Juan Carlos Soto y Elmer Mamani
Martín Tanaka, doctor en Ciencias Políticas, le toma el
pulso a la marcha de los gobiernos regionales empantanados en actos de
corrupción e ineficiencia administrativa. Una reflexión válida en la
víspera de la segunda vuelta regional. Hace una dura crítica al proceso de descentralización. Tanaka participó en la Feria del Libro de Arequipa en la presentación del libro 50 años pensando en el Perú: Una reflexión crítica, de la autoría del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) del que forma parte.
¿Se puede hablar de un fracaso de la descentralización por los actos de corrupción descubiertos en la mayoría de gobiernos regionales del país?
La descentralización empezó mal y continuó mal (...) Y esa es la lógica consecuencia de lo que tenemos. Estamos embarcados en algo que no tiene marcha atrás.
¿Y por qué empezó mal?
Hay un pecado original. Se convocó a elecciones de gobiernos regionales
cuando las regiones -como territorios definidos- no existían. Se dijo:
“Mientras tanto que funcionen sobre los departamentos”. Pero los
departamentos no son regiones. Lo que pensamos que iba a ser transitorio
se volvió permanente y ahora estamos entrampados.
¿Cómo replanteamos este proceso fundamental para intentar ponerle freno al centralismo limeño?
Habría que cambiar de filosofía. En los últimos años todo apunta a
fragmentarse. Uno escucha a los candidatos regionales anunciando que
repartirán el dinero de la región entre las provincias y en las
provincias para los distritos, y así sucesivamente. Un postulante en
Áncash promete entregar en efectivo la plata del canon a los
pobladores. Esto se convierte en una peligrosa especie de sentido común.
Todo se reparte, se fragmenta en pedazos para asegurar que todos
reciban algo. Y olvidan las prioridades de desarrollo. Los grandes
proyectos se estancan debido a la pulverización del presupuesto.
¿Este afán de dividir responde a la
diversidad cultural del país? Los intereses de Arequipa son distintos a
los de Cusco y hay toda una colección de ejemplos.
Eso no lleva a ninguna parte. Dejemos de pensar en términos
departamentalistas. Que los proyectos beneficien a la mayor cantidad de
población y a la más necesitada, independientemente a que religión
política corresponda.
¿Pero el chauvinismo regional es fuerte?
Y exacerbado por esta seudo regionalización. Desde el gobierno central
se piensan las políticas sociales con un mapa de la pobreza. Ubicar a la
población con más necesidades y es ahí donde hay que actuar. No debe
importar de qué departamento y de qué provincia son. Hay que atacar los
problemas independientemente de las demarcaciones.
En los noventa hubo una reducción de la
pobreza, pero persiste, el país ha caído en un hueco debido a la
carencia de reformas institucionales.
Ese debería ser el tema de la campaña de 2016. Deberíamos presionar a
los candidatos para que firmen un gran acuerdo. La sociedad tiene que
presionar. Si no lo hace difícilmente ellos lo harán. Instituciones
sólidas benefician a los políticos en el mediano plazo, pero a corto
plazo les quita margen de maniobra.
¿Hay razones para ser pesimistas con el escenario peruano, un país que va en piloto automático?
Diría que en algunos sectores hay un excesivo discurso optimista. Es cierto que el país tiene oportunidades que antes carecía. Pero uno mira la historia y se encuentra con situaciones similares con un Perú en una posición envidiable y por ceguera, cortoplacismo y responsabilidad de las elites, las oportunidades no se aprovecharon. Eso nuevamente puede ocurrir. Hoy vivimos una mezcla de cosas que van súper bien y otras que siguen igual o empeoraron.
Diría que en algunos sectores hay un excesivo discurso optimista. Es cierto que el país tiene oportunidades que antes carecía. Pero uno mira la historia y se encuentra con situaciones similares con un Perú en una posición envidiable y por ceguera, cortoplacismo y responsabilidad de las elites, las oportunidades no se aprovecharon. Eso nuevamente puede ocurrir. Hoy vivimos una mezcla de cosas que van súper bien y otras que siguen igual o empeoraron.
¿Y pareciera que asistimos al ocaso del boom
de los minerales que en los últimos diez años nos dio enormes recursos
desaprovechados. ¿Estamos a tiempo de capitalizar esa oportunidad?
Sí, pero las elecciones del 2016 serán clave. Si el próximo gobierno
no toma esto en serio, en 6 o 7 años diremos que el Perú tuvo otra gran
oportunidad que dejó pasar.
Por otro lado en la ciudadanía hay desencanto con los políticos por los actos de corrupción.
Eso no ha cambiado. Los ciudadanos peruanos son tremendamente
desconfiados. No le dan crédito a ningún político. Por eso las tasas de
aprobación de los gobernantes nacionales son tan bajas si se las compara
con otros países de América Latina.
¿Estamos cerca de un escenario similar a 1992 cuando Fujimori cerró el Congreso y la mayoría aplaudió la medida?
Cerca no, pero nunca se puede descartar. La molestia y la bronca en la
gente existe, pero no es igual a la de esos años. La gente se queja de
la corrupción, inseguridad, pero no necesariamente pide un cambio en el
modelo económico.
¿Pero cuánto valoramos la democracia?
La valoramos desde el punto de vista que tampoco nos simpatiza mucho la
idea de un gobierno autoritario. Así como desconfiamos de los partidos
democráticos, desconfiamos de los líderes mesiánicos que se pretenden
los salvadores. Si uno mira estas últimas elecciones en algún momento,
se decía que los liderazgos más radicales iban a ganarlas y no ha pasado
eso.
Si bien la receta en parte es una reforma institucional, ¿por qué no se aplica?
La reforma institucional ata de manos a los políticos y a éstos no les gusta esto. Por ejemplo, se creó el programa Servir
con funcionarios de alto nivel para mejorar la calidad de la
administración pública en los gobiernos regionales. Sin embargo, la
mayoría trabaja en Lima y no en las regiones. Y una de las razones que
encontramos en una investigación es que a esos técnicos los gobiernos
regionales no los quieren. Presidentes regionales quieren seguir
manejando las políticas públicas con arbitrariedad, contratando a los
familiares, a los amigos, adjudicando obras de manera directa. No
quieren que haya una buena gestión pública.
¿Está de acuerdo con eliminar la reelección de las autoridades regionales?
Me parece fatal prohibirla. El aprendizaje dentro del Estado resulta
costoso. En el Perú hay demasiado amateurismo político y eso no se tiene
claro. La gente se queja de los políticos, como si los tuviéramos, y no
los tenemos, lo que hay es mucha improvisación. Los denominados
políticos llegan a la gestión política sin saber, sin tener ninguna idea
de cómo funciona la gestión pública. Entonces hay gente que llega al
gobierno aprende un poco y si no se puede reelegir para que aprendió si
ya se tiene que ir.
¿No es una medida para reducir la corrupción?
La reelección no tiene nada que ver con ese mal. No lo curará y creará
problemas adicionales como impedir la formación de capacidades dentro de
los gobierno regionales. Contra la corrupción hay que reforzar los
organismos de control. Para eso existen la Contraloría o Ministerio Público.
Eso no tiene que ver necesariamente con las reglas electorales. Si
queremos hacer frente a la corrupción hagamos transparente la gestión
pública.
¿Qué mirada actual le dan los académicos al país?
El Instituto de Estudios Peruanos (IEP) es una institución muy diversa a
diferencia de otras instituciones. No se puede decir que el IEP piense
de alguna manera, sin embargo a la largo de la historia creo que uno
podría encontrar ciertas constantes. El IEP siempre pensó que la
población está mucho más articulada aunque precariamente de lo que uno
pensaría a simple vista. El énfasis siempre estuvo puesto en estas
relaciones entre campo y ciudad tradicional, lo moderno entre lo antiguo
y criollo. Hasta ahora eso es algo que se encuentra en muchos trabajos.
¿Eso ha dado un vuelco. Antes teníamos a un
país mayoritariamente rural y hoy es un país urbano, ¿esto no ha
generado el tema de la informalidad del país?
Uno de los primeros que llamó la atención sobre eso fue José Matos Mar, en su libro Desborde Popular y crisis del Estado,
de 1984. Precisamente tenía esa tesis, que la migración masiva a las
ciudades, sobre toda a Lima, crea este mundo que ahora conocemos como
informal y que el estado queda desbordado por esta marea que pasa por
encima suyo.
El país sufrió grandes cambios en 50 años. ¿Para el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) qué problemas persiste?
Uno de los libros que todavía sigue siendo uno de los más leídos y vendidos del IEP es “Clases, Estado y Nación en el Perú” de Julio Cotler. En este texto de 1978 se sostiene que lo que persiste en la historia del Perú es una herencia de exclusión, discriminación, patrimonialismo, fragmentación. Son elementos que uno podría decir que están muy presentes y por eso es un libro que sigue vigente.
Uno de los libros que todavía sigue siendo uno de los más leídos y vendidos del IEP es “Clases, Estado y Nación en el Perú” de Julio Cotler. En este texto de 1978 se sostiene que lo que persiste en la historia del Perú es una herencia de exclusión, discriminación, patrimonialismo, fragmentación. Son elementos que uno podría decir que están muy presentes y por eso es un libro que sigue vigente.
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