jueves, 25 de junio de 2015

La pequeña política

La pequeña política

Francois Mitterrand

La petite politique, la grand politique, acostumbraba distinguir Francois Mitterrand, el último gran Presidente de Francia. Esto, de acuerdo con su biografía escrita por Franz-Olivier Giesbert: Mitterrand el Presidente. La pequeña política era la política mafiosa para conservar el poder; la gran política, dar pasos grandes hacia la Unión Europea.
Respecto de la gran política, ni Chirac pudo ni Sarkozy ha podido conservar siquiera lo que construyó el socialista Mitterrand. En cuanto a la política pequeña, su instinto despertaba en ese lector infatigable de tantas obras, pero, diariamente, del Príncipe de Maquiavelo, la astucia del zorro. Con sus enemigos de dentro y de fuera era implacable, sobre todo, con los enemigos embozados. 

Lo supo en carne propia su compañero de partido, Michel Rocard, quien cometió el error de aspirar a la Presidencia, justo cuando Mitterrand estaba pensando en su relección para gobernar a Francia otros siete años, como al final sucedió. La astucia del zorro, en torno a un proyecto, ilumina ligeramente aun la política pequeña.

La política pequeña dominante, la política mafiosa, de grupos y clanes, de distribución de cargos entre los mismos y de exclusiones abiertas o simuladas, se vuelve catastrófica por su alcance, ya no pequeño, sino minúsculo.
El único efecto positivo de dicho empequeñecimiento es su generalización.

Ningún partido se salva de este encogimiento. Los de izquierda excluyen a los de extrema izquierda, a los centristas y no se diga a los clasificados como de derecha. Los de centro actúan a partir de lealtades estrechas de grupo, lealtades estériles, sin objetivos ni fines.

Los que vendían su presunta democracia interna, ahora no sólo cuidan los intereses familiares y de grupo, sino que, como lo dijo una de las excluidas, han dejado su partido “en manos de una banda de cuatreros”.

Nada que ocultar, entonces, así es en general la política, pequeña. Pero, se debe entender que los políticos no pueden quejarse ni ha lugar su indignación moral. Los ciudadanos ven todo ese teatro de lejos, no les incumbe. 

Francois Mitterrand

En muchos partidos y agrupaciones políticas prevalece la problemática diaria y pequeña antes que los objetivos de largo alcance. Desgraciadamente para muchos partidos políticos y agrupaciones políticas la problemática diaria pequeña de corte alcance prevalece sobre los objetivos de largo alcance.

De acuerdo con Gramsci: La gran política comprende las cuestiones ligadas a la fundación de nuevos Estados, a la lucha por la destrucción, por la defensa, por la conservación de determinadas estructuras orgánicas económico-sociales. La pequeña política comprende las cuestiones parciales y cotidianas que se presentan en el interior de una estructura ya establecida en el transcurso de luchas por la predominancia entre las diversas fracciones de una misma clase política.

Existe hegemonía de la pequeña política cuando la política deja de ser pensada como arena de lucha por diferentes propuestas de sociedad y pasa, por lo tanto, a ser vista como un terreno ajeno a la vida cotidiana de los individuos, como simple administración de lo existente.

La apatía, se vuelve así no solo un fenómeno de masas, sino que es también teorizada como un factor positivo para la conservación de la "democracia" por los teóricos que condenan el "exceso de demandas" como generador de desequilibrio fiscal y consecuentemente, de inestabilidad social. Pero, como también vimos, es expresión de gran política reducir todo a la pequeña Política: en otras palabras, es a través de este tipo de reducción, que desvaloriza la política en cuanto tal, que se afirma hoy la casi incontestada hegemonía de las clases dominantes. 


En situaciones "normales" la derecha ya no precisa de la coerción para dominar: se impone a través de este consenso pasivo, expresado entre otras cosas en elecciones (cada vez con mayor tasa de abstención), en las cuales nada sustantivo está puesto en cuestión.

Descarga el PDF: La era neoliberal y la hegemonía de la pequeña política - (Carlos Nelson Coutinho).pdf (148 KB)

Esta concepción de la política como disputa de élites y no como acción de mayorías fue teorizada por algunos exponentes de la teoría política del siglo XX, como Mosca, Schumpeter, Sartori, y muchos otros.

El político alemán Bismarck dijo: “La política no es ninguna ciencia, sino un arte”.

Bismarck


La política es, sobre todo, el arte de saber dialogar con los ciudadanos y gestionar eficazmente los bienes comunitarios, para que éstos rindan lo más posible a favor de todos.

La política es también ciencia, pero no una ciencia exacta. La política es especialmente arte. Para la política se necesita un sexto sentido de comunicación, flexibilidad y habilidad, que no se estudia en la Universidad, sino que se aprende a fuerza de intuición penetrante, observación aguda y paciencia inteligente.

El buen político nace y se hace. No sirve cualquiera. La política es una misión delicada que exige inteligencia, esfuerzo y, sobre todo, aguda intuición para el diálogo, el pacto y la resolución rápida y eficaz de los problemas.

Hay que dignificar la política, porque ésta es indispensable para conseguir el bien común, que es aquel conjunto de condiciones que hacen posible el pleno desarrollo de toda la persona y de todas las personas de una comunidad  .

Política pequeña, política grande

El filósofo español, Jaume Balmes, en su obra El criterio, afirma: “En el gobierno de las naciones, la política pequeña es la política de los intereses bastardos, de las intrigas, de la corrupción; la política grande es la política de la convivencia pública, de la razón, del derecho”.

Si no sabemos distinguir sabiamente entre estos dos tipos de política, corremos el serio peligro de desprestigiar la política en general. Y esto es un craso error, porque “política” proviene del vocablo griego “polis” que significa ciudad. Y el que trabaja de verdad en favor de la ciudad, lo hace en favor del bien común. Y, precisamente, el servicio honrado y desinteresado al bien común debe ser la finalidad primordial de la política, de la “política grande”, en la cual todos tenemos la obligación moral de trabajar.

Si confundimos “política pequeña” con “política grande”, queda desprestigiado el simple vocablo “política”. Y uno de los vocablos más nobles de nuestro vocabulario resulta inservible.

Articulo (306) de “Punto ético” publicado en el periódico “Última hora” del día 11 de diciembre de 2014, jueves, pág. 30.

La salud ética de una ciudad

Los que nos preocupamos por la salud ética de la ciudad en la que vivimos, queremos presentar y vivir este decálogo, deseando y construyendo:

     1º) Una ciudad limpia y agradable con buenas infraestructuras y servicios básicos bien atendidos.
      2º) Una ciudad que sepa respetar los valores ecológicos tan importantes y decisivos en el momento actual.
      3º) Una ciudad abierta y hospitalaria, donde nadie se sienta extraño ni forastero.
      4º) Una ciudad culturalmente avanzada, donde las manifestaciones culturales y artísticas sean frecuentes y de calidad.
      5º) Una ciudad solidaria, donde los más necesitados sean siempre atendidos y donde todos, a pesar de la profunda crisis económica que nos afecta, puedan encontrar oportunidades reales de autorrealización.
      6º) Una ciudad pacífica, donde la paz sea fruto maduro de la justicia y de la solidaridad.
      7º) Una ciudad que sepa respetar y promover sus nobles tradiciones culturales y religiosas y reconozca en la familia y en la escuela las dos instituciones básicas de la sociedad.
      8º) Una ciudad que sepa apreciar su propia identidad humana, cultural y religiosa, porque la religión es también un elemento muy importante en la salud cívica de un pueblo.
      9º) Una ciudad donde la gente sea respetuosa, tolerante y dialogante y que sepa estructurarse en dinámicas asociaciones ciudadanas de todo tipo que son las que verdaderamente fortalecen su tejido social. Y 10º) Una ciudad con una plataforma sólida de ética civil, donde los valores básicos de la justicia, la libertad, la verdad y la fraternidad sean respetados por creyentes y no creyentes y por gente de diferente ideología .

Joan Bestard Comas,
Canonge de la Seu de Mallorca 


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