domingo, 30 de junio de 2024

DELFOS, EL ORÁCULO DEL DIOS APOLO. BITÁCORA DE CAYETANO ACUÑA VIGIL.

 Delfos, el oráculo del dios apolo

El santuario de Delfos es tan antiguo que sus orígenes se pierden en la bruma de la mitología. La leyenda dice que estuvo consagrado a Gea, diosa de la tierra, y a su hija Temis, hasta que llegó Apolo, engañado por la ninfa Telfusa. Esta le había asegurado que el lugar era ideal para fundar un oráculo, sin advertirle que allí vivía una serpiente monstruosa.


SIBILA

En Delfos, lugar que los griegos consideraban el ombligo de la tierra, existía un templo del dios Apolo ya en el siglo VIII a.C., y desde entonces se estableció una red de peregrinaje que unía toda Grecia con ese lugar. Lo habitual era que las ciudades o polis enviasen delegaciones sagradas (theoría) que debían transmitir al oráculo preguntas sobre los asuntos públicos. Junto a los comisionados oficiales viajaban consultantes privados, cuyas preguntas debían de diferir, lógicamente, de las que formulaba la ciudad.

La función esencial del oráculo no era predecir el futuro, sino proveer de sanción divina a las decisiones políticas de las ciudades.

Aunque al santuario acudía multitud de peregrinos en busca de alguna orientación sobre decisiones que debían tomar, la función esencial del oráculo no era predecir el futuro, sino proveer de sanción divina a las decisiones políticas de las ciudades: ratificaba leyes e incluso constituciones, aprobaba la fundación de nuevas ciudades y de colonias, aconsejaba empresas bélicas o las censuraba. Aunque Delfos no intervenía directamente en la política de las ciudades, sus oráculos podían ser usados como arma política en caso necesario.

LA LLEGADA AL SANTUARIO

Cuando los peregrinos llegaban al pie del monte Parnaso, donde estaban la ciudad de Delfos y el recinto de Apolo, los recibía el próxenos, el embajador que cada polis tenía en el santuario y que atendía por igual a embajadores y a ciudadanos particulares.

Lo primero que encontraban los viajeros, a un kilómetro y medio del recinto, era la zona conocida como Marmaria por los mármoles de los edificios allí construidos, entre ellos el templo circular de Atenea Pronaia. Luego los peregrinos pasaban por la fuente Castalia, que brotaba entre las dos piedras Fedríades («brillantes»), y se purificaban con sus aguas. Acto seguido entraban en procesión por la vía Sacra, ya en el interior del santuario propiamente dicho.

Después la vía llegaba al templo de Apolo, más arriba del cual se encontraban la palestra, el gimnasio, el estadio y el teatro. Este edificio, con capacidad para unos 5.000 espectadores, acogía los certámenes artísticos de los juegos píticos, que se celebraban en honor de Apolo e incluían competiciones atléticas y celebraciones religiosas.

LA CONSULTA AL ORÁCULO DE DELFOS

Frente al templo estaba el altar para los sacrificios. Las consultas al oráculo se «pagaban» en forma de sacrificio o de pastel: el propio templo vendía los animales que debían sacrificarse y las tartas sagradas (pélanos).

Poco sabemos de la organización en el interior del templo. Allí se encontraban la sacerdotisa pitia, por cuya boca hablaba Apolo, y el cuerpo de sacerdotes que la atendía y que se repartía las diferentes tareas. 

Plutarco, que además de historiador y biógrafo fue sacerdote de Apolo en Delfos, no sólo ignora el procedimiento descrito, sino que su narración es incompatible con el mismo. Este autor, que vivió a caballo de los siglos I y II d.C., explica que el ádyton estaba abierto a los consultantes y no era una habitación secreta; y no dice nada sobre el frenesí o trance de la pitia, ni sobre lo incoherente de sus palabras.

Por su parte, el historiador Heródoto, que vivió en el siglo V a.C., relata la entrada del dirigente espartano Licurgo en el recinto de la sacerdotisa y afirma que ella le habla directamente, sin esperar siquiera a su pregunta y, de hecho, le dicta la constitución espartana. También Jenofonte parece tener una relación directa con la pitia cuando, a finales del siglo V a.C., le pregunta a qué dioses debe encomendarse para tener éxito en el viaje que luego narrará en su Anábasis, el épico itinerario de un ejército de mercenarios griegos a través del Imperio persa.

Es más, algunos ejemplos de consultas históricas que conservamos presuponen no sólo que la pitia estaba presente ante los consultantes, sino que se dirigía directamente a ellos

Durante la guerra, por ejemplo, los atenienses se acostumbraron a visitar el oráculo de Dodona porque Delfos había caído en manos espartanas. El prestigio de Delfos comenzó su declive tras la muerte de Alejandro, en 323 a.C., aunque continuó siendo un centro de atracción durante la época helenística y el período romano. Por fin, en 391 d.C., el emperador romano Teodosio decretó el cierre de todos los oráculos y la prohibición de la adivinación de cualquier tipo. El cristianismo había silenciado la voz de los antiguos dioses.

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/delfos-oraculo-dios-apolo_7276


LA SIBILA


SIBILA ERITREA


La sibila es un personaje de la mitología griega y romana. Se trata de una profetisa, inspirada en ocasiones por Apolo,1​ capaz de conocer el futuro.

La más importante de todas en la mitología romana era la sibila cumana. Otras tradiciones afirman que su padre fue Zeus, fruto de su relación con una hija de Poseidón llamada Lamia, por lo que su don es de origen divino. También hay tradiciones que citan a Herófila como hija de Zeus.​

Historia y evolución

El término castellano Sibila es un calco del latín: Sybilla, derivado a su vez del griego: Σῐ́βυλλᾰ (Sibylla).​ Varrón hacía provenir su nombre del griego eólico sioboulla, equivalente al ático theobule, "Concilio divino".6​ Esta etimología, aceptada por Lactancio, ha sido puesta en duda a partir del siglo xix, proponiéndose etimologías semíticas​ o itálicas.

Iconografía en el arte

La iconografía cristiana a través del arte representó a las sibilas durante toda la Edad Media y durante los siglos siguientes, siendo el gran apogeo en el Renacimiento. En la Edad Media se las representaba como simbolismo del mesianismo de Jesús. En el siglo xiii la sibila Eritrea aparece en el Dies Irae de Tomás de Celano anunciando el fin del mundo.

En la época renacentista son abundantes las representaciones de sibilas. Los grandes pintores como Rafael (iglesia de Santa María de la Pace en Roma) y Miguel Ángel (Bóveda de la Capilla Sixtina del Vaticano) así lo demostraron en sus obras.11​ Miguel Ángel pintó en esta bóveda, intercaladas con cinco profetas, las cinco sibilas12​ más representativas en su época, que son:

Sibila eritrea,​ Sibila pérsica.​, Sibila líbica​, Sibila cumana​, Sibila délfica.​

Los primeros escritores griegos solo hablan de una sibila. Se cree que se refieren a la sibila llamada Herófila, quien profetizó la guerra de Troya.

Bibliografía

Grimal, Pierre (1986). Diccionario de mitología griega y romana. Buenos Aires: Paidós Ibérica, S.A.

Las sibilas en el Proyecto Perseus.

Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana, p.478, voz «Sibila». Ediciones Paidós, Barcelona, 1981.

https://es.wikipedia.org/wiki/Sibila



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