Cynthia Sanborn: “Para reformar se necesitan consensos y audacia”
Domingo 28 de septiembre del 2014 | 06:55
Investigadora considera que para poder efectuar mejoras en la institucionalidad en el país se debe primero identificar dónde están los obstáculos.
Pacífico y profesora principal del Departamento Académico de
Ciencias Sociales y Políticas del mismo centro de estudios, Cynthia Sanborn hace un análisis a fondo de las reformas y cambios de los noventa y de lo que hace falta para mejorar en las tareas pendientes, como la educación.
Tú conociste el Perú de los años ochenta y has profundizado
en el estudio de nuestros años setenta. ¿Cómo ves nuestra situación en
comparación con el Perú actual?
Yo vine a Perú por primera vez en 1981 e hice mi tesis doctoral sobre la
transición a la democracia a fines de los setenta y el fracaso en la
creación del sistema de partidos en los años ochenta.
Si comparo, creo que los cambios son formidables, a nivel social y a nivel de la capacidad de la población de articular lo que siente, lo que quiere, sus demandas. Hay temas que eran tabú en los ochenta que hoy están en agenda: racismo, discriminación, igualdad de oportunidades.
¿Cuál es tu balance de los últimos 24 años?
Es un periodo en que el Perú ha recuperado la senda de la democracia, lo
que es fundamental. Hay un crecimiento económico positivo, que permite que la gente empiece a mirar alrededor
y exigir mayor calidad de vida. Los conflictos que se ven están
asociados a una población que espera más, un Estado más eficiente,
mejores servicios públicos, que espera ser tomada en cuenta.
¿Esos grandes cambios tienen como base las reformas económicas de los noventa?
Yo fui y soy muy crítica de la manera en que gobernó Fujimori, y de la
complicidad de muchos sectores dizque democráticos que lo apoyaron a
pesar de las evidencias de corrupción y de autoritarismo. No me parece que fue tan positiva la manera de gobernar. Sí, Perú hizo reformas, quizás las más rápidas y radicales de Sudamérica, más que Chile, pero es una combinación de factores.
Haber pacificado y recuperado cierta tranquilidad y poner al Perú en la senda de apertura me parece muy importante, pero creo que se pudo hacer en democracia.
Creo que el Sr. Fujimori tenía aliados en el Congreso, pero decidió
patear el tablero y hacerlo a la mala. Creo que algunas de las herencias
autoritarias vienen de entonces. Pero abrir la economía peruana y
recibir inversión, poner en manos de la iniciativa privada algunos
sectores me parece muy bien.
Cuando uno profundiza en lo que se hizo bien, en el plano
económico, se halla con un grupo de tecnócratas detrás. ¿Por qué es tan
difícil hacer lo mismo en otros aspectos, como, por ejemplo, la reforma
educativa o institucional?
Si miramos el periodo de los noventa, en efecto, vemos que se pudieron
reformar la gestión macroeconómica, las relaciones comerciales
exteriores, la promoción de inversiones, pero reformar sectores tan
fundamentales para la población como educación y salud no requiere solo
de habilidades técnicas, sino también políticas: negociación,
concertación, diálogo, muñeca, relacionarse con actores sociales muy
complicados. Y eso es algo que los tecnócratas solos no pueden hacer.
Como James Robinson, dirías que las mejoras institucionales solo pueden provenir de consensos políticos…
No sé si de consensos… Es más bien una combinación de consensos y
audacia. Porque hay reformas que, si uno espera a que todos estén de
acuerdo, no se van a hacer. Necesitas también poder identificar dónde están los obstáculos, por qué no se pudo hacer antes y tener una estrategia para poder superarlos.
La manera de manejar las reformas de política pública, si se
estudian casos exitosos, es con esa combinación de diálogo y muñeca para
‘by-pasear’ a los que nunca van a estar de acuerdo.
Y nuestra partidocracia no ayuda…
En Chile hay partidocracia; yo hablaría en nuestro caso de
fragmentación, la falta de un sistema de partidos y de organizaciones
cívicas que realmente representan los intereses de sus bases. Si tú
puedes negociar a nombre de y acordar, en buena hora, pero tenemos una
cantidad de grupetes que son básicamente electorales y luego
desaparecen. El acuerdo nacional es una cosa fantástica en el papel,
pero ninguno puede realmente representar sus bases, lo que hace mucho
más difícil negociar, firmar si están de acuerdo e implementarlo.
Si no nace de los partidos o de los centros de investigación
(que producen ideas), ¿por qué otro lado de la sociedad puede empezar
este trabajo?
Hay una necesidad de reforzar las organizaciones de intereses, que
representan intereses legítimos en la sociedad, grupos de ciudadanos o
entidades que tienen algo en común. Hay que reforzar su capacidad de
influir sea quien sea el candidato que gane. Aquí los partidos no están cumpliendo esta función. Entonces, hay que reforzar entidades cívicas que puedan incidir en la política.
Reflexión. “Hay una necesidad urgente de poner orden, que no es lo mismo que aplastar libertades”. (César Fajardo)
La élite económica tradicional no está interesada en hacer
política; los interesados son la llamada “nueva clase media”, que tienen
muchos intereses políticos, algunos por rentismo y otros por vocación…
Pero así hicieron Fujimori y Toledo; el único que ha hecho carrera política es Alan García
y tuvo que cometer muchos errores para aprender. Hay algo del ‘factor
Fujimori’, que todavía inspira a muchos con intereses no tan públicos.
En lo que es el empresariado más grande, más logrado, más exitoso, no es conveniente apostar por un partido,
porque, dada la volatilidad del sistema político, no sabes quién va a
ganar y no conviene estar identificado con quien no ganó. Más bien
después, hay una suerte de acercamiento racional.
En una reciente encuesta, el 31% de peruanos se situaba en
el recuadro de autoritarios, totalitarios. ¿Crees que aún queda espacio
para un caudillo antisistema?
Es producto de la historia del Perú, donde los presidentes con mayor
popularidad han sido Velasco y Fujimori, que aunque pudieran tener
políticas totalmente opuestas, eran ambos caudillos autoritarios. El
recuerdo de ellos, y para algunos sectores incluso el de Odría, es que hicieron cosas, hicieron reformas, impusieron orden,
mientras que el recuerdo de la democracia es el recuerdo del caos, de
la fragmentación, de la crisis económica, de la inseguridad. En un país
donde la democracia no ha ido de la mano con la eficiencia del Estado en
proveer servicios es comprensible que piensen así.
Sin embargo, algunos países que nos rodean como Venezuela, Bolivia o Ecuador no han cumplido sus promesas políticas democráticas…
Bueno, Bolivia está muy bien para los bolivianos. No soy devota de la
reelección eterna, pero no podemos dejar de ver la relativa satisfacción
de la población boliviana con su gobierno…
*También en la época de Fujimori había mucha aceptación de su
gobierno; lo que se criticó fue justamente la re-reelección… ¿No estamos
con diferentes varas?
Sí, y los abusos que se descubrieron posteriormente…*
Ecuador también está cambiando la Constitución para ir a otra re-reelección…
No hemos tenido un Correa ni un Evo Morales, y Fujimori terminó de otra forma.
La esperanza es que hay una población donde, a pesar de que la
democracia no ha rendido como muchos esperaban, no existe esa sensación
de que nos vamos a tirar por la borda. Hay una necesidad urgente de poner orden, que no es lo mismo que aplastar libertades. Nos falta orden en el sentido de seguridad y servicios públicos que funcionen bien.
¿Dónde encuentras las principales restricciones para que las reformas no ocurran?
En educación el tema tiene que ver con política y con gestión. Hemos
tenido mucha inestabilidad (es el ministerio que más rotación tiene),
eso combinado con una falta de audacia y liderazgo político. Hay mucha
virtud en tener ministros que apuntan a hacer reformas con audacia, un
ejecutivo que apoya al 100%, otros líderes que se alinean detrás, y
vayamos a hacerlo.
El Sutep sabe lo que quiere, y tiene bastante influencia, tiene una agenda clara; en el otro lado, tenemos mucha dispersión, no veo al presidente o a la primera dama jugándosela por la reforma magisterial, en el trabajo con los colegios rurales, etc.
Hay tiempo. Las reformas en educación deben continuar, dice. (Mario Zapata)
A 20 meses de las elecciones, ¿aún hay espacio para hacer reformas?
¡Espero que sí! Ahora tenemos un equipo en el Minedu
de muy buenos tecnócratas y colegas que conocen con mucha claridad
cuáles son los problemas del sistema. Espero que en un año y medio no
cambien y puedan avanzar en varias de las medidas y
movilizar apoyo para hacerlo. No sé si el presidente quiere meterse en
este campo; él quiere regalar pañales a mujeres andinas, pero espero que
sí.
Este gobierno trajo consigo muchos miedos al comienzo y,
para tranquilidad de muchos, mantuvo su palabra con la hoja de ruta.
¿Cuál es tu balance sobre la forma en que se ha articulado
políticamente?
Creo que Ollanta Humala y la gente en su entorno están muy solos. El año pasado la carátula de Semana Económica con la encuesta de poder tenía al presidente solo. No tienen bases significativas, no tienen aliados firmes.
Por suerte, se asesoran con gente que sabe de muchos temas, han dejado trabajar a gente que conoce su campo,
han sabido reconocer que varios de sus planteamientos iniciales no eran
realistas…, pero no tienen operadores políticos, y además para muchos
eso está bien.
¿Cuál es tu opinión de la primera dama, la persona más poderosa del Perú, según dos encuestas?
Por su influencia sobre el presidente, porque mañana no va a ser así…,
es un poder pasajero: mañana cambia el gobierno y ese poder va a salir, a
menos que se ocupe de liderar el partido.
Al principio me llamó la atención positivamente porque es una pareja
que ha fundado un partido y tenemos muchos casos en el mundo en que
ambos son políticos y tienen aspiraciones, uno ganó y el otro no va a
ponerse a tejer chompas. Pero en Perú se desactivó el despacho de la primera dama, así que entonces tenían que buscar cómo y de qué ocuparse.
Durante estos años han saltado casos de corrupción: López
Meneses, Áncash, Orellana, las denuncias contra congresistas, las
investigaciones al fiscal de la Nación. ¿Cuál es tu percepción?
En los noventa la corrupción en el Estado, según las investigaciones
serias que hay, era centralizada y callada, luego se destapa; también
nos topamos con medios de comunicación más restringidos sobre lo que
pueden y no pueden decir. Saliendo de los 90 hay una suerte de destape,
que conlleva un afán de denunciar e investigar, que es sano, pero
también va a lo que es el escándalo. Y pasado un periodo, te genera una
sensación de asco, de impotencia, de que todo está podrido.
Necesitamos que las entidades públicas que pueden investigar,
sancionar y corregir asuman su rol y que no sean denuncias que queden
archivadas. Espero que estemos yendo en este camino, pero aún estamos en la etapa del destape.
Y ahí sí creo que es rol de los medios de comunicación ver los temas
prioritarios: un e-mail chuponeado no es lo mismo que una investigación
de una red de policías corruptos.
¿Como ves el Perú de cara al bicentenario y al 2030?
Yo soy optimista. Uno tiene que serlo, sobre todo, si trabaja en la
educación de nuevas generaciones. Creo que las nuevas generaciones en el
Perú exigen más y tienen más capacidad de desenvolverse. Soy optimista frente al cambio generacional.
Soy optimista porque una economía en la cual la iniciativa privada es
el motor del crecimiento, a pesar de que un sector de la población opine
que el Estado debe hacerla, no creo que se eche por la borda. Sí creo
que es prioridad no un Estado más grande, sino más eficiente, en la
entrega de servicios de mejor calidad.
DATOS- En Estados Unidos, ha ocupado la cátedra William Henry Bloomberg en la Universidad de Harvard, y fue directora del Programa de Sociedad Civil y Cambio Social en las Américas (PASCA) de la misma universidad.
- Ha trabajado en la Fundación Ford en Nueva York y Santiago de Chile. Desde 2007 es miembro de la Comisión de Trabajo peruana de la Iniciativa de Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI).
- Dentro del tema de la educación, Sanborn dijo que lo que más le preocupa es la educación ambiental. “Que todos aprendan a cuidar los recursos para el futuro”, sostuvo.
- “Me encantaría probar el voto voluntario en el Perú para ver cómo es la conducta. Hay gente que dice que no iría a votar, pero yo no sé… Miras a otros países y la experiencia es muy variada”.
- En Nicaragua vota más del 80%; en Colombia, más o menos 40%; Venezuela tiene altibajos según la situación; la experiencia chilena ahora último bajó radicalmente la participación.
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