesirable elements.




  Rosenberg felt that the "Estonians were the most Germanic out of the people living in the Baltic area, having already reached 50 percent of Germanization through Danish, Swedish and German influence". Non-suitable Estonians were to be moved to a region that Rosenberg called "Peipusland" to make room for German colonists.[6]

The removal of 50% of Estonians was in accordance with the Nazi Generalplan Ost plan, the elimination of all Jews, was just the start.[5]:54

The initial enthusiasm that accompanied the liberation from Soviet occupation quickly waned as a result and the Germans had limited success in recruiting volunteers. The draft was introduced in 1942, resulting in some 3400 men fleeing to Finland to fight in the Finnish Army rather than join the Germans. Finnish Infantry Regiment 200 (Estonian: soomepoisid 'Finnish boys') was formed out of Estonian volunteers in Finland.

With the Allied victory over Germany becoming certain in 1944, the only option to save Estonia's independence was to stave off a new Soviet invasion of Estonia until Germany's capitulation.

Link


https://en.wikipedia.org/wiki/German_occupation_of_Estonia_during_World_War_II

Consecuencias inmediatas

La ocupación de las repúblicas bálticas generalmente se refiere a la ocupación de Estonia, Letonia y Lituania por la Unión Soviética o la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y a la presencia soviética en el Báltico desde 1940 hasta el restablecimiento de su independencia.

Rusia sigue manteniendo que la anexión soviética de las repúblicas bálticas era legal y que la Unión Soviética liberó los países de los nazis, no haciendo caso del hecho que este había ocupado ya el Báltico según los términos del Protocolo adicional secreto al Pacto Mólotov-Ribbentrop entre Hitler y Stalin y el posterior Tratado Germano-Soviético de Amistad, Cooperación y Demarcación.


A la ocupación soviética se opusieron movimientos de resistencia que operaron como guerrillas, fueron los llamados Hermanos del Bosque. En Estonia unas 30.000 a 40.000 personas se refugiaron en los bosques, aunque es incierto el número de partisanos.2​ Aunque en 1951 se habían reducido a 20.000 resistentes.3​ En Letonia se formaron dos grandes organizaciones partisanas que sumaban en total 20.000 combatientes.4​ En Lituania murieron 20.000 a 30.000 partisanos, aunque se desconoce la cifra que rebeldes que llegó a haber.5​ Estos movimientos operaron hasta 1956 aunque ya desde 1948 sólo realizaban operaciones esporádicas.


Alemania ocupó los países del Báltico después de la invasión de la Unión Soviética en 1941 durante la Operación Barbarroja. La política alemana en el área era también áspera, culminando en el Holocausto en las tierras Bálticas. Las autoridades de ocupación alemanas colaboraron con partes de la población local en el área que, sobre todo en las primeras etapas de la ocupación, vio a los alemanes como una posibilidad de evitar la dominación por la URSS y los comunistas. Cuando se hizo claro que los nazis no concordarían con el restablecimiento de la estructura del Estado independiente y la ocupación se hizo cada vez más brutal, la población local se volvió en contra los alemanes.[cita requerida]


Los nazis encuadraron todos los países del Báltico (excepto Memel (Klaipėda) región anexada a Gran Alemania en 1939) y la mayor parte de Bielorrusia en el Reichskommissariat Ostland, una colonia en la cual las cuatro nacionalidades predominantes tenían poco papel en la forma de gobierno. Heinrich Lohse, un político Nazi alemán, fue Reichskommissar hasta su huida del avance soviético.[cita requerida]


Uno de los proyectos nazis para la colonización de territorios conquistados en el Este, conocido como Generalplan Ost, pidió la deportación al por mayor de aproximadamente dos tercios de la población natal de territorios de los países del Báltico en caso de una victoria alemana. El tercio restante debía ser o exterminado in situ, usados como trabajadores esclavos o germanizados en caso de ser suficientemente arios, mientras cientos de miles de pobladores alemanes debían ser trasladados en los territorios conquistados.


Reocupación soviética

La Unión Soviética ocupó de nuevo los países del Báltico como parte de la Operación Ofensiva Estratégica Báltica, una operación militar y política de dos pliegues para derrotar a las fuerzas alemanas "y la liberación de los pueblos Bálticos soviéticos" comenzando en el otoño de verano 1944, durando hasta la capitulación de fuerzas alemanas y letonas en el Cerco de Curlandia en el mayo de 1945, y ellos fueron gradualmente absorbidos en Unión Soviética. 

El 12 de enero de 1949 el Consejo soviético de Ministros publicó un decreto sobre "la expulsión y deportación" de bálticos "de todos los kuláks y sus familias, las familias de bandidos y nacionalistas", y otros. Se estima que más de 200.000 personas son deportadas del Báltico en 1940-1953. Además, al menos 75.000 fueron enviados al Gulag. El 10 % de la población Báltica adulta entera fue deportado o enviado a campamentos de trabajo. 


Consideraciones históricas
En Europa del Norte, el destino de los pequeños países durante la Segunda Guerra Mundial varió bastante. Dinamarca y Noruega fueron ocupadas por Alemania; Suecia tuvo que hacer algunas concesiones, pero con una política exterior hábil y unos militares creíbles, fue capaz de mantenerse fuera de la guerra.


Estonia, Letonia y Lituania fueron ocupadas y anexionadas por la Unión Soviética y pasaron 50 años antes de que recobraran su independencia en la revoluciones de 1989 (ver: Cadena Báltica). Finlandia, que geográficamente estaba en la posición menos ventajosa que Suecia, tuvo que soportar tres guerras (Guerra de Invierno, Guerra de Continuación y Guerra de Laponia) con pérdidas territoriales, y tuvo que doblar su política exterior a favor de la Unión Soviética después de la guerra (finlandización), pero esta mantuvo el sistema político democrático independiente y capitalista después de la Segunda Guerra Mundial

Ocupación de las repúblicas Bálticas

Los hermanos del bosque

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