Ciudades incongruentes: Tarifa, Ceuta y Melilla
Estas ciudades son un testimonio más de las
inconsistencias e incongruencias de la
geopolítica actual. Tarifa es una ciudad española localizada
en las cercanías de Gibraltar sobre el estrecho, es un receptor diario de migrantes que buscan
una alternativa a su estatuto humano.[1]
Melilla,
ciudad española en pleno territorio árabe,
es un quiste que la debilidad del Estado marroquí hasta ahora no ha podido
resolver, y que es diariamente acosada por migrantes que aprovechándose de la
lenidad frente al problema de su ubicación, se convierte en puerta de entrada
al continente europeo [2].
Ceuta
es una ciudad autónoma de España,
situada en la península Tingitana, en la orilla africana
del estrecho de Gibraltar.
La finalidad de la conquista y pertenencia de los
territorios en el norte de África a la Corona de España no era otro que la de
servir de frontera para la expansión del Islam en el norte de África
Es precisamente a finales del siglo XIX, tras la
pérdida de las últimas colonias españolas en América, cuando España redescubre
el valor de sus posesiones fronterizas en el norte de África, considerándolas,
mejor, volviéndolas a considerar como un medio de penetración en esta zona que
se plasmará en la formación del Protectorado español en la zona norte de Marruecos.
Ceuta
está enfrente de la base de Gibraltar, posee un buen puerto, una fortaleza en
el monte Hacho que nos recuerda la importancia histórica de la ciudad, así como
polvorines y depósitos de combustible.
Melilla
está algo más alejada del Estrecho, pero a una distancia adecuada para poder
constituir un activo de importancia en el control de los accesos orientales del
Estrecho de Gibraltar. En su parte antigua, tiene también una fortaleza, posee
un puerto aceptable, un aeropuerto con una pista de tamaño reducido, y
depósitos de combustible. Los peñones e islotes están también fortificados.
Hay que hacer notar que las misiones de vigilancia
del Estrecho de estos territorios no son en la actualidad de tanta importancia
como las que se realizan en Gibraltar, pero no cabe duda que constituirían un
activo muy importante en manos de un país que pudiera permitir su utilización a
los países del Pacto de Varsovia o que los utilizara para chantajear a los
países de la OTAN, un juego que ciertamente no ha excluido el reino de Marruecos
en alguna ocasión tras la independencia.
En este contexto deben encuadrarse los
territorios españoles en el norte de África, que si bien, no cumplen las
funciones que la base de Gibraltar o la base de Rota realizan en la actualidad,
son unos activos cuya posesión por un país sometido a serias incertidumbres
sobre su estabilidad futura, debilitaría la estabilidad de la zona del Estrecho
tal como hasta ahora ha venido planeándose, y los presupuestos sobre los que el
mundo occidental ha podido desarrollar sus actividades hasta el presente.
Sin embargo, este planteamiento choca con una
realidad innegable, la vulnerabilidad de los territorios españoles en el norte
de África.
Aparte de estas consideraciones hay que hacer
notar la vulnerabilidad también de Ceuta y Melilla, sobre todo de
esta última, que no posee un hinterland adecuado, fácilmente abatibles desde
las alturas próximas.
Aquí se debe tener en cuenta el peligro de desestabilizar
la monarquía marroquí, que sería la más perjudicada en una confrontación, y
también la monarquía española, en caso de cesiones precipitadas.
Tambien esta la situación de la política
exterior española, teniendo varios frentes abiertos, sobre la participación de España
en la OTAN, estando en curso las negociaciones difíciles para la reducción de
la presencia militar norteamericana en España y localizada sine die la negociación sobre la soberanía de Gibraltar.
Lo que
resultaría desastroso es ceder unos territorios, por una mala política, teniendo
empantanado el problema de Gibraltar. La solución del problema de Gibraltar no
tiene por qué ligarse a la cesión de territorios. Los intereses estratégicos
occidentales en el Estrecho de Gibraltar, hay que constatar, pasan por la
permanencia de Gibraltar en manos británicas y la posesión por España de los
territorios del norte de África. Otro asunto será prever cómo se desarrollará Marruecos en el contexto geopolítico frente a las
debilidades aludidas.
Tarifa
El nombre de la ciudad
procede del árabe Al Yazirat Tarif o Isla de Tarif. Este nombre le fue
dado en 710 a la isla que se encuentra frente a su costa al ser el lugar
seleccionado por las tropas expedicionarias de Tarif, comandante de Tarik, en
su primer desembarco en la península ibérica. Tras la conquista musulmana de la
península ibérica en 711 se fundó en el emplazamiento actual de la ciudad una
medina cuyo nombre llegaría al castellano bajo la forma de Tarifa.3 El gentilicio es tarifeño.
El centro histórico de la ciudad se encuentra situado en el interior de
las murallas medievales, que se conservan prácticamente
en todo el perímetro Las viviendas del casco
antiguo presentan una arquitectura típica de los pueblos de Andalucía, con
edificios encalados de una o
dos plantas. Se mantiene en esta zona el trazado medieval de la ciudad con
estrechas calles sin ordenación urbanística alguna. La zona extramuros de
Tarifa se comenzó a urbanizar a partir de los años 1970
En
710 Tarif Abu Zara, comandante de Tarik, desembarcó en la Isla de Las Palomas y
llevó a cabo una expedición por la costa norte del Estrecho con el objetivo de
comprobar la envergadura de las fuerzas militares presentes. Tras constatar la
ausencia de defensa informó a Tarik. Un año después 9.000 hombres desembarcaron
en el peñón de Gibraltar y emprendieron la conquista de la península ibérica.
Durante
sus primeros siglos de existencia, la recién fundada Al-Yazirat Tarif no pasó
de ser una pequeña ciudad de pescadores. Pero a partir del siglo X comenzó a
fortificarse la ciudad,
En
1147 fueron los Almohades los que, entrando a través del Estrecho de Gibraltar,
se establecerían en toda la región hasta su declive tras la batalla de las
Navas de Tolosa en 1212. En 1231 Tarifa pasó a depender de nuevo del Reino
Taifa de Algeciras tras la expulsión de los Almorávides de la zona.
En
1273 el rey de Granada pidió ayuda a los benimerines del norte de África
entregándoles las ciudades de Tarifa y Algeciras donde se hacen fuertes y
comienzan la defensa de la frontera occidental del Reino de Granada con
Castilla. La importancia estratégica de la plaza hizo que en 1292 se pusiera
cerco a la ciudad y la rindiera el 21 de septiembre de ese mismo año.
Tarifa
quedó entonces en manos castellanas. En 1340 pusieron de nuevo cerco a Tarifa
las tropas benimerínes. Tarifa resistió el sitio hasta cuando llegaron al lugar
las tropas de los reinos de Castilla y Portugal que obligaron a los sitiadores
a replegarse hacia Algeciras y hacia la campiña tarifeña. El día siguiente, el
grueso de las tropas castellanas y portuguesas acometieron contra las
norteafricanas en las proximidades del río Salado, cerca de la ciudad,
derrotándolas en la hoy conocida como Batalla del Salado.
Importancia geopolítica
A
mediados del siglo X el mundo musulmán estaba enfrentado en luchas
político-religiosas. Desde tiempos de Abderramán se fortificó los puertos de
Melilla, Ceuta y Tánger, y se ordenó la construcción de un torre de vigía y
defensa rodeada de muros en Tarifa como complemento al sistema impuesto contra
una posible invasión proveniente de África. La misión de esta fortaleza
consistiría, por tanto, en servir de potente atalaya desde la que se
controlaría cualquier sorpresa para los dueños de esta orilla del Estrecho.
Con
la posterior decadencia del poder musulmán, los castellanos irían ganando
terrero en la Península. Desde comienzos del siglo XIII, tras la victoria de
las Navas de Tolosa (1212) y la ocupación del valle del Guadalquivir, se
planteaba la necesidad de dominar el Estrecho de Gibraltar con un doble
objetivo: obstaculizar el tránsito de tropas entre el Norte de África y el
reino nazarí de Granada y facilitar el tráfico comercial entre el Mediterráneo
y el Atlántico. Así pues, la cuestión del Estrecho, es decir, la lucha entre
castellanos, granadinos y norteafricanos por el dominio de esta zona,
constituyó un factor esencial en la política de aquellos reinos durante dos
largos siglos.
En
ese contexto, para los monarcas castellanos, Tarifa tenía un valor estratégico
militar extraordinario. Pero no sólo era cuestión de dominio territorial, sino
también de símbolos. Y la posesión de esta ciudad representaría todo un
símbolo, una muestra ejemplar de la efectiva superioridad del Cristianismo
sobre el Islam.
La conquista de Tarifa en 1292 se enmarca en
esa carrera por el dominio del Estrecho. En 1344, se recuperó la plaza para
España. El impacto que tuvo la conquista de esta ciudad fue enorme en toda la
Cristiandad, lo que le dio a Castilla un mayor protagonismo en la política no
sólo peninsular, sino también europea.
Melilla es
una ciudad autónoma de España, situada en el
norte de África, a orillas del mar Mediterráneo. Se sitúa al noroeste del
continente africano, frente a las costas de Granada y Almería. Se encuentra
dispuesta en un amplio semicírculo en torno a la playa y el puerto, en la cara
oriental de la península de cabo de Tres Forcas. El núcleo urbano originario
era una fortaleza construida sobre un montículo peninsular de unos 30 m de
altura.
Es parte de la región del Rif [3] y
limítrofe con Marruecos. Está próxima a Argelia. También está incluida en la
zona geográfica natural de Guelaya.
La ciudad y sus territorios se
extienden sobre 12,5 km2 de superficie en la parte oriental del cabo de Tres
Forcas. Presenta diversas particularidades fruto de su posición geográfica e
historia, tanto en la composición de su población y sus actividades económicas,
como en su cultura (fruto de la ejemplar convivencia de cristianos, musulmanes,
judíos e hindúes).
Dispone de una fortaleza construida
entre los siglos XVI y XVIII, con almacenes, aljibes fosos, baluartes, fuertes,
cuevas, minas, capillas, una de ellas la única obra religiosa gótica de África
y hospitales, que es la más completa de esta orilla del Mediterráneo, aparte de
los fuertes exteriores, neo medievales construido a finales del siglo XIX.
El patrimonio arquitectónico de
Melilla está considerado, junto con el de Barcelona y por encima del de Madrid
y Valencia, como uno de los mejores exponentes del estilo modernista español de
principios del siglo XX. Actualmente recibe diariamente una población flotante
de los municipios marroquíes próximos a su hinterland que hacen que su
población casi se duplique en algunas ocasiones.
Con la llegada de los árabes a
partir del 680, la península de Guelaya se utilizó para continuar conquistando
la antigua Hispania, al cruzar el Estrecho Tariq en el 711 y continuarían los
árabes hasta el 732 en la antigua Hispania Septimana; el territorio permaneció
abandonado hasta que a partir del siglo X fue recuperado por Abderramán III,
quien mandó una flota desde Málaga en el 927 y creó la taifa de Melilla,
integrándose así en el Califato de Córdoba y manteniendo estrechas relaciones
con la Hispania musulmana de al-Ándalus.
La expansión de portugueses y castellanos
en el norte del Reino de Fez durante el siglo XV culminó en 1497, que pasó a
depender del Ducado de Medina Sidonia y a partir de 1556, de la corona
española.
En 1860, con el Tratado de Wad-Ras,
se establecieron los límites fronterizos de la ciudad con Marruecos, trazados
hasta donde alcanzaban los disparos del cañón de "El Caminante",
según lo estipulado en dicho tratado.
Durante el último tercio
del siglo XIX y el primero del siglo XX, Melilla fue escenario de intermitentes
enfrentamientos que desembocaron en el conflicto de la Guerra de Marruecos. Las
sucesivas batallas de forzaron la alianza militar entre España y Francia que
permitió la constitución del Protectorado español de Marruecos.
El establecimiento del
protectorado tuvo efectos positivos en la economía de la ciudad, que se
convirtió en la capital económica de la parte oriental.
Con la independencia de la
zona francesa en 1956, no pudo evitar lo propio de la zona española debido a constantes
disturbios. El Gobierno español reconoció la soberanía de Marruecos. En este
reconocimiento oficial es en el que se basan las reclamaciones territoriales de
Marruecos sobre Melilla y Ceuta no obstante las dos plazas y islas cercanas han
sido partes integras del estado ibérico desde el siglo XV antes de la
independencia de Marruecos y desde la implantación de la democracia en España
en 1977 los sucesivos gobiernos democráticos han defendido la españolidad de la
ciudad y se han negado a establecer negociaciones de ningún tipo sobre la
soberanía de la ciudad.
Hasta 1995 era una
comarca de la provincia de Málaga, fue en dicho año cuando la ciudad accedió
administrativamente al estatuto de ciudad autónoma siendo a principios
del siglo XXI uno de los motores económicos de la región rifeña, basado en su condición de puerto franco y los intercambios
comerciales, a la par que centro de atención de los flujos migratorios de
población africana hacia los territorios de la Unión Europea.
BRAUDEL,
J., .1976, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en
la época de Felipe II. F.C.E., , tomo 1.
BRAUDEL,
F., .1987. El
Mediterráneo. Espasa Calpe, Colección austral, Madrid, ,.
[2]
http://www.cuentayrazon.org/revista/pdf/027/Num027_008.pdf
Geopolítica del Estrecho: http://www.tarifaweb.com/aljaranda/num21/art4.htm
[3] El Rif (en amazigh, Arrif
y en árabe, الريف Ar-Rīf) es una región con zonas
montañosas y zonas verdes del noroeste de África, con costa en el Mediterráneo,
que abarca desde la región de Yebala hasta Kebdana (Nador) en la frontera con
Argelia. Forma parte de España y Marruecos. Se trata de una región
tradicionalmente aislada y desfavorecida. Sus habitantes son bereberes o
amaziges, y árabes. El idioma materno de una parte de la población es el
"tamazight rifeño" o tarifit, aunque mucha gente (principalmente los
varones) habla también el árabe dialectal, el francés y el español, que
constituyen las principales lenguas extranjeras, no hay que confundir la región
del Rif con las montañas del Rif, que se extienden más allá de la región con el
mismo nombre.
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