martes, 9 de diciembre de 2014

Martín Tanaka: "No tenemos políticos en el Perú, lo que hay es mucho amateurismo"



Entrevista: MARTÍN TANAKA. Sociólogo e investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP)
Juan Carlos Soto y Elmer Mamani

Martín Tanaka, doctor en Ciencias Políticas, le toma el pulso a la marcha de los gobiernos regionales empantanados en actos de corrupción e ineficiencia administrativa. Una reflexión válida en la víspera de la segunda vuelta regional. Hace una dura crítica al proceso de descentralización. Tanaka participó en la Feria del Libro de Arequipa en la presentación del libro 50 años pensando en el  Perú: Una reflexión crítica,  de la  autoría del Instituto de Estudios  Peruanos (IEP) del que forma parte.

¿Se puede hablar de un fracaso de la descentralización por los actos de corrupción descubiertos en la mayoría de gobiernos regionales del país?
La descentralización empezó mal y continuó mal (...) Y  esa es la lógica consecuencia de lo que tenemos. Estamos embarcados en algo que no tiene marcha atrás.

¿Y por qué empezó mal?
Hay un pecado original. Se convocó a elecciones de gobiernos regionales cuando las regiones -como territorios definidos- no existían. Se dijo: “Mientras tanto que funcionen sobre los departamentos”. Pero los departamentos no son regiones. Lo que pensamos que iba a ser transitorio se volvió permanente  y ahora estamos entrampados.

¿Cómo replanteamos este proceso fundamental para intentar ponerle freno al centralismo limeño?
Habría que cambiar de filosofía. En los últimos años todo apunta a fragmentarse. Uno escucha a los candidatos regionales anunciando que repartirán el dinero de la región entre las provincias y en las  provincias para los distritos, y así sucesivamente.  Un postulante en Áncash promete entregar en efectivo la plata del canon a los  pobladores. Esto se convierte en una peligrosa especie de sentido común. Todo se reparte, se fragmenta en pedazos para asegurar que todos reciban algo.  Y olvidan las  prioridades de desarrollo. Los grandes proyectos se estancan debido a la  pulverización del presupuesto.

¿Este afán de dividir responde a la diversidad cultural del país? Los  intereses de Arequipa son distintos a los de Cusco y hay toda una colección de ejemplos. 
Eso no lleva a ninguna parte. Dejemos de pensar en términos departamentalistas. Que los proyectos beneficien a la mayor cantidad de población y a la más necesitada, independientemente a que religión política corresponda.

¿Pero el chauvinismo regional es fuerte?
Y exacerbado por esta seudo regionalización. Desde el gobierno central se piensan las políticas sociales con un mapa de la pobreza. Ubicar a la población con más necesidades y es ahí donde hay que actuar.  No debe importar de qué departamento y de qué provincia son. Hay que atacar los problemas independientemente de las demarcaciones.

En los noventa hubo una reducción de la pobreza, pero persiste,  el país ha caído en un hueco debido a la carencia de reformas institucionales.
Ese debería ser el tema de  la campaña de 2016. Deberíamos  presionar a los candidatos para que firmen un  gran acuerdo. La sociedad tiene que presionar. Si no lo hace difícilmente ellos lo harán. Instituciones sólidas  benefician a los políticos en el mediano plazo, pero a corto plazo les quita margen de maniobra.
¿Hay razones para ser pesimistas con el escenario peruano, un país que va en piloto automático?
Diría que en algunos sectores  hay un excesivo discurso optimista. Es cierto que el  país  tiene oportunidades que antes carecía. Pero uno mira la historia y se encuentra con situaciones similares con un Perú en una posición envidiable y por ceguera, cortoplacismo y responsabilidad de las elites, las oportunidades no se aprovecharon. Eso nuevamente puede ocurrir. Hoy vivimos una mezcla de cosas que van súper bien y otras que siguen igual o empeoraron.

¿Y pareciera que asistimos al ocaso del boom de los minerales que en los últimos diez años nos dio enormes recursos desaprovechados. ¿Estamos a tiempo de capitalizar esa oportunidad?
Sí, pero  las elecciones del 2016  serán clave. Si el próximo gobierno  no toma esto en serio, en 6 o 7 años diremos que el Perú tuvo otra gran oportunidad que dejó pasar.

Por otro lado en la ciudadanía hay desencanto con los políticos por los actos de corrupción.
Eso no ha cambiado. Los ciudadanos peruanos son tremendamente desconfiados. No le dan crédito a ningún político. Por eso las tasas de aprobación de los gobernantes nacionales son tan bajas si se las compara con otros  países de América Latina.      

¿Estamos cerca de un escenario similar a 1992 cuando Fujimori cerró el Congreso y la mayoría aplaudió la medida?
Cerca no, pero nunca se puede descartar. La molestia y la bronca en la gente existe, pero no es igual a la de esos años. La gente se queja de la corrupción, inseguridad, pero no necesariamente pide un cambio en el modelo económico.

¿Pero cuánto valoramos la democracia?
La valoramos desde el punto de vista que tampoco nos simpatiza mucho la idea de un gobierno autoritario. Así como desconfiamos de los partidos democráticos, desconfiamos de los líderes mesiánicos que se pretenden los salvadores. Si uno mira estas últimas elecciones en algún momento, se decía que los liderazgos más radicales iban a ganarlas y no ha pasado eso.

Si bien la receta en parte es una reforma institucional, ¿por qué no se aplica?
La reforma institucional ata de manos a los políticos y a éstos no les gusta esto. Por ejemplo, se creó el programa Servir con funcionarios de alto nivel para mejorar la calidad de la administración pública en los gobiernos regionales. Sin embargo, la mayoría trabaja en Lima y no en las regiones. Y una de las razones que encontramos en una investigación es que a esos técnicos los gobiernos regionales no los quieren.  Presidentes regionales quieren seguir manejando las políticas públicas con  arbitrariedad, contratando a los familiares, a los amigos, adjudicando obras de manera directa. No quieren que haya una buena gestión pública.

¿Está de acuerdo con eliminar la reelección de las autoridades regionales? 
Me parece fatal prohibirla. El aprendizaje dentro del Estado resulta costoso. En el Perú hay demasiado amateurismo político y eso no se tiene claro. La gente se queja de los políticos, como si los tuviéramos, y no los tenemos, lo que hay es mucha improvisación. Los denominados políticos llegan a la gestión política sin saber, sin tener ninguna idea de cómo funciona la gestión pública. Entonces hay gente que llega al gobierno aprende un poco y si no se puede reelegir para que aprendió si ya se tiene que ir.

¿No es una  medida para reducir la corrupción?
La reelección no tiene nada que ver con ese mal. No lo curará y creará problemas adicionales como impedir la formación de capacidades dentro de los gobierno regionales. Contra la corrupción hay que reforzar los organismos de control. Para eso existen la Contraloría o Ministerio Público.  Eso no tiene que ver necesariamente con las reglas electorales. Si queremos hacer frente a la corrupción hagamos transparente la gestión pública.        

¿Qué mirada actual le dan los académicos al país?
El Instituto de Estudios Peruanos (IEP) es una institución muy diversa a diferencia de otras instituciones. No se puede decir que el IEP piense de alguna manera, sin embargo a la largo de la historia creo que uno podría encontrar ciertas constantes. El IEP siempre pensó que la población está mucho más articulada aunque precariamente de lo que uno pensaría a simple vista. El énfasis siempre estuvo puesto en estas relaciones entre campo y ciudad tradicional, lo moderno entre lo antiguo y criollo. Hasta ahora eso es algo que se encuentra en muchos trabajos.

¿Eso ha dado un vuelco. Antes teníamos a un país mayoritariamente rural y hoy es un país urbano, ¿esto no ha  generado el tema de la informalidad del país? 
Uno de los primeros que llamó la atención sobre eso fue José Matos Mar, en su libro Desborde Popular y crisis del Estado, de 1984. Precisamente tenía esa tesis, que la migración masiva a las ciudades, sobre toda a Lima, crea este mundo que ahora conocemos como informal y que el estado queda desbordado por esta marea que pasa por encima suyo.

El país sufrió grandes cambios en 50 años. ¿Para el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) qué problemas persiste?
Uno de los libros que todavía sigue siendo uno de los más leídos y vendidos del IEP es “Clases, Estado y Nación en el Perú” de Julio Cotler. En este  texto de 1978 se sostiene que lo que persiste en la historia del Perú es una herencia de exclusión, discriminación, patrimonialismo,  fragmentación. Son elementos que uno podría decir que están muy presentes y por eso es un libro que sigue vigente.  

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