El 15 de agosto de 1945, el Tribunal Superior de Justicia condena a la pena de muerte al Mariscal Philippe Pétain .
Le procès de "Pétain, Philippe, maréchal de France..."
LE MONDE | 29.07.1985 à 00h00 • Mis à jour le 14.08.2015 à 16h23 | Par JEAN PLANCHAIS.
Le 15 août 1945, la Haute Cour de Justice condamne Philippe Pétain à la peine de mort. A travers la figure de l'ancien chef de l'Etat français, c'est le procès du régime de Vichy et de la Collaboration qui est instruit.
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Il fait très chaud le 23 juillet 1945 à 13 heures dans la salle de la première chambre de la cour d'appel de Paris. La canicule, certes, mais aussi l'entassement. Le tribunal, ses trois magistrats et ses vingt-quatre jurés, d'innombrables journalistes, des photographes, se serrent dans le prétoire où des privilégiés ont pris place derrière la cour. Le barreau est confiné entre l'entrée de la salle et les bancs des témoins. Les galeries du public ont été garnies la veille de gradins de bois.
Devant le banc de la défense, un fauteuil vide. La Haute Cour de justice présidée par M. Mongibaux, premier président de la Cour de cassation, va juger Philippe Pétain, maréchal de France, ancien chef de " l'Etat français ".
La guerre à l'ouest est terminée depuis deux mois et demi. Avant même qu'elle se fût achevée, le maréchal est rentré de son propre chef d'Allemagne où il se considérait comme prisonnier au château de Siegmaringen. Apprenant que le gouvernement provisoire avait décidé de le faire passer en jugement, il avait écrit à Hitler le 5 avril : " C'est en France seulement que je peux répondre de mes actes. " Le 20, devant l'avance alliée, les Allemands, après une course erratique sous les bombardements, l'avaient conduit à Bregenz, à la frontière suisse. Il l'avait franchie le 24 avril, jour de son quatre-vingt-neuvième anniversaire.
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BIBLIOGRAFIA
El proceso del Mariscal Pétain
Por JAIME IRIGOYEN.
EL PROCESO DEL MARISCAL PET AIN, por Jaime Irigoyen,. - Lima. - Tipografía
Peruana. - 222 páginas. - 1948.
Uno de los juicios más sensacionales de los últimos tiempos es, sin duda alguna, el que la Cuarta República Francesa instauró al Jefe del Estado, Mariscal Henri Philippe PETAIN, al terminar la segunda guerra mundial.
Jaime Irigoyen, joven y distinguido escritor peruano, que se encontraba en París durante ese ruidoso proceso, ha publicado recientemente un bien documentado libro en el cual relata las fases principales de ese "juicio", que ha dado lugar a los más enco nados comentarios. El autor juzga imparcialmente y con altura los argumentos es grimidos en la Corte de París, y llega a la conclusión de que solo la Historia podría juzgar la actitud del Mariscal Pétain, y 'se pregunta, al final, si los acusadores no po drían tal vez cambiarse en acusados.
Y no hay duda que la Historia demostrará si ya no está ampliamente demostrando que el famoso militar que, en t 918, salvó a su Patria, la salvó una vez más en los años luctuosos de 1940, cuando, destruida militarmente, Francia se hallaba a merced del enemigo. El anciano Mariscal, condenado por el "Tribunal" que lo juz gó, fue víctima de su honradez, de su valor y de su gran patriotismo. Había que en contrar ·una víctima y, naturalmente, se escogió a quien, voluntariamente, se entregó a Francia para responder de su actitud y "para evitar que otros franceses fueran con denados por haber obedecido las órdenes de su Jefe legítimo".
No hay que olvidar que el Mariscal Pétain fue llamado de su retiro en 1939, para 'asumir la dirección de la Embajada en Madrid, cuando, debido a la desastrosa política seguida por el Frente Popular durante la Guerra Civil, su país se encontraba en difi cultades con el Gobierno del General Franco. ,El solo podía restablecer, debido a su rectitud y a su prestigio, el natural ambiente de cordialidad que tanto sirvió más tarde a Francia, que pudo entonces contar con la comprensión y la hidalguía de la gran nación hispana.
La guerra fue declarada, siendo el Mariscal absolutamente extraño a ella. Fue nuevamente llamado para participar en el Gobierno, cuando las tropas germanas avanza- han de manera arrolladora por el .suelo francés. Fue el Gobierno constitucional del Presidente Lebrun quien' solicitó el armisticio. Después, los responsables del desas tre se ocultaron y no encontraron nada mejor que protegerse bajo la aureola gloriosa del anciano militar a quien una Asamblea Nacional temerosa entregó las riendas del Gobierno. Fueron esos mismos hombres quienes, más tarde, ya lejano el peligro, acusaron e insultaron a quien los salvó de la cólera y de la indignación del pueblo.
EL PROCESO DEL MARISCAL PETAIN 111
Todos los Estados reconocieron, sin vacilación, su Gobierno, desde el Vaticano, el más alto poder del Mundo, hasta la Rusia Comunista.
Durante cuatro años que duró el Calvario de Vichy, el Mariscal Pétain, luchó, sin tregua, para evitar a los franceses mayores daños. Ningún hombre Honrado podrá negarlo: en medio de las peores dificultades, sin contar con muchos apoyos, el venerable anciano devolvió a sus compatriotas la Fe y las esperanzas perdidas. Como el Capitán no debe abandonar el buque en el momento del peligro, Pétain no quiso huir del suelo de su Patria y prefirió sufrir con los cuarenta millones de (franceses, para que 108 libertadores no hallaran únicamente más tarde ruinas y cementerios.
Los mismos alemanes han reconocido, en varias oportunidades, que, lejos de co laborar con ellos, el Mariscal se oponía frecuentemente a los designios del Fuehrer; ya sabemos cómo fue llevado prisionero a Alemania hasta' la caída del nazismo.
Ahora, a los 94 años de edad, encarcelado en una isla del Atlántico frente a la costa francesa, el Mariscal Phillippe Pétain debe meditar sobre la fragilidad de las co sas terrestres y sobre la ingratitud de los hombres. Como ferviente católico pedirá a Dios que no castigue a sus indignos carceleros y que devuelva a su Patria la gloria que él le dié y de la que, desgraciadamente, no supo disfrutar.
Jaime Irigoyen merece un sincero aplauso por su obra. Solo exponiendo los he chos y los argumentos del Fiscal y de la Defensa deja ver claramente la rectitud con la cual procedió en todo momento el más noble y el más ilustre de 10$ franceses.
Javier Kiefer·Marchand.
El Proceso I
El Proceso II
El Juicio de Riom
El Pleito 1945
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