domingo, 10 de junio de 2012

Escritos Ilustrativos sobre los caviares

Reproduzco dos importantes artículos escritos por dos filosofos, profesores universitarios,  sobre el termino caviar. Ambos ilustran sobre la pobre situación que presenta el nivel de  intransigencia de los sectores que a ultranza defienden posiciones liberales.  

Por Eduardo Hernando Nieto
Hace algunas semanas he estado participando en un debate con un representante de la llamada izquierda liberal[1] al cual se han unido otros de sus adeptos todos ellos por supuesto barnizados con la etiqueta de académicos y mostrando una erudición digna de mejor causa.

Justamente Gonzalo Gamio (uno de los representantes intelectuales de la de izquierda “liberal”) no se cansa de subrayar (y sus epígonos también) lo incoherente de mi discurso, lo bizarro (dice él) y por supuesto la falta de peso filosófico del mismo. Sin embargo, parece que son ellos mis más fervientes lectores a pesar de que mi discurso no sea racional o no puede ser decodificado por sus luminosas mentes. ¿Por qué perder su tiempo leyéndome o escribiendo sobre mis textos? Hasta ahora no encuentro una respuesta quizá algún psicoanalista pueda ayudarlos, de hecho hay muchos por allí !!

Por otro lado, yo diría más bien que las simplificaciones de mi discurso vienen de su parte y en realidad creo que no es correcto hablar de mi discurso sino que yo solo trata de reproducir este discurso metapolítico que he ido articulando cada vez de forma más coherente desde el momento que inicie su lectura, (hace muchos años ya) y se trata en realidad de trasmitir una tradición de pensamiento que no responde a un autor particular pues eso correspondería más a un signo de la vanidad y banalidad que impera en el mundo moderno .

Para continuar leyendo todo el artículo publicado en Nomos contra Anomos
 Eduardo Ernando Nieto


 Eduardo Hernando Nieto

Si bien el término caviar puede sonar poco elegante o serio, es sin embargo más ilustrativo que el concepto “Liberalismo de izquierda”, que es como los académicos afines a esta visión del mundo prefieren ser identificados.
   No obstante mi interés en este momento no es entrar en precisiones semánticas sino más bien trazar una línea de contacto muy firme entre lo que representa este discurso ideológico y lo que el profesor alemán Eric Voegelin, denominó con el nombre de Gnosticismo [1], vale decir, aquella forma de pensamiento que se caracterizaría concretamente por mostrar una insatisfacción respecto al mundo en el que se vive y de allí que sea absolutamente necesaria su transformación inmediata [2].
   Precisamente en su trabajo Science, Politics and Gnosticism, se podrían conocer concretamente cuales eran las principales características del gnosticismo que si bien constituyó un movimiento religioso de la antigüedad – contemporáneo del cristianismo – sus ecos aun serían percibidos - y quizá con mayor fuerza – en estos días. Así Voegelin señalaba:

1. Insatisfacción con la situación actual
2. Creencia de que los aspectos insatisfactorios de la situación actual es el resultado de un mundo muy pobremente organizado
3. La salvación del mal que impera en el mundo es posible
4. Creencia de que para que la salvación ocurra la constitución del ser, vale decir, la naturaleza humana y la estructura de la realidad tiene que ser transformada en historia
5. Creencia de que la transformación del mundo es factible a través de la acción humana, especialmente la acción política
6. Porque la transformación del orden del Ser es posible, los seres humanos pueden iniciarlo de manera inmediata a través de un plan creado por medio de la gnosis, esto es, del conocimiento secreto del mundo que permite desentrañar sus misterios y producir entonces su cambio total.
   Así pues, como señalaría Voegelin, los gnósticos jugaban el papel de los profetas que revelan la ideología de la salvación y aparecería finalmente como un cristianismo escatológico [3]. Tal concepto a su vez, le serviría al profesor alemán como una estructura capaz de analizar la crisis de occidente en sus múltiples facetas (ismos) como el marxismo, el progresismo, el positivismo o el socialismo por ejemplo.

Continuar con la lectura del artículo publicado en Nomos contra Anomos


Pablo Quintanilla

La palabra caviar fue acuñada a principios de los ochenta en Francia, durante el gobierno de François Mitterrand, básicamente por los sindicalistas y comunistas franceses. Estos veían con cierta sospecha e incomodidad —y probablemente con algo de envidia— que un grupo de entonces jóvenes intelectuales, con muy buena formación universitaria y de procedencia burguesa, tuviera el atrevimiento de considerarse de izquierda, algo que, según los comunistas, solo ellos podrían ser: gente del pueblo trabajador. Para el determinismo histórico de la ortodoxia marxista, “el ser social determina la conciencia social”, con lo cual resulta inauténtico que se considere de izquierda a alguien que no pertenece al proletariado. Un joven y fino intelectual de izquierda sería un bobó, contracción de bourgeois-bohème, o un caviar.
   A esos intelectuales se les acusaba de atribuirse a sí mismos una mayor conciencia política o responsabilidad social, dada su formación intelectual, y un cierto, aunque nunca reconocido, desdén por el proletariado poco educado. Algunos de estos célebres caviares, egresados del exclusivo colegio Henri IV de París, fueron ministros de Mitterrand, como Laurent Fabius, Jacques Lang y el ahora célebre Dominique Strauss Kahn. Es interesante que la acusación de caviar procediera de una ultraizquierda poco sofisticada intelectualmente y celosa de la preparación intelectual de los supuestos caviares. Más interesante aún es que el calificativo de caviar presuponga, de parte de quien lo emplea, una concepción marxista ortodoxa de la historia según la cual hay incompatibilidad entre proceder de los sectores burgueses y tener un pensamiento progresista.

Continuar con el escrito publicado en Peru16

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