domingo, 24 de abril de 2022

ACTUALIDAD MI AMIGO JOSÉ PANCORVO NO CONTESTA EL TELÉFONO: CAYETANO ACUÑA.

ACTUALIDAD MI AMIGO JOSÉ PANCORVO NO CONTESTA EL TELÉFONO

Published 6 años ago on 29/02/2016  By Rodolfo Ybarra

In memoriam



Me avisan que Pepe Pancorvo ha muerto y no le creo a nadie. Ahora todos mienten, me cuentan historias, cuentos, boatos, puros falsetes para hacerme enojar y perder los papeles. Porque cada uno de nosotros sabe que tú, Pepe, encarnas a la poesía y por ti nuestra generación del noventa es lo que es (“o no es nada”, como una vez me dijiste cuando hablábamos del Tercer Reich o del poeta nazi que descubrimos en un libro sobre Ezra Pound). Y yo siempre estuve persiguiendo el “buscapique” porque contigo era fácil conversar de cualquier tema, estar hasta las cinco de la mañana hablando de Plotino, Stanislaw Lem, Raffaella Carrà, Cannibal corpse, o la dieta paleolítica antes de la invención del fuego.

Nunca voy a olvidar aquella noche que nos llevaste a tu casa, en Barranco, a mí y a un grupo de poetas imberbes, y en plena sala, con la luz a medio encender, saliste con una espada de samurái y empezaste a danzar dando sablazos al aire y yo pensaba que nos ibas a cortar la cabeza a todos (como hacen ahora los del Estado Islámico), pero justo cuando pensábamos salir corriendo o tirarnos por la ventana, paraste en seco y nos dijiste que eso era un saludo de honor y una bendición por haberte acompañado a casa. Y nos dejaste más blancos que papel bond de 80 gramos. Pero, para bajar la adrenalina, dejaste la espada a un lado y cogiste el arpa y te pusiste a declamar un poema en voz alta, algo sobre las vírgenes, los estados divinos y los ángeles.


Seguro te acordarás de esas épocas en que me visitabas en La Encantada de Villa, esa casa grande y solitaria en la que tuve que volverme poeta a la fuerza o, de lo contrario, volverme loco. Y yo te decía que había una presencia, un ectoplasma, un hecho paranormal ahí, algo que apuntaba Madame Blavatsky en uno de sus textos perdidos. Y tú, muy preocupado apareciste un día con una vara de hierro, agua bendita y un rosario gigantesco e hiciste un rito, imposible de entender para un escéptico, agnóstico o trasnochado materialista dialéctico, como era yo en ese entonces. Y mira tú, cómo son las cosas, José, que desde ese día nadie más tocó las puertas desde adentro, ni se volvieron a escuchar ruidos extraños.

Y así nos encontrábamos solos en la madrugada caminando por la plaza san Martín, tú con tu amigo (porque yo nunca le di la mano) Chirinos Soto saliendo del Club Nacional, y yo te decía si no era muy congruente estar en un concierto subterráneo escuchando a Pateando Tu Kara y luego conversar de realidad nacional con estos señores de cuello duro y corbata de moño. Y tú te reías a carcajadas y me decías: “Entiéndelo Ybarra, tú eres el mejor poeta de nuestra generación por eso yo guardo, en secreto, tus primeros poemas a Dogaresa, tus líricas contra el mundo y hasta tus canciones que me distes a guardar una vez cuando estábamos brindando en Las Rejas, a inicios de los noventas. ¿Te acuerdas?”. Y yo también me reía porque siempre fuiste muy amable conmigo, incluso cuando te pedí que presentaras mi libro El Estereoscopio 500 que yo sabía iba a ser un canto en el desierto, casi mil páginas desperdiciadas solo por amor a la poesía, algo-que-cualquiera-no-podría-entender. Pero tú sí, amigo, y por eso ese día en la Feria Ricardo Palma hablaste con autoridad sobre lo que es ser un escritor en el Perú. Y me echaste tantas flores que preferí no decir nada y quedarme callado y mirando cómo la gente dudaba de que yo hubiera escrito ese mamotreto.

José Pancorvo y Rodolfo Ybarra.


Otra madrugada nos vimos en el Pharmax, ese local de sionistas confesos que no cierra nunca, eran las 3 y 30 de la mañana (“la hora del mal” le llaman los conspiranoicos) y apareciste con uno de los Tudelas que no sé porque se sintió intimidado y te jaló a un costado y tú le susurraste al oído: “No te preocupes, hombre, es el Ybarra, un poeta de mi barrio”. Pero así son los buenos amigos, no admiten competencia y no lo digo por el Tudela, ese, sino por mí mismo que prefiero evitar a los reaccionarios o a los que proclaman a voz en cuello las bondades del liberalismo económico. Pero tú, Pepe, siempre hacías la de san Martín de Porres y al lado tuyo estábamos todos: perros, gatos y pericotes luchando unos contra otros y tú divirtiéndote porque, seguro, en unas horas, tenías que ir al Brasil por un asunto pontificio. Si hasta te trajiste a un Rey del Brasil o no sé de donde diablos sería pero tenía título nobiliario y así lo presentaron en un encuentro de poesía. Y tú riéndote a escondidas porque el mejor título que puede tener uno es el de “ser humano”. Y tú lo sabías bien.

Hace unas semanas, nos encontramos en Jesús María, en la calle República Dominicana 247, ahí en la panadería San José, y compartimos una torta, una empanada y una gaseosa de colorante, agua carbonatada y tartrazina, hablando, otra vez, de los poetas, nuestros amigos y de que era necesario volver a vernos, salir en las noches o encontrarnos en algún café. Y a ver si nos animábamos a escribir un libro juntos y publicarlo en Cecosami o esas ediciones por demanda que abundan en la internet. Y antes de irte me diste, otra vez, tu teléfono y me dijiste: “llámame, Ybarra, y si no contesto, insiste, porque últimamente paro con mucho sueño, seguro estoy durmiendo”. Y eso es lo que estoy haciendo, Pepe, hermano. Marco y vuelvo a marcar tu número. Solo el contestador me repite si quiero dejarte un mensaje. Ojalá que cuando despiertes puedas leer esto, querido amigo. Te vamos a extrañar.

https://limagris.com/mi-amigo-jose-pancorvo-no-contesta-el-telefono/

PD. El velorio es en la Parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, calle Dellepiani cuadra 3, entre la 13 y 14 de la Avenida Pezet, San Isidro. A partir de hoy en la tarde.

Rodolfo YbarraRodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines.

Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.

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José Pancorvo, poeta y místico del Incarrey,

Reúne un conjunto de recuerdos y estudios sobre la vida y obra de una personalidad sobresaliente que buscó reafirmar el sentido de lo peruano de cuño barroco con una poética de lo sagrado. En estos tiempos profanos Pancorvo obtuvo un especial reconocimiento por parte del jurado del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística (1991) y en el año 2000 fue seleccionado para la antología Poetry from around the world, que reunió a los mejores exponentes de la lírica mundial.

Esta última compilación fue realizada por el famoso poeta y diplomático indio Kamalesh Sharma, secretario general de la Commonwealth, prologada por el poeta irlandés Seamus Heaney, Premio Nobel de Literatura y presentada por Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas.

Con ocasión de conmemorarse el septuagésimo aniversario del natalicio de este notable poeta, la Fundación Ugarte del Pino de Lima y la Fundación Elias de Tejada de Madrid se han unido en este esfuerzo editorial en su homenaje.

https://www.elvirrey.com/libro/jose-pancorvo_70131873


jueves, 14 de abril de 2022

LOS PARADIGMAS SOCIALES Y SUS APORTES A LA FILOSOFÍA DEL DERECHO: GIORGIO AGAMBEN: CAYETANO ACUÑA - WACHSAM.

 miércoles, 13.04. 2022 / 1 de diciembre de 2021

LOS PARADIGMAS SOCIALES Y SUS APORTES A LA FILOSOFÍA DEL DERECHO; GIORGIO AGAMBEN:

 BLOG DE FILOSOFÍA DE CAYETANO ACUÑA V.

GIORGIO AGAMBEN: THE SOCIAL PARADIGMS AND THEIR CONTRIBUTIONS TO THE PHILOSOPHY OF RIGHT GIORGIO AGAMBEN:

 LOS PARADIGMAS SOCIALES Y SUS APORTES A LA FILOSOFÍA DEL DERECHO; GIORGIO AGAMBEN: 
LES PARADIGMES SOCIAUX ET LEURS CONTRIBUTIONS À LA PHILOSOPHIE DU DROIT 




https://repository.usta.edu.co/handle/11634/5675?show=full dc.contributor.author Ruiz-Gutiérrez, 

Adriana María spa dc.date 2016-06-15 spa dc.identifier

 http://revistas.ustatunja.edu.co/index.php/piuris/article/view/1061 spa dc.description


Este artículo pretende analizar las figuras agambianas de homo sacer y musulmán, esta­do de excepción y campo de concentración como paradigmas ejemplares que sirven para explicar la superfluidad de la vida contemporánea, en virtud de un proceso de degradación y desintegración humana que es continuo y cada vez más acentuado y perfeccionado.

La vida humana, ética y políticamente cualificada en tanto vida justa, es sustituida ahora por la mera vida, nuda vida, vida biológica o vegetativa, despojada de todo atributo político, moral, jurídico; el ciudadano se confunde entre tanto con el homo sacer, musulmán, no-hombre, a quien cualquiera puede matar sin cometer homicidio, porque la vida ha sido previamente deshumanizada por la exclusión, la excepción y el abandon. 

Y las ciudades resultan análogas a los campos de concen­tración, los cuales antes de ser lugares de muerte, son espacios en que el hombre se transforma en cadáveres viviente-ambulante, hombre momia, musulmán mediante el empobrecimiento, el hacinamiento, el hambre y el abandon. 

Esto implica que la tarea de la filosofía del derecho hoy no es únicamente la de considerar la mejor teoría del poder o la justicia, sino reivindicar formas de vida entendidas en toda su virtualidad, en su posibilidad de vivir siempre y sobretodo como potencia. 

Simultáneamente a la concepción de otros problemas filosóficos y jurídicos relacionados con las formas de vida contemporánea debemos asumir, por supuesto, otros referentes teóricos y, asimis­mo, otras respuestas que permitan abrir nuevos horizontes de sentido respecto a la vida humana en su relación con el derecho, la justicia, la comunidad. 

En este sentido, el trabajo de Giorgio Agamben representa un marco epistemológico y metodológico obligado para entender el derecho en toda su actualidad y complejidad frente a los problemas más acuciantes de la época.

sábado, 9 de abril de 2022

El pensamiento filosófico de Leo Strauss.: CAYETANO ACUÑA - WACHSAM.

 El pensamiento filosófico de Leo Strauss.

 CAYETANO ACUÑA - WACHSAM. 



Este documento es parte de mi ensayo sobre El derecho natural en la filosofía política de Leo Strauss.

Para Strauss la política y la filosofía estaban necesariamente interrelacionadas en sus raíces. El consideraba el juicio y la condena de Sócrates como el momento en que la política se inicio. Strauss considera en La ciudad y el hombre, que el primer filosofo interesado en la política fue un planificador urbano mucho antes de Sócrates (LCH: 33). Strauss sostiene que Sócrates no estudio los fenómenos políticos filosóficamente, sino que el fue el primer filósofo forzado por la Polis a tratar políticamente a la filosofía.

De este modo considera Strauss que uno de los momentos mas importantes en la historia de la filosofía es el argumento de Sócrates y sus estudiantes, de que los filósofos o los científicos no pueden estudiar la naturaleza sin considerar su propia naturaleza humana, que en palabras de Aristóteles es “política”. Para Strauss y muchos de sus estudiantes, el juicio a Sócrates fue el primer acto de “filosofía” política, y los diálogos de Platón, con el solo tema de la vida y muerte de Sócrates, fueron la forma mas pura de tratamiento político de la filosofía

Su proyección político-práctica la sintetizó la estudiosa Shadia Drury, autora del libro "Leo Strauss and the American Right", quién afirma que “el uso del engaño y la manipulación en la política actual de Estados Unidos se origina directamente en las doctrinas del filósofo político Leo Strauss (1899-1973)”. Señala que entre sus discípulos están los neo-conservadores que han guiado gran parte de la agenda política de la Administración Bush.


 La bibliografía de Strauss es muy extensa, e incluye, entre varios otros, libros importantes

como: On Tyranny (1948), Natural Right and History (1953), What is Political Philosophy

1959), The City and Man (1964), Liberalism Ancient and Modern (1968), Xenophon’s ocrates (1972) y Studies in Platonic Political Philosoph y El renacimiento del racionalismo político clásico (póstumo, 1983). Recientemente se ha publicado en español, con el título de , una selección de ensayos de Strauss efectuada por Thomas Pangle, que da una idea bastante completa de sus ideas centrales   y, en francés, en el libro de Daniel Tanguay Leo Strauss. Une biographie intellectuelle.

El pensamiento de Strauss ha tenido gran influencia en muchos politólogos. Strauss adopta la concepción de la política de Carl Schmitt, como el enfrentamiento amigo-enemigo. Pero Strauss radicaliza a Schmitt al proponer la reteologización de lo político, la unión de política, religión y moral - aun cuando piensa como Maimónides que ambas son un fraude perpetrado por los sabios y los filósofos para engañar al pueblo que no está preparado para conocer la verdad, - sino por el valor movilizador que proveen.

El Dr. Hernando Nieto en un artículo sobre el pensamiento de Schmith y de Strauss señala que:

“En ambos casos, es evidente que se trata de autores inquietos por la dimensión metafísica y que pretenden recuperar la seriedad de la vida  sea ésta de índole teológico (Schmitt) o sea de naturaleza filosófica (Strauss);…”

Y mas adelante señala que:

“…Finalmente llegaremos a la conclusión de que Carl Schmitt y Leo Strauss no sólo son —junto    con Eric Voegelin— académicos que expresan tesis afines sino que a su vez esgrimen los mejores argumentos contra la política moderna y el liberalismo moderno, es decir, contra los representantes de la anomia generalizada y la secularización.”

Leo Strauss realizó una enérgica crítica intelectual del liberalismo de la posilustración. Entendía a EEUU como el caso más avanzado de liberalismo y, por consiguiente, el más expuesto al nihilismo. Su argumentación era que la filosofía clásica griega, particularmente la de Platón es más fiel a la verdad de la naturaleza que cualquier otra que la hubiera reemplazado.



Entre sus discípulos, se cuentan personajes que pertenecen al núcleo dirigente de la política norteamericana. El principio movilizador que les inculcó Strauss fue el de Maquiavelo: “si no existe una amenaza externa, hay que fabricarla”.

Sin lugar a dudas la principal influencia intelectual entre los neoconservadores ha sido Leo Strauss quien fue objeto de culto durante sus últimos años en Chicago, y él y algunos admiradores aparecen en la novela de Saul Bellow: Ravelstein. Strauss creía que las verdades esenciales acerca de la sociedad y la historia humanas debían ser mantenidas por “una élite” y no reveladas a quienes carecieran de la fortaleza suficiente para asumir la verdad.

Afirmaba que la sociedad necesita que se le cuenten mentiras reconfortantes. Decía también que el relativismo de la sociedad norteamericana moderna comporta un caos moral que podría impedirle identificar y atacar a sus enemigos reales. Él dio prioridad al concepto de “estado de guerra” como un medio para gobernar.

Leo Strauss realizó una enérgica y particular crítica intelectual del liberalismo de la posilustración. Entendía a EEUU como el caso más avanzado de liberalismo y, por consiguiente, el más expuesto al nihilismo. Su argumentación era que la filosofía clásica griega, particularmente la de Platón es más fiel a la verdad de la naturaleza que cualquier otra que la hubiera reemplazado.

Leo Strauss desarrolla tres argumentos críticos contra la democracia liberal:

•    El liberalismo político permite discriminar a los judíos por el simple hecho que la minoría debe plegarse a las decisiones de la mayoría.

•    El liberalismo económico favorece el individualismo y destruye finalmente el comunitarismo judío.

•    El liberalismo social privilegia el laicismo en detrimento de la religión. El sentimiento de persecución debe ser el fundamento de la religión judía porque ello obliga a los judíos á serrer le rangs.

Esta crítica que inspira a los neoconservadores estadounidenses, que en los puestos directivos son mayoritariamente judíos, ha logrado que éstos quieran erradicar la democracia liberal de Estados Unidos en provecho de una pseudodemocracia conformada secretamente por los famosos “Sabios” de la tradición hebrea  y dirigida por una “élite” que gobernará al pueblo a la manera descrita por George Orwell en “1984”.

Categoria:  Filosofía

viernes, 8 de abril de 2022

Ronald Myles Dworkin : Cayetano Acuña - WACHSAM.

 Ronald Myles Dworkin 



Ronald Myles Dworkin (Worcester, Massachusetts, Estados Unidos, 11 de diciembre de 1931 - Londres, Inglaterra, Reino Unido, 14 de febrero de 2013)1​ fue un filósofo del derecho y catedrático de derecho constitucional. Su teoría del derecho es una de las contemporáneas más influyentes respecto de la naturaleza del derecho. Según The Journal of Legal Studies, fue el segundo autor estadounidense del siglo XX más citado en el campo del Derecho.2​

By David Shankbone - Own work., CC BY-SA 3.0, 

https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4789090

Índice

Biografía

Dworkin nació en la ciudad de Worcester, Massachusetts. Sus padres se separaron cuando él tenía una corta edad. Su madre, Madeline, trabajó como profesora de música para mantenerlo a él y a sus dos hermanos.3​ Dworkin estudió en la Universidad de Harvard y en el Magdalen College (Oxford), donde fue becario Rhodes y estudiante de Sir Rupert Cross. Trabajó como ayudante del juez Learned Hand, y en un despacho de abogados de Nueva York. Su carrera como profesor de Jurisprudencia (Teoría del Derecho) comenzó en la Universidad de Yale, en la Cátedra Wesley N. Hohfeld.

Desde 1969 fue profesor en la Universidad de Oxford, donde sucedió a H. L. A. Hart, uno de los filósofos del Derecho más destacados del siglo XX. También impartió clases de Derecho y Filosofía en el University College London, y en la Universidad de Nueva York.

Falleció el 14 de febrero de 2013 en Londres, a los 81 años edad, a causa de la leucemia que padecía.1​

Pensamiento

El primer trabajo relevante de Dworkin (traducido en castellano como "¿Es el Derecho un sistema de normas?”) se publicó en 1969.4​ En este artículo se formulaba una crítica del positivismo analítico, representado por H.L.A. Hart, y que tiene predecesores en autores como J. Bentham y J. Austin.5​ Para Dworkin, el modelo positivista sólo tiene en cuenta las normas jurídicas, y deja sin explicar correctamente otros componentes del Derecho de gran importancia, como los principios.

Dworkin rechaza asimismo la tesis de la separación entre Moral y Derecho. Este artículo de 1969 fue posteriormente reeditado en 1977 en su primer libro, Taking Rights Seriously, donde convierte la estructura de los principios jurídicos en el fundamento de un gran ataque contra la versión del positivismo jurídico de H. L. A. Hart.6​

Según Dworkin, todos los casos posibles cuentan con una única respuesta correcta (“one right answer”): la teoría jurídica debe suministrar una explicación y una justificación coherentes a todo el ordenamiento jurídico, y ello exige ofrecer una respuesta a todos los casos que puedan surgir. El ordenamiento jurídico no tiene lagunas ni antinomias.7​ 

Otra conocida idea de Dworkin es la visión "narrativa" de la interpretación jurídica. Como en una novela a cuatro manos, en la que cada autor toma la narración donde el otro la dejó, los jueces han de aplicar el Derecho en un momento dado tomando los antecedentes como son, apoyándose en las soluciones encontradas anteriormente, y a partir de éstas, de forma coherente, elaborando nuevas respuestas. Es la idea del Derecho como integridad.

La filosofía jurídica de Dworkin se basa en la existencia de derechos individuales, concebidos como "triunfos frente a la mayoría". Los derechos morales de las personas prevalecen sobre los fines colectivos. Las políticas del gobierno sólo son legítimas en cuanto respetan los derechos.8​

Para Dworkin, el mantenimiento de una sociedad liberal implica un compromiso con una forma concreta de interpretar su sistema jurídico en clave de libertad, por lo que el Estado ha de conservar su independencia con respecto de las diferentes concepciones particulares de la justicia. 

Dworkin fue dedicando, progresivamente, mayor atención a la filosofía política (como hizo, por ejemplo, Norberto Bobbio) y se implicó en la defensa de diferentes causas desde una perspectiva progresista. Así, entró en cuestiones como el aborto y la eutanasia en su obra Life’s Dominion (1993), en los problemas de las libertades civiles en Freedom’s Law (1996), y abordó el tema de la igualdad en Sovereign Virtue (2000).

Dworkin rechaza el paradigma clásico de la libertad negativa, formulado por Isaiah Berlin. La libertad civil carece de significación moral si la persona no puede ejercitar en la práctica esa libertad, como sucede si se carece de medios y recursos para ello (educación, asistencia sanitaria cultura...). Para Dworkin, las personas son sujetos autónomos, con igual derecho a ser respetados en sus convicciones, y con igual derecho a valerse de los recursos necesarios para poder llevar a cabo una vida digna en igualdad de condiciones respecto a todos los demás.9​

En sus últimas intervenciones, y en su obra Is Democracy Possible Here?, Dworkin criticó la “Patriot Act” y las medidas antiterroristas del gobierno de G. W. Bush, que entendía chocaban con la Constitución y con la tradición política de EE. UU.; rechazó que los derechos individuales debieran subordinarse a la seguridad nacional, y mostró preocupación por las escasas reacciones que la legislación antiterrorista venía provocando en la opinión pública.

Reconocimientos

Dworkin era miembro de la Academia Británica y de la Academia Americana de Artes y Ciencias. Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Buenos Aires.

En el año 2006 recibió el Premio Internacional de Investigación en Derecho "Dr. Héctor Fix-Zamudio" del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Por su contribución a la filosofía del derecho y la filosofía política, Dworkin recibió en el año 2007 el premio Holberg reconociendo sus "innovaciones en el trabajo académico de impacto mundial".10​Este premio, dotado con más de medio millón de euros, fue creado en 2003 y es concedido por la Universidad de Bergen, en Noruega ([1]).

En el año 2012 Dworkin recibió el Premio Balzan por la teoría y filosofía del derecho.11​

Obras

Taking Rights Seriously. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1977 (trad. cast., Los derechos en serio, Ariel, Barcelona, 1984).

The Philosophy of Law (Oxford Readings in Philosophy). Ed. New York: Oxford University Press, 1977 (trad. cast., La Filosofía del Derecho, F.C.E., México, 1980).

A Matter of Principle. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1985.

Law's Empire. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1986 (trad. cast., El Imperio de la Justicia, Gedisa, Barcelona, 1988).

https://es.wikipedia.org/wiki/Ronald_Dworkin

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Ética privada e igualitarismo político

En este libro, Dworkin se separa de su ya tradicional ocupación con la filosofía del derecho para abordar específicamente una propuesta de "moralidad política": la defensa de lo que el autor califica como liberalismo igualitario, que nos presenta como alternativa al liberalismo político de John Rawls

Para ello construye una compleja teoría ético-filosófica, que tendría la virtud de unir los valores de la libertad, la igualdad y comunidad dentro de una visión humanitaria. La introducción a este libro corre a cargo de Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, autor de Nuevas teorías del contrato social y editor de Historia de la nueva política, en 6 volúmenes, así como de nuemrosos trabajos de ciencia y teoría política.

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Dworkin: un mal lector

Margarita Cepeda

p. 123-126

1 En su ensayo "La comunidad liberal"1, Dworkin se propone analizar el papel que desempeña el concepto de comunidad en las discusiones en torno al problema de si una ética convencional puede ser impuesta por medio de la ley penal.

2 En su opinión, cuatro son los argumentos que, en nombre de la comunidad, pueden esgrimirse para responder afirmativamente a esta pregunta y, por lo tanto, en contra de la tolerancia liberal y en apoyo de decisiones como la del caso Bowers contra Hardwick y su consecuente prohibición de la homosexualidad en el Estado de Georgia.

2 Dworkin incurre en una imprecisión al denominar 'comunitaristas' argumentos como el de la mayoría y (...)

3 Valiéndose de la refutación de estos "argumentos comunitaristas"2, Dworkin defiende, como buen liberal, una respuesta terminantemente negativa a la pregunta planteada. Lo relativo a esta respuesta se retomará posteriormente. A grandes rasgos, la tesis del artículo es la de que, pese a lo que piensan los comunitaristas, una comunidad política no debería utilizar la ley penal para obligar a sus miembros a actuar de acuerdo con una determinada concepción de vida buena. 

Vistas así las cosas, el ensayo no puede menos que reforzar la caricatura de que, mientras el liberalismo está a la altura de su tiempo -al fin y al cabo vivimos en un mundo plural-, el comunitarismo no es más que una posición reaccionaria.

3 Para una presentación de Dworkin como representante de las 'tendencias híbridas', véase Daniel Boni (...)

4 Según los comunitaristas, el éxito o fracaso de la comunidad política determina el éxito o fracaso (...)

4 Las reflexiones que arriesgaré a continuación toman abiertamente distancia frente a esta extendida creencia, a partir de uno de los argumentos que Dworkin refuta, ya que, en mi opinión, el liberalismo no puede estar a la altura de su tiempo sin tomarse en serio los retos comunitaristas. Lo cual no es ninguna novedad, se podría pensar. Dworkin mismo proporcionaría un ejemplo de las 'tendencias híbridas' que se han enriquecido de ambas posiciones3.

No niego que esta lectura tenga fundamento. Incluso se podría pensar que el ensayo en mención proporcione un buen ejemplo de ello. Al fin y al cabo, en él Dworkin admite el valor de la idea originaria de uno de los cuatro "argumentos comunitaristas" que expone. Sin embargo, a mí me queda la impresión de que el artículo desprestigia en tal medida el comunitarismo, que tendríamos que agradecer profundamente a Dworkin el haber rescatado de la escoria comunitarista al menos una idea, así sea dándole un giro tan liberal que se desdibuje su pérfido origen4. 

Pero no voy a centrarme en el argumento que Dworkin encuentra plausible, sino en otro; en uno de los que él descalifica. Se trata del segundo argumento objeto de su análisis, aquel según el cual la identidad del individuo depende de su identificación con las comunidades a las cuales pertenece. Quiero presentar este motivo comunitarista bajo una nueva luz y mostrar cómo termina por cuestionar la autocomprensión del liberalismo implícita en la idea de neutralidad defendida por Dworkin.

5 ¿Significa esto que estoy apoyando la decisión del caso Bowers?

6 ¡De ninguna manera! Y para evitar malentendidos quiero enfatizar de entrada mi simpatía por el intento de Dworkin de refutar cualquier argumento en apoyo de semejante tipo de decisiones. Así pues, me empeñaré precisamente en mostrar que se puede cuestionar la neutralidad liberal desde un punto de vista comunitarista sin que eso signifique nostalgia alguna de totalitarismo.

II

Michael Sandel, Liberalism and the Limite of Justice, Cambridge University Press, 1982. Dworkin hac (...)

Dworkin, "Liberal Community...", pág. 155.

Ibid, pág. 156.

7 Una cierta versión del motivo comunitarista que quiero defender proviene de Michael Sandel, a quien Dworkin se remite5. En palabras de Dworkin, esta versión afirma que "las personas necesitan de la comunidad no solamente para la cultura y el lenguaje, sino para la identidad y autorreferencia, porque sólo pueden identificarse a sí mismas ante sí mismas como miembros de la comunidad a la cual pertenecen"6. Así, continúa Dworkin, "sólo puedo pensarme como estadounidense, como catedrático de Oxford o como fanático de los 'Medias Rojas'"7.

8 Si comparamos esto con el texto de Sandel, quedaríamos, sin embargo, ante la alternativa de que Dworkin cite a Sandel de oídas, o de que Dworkin lea sesgadamente.

9 En mi opinión, Sandel estaría de acuerdo en que Dworkin sólo pueda pensarse como estadounidense, pero es muy sesgado adjudicarle a Sandel reflexiones según las cuales Dworkin sólo pueda pensarse como fanático de los 'Medias Rojas'.

8 Sandel, Liberalism...

9 Sandel hace esta crítica a propósito de la posición original de Rawls. La crítica parece perder asi (...)

10 En su libro Liberalismo y los límites de la justicia8, y más concretamente en las páginas referidas por Dworkin, Sandel ataca la incapacidad liberal de diferenciar lo uno, de lo otro, ya que para el liberalismo 'comunidad significa una especie de asociación a la cual se entra y de la cual se sale voluntariamente, a la cual se decide pertenecer o no, como cuando uno decide comprar unos zapatos o no. 

Según Sandel, esto tiene que ver con una cierta noción de identidad como previa a todo fin, como si todos los fines fueran meros atributos, es decir, accidentes del sujeto y no parte constitutiva de su identidad9.

11 Esta crítica no niega que haya fines arbitrarios, fines sin los cuales yo no dejo de ser lo que soy, ni niega tampoco la existencia de asociaciones, como por ejemplo una de fanáticos de los 'Medias Rojas' a las cuales uno decide pertenecer o no sin ningún costo para la propia identidad.

12 Lo que Sandel quiere decir, más bien, es que no toda comunidad es de este tipo, que hay comunidades constitutivas de la propia identidad, como por ejemplo lo sería para Dworkin, entre otras, la comunidad estadounidense. Evidentemente, si Dworkin no fuera estadounidense no sería Dworkin. Esto no implica de ninguna manera que la comunidad política estadounidense tenga que prohibir el homosexualismo, esto es claro. 

Dworkin tiene razón en que hasta el momento la reflexión de Sandel no implica la homogeneidad ética de la comunidad política, ni el rechazo del pluralismo. Pero yo ¡ría más lejos. Las reflexiones de Sandel abren paso a la heterogeneidad de una manera aún no explorada suficientemente y digna de reflexión, pues la identidad está siempre forjada por la pertenencia a varias comunidades, es decir, implica ya siempre relación, apunta más allá de sí. Pero dejemos estas divagaciones y continuemos con nuestro problema.

13 ¿Acaso el hecho de que, si Dworkin no fuera estadounidense no sería Dworkin, implica que Dworkin jamás podrá distanciarse de su ser estadounidense?

10 Dworkin, "Liberal Community...", pág. 156.

14 Esto es, al menos, lo que sugiere la interpretación que Dworkin hace de Sandel, según la cual Sandel estaría diciendo que "un católico, ferviente, por ejemplo, no podría siquiera comenzar a reflexionar sobre si su catolicismo es importante, porque éste es un elemento demasiado fuerte en la constitución de su personalidad como para que el individuo sea sensible a dicho tipo de cuestionamiento"10.

15 ¿Pero aboga realmente Sandel por la imposibilidad de crítica al referirse a rasgos constitutivos de la identidad?

16 Volvamos al ejemplo de Dworkin, el estadounidense, y dejemos volar nuestra imaginación. Supongamos que un día, a raíz de un viaje de placer, Dworkin descubre las delicias del trópico y decide venirse a vivir a Colombia, aprovechando su pensión, para escribir un nuevo libro que ya tiene en mente. 

Su vida en Colombia podría llevarlo a cuestionar su forma norteamericana de pensar. Cambiaría la vaga imagen que tenía de Colombia como país productor de cocaína. Un par de visitas a Bogotá relativizarían también su impresión de idilio tropical. Con el tiempo podría llegar a encariñarse con Colombia y a comprenderla, y más adelante daría un vuelco total a su enfoque teórico.

17 Incluso llegaría a indignarse un buen día ante el certamen anual de la descertificación. A pesar de todo ello, nadie podría llegar a decir que Dworkin fuese colombiano. En el mejor de los casos se diría que era un estadounidense nacionalizado en Colombia. 

A esto es a lo que alude Sandel cuando habla de rasgos constitutivos de la identidad: se refiere a la pertenencia a una comunidad de la cual podemos distanciarnos, sí, pero nunca por completo como quien se deshace de un par de zapatos viejos. El rechazo que Dworkin experimente con el tiempo por su pasado, así como su cariño por Colombia no son desligables del hecho de que nació y vivió en Estados Unidos y se identificó profundamente con su nación. Quiéralo o no, sea consciente de ello o no, este rasgo de su identidad, el ser estadounidense, determinaría incluso su rechazo del mismo.

18 Veamos qué dice Sandel en el texto al cual Dworkin se remite impropiamente:

Sandel, Liberalism..., pág.179. En torno al mismo tema véase también Hans-Georg Gadamer, Verdad y M (...)

Como un ser que se autointerpreta soy capaz de reflexionar sobre mi historia, y en este sentido de distanciarme de ella. Mas la distancia es siempre precaria y provisional y el punto de reflexión jamás podrá quedar definitivamente por fuera de la historia11.

Sandel, Liberalism..., pág.179.

Como vemos, Sandel en ningún momento está negando la posibilidad de la distancia crítica. Otra cosa muy diferente es que insista en que nadie puede saltar por encima de su sombra, en que "tener carácter es saber que yo me muevo en una historia a la cual ni conjuro ni controlo, y sin embargo tiene implicaciones para mis escogencias y mis actos"12.

Dworkin, "Liberal Community...", pág. 157.

20 Estas afirmaciones de Sandel van mucho más lejos de lo que Dworkin está dispuesto a admitir. Para Dworkin "sin duda es imposible que alguien se distancie de todas las asociaciones y vínculos cuando considera el tipo de vida que quiere llevar. Nadie puede pensar inteligiblemente sobre este punto prescindiendo de todos los aspectos del contexto en el cual vive.

De esta manera, nadie puede cuestionar simultáneamente todo sobre sí mismo. Pero de allí difícilmente se desprende que para cada persona haya un vínculo o asociación fundamental de la cual no sea posible separarse, para revisarla manteniendo las demás en su lugar"13.

21 Dworkin admite que uno no se puede separar al tiempo de todas las comunidades a las que pertenece, pero insiste en que uno sí lo puede hacer de una por una. Frente a esta optimista y muy liberal versión del distanciamiento crítico insiste Sandel en que, de aquellas comunidades constitutivas de nuestra identidad no nos podemos separar nunca por completo, cosa que Dworkin sí parece dar por sentado.

https://journals.openedition.org/revestudsoc/29490

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Ronald Dworkin and the crux of rights, between natural law and constructivism.

Quentin Dittrich-Lagadec

In Revue de métaphysique et de morale Volume 112, Issue 4, October 2021, pages 487 to 505

This article seeks to situate Ronald Dworkin’s particular position with respect to natural law theory. Dworkin has expressed a critique of legal positivism, bringing it closer to natural law theory. However, he disagrees with the idea according to rights should be based on a supposedly independent moral order that the legislator or the judge discovers when they make the law. Dworkin substitutes legal principles for natural laws. 

These principles are not independent moral truths, but moral standards that can be constructed rationally. Thus, this paper shows that Dworkin elaborates a kind of moral constructivism, partly inspired by John Rawls, but applied to the law, where decisions made in the present must be consistent with those made in the past. This allows him to redefine a non-transcendent conception of natural law.

Dworkin's theory is "interpretive": the law is whatever follows from a constructive interpretation of the institutional history of the legal system. Dworkin argues that moral principles that people hold dear are often wrong, even to the extent that certain crimes are acceptable if one's principles are skewed enough.



CAYETANO ACUÑA


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https://en.wikipedia.org/wiki/Ronald_Dworkin#:~:text=Dworkin's%20theory%20is%20%22interpretive%22%3A,one's%20principles%20are%20skewed%20enough.


jueves, 7 de abril de 2022

TERRY EAGLETON: Literatura: CAYETANO ACUÑA - WACHSAM.

 TERRY EAGLETON:


Ampliamente considerado como el crítico literario y teórico más influyente de Inglaterra, el Dr. Eagleton fue Distinguido Prof. de Literatura Inglesa en la Univ. de Lancaster y como Prof. Visitante en la Universidad de Nat'l de Irlanda, Galway. 




Eagleton nació en Salford en una familia obrera y católica, cuyos abuelos paternos eran inmigrantes irlandeses, más humildes. De niño hizo de monaguillo y de portero en un convento de carmelitas, como recuerda en su autobiografía, de tono a menudo irónico. Sintió enseguida el elitismo de la universidad en la que estudió, y donde se doctoró, el Trinity College de Cambridge. A continuación, fue profesor en el Jesus College de Cambridge. Tras varios años de haber enseñado en Oxford —Wadham College, Linacre College y St. Catherine’s College—, obtuvo la cátedra John Rylands de Teoría Cultural de la Universidad de Mánchester. Ha sido profesor de Literatura Inglesa de la Universidad de Lancaster.

Una introducción a la teoría literaria (1983), seguramente su obra más conocida, traza la historia de los estudios literarios contemporáneos, desde el romanticismo del siglo XIX al posmodernismo de las últimas décadas. 

Eagleton fue un docente que siempre puso el dedo sobre la llaga en su contexto. Su obra permite conocer los intringulis de la actividad literaria inglesa en su tiempo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Terry_Eagleton  



En Después de la teoría (2003) pone en tela de juicio a la teoría cultural y literaria actual y destaca lo que llama la “bastardización” de ambas. La conclusión, no obstante, no resta méritos al estudio interdisciplinar de la literatura y la cultura; es más, Eagleton afirma que se trata de una fusión que permite estudiar de forma eficaz una amplia variedad de temas. Su acusación se centra en el rechazo de las categorías absolutas por parte de los teóricos y la posmodernidad.

Ampliamente considerado como el crítico literario y teórico vivo más influyente de Inglaterra, el Dr. Eagleton fue Distinguido Prof. de Literatura Inglesa en la Univ. de Lancaster y como Prof. Visitante en la Universidad de Nat'l de Irlanda, Galway. 

Fue Thomas Warton Prof. de Literatura Inglesa en la Univ. de Oxford ('92-01) y John Edward Taylor Prof. de Literatura Inglesa en la Univ. de Manchester 'hasta '2008. 

Ha escrito más de 40 libros, incluyendo Teoría literaria: Una introducción ('83); La ideología de la estética ('90) y Las ilusiones del postmodernismo ('96).

Sostuvo que durante el último medio siglo, los pensadores posmodernistas han estado tratando de desacreditar la verdad, la identidad y la realidad. La identidad es una camisa de fuerza, y la verdad es solo la opinión de algún académico de mediana edad. En cuanto a la realidad, se ha vuelto tan obsoleta como vestirse para la cena. Para Eagleton la objetividad es un mito en el servicio

Terry was born on September 3, 1958, and passed away on Thursday, June 30, 2016. 

https://en.wikipedia.org/wiki/Terry_Eagleton

Review of Terry Eagleton's "What is Literature?"

Literature Review, 2012

A Z AMINE ZIDOUH (AUTHOR)

Excerpt

Review of “What is Literature? by Terry Eagleton.”

The question of “What is Literature?” has been raised so many times, by so many scholars and researchers, yet it still remains open to discussion; since no answer seems to encompass everything that we tend to call “literature”. In that regard, Terry Eagleton‟s introduction, is one of the most known to have tried to define “Literature”.



The first definition that comes to mind when one tends to think about literature according to Eagleton‟s, is the question of fact vs. fiction. Some tend to believe that literature is “imaginative” writing; putting therefore literature in opposition to factual and/or historical writing. Yet this distinction has some flaws, and one of the best examples is the one provided by Terry Eagleton when he says that “Superman comics” are fiction but not regarded as literature. We can therefore understand that the claim that literature refers to “imaginative writing” isn‟t going to take us that far.

If literature does not and cannot refer only to what is “imaginative” or “fictional” writing. Maybe it refers to a certain “peculiar” use of language. Literature therefore can be seen as a deviation from everyday language, or as described by Roman Jacobson as an “organized violence committed on ordinary speech”. This view according to Eagleton is the formalistic view of literature. In sum, its focus was‟t on content but on the form. 

The formalists only regarded literature as a „particular organization of language‟. Formalism according to Eagleton was only „the application of linguistics to the study of literature‟. The content was therefore secondary, not to say unnecessary, to the formalists. This view of literature is criticized by literary theorist Terry Eagleton.

He argues that to claim that literature is a „special kind of language‟ presupposes the existence of a „normal‟ or „ordinary‟ language; while, according to Eagleton, the view that there is such thing as a „normal‟ language „shared equally among all members of society is an illusion‟. 

In sum, the formalistic view of literature, or as it is claimed by Eagleton of „literariness‟, was in relation to the „differential‟ relations between one sort of discourse and another; which is in itself not an inherent property. Another problem with this view is that it sees the way in which something is said/written as being more important than what is actually discussed. 

That is if we decide to treat literature “non-pragmatically”, we can forget about any objective definition of literature, because as advocated by Eagleton, in claiming that, we are also leaving the definition of literature to „how somebody decides to read‟ it, not to the inherent „nature of what is written‟.

Eagleton continues in his discussion and adds that any piece of writing can be read „non- pragmatically‟, as any text can be read „poetically‟. Therefore, literature cannot be judged as being simply a discourse that must be read “non-pragmatically”.

Indeed, value judgments surely have a lot to do with how we tend to see something like literature or not. This leads Eagleton to claim that there is absolutely no objective definition of „literature‟. 

That there is no such writing that is immutably literary. We can only understand that since literature has a lot to do with value judgments, and since values refer to „whatever is valued by certain people in specific situations, according to particular criteria and in the light of given purposes‟, we can clearly understand the very crucial point suggested by Eagleton when he says that “all literary works… are „rewritten‟ if only unconsciously by the societies which read them; indeed there is no reading of work which is not also a „re-writing‟”.

This is indeed a very significant point made by Eagleton, we can understand that no piece of „literature‟ can be unfolded to a group of people without being changed, and this is exactly why „literature‟ remains an „unstable affair‟.

We‟have seen how different trials of defining literature lead to each other, only to get us as far as seeing literature as an „unstable affair‟ that can never be scrutinized in an objective manner. Yet the claim that what we tend to see as „literature‟ has a lot to do with value-judgments, is a very interesting one, for we can understand that „ideology‟ has a lot to do with what we tend to view as „literature‟. 

Put more crudely, one can say that the social groups in power want us to consider a certain piece of writings as „literature‟ and others as not. This can only push us to think that by reading what a certain society considers „literature‟ we may understand a lot, about this given society. 

We also understand that for „literature‟ to be under so many invisible schemes, then it may only have a very crucial impact on the reproduction of social inequalities and power relations, this is why „literature‟ has come to be the slave of the social groups in power, for whom there are always social goods at stake.

Amine Zidouh

https://www.grin.com/document/192313

Book Description

IDEOLOGY

This collection of readings on the concept of ideology is brought together by the critic, Terry Eagleton. His introduction traces the historical evolution of ideology and examines in a more theoretical style the various meanings of the word and their significance. The readings begin with the first English translations of some of the writing of the French founder of the concept in the eighteenth century. They then move from the enlightenment to Hegel and Marxism, with particular emphasis on Marx and Engels themselves. They also look at other eighteenth-century traditions of thought such as Nietzche and Freud.

All the readings are theoretical rather than examples of `ideology at work' and will be of interest to undergraduate students of cultural, political, and historical studies concerned with ideology, as well as students of English literature.

The best guide available to this complex concept is newly updated.

Ideology has never before been so much in evidence as a fact and so little understood as a concept as it is today. In this now-classic work, originally written for both newcomers to the topic and for those already familiar with the debate, Terry Eagleton unravels the many different definitions of ideology and explores the concept's torturous history from the Enlightenment to postmodernism.

The book provides lucid accounts of the thought of key Marxist thinkers, as well as of Schopenhauer, Nietzsche, Freud, and the various post-structuralists. Now updated in the light of current theoretical debates, this essential text by one of our most important contemporary critics clarifies a notoriously confusing subject.

Ideology is core reading for students and teachers of literature and politics.

This study is divided into three parts: the classical tradition; Althusser and after; and modern debates. It includes chapters on class consciousness, ideology, and utopia, and the epistemology of sociology, looking at the work of Georg Lukas, Karl Mannheim, and Lucien Goldman respectively.


miércoles, 6 de abril de 2022

HAYEK ON LIBERTY: CAYETANO ACUÑA - WACHSAM

 




Source: This essay first appeared in the journal Literature of Liberty: A Review of Contemporary Liberal Thought, vol. V, no. 4, Winter 1982 published by the Cato Institute (1978-1979) and the Institute for Humane Studies (1980-1982) under the editorial direction of Leonard P. Liggio. It is republished with thanks to the original copyright holders.

The political philosopher John Gray has written on Hayek, Isaiah Berlin, John Stuart Mill, and the liberal tradition.

F.A. Hayek and the Rebirth of Classical Liberalism: A Bibliographical Essay by John Gray.


Introduction: The Revival of Interest in Hayek - A Unified Research Program in Hayek's Writings?

In the recent revival of public and scholarly interest in the values of limited government and the market order, no one has been more centrally significant than Friedrich A. Hayek. His works have figured as a constant point of reference in the discussions both of the libertarian and conservative theories of the market economy; they have also provided a focal point of attack for interventionist and collectivist critics of the market. Hayek's return to such a pivotal position in intellectual life is remarkable when we recall that for several decades his work was subjected to neglect and obscurity.

It was not until 1974 at the age of 75 that he was belatedly acknowledged by being awarded the Nobel Memorial Prize in Economic Science. During the three decades after 1945, when certain Keynesian ideas seemed to have been vindicated by the prevailing government policies of economic interventionism, Hayek may have seemed an intransigent and isolated figure, whose chief importance was that of an indefatigable critic of the spirit of the age. 

It was, however, during these very same years, in which he turned from economic theory to political thought, that Hayek made his greatest contributions thus far to the formulation of public philosophy, including most notably his Constitution of Liberty (1960), surely the most powerful and profound defense of individual freedom in our time.

It is noteworthy that, in the revival of interest in Hayek's work, his contributions to political philosophy have attracted as much interest as have his works in economic theory.

The Unity and Coherence of Hayek's Writings: Conception of Mind & Unity of Knowledge

In all of this revival of scholarly interest, however, Hayek's work has rarely been viewed as a whole. In fact, it has often been suggested that what we find in his writings is a series of unconnected episodes, in which questions are addressed in a variety of disciplines on a number of disparate historical occasions, rather than a coherent research program implemented over the years. 

Even Hayek's friends have sometimes discerned important tensions and conflicts in his writings, leading them to argue that his work encompasses methodological and political positions which are in the last resort incompatible. Against this view, to which I once subscribed myself, I want now to submit that Hayek's work does indeed disclose a coherent system of ideas. 

Hayek's system of ideas may not perhaps be wholly stable, but in this system positions covering a range of academic disciplines are in fact informed and unified by a small number of fundamental philosophical conceptions. Identifying these basic philosophical positions, and showing how they infuse his entire work, is the chief aim of this review of Hayek's work. It will not be my argument that Hayek's system lacks difficulties or internal tensions.

I will try, however, to show that his work is given a cohesive and unitary character by the claims in the theory of knowledge and in theoretical psychology which inform and govern his contributions to many specific debates.

My strategy in this survey of Hayek's work is to seek the unifying wellspring of his thought in his conception of the mind and in his account of the nature and limits of human knowledge. My argument will be that Hayek's general philosophy - a highly distinctive development of post-Kantian critical philosophy - informs and shapes his contributions to a variety of academic disciplines (jurisprudence and social philosophy as much as economic theory and the history of ideas), and Hayek's philosophy does so in ways that have been persistently neglected or misunderstood. 

In particular, Hayek's account of the structure of the mind, the nature and limits of human knowledge, and the use and abuse of reason in human life pervades his writings down to their last details and gives to his work over the years and across many disciplinary boundaries the character of a coherent system.

We can see the structure of Hayek's system of ideas and we can realize its capacity to yield an integrated view of man and society only when we have adequately specified its philosophical foundations. It is only once we have grasped these philosophical foundations of his thought, again, that we may fully appreciate his originality as a thinker and the measure of his achievement as a social theorist.

Overview of Topics Covered in This Essay

I begin my survey by examining briefly the chief claims Hayek makes in his centrally important but sadly neglected treatise in theoretical psychology, The Sensory Order (1952), where he most systematically and explicitly develops his account of the mind and of human knowledge.

Having set out the principal features of Hayek's view of the mind and of the forms of human knowledge, I shall try to show how these conceptions inform his account of spontaneous order in society, and how they condition his distinction between 'economy' and 'catallaxy,' his elaboration of the argument about economic calculation under socialism, and his distinctive position as to the appropriate theory and methods for economics.

I proceed then to examine how Hayek applies his general philosophy to the relations of individual liberty with the rule of law. In the course of this survey, I will canvass some of the most important criticisms of Hayek's system, concentrating particularly on the claim that his conception of spontaneous order in society is unclear, and his use of it objectionable.

It is often argued that, when taken in conjunction with its twin idea of cultural evolution by the natural selection of rival social practices, the idea of spontaneous social order has a conservative rather than any liberal or libertarian implication, since it appears to entail blind submission to the result of any unplanned social process.

Against this criticism, which expresses the common view that Hayek's political thought is an unstable compound of conservative or traditionalist and liberal or libertarian elements, I will argue that the idea of spontaneous social order in Hayek's work is best seen as a value-free explanatory notion and that invoking this idea illuminates rather than undermines the bases for the commitment to liberty. [1a]

In developing my argument by way of an examination of the criticisms of a number of writers in opposed intellectual traditions - Michael Oakeshott, James Buchanan, and Irving Kristol, for example - I will conclude that Hayek's chief achievement is in his reviving the intellectual tradition of classical liberalism of which varied strands in contemporary conservatism and libertarianism are quarreling offspring. In the course of this survey I will, also, identify three principal achievements of Hayek's social philosophy:

(1) his demonstration of the import of social theory of an erroneous Cartesian theory of the mind and the role of this theory in inspiring modern attempts at the rational design of social life;

(2) his theory of the liberal order, which is a synthesis of the theories of justice of Immanuel Kant (1724-1804) and David Hume (1711-1776) with a devastating critique of contemporary conceptions of distributive justice; and (3) his proposal for a resolution of a central difficulty of classical liberal theory in the intriguing ideas of a market in traditions.

The upshot of my assessment of Hayek's thought will be that, whereas his critics have identified ambiguities, tensions, and unclarities in some of his formulations, the interest and appeal of his system remains unimpeached. Despite (or even because of) its problematic aspects, Hayek's system of ideas remains a powerful and compelling research program - in my own opinion, the most promising we have at our disposal - for classical liberal social philosophy.

https://oll.libertyfund.org/page/hayek-and-classical-liberalism-a-bibliographical-essay-by-john-gray

TRADUCCIÓN PERSONAL:

Fuente: Este ensayo apareció por primera vez en la revista Literature of Liberty: A Review of Contemporary Liberal Thought , vol. V, núm. 4, Winter 1982 publicado por el Instituto Cato (1978-1979) y el Instituto de Estudios Humanos (1980-1982) bajo la dirección editorial de Leonard P. Liggio. Se reedita gracias a los titulares originales de los derechos de autor.

El filósofo político John Gray ha escrito sobre Hayek, Isaiah Berlin, John Stuart Mill y la tradición liberal.

F.A. Hayek y el renacimiento del liberalismo clásico: un ensayo bibliográfico de John Gray

Introducción: El renacimiento del interés en Hayek - ¿Un programa de investigación unificado en los escritos de Hayek?

En el reciente resurgimiento del interés público y académico en los valores del gobierno limitado y el orden de mercado, nadie ha sido más central significativo que Friedrich A. Hayek. Sus obras han figurado como un punto de referencia constante en las discusiones tanto de las teorías libertarias como conservadoras de la economía de mercado; también han proporcionado un punto focal de ataque para los críticos intervencionistas y colectivistas del mercado. 

El regreso de Hayek a una posición tan fundamental en la vida intelectual es notable cuando recordamos que durante varias décadas su trabajo estuvo sujeto a la negligencia y la oscuridad. No fue hasta 1974 a la edad de 75 años que fue reconocido tardíamente al ser galardonado con el Premio Nobel Memorial en Ciencias Económicas. Durante las tres décadas posteriores a 1945, cuando ciertas ideas keynesianas parecían haber sido reivindicadas por las políticas gubernamentales prevalecientes de intervencionismo económico,

Hayek pudo haber parecido una figura intransigente y aislada, cuya importancia principal era la de un crítico infatigable del espíritu de la época. Fue, sin embargo, durante estos mismos años, en los que pasó de la teoría económica al pensamiento político, que Hayek hizo sus mayores contribuciones hasta el momento a la formulación de una filosofía pública, incluyendo sobre todo su Constitución de la Libertad (1960), seguramente la defensa más poderosa y profunda de la libertad individual en nuestro tiempo. Es de destacar que, en el resurgimiento del interés en la obra de Hayek, sus contribuciones a la filosofía política han atraído tanto interés como sus obras en la teoría económica.

La unidad y coherencia de los escritos de Hayek: Concepción de la mente y unidad del conocimiento

En todo este resurgimiento del interés académico, sin embargo, el trabajo de Hayek rara vez ha sido visto como un todo. De hecho, a menudo se ha sugerido que lo que encontramos en sus escritos es una serie de episodios inconexos, en los que las preguntas se abordan en una variedad de disciplinas en una serie de ocasiones históricas dispares, en lugar de un programa de investigación coherente implementado a lo largo de los años.

Incluso los amigos de Hayek a veces han discernido tensiones y conflictos importantes en sus escritos, lo que los lleva a argumentar que su trabajo abarca posiciones metodológicas y políticas que son incompatibles en última instancia. En contra de este punto de vista, al que una vez me suscribí, quiero decir que el trabajo de Hayek revela un sistema coherente de ideas.

El sistema de ideas de Hayek quizás no sea del todo estable, pero en este sistema las posiciones que cubren una gama de disciplinas académicas están de hecho informadas y unificadas por un pequeño número de concepciones filosóficas fundamentales. Identificar estas posiciones filosóficas básicas, y mostrar cómo infunden toda su obra, es el jefe

Identificar estas posiciones filosóficas básicas, y mostrar cómo infunden toda su obra, es el objetivo principal de esta revisión de la obra de Hayek. No será mi argumento que el sistema de Hayek carece de dificultades o tensiones internas. Trataré, sin embargo, de demostrar que su trabajo tiene un carácter cohesivo y unitario por las afirmaciones en teoría del conocimiento y en psicología teórica que informan y gobiernan sus contribuciones a muchos debates específicos.

Mi estrategia en este estudio del trabajo de Hayek es buscar el manantial unificador de su pensamiento en su concepción de la mente y en su relato de la naturaleza y los límites del conocimiento humano. Mi argumento será que la filosofía general de Hayek - un desarrollo altamente distintivo de la filosofía crítica post-Kantian - informa y da forma a sus contribuciones a una variedad de disciplinas académicas (la jurisprudencia y la filosofía social tanto como la teoría económica y la historia de las ideas), y la filosofía de Hayek lo hace de maneras que se han descuidado persistentemente o malentendido.

En particular, el relato de Hayek de la estructura de la mente, de la naturaleza y los límites del conocimiento humano, y del uso y abuso de la razón en la vida humana impregna sus escritos hasta sus últimos detalles, y da a su trabajo a lo largo de los años y a través de muchos límites disciplinarios el carácter de un sistema coherent.

Podemos ver la estructura del sistema de ideas de Hayek y podemos realizar su capacidad de producir una visión integrada del hombre y la sociedad solo cuando hemos especificado adecuadamente sus fundamentos filosóficos. Es solo una vez que hemos comprendido estos fundamentos filosóficos de su pensamiento, de nuevo, que podemos apreciar plenamente su originalidad como pensador y la medida de su logro como teórico social.

Resumen de los temas tratados en este ensayo

Comienzo mi encuesta examinando brevemente las principales afirmaciones que Hayek hace en su tratado de importancia central pero tristemente descuidado en psicología teórica, The Sensory Order (1952), donde desarrolla de manera más sistemática y explícita su relato de la mente y del conocimiento humano. 

Habiendo expuesto las características principales de la visión de Hayek de la mente y de las formas del conocimiento humano, trataré de mostrar cómo estas concepciones informan su relato de un orden espontáneo en la sociedad, y cómo condicionan su distinción entre 'economía' y 'catallaxismo,su elaboración del argumento sobre el cálculo económico bajo el socialismo, y su posición distintiva en cuanto a la teoría y los métodos apropiados para la economía.

Procedo entonces a examinar cómo Hayek aplica su filosofía general a las relaciones de la libertad individual con el estado de derecho. En el curso de esta encuesta voy a sondear algunas de las críticas más importantes del sistema de Hayek, centrándose particularmente en la afirmación de que su concepción de un orden espontáneo en la sociedad no es clara, y su uso de ella objetable. 

A menudo se argumenta que, cuando se toma en conjunción con su idea gemela de la evolución cultural por la selección natural de las prácticas sociales rivales, la idea de orden social espontáneo tiene una implicación conservadora más que liberal o libertaria, ya que parece implicar una sumisión ciega al resultado de cualquier proceso social no planificado.

Contra esta crítica, que expresa la opinión común de que el pensamiento político de Hayek es un compuesto inestable de elementos conservadores o tradicionalistas y liberales o libertarios, argumentaré que la idea del orden social espontáneo en la obra de Hayek se ve mejor como un valor-la noción explicativa libre y que invocando esta idea ilumina más bien que socava las bases para el compromiso a la libertad. [1a]

Al desarrollar mi argumento mediante un examen de las críticas de varios escritores en tradiciones intelectuales opuestas - Michael Oakeshott, James Buchanan e Irving Kristol, por ejemplo - Concluiré que el principal logro de Hayek está en su revitalización de la tradición intelectual del liberalismo clásico, de la cual varias ramas en el conservadurismo contemporáneo y el libertarismo están peleando descendencia.

En el curso de esta encuesta, también, identificar tres logros principales de la filosofía social de Hayek

(1) su demostración de la importancia para la teoría social de una teoría cartesiana errónea de la mente y el papel de esta teoría en la inspiración de los intentos modernos en el diseño racional de la vida social; 

(2) su teoría del orden liberal, que es una síntesis de las teorías de la justicia de Immanuel Kant (1724-1804) y David Hume (1711-1776) con una crítica devastadora de las concepciones contemporáneas de la justicia distributive; 

y (3) su propuesta de una resolución de una dificultad central de la teoría liberal clásica en las ideas intrigantes de un mercado en las tradiciones.

El resultado de mi evaluación del pensamiento de Hayek será que, mientras que sus críticos han identificado ambigüedades, tensiones e incoherencias en algunas de sus formulaciones, el interés y el atractivo de su sistema sigue siendo incuestionable. A pesar (o incluso debido a) sus aspectos problemáticos, el sistema de ideas de Hayek sigue siendo un programa de investigación poderoso y convincente - en mi propia opinión, el más prometedor que tenemos a nuestra disposición - para la filosofía social liberal clásica.



martes, 5 de abril de 2022

Interrogantes: TIEMPO AGUSTINIANO - ÉTICA: CAYETANO ACUÑA - WACHSAM.

 Interrogantes: TIEMPO AGUSTINIANO - ÉTICA





La pregunta agustiniana del tiempo

Ricoeur verifica esta realidad ya conocida por todos los especialistas agustinianos. Las Confesiones, más allá de un relato autobiográfico, constituye un dilema existencial del autor. El hecho de la conversión tiñe el discurso filosófico-teológico25. Todas aquellas ideas, pensamientos o creencias deben pasar por el cedazo de la Escritura y de la fe revelada. Pero un hecho es indudable; el tono es tensional y a veces agobiante.

Es así como el tema del tiempo es clave. Este traspasa el pensamiento de la época y el Kairos divino. Durante la época agustiniana confluyen dos tipos de pensamiento temporal. Uno de corte absolutista que piensa el tiempo como una realidad completa en sí misma (Estratón de Lampsaco) y otra relacional que hace depender el tiempo de otra virtualidad. Ejemplo de ello es la relación tiempo-movimiento planteada por Aristóteles en su Física. Pero hay pensadores que combinan ambas posturas. Plotino afirmará que el tiempo es imagen móvil de la eternidad (Enn. I, 7), pero es una imagen que tiene su sede en el alma26.

En la mitología griega. En la mitología griega, Kairós (Καιρος) o Cero​ es el dios de la oportunidad, la personificación de la Ocasión (Caerus, Occasio y Tempus en latín). Habitualmente es considerado el hijo divino más joven de Zeus, pero se desconoce su madre o descendencia.

Paul Ricoeur afirmará que la especulación tiempo-eternidad27 en Agustín procura colocar: "[... ] el tiempo bajo el horizonte de una idea-límite [...] intensificar la experiencia misma de la distentio en el plano existencial [... ] exigir a esta misma experiencia que se supere en la línea de la eternidad"28. El filósofo francés no desconoce el juego agustiniano de contraponer ambas realidades desde la revelación, ni el tono laudatorio del texto. Su intención radica en el "cómo" de ello.

https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0049-34492013000300003

Ver:

LA RECONSTRUCCIÓN ARGUMENTATIVA DE PAUL RICOEUR DEL TEMA TEMPORAL DEL LIBRO XI DE LAS CONFESIONES

La recepción del pensamiento agustiniano sobre el tiempo en Temps et récit de Paul Ricreur

https://www.pdcnet.org/C1257E0E005AD61B/file/9E80458CCA3E8262C1257E1C0072820B/$FILE/mayeutica_2014_0040_0089_0067_0126.pdf

Agustín de Hipona: Qué es el tiempo. 

Edición bilingüe y traducción de Agustín Corti. Trotta. Madrid, 2011. 112 páginas. 

“¿Qué es, por tanto, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Si quiero explicarlo a quien me pregunta, no lo sé”. Con estas célebres palabras inaugura San Agustín su clásica reflexión sobre el tiempo que irrumpe con fuerza en el libro XI de las Confesiones y que se ha impuesto como un texto de referencia para todos los que, en algún momento, se han sentido hechizados por este dilema tan inevitablemente actual y tan antiguo como el pensamiento mismo.

Qué es el tiempo ha sido ahora nuevamente traducido y editado por Trotta, con independencia del resto de libros que componen esa soberbia obra de la historia del pensamiento firmada por Agustín de Hipona. La traducción actualizada de Agustín Corti pretende acercar el texto al lector contemporáneo, hacerlo más accesible a su vocabulario sin perder por ello rigurosidad y manteniendo el carácter analítico del texto agustiniano, cuya redacción latina original se incorpora junto a la traducción castellana, dando como resultado una cuidada edición bilingüe.

A decir verdad, la lectura de una obra clásica siempre comporta una dificultad añadida, aquella que deriva de la insalvable brecha que separa el contexto en el cual fue originalmente concebida del contexto en el que, muchísimos años más tarde, los lectores actuales accedemos a ella. No obstante, el prurito de placer intelectual que indefectiblemente acompaña la asimilación de un texto clásico suple con creces la dificultad de su lectura.

En este sentido, la introducción a esta nueva edición cumple una doble función: la de contextualizar la reflexión agustiniana sobre el tiempo tanto en su época histórica como en el conjunto de su obra (atendiendo a su sentido dentro las Confesiones), y la de facilitarnos el acceso al desarrollo de la trabada argumentación agustiniana.

Las Confesiones es una obra con un claro afán protréptico o propagandístico en cuyo seno cabe diferenciar los diez primeros libros, fundamentalmente dedicados a la narración autobiográfica, de los tres últimos, centrados básicamente en una investigación sobre la Biblia. El pequeño pero delicado libro undécimo que ahora presentamos abandona así el planteamiento autobiográfico, e inaugura la reflexión sobre el tiempo a partir de un estudio del Génesis, en el que el relato de la creación del mundo introduce la diferencia entre el tiempo y la eternidad.

La relación entre la eternidad de Dios y la finitud del hombre nos aboca a la pregunta por el tiempo. El análisis agustiniano incorpora también elementos de la tradición eléata y aristotélica, pero redunda en una respuesta original que no siempre ha sido estimada con justicia. En cualquier caso, su relevancia como texto filosófico clásico es innegable, siendo posible rastrear su huella en obras tan contemporáneas como las de Husserl, Heidegger o Ricoeur.

Por Pablo Romero Romeral

https://www.elimparcial.es/noticia/86775/los-lunes-de-el-imparcial/agustin-de-hipona:-que-es-el-tiempo-.html

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DISCURSO ÉTICO

La ética del discurso sostiene que los seres humanos, en cuanto seres racionales y razonables, no podemos renunciar a la competencia lingüístico-dialógica sin lesionar nuestra propia dignidad.

La «ética del discurso» de Karl-Otto Apel representa una propuesta de fundamentación ética en la que se procura una transformación de la ética kantiana mediante dos recursos principales: el pasaje de la perspectiva monológica a la dialógica, y la superación del «rigorismo».

La ética del discurso de Habermas es un intento de explicar las implicaciones de la racionalidad comunicativa en el ámbito de la intuición moral y la validez normativa.

Como lo afirma, Adela Cortina, La ética discursiva, como filosofía moral, no busca preocuparse por la corrección de las normas de acción "sino por la verdad de las proposiciones, más por el discurso práctico que por el teórico, cree poder ofrecer hoy día una fundamentación de lo moral que transforma ...


Dentro de la gama de teorías éticas contemporánes se destacan: SUSTANCIALISMO, con Alasdair MacIntyre; Richard Rorty; Charles Taylor; PROCEDIMENTALISMO. ETICA DISCURSIVA:Karl Otto Apel; Jürgen Habermas; Adela Cortina;.

Las teorías éticas contemporáneas, son aquellas propuestas que pretenden dar razón de la forma de moralida, excluyendo las corrientes como el positivismo científico, y el racionalsmo crítico ya que estas niegan la fundamentación de los juicios morales.

Estas propuestas se han venido revelando poco a poco, desde los sesenta hasta nuestros días. En cda teoría ética se va reflejando el pensamiento de los autores que defienden las teorías, así mientras el procedimentalismo considera que la tarea ética se basa en descubrir los procedimientos legitimadores de las normas (Cortina, 2000), el sustancialismo sostiene que la tarea ética, es la búsqueda dentro de la praxis concreta de la racionalidad inmanente de la misma.

Karl Otto Apel, Jürgen Harbemas, y Adela Cortina ofrecen propuestas inscritas dentro de la teoría de la ética discursiva.

El punto de partida de la ética discursiva, no es ontológico -del ser-, tiene como punto de partida un factum linguístico de la filosofía y considera al lenguaje  desde la triple dimensión del signo -sintáctica-semántica-y progmática trascendental, bajo una situación de diálogo y no desde la práctica empírica de los concensos fácticos.

La ética discursiva es cognoscitiva, en el sentido que cree posible la fundamentación de los juicios morales. Es universakista, porque los criterios han de aplicarse universalmente. Es deontólogica, en el sentido que se abstrae de las cuestiones del la vida buena, limitándose al caso de lo obligado según paramétros de la justicia de las normas y formas de acción. A la ética discursiva también se la catalogado como formalista.

 http://soda.ustadistancia.edu.co/enlinea/ETICA%20CONTEMPORANEA%20SEGUNDO%20MOMENTO/etica_discursiva.html

Entre las teorías ético-filosóficas relevantes para una discusión actual del problema de la responsabilidad se encuentran la ética weberiana de la responsabilidad por las consecuencias de las acciones humanas, la ética de Hans Jonas del principio de responsabilidad y la ética del discurso, de Habermas (1985) y Apel (1973, 1988).


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