Comparto esta información del programa de Alfonso Baella por considerarlo de actualidad y de utilidad para reflexionar sobre el concepto de lo político.
Primera parte de la entrevista 1 ra parte
Segunda parte de la entrevista
Referentes sobre el tema
Dworkin, Ronald, 1977. Taking Rights Seriously,
Cambridge, MA: Harvard University Press.
–––, 1986. Law's Empire, Cambridge, MA:
Harvard University Press.
La petite politique, la grand politique, acostumbraba distinguir Francois Mitterrand, el último gran Presidente de Francia. Esto, de acuerdo con su biografía escrita por Franz-Olivier Giesbert: Mitterrand el Presidente. La pequeña política era la política mafiosa para conservar el poder; la gran política, dar pasos grandes hacia la Unión Europea.
Respecto de la gran política, ni Chirac pudo ni Sarkozy ha podido conservar siquiera lo que construyó el socialista Mitterrand. En cuanto a la política pequeña, su instinto despertaba en ese lector infatigable de tantas obras, pero, diariamente, del Príncipe de Maquiavelo, la astucia del zorro. Con sus enemigos de dentro y de fuera era implacable, sobre todo, con los enemigos embozados.
Lo supo en carne propia su compañero de partido, Michel Rocard, quien cometió el error de aspirar a la Presidencia, justo cuando Mitterrand estaba pensando en su relección para gobernar a Francia otros siete años, como al final sucedió. La astucia del zorro, en torno a un proyecto, ilumina ligeramente aun la política pequeña.
La política pequeña dominante, la política mafiosa, de grupos y clanes, de distribución de cargos entre los mismos y de exclusiones abiertas o simuladas, se vuelve catastrófica por su alcance, ya no pequeño, sino minúsculo.
El único efecto positivo de dicho empequeñecimiento es su generalización.
Ningún partido se salva de este encogimiento. Los de izquierda excluyen a los de extrema izquierda, a los centristas y no se diga a los clasificados como de derecha. Los de centro actúan a partir de lealtades estrechas de grupo, lealtades estériles, sin objetivos ni fines.
Los que vendían su presunta democracia interna, ahora no sólo cuidan los intereses familiares y de grupo, sino que, como lo dijo una de las excluidas, han dejado su partido “en manos de una banda de cuatreros”.
Nada que ocultar, entonces, así es en general la política, pequeña. Pero, se debe entender que los políticos no pueden quejarse ni ha lugar su indignación moral. Los ciudadanos ven todo ese teatro de lejos, no les incumbe.
Francois Mitterrand
En muchos partidos y agrupaciones políticas prevalece la problemática diaria y pequeña antes que los objetivos de largo alcance. Desgraciadamente para muchos partidos políticos y agrupaciones políticas la problemática diaria pequeña de corte alcance prevalece sobre los objetivos de largo alcance.
De acuerdo con Gramsci: La gran política comprende las cuestiones ligadas a la fundación de nuevos Estados, a la lucha por la destrucción, por la defensa, por la conservación de determinadas estructuras orgánicas económico-sociales. La pequeña política comprende las cuestiones parciales y cotidianas que se presentan en el interior de una estructura ya establecida en el transcurso de luchas por la predominancia entre las diversas fracciones de una misma clase política.
Existe hegemonía de la pequeña política cuando la política deja de ser pensada como arena de lucha por diferentes propuestas de sociedad y pasa, por lo tanto, a ser vista como un terreno ajeno a la vida cotidiana de los individuos, como simple administración de lo existente.
La apatía, se vuelve así no solo un fenómeno de masas, sino que es también teorizada como un factor positivo para la conservación de la "democracia" por los teóricos que condenan el "exceso de demandas" como generador de desequilibrio fiscal y consecuentemente, de inestabilidad social. Pero, como también vimos, es expresión de gran política reducir todo a la pequeña Política: en otras palabras, es a través de este tipo de reducción, que desvaloriza la política en cuanto tal, que se afirma hoy la casi incontestada hegemonía de las clases dominantes.
En situaciones "normales" la derecha ya no precisa de la coerción para dominar: se impone a través de este consenso pasivo, expresado entre otras cosas en elecciones (cada vez con mayor tasa de abstención), en las cuales nada sustantivo está puesto en cuestión.
Descarga el PDF: La era neoliberal y la hegemonía de la pequeña política - (Carlos Nelson Coutinho).pdf (148 KB)
Esta concepción de la política como disputa de élites y no como acción de mayorías fue teorizada por algunos exponentes de la teoría política del siglo XX, como Mosca, Schumpeter, Sartori, y muchos otros.
El político alemán Bismarck dijo: “La política no es ninguna ciencia, sino un arte”.
Bismarck
La política es, sobre todo, el arte de saber dialogar con los ciudadanos y gestionar eficazmente los bienes comunitarios, para que éstos rindan lo más posible a favor de todos.
La política es también ciencia, pero no una ciencia exacta. La política es especialmente arte. Para la política se necesita un sexto sentido de comunicación, flexibilidad y habilidad, que no se estudia en la Universidad, sino que se aprende a fuerza de intuición penetrante, observación aguda y paciencia inteligente.
El buen político nace y se hace. No sirve cualquiera. La política es una misión delicada que exige inteligencia, esfuerzo y, sobre todo, aguda intuición para el diálogo, el pacto y la resolución rápida y eficaz de los problemas.
Hay que dignificar la política, porque ésta es indispensable para conseguir el bien común, que es aquel conjunto de condiciones que hacen posible el pleno desarrollo de toda la persona y de todas las personas de una comunidad .
Política pequeña, política grande
El filósofo español, Jaume Balmes, en su obra El criterio, afirma: “En el gobierno de las naciones, la política pequeña es la política de los intereses bastardos, de las intrigas, de la corrupción; la política grande es la política de la convivencia pública, de la razón, del derecho”.
Si no sabemos distinguir sabiamente entre estos dos tipos de política, corremos el serio peligro de desprestigiar la política en general. Y esto es un craso error, porque “política” proviene del vocablo griego “polis” que significa ciudad. Y el que trabaja de verdad en favor de la ciudad, lo hace en favor del bien común. Y, precisamente, el servicio honrado y desinteresado al bien común debe ser la finalidad primordial de la política, de la “política grande”, en la cual todos tenemos la obligación moral de trabajar.
Si confundimos “política pequeña” con “política grande”, queda desprestigiado el simple vocablo “política”. Y uno de los vocablos más nobles de nuestro vocabulario resulta inservible.
Articulo (306) de “Punto ético” publicado en el periódico “Última hora” del día 11 de diciembre de 2014, jueves, pág. 30.
La salud ética de una ciudad
Los que nos preocupamos por la salud ética de la ciudad en la que vivimos, queremos presentar y vivir este decálogo, deseando y construyendo:
1º) Una ciudad limpia y agradable con buenas infraestructuras y servicios básicos bien atendidos.
2º) Una ciudad que sepa respetar los valores ecológicos tan importantes y decisivos en el momento actual.
3º) Una ciudad abierta y hospitalaria, donde nadie se sienta extraño ni forastero.
4º) Una ciudad culturalmente avanzada, donde las manifestaciones culturales y artísticas sean frecuentes y de calidad.
5º) Una ciudad solidaria, donde los más necesitados sean siempre atendidos y donde todos, a pesar de la profunda crisis económica que nos afecta, puedan encontrar oportunidades reales de autorrealización.
6º) Una ciudad pacífica, donde la paz sea fruto maduro de la justicia y de la solidaridad.
7º) Una ciudad que sepa respetar y promover sus nobles tradiciones culturales y religiosas y reconozca en la familia y en la escuela las dos instituciones básicas de la sociedad.
8º) Una ciudad que sepa apreciar su propia identidad humana, cultural y religiosa, porque la religión es también un elemento muy importante en la salud cívica de un pueblo.
9º) Una ciudad donde la gente sea respetuosa, tolerante y dialogante y que sepa estructurarse en dinámicas asociaciones ciudadanas de todo tipo que son las que verdaderamente fortalecen su tejido social. Y 10º) Una ciudad con una plataforma sólida de ética civil, donde los valores básicos de la justicia, la libertad, la verdad y la fraternidad sean respetados por creyentes y no creyentes y por gente de diferente ideología .
El ex diputado es claro: si la derecha no
levanta la bandera de la difusión de la propiedad, se quedará sin
agenda y se convertirá en simple protectora de empresarios.
La izquierda es una especie de idolatría al estado, asegura Enrique Ghersi. (Mario Zapata/Perú21)
El abogado Enrique Ghersi afirma que estaría encantado si lo gobernara una izquierda
como la del Partido Laborista neozelandés: democrática, eficiente. “Esa
izquierda es impecable”, apunta. En el Perú, sin embargo, la situación
es distinta. Ante la salida de un nuevo frente de izquierda, vuelven las etiquetas de izquierda y derecha. ¿Qué entiendes tú por izquierda?
En tiempos modernos, la izquierda es una especie de idolatría al estado.
Es curioso que toda esta gente se haya reunido en un solo frente porque
facilita el trabajo de sus adversarios. De manera más política y simple
puedes polarizar y hacer responsable a toda la izquierda, por ejemplo,
por los desastres de la municipalidad de Lima. Yo hasta ahora no
entiendo por qué han hecho eso. Mi única explicación es que sea una
necesidad financiera o de alguna lealtad internacional que los haya
llevado, por ejemplo Venezuela o Cuba, a la necesidad de agruparse en la
forma que lo han hecho. Creo que tienen una mala lectura de la
situación política. Me da la impresión que piensan que “la derecha está
saturada” y que si organizan un frente autodenominado de izquierda, les
va a hacer electoralmente más sencillo. Es una lectura bastante ingenua
de la política peruana. En primer lugar porque es muy difícil calificar
al fujimorismo de derecha y aún más difícil a Alan García de derecha. La
respuesta de García al frente de izquierda ha sido la entrevista que
dio la semana pasada a La República en la que declaró que él no cree en
el mercado y es un hombre de izquierda. Mucho mejor hombre de izquierda
–retóricamente- va a resultar Alan García que todo ese frente. Alan 1 por lo menos.
Alan 1, Alan 2 o Alan 50 porque Alan García es simultáneamente de
derecha e izquierda. Él es un retórico perfecto. Esta discusión por la
etiqueta que ha destapado equívocamente el frente izquierdista puede
terminar convirtiéndose en un búmeran en contra de ellos. Valgan verdades, no hay una sola izquierda. Está el frente
de Marco Arana y el de Sergio Tejada que reivindica la Gran
Transformación.
Sé que mucha gente no va a estar de acuerdo conmigo, pero el fujimorismo
tiene una compleja estructura social. Es una alianza entre sectores A y
D. Hay una extraña combinación de gente conservadora, pro derecha, pro
mercado e izquierda populista, o sea, el fujimorismo histórico
izquierdista. Yo no me atrevería a decir que la división geográfica de
la política peruana es clara. El centro es un concepto casi metafísico,
se mueve. El punto está en determinar hacia dónde se corren las
banderas.
SINCHANCE. La izquierda tiene pocas posibilidades de éxito en las próximas elecciones. (Andina)En un estudio que hicimos el año pasado de ideologías cerca
del 60% de los peruanos se podía clasificar de centro –no era
autodeterminación sino a partir de respuestas sobre dónde estarían
ubicados- y 30% eran de una izquierda radical (pienso en Ollanta Humala
2006, Antauro Humala, Gregorio Santos 2015). ¿Le ves posibilidades
electorales a una izquierda de ese tipo en el Perú?
Yo le veo poca posibilidad electoral, lo que no significa que no tengan
influencia política. Uno puede perder una elección y fijar la agenda
política de un país. Le pasó a Vargas Llosa en los noventa. Sería
perfectamente posible que una izquierda muy radical anti-sistémica
fijara la agenda política aun teniendo una derrota electoral. Para eso
se requiere talento político y tener un buen candidato y no creo que lo
tengan. Los asesores políticos discuten cuál es la naturaleza política
del sistema peruano. Mark Malloch Brown, asesor de Vargas Llosa en el
noventa, me explicó que en el Perú la política democrática siempre
refleja la estructura de los medios de comunicación que es centrífuga.
Es decir, va de la capital a provincias. La tesis de Malloch era que
nunca en el Perú iba a ganar un movimiento que viniera de provincias a
Lima. Solo es posible hacer política en el Perú del centro a la
periferia. Si eso fuera así, ¿cómo explicas a Ollanta Humala, un
fenómeno que entre el 2010 trabajó la periferia, perdía en Lima y entró a
ganar a Lima?
Es que Humala es un fenómeno mediático de los medios de Lima. Por eso
hizo el gesto del levantamiento insurreccional en Tacna para que
replicara a los medios de comunicación. No es un hombre que viene de
provincias, sale de Lima. El belaundismo fue igual y después convierte
la Selva en su bastión. Traigo este ejemplo porque el fujimorismo fue
así. Recuerdo cuando estábamos en el último tramo de elección del año
noventa y la candidatura de Fujimori pasó de ser algo insignificante a
tener más de cinco puntos en una encuesta. Esto llamó la atención de
Malloch y ahí explicó esta teoría. Dijo que debíamos volver a Lima
–estábamos en Cusco- porque si no íbamos a perder la elección. No
volvimos a Lima porque le hicimos caso a Fernando Belaúnde que dijo que
nunca un político peruano había dejado de estar en las provincias del
Cusco y de Puno, y perdimos la elección. Si hubiéramos regresado a Lima
en ese momento, tal vez hubiera sido posible aminorar el avance del
fujimorismo en ese momento. ¿Por qué lo digo? Porque el Padre Arana
tiene una capacidad anti-sistémica de movilizar políticamente, con
financiamiento venezolano, cosas en Cajamarca o en Arequipa. Pero, sus
posibilidades de convertir eso en un movimiento electoral nacional son
limitadas. Pero Goyo y Antauro sí son fenómenos mediáticos en Lima.
No creo que Goyo lo sea, Antauro sí. Lo que pasa es que Antauro está
preso y sería una grave irresponsabilidad que le disminuyeran la pena,
como se especula. Muchas personas hablan de la necesidad de que la izquierda se modernice. ¿Qué piensas al respecto?
Hay dos ideas fuerzas en la izquierda y la derecha. En la izquierda es
el estado y en la derecha, la propiedad privada. El problema con la
izquierda –por lo menos la agrupada en ese frente- es que no ha evaluado
debidamente las limitaciones y características que debe tener un estado
moderno. Hay una idolatría por el estado. Todos sabemos que eso es un
error y la incubadora de todos los vicios que conocemos: corrupción,
abusos, prepotencia, ineficiencia e injusticia. Además, el Perú ha sido un laboratorio de esa idea en los años 60, 70 y 80.
Por otro lado, la derecha puede tener en la propiedad privada el gran
motor para abandonar el espíritu elitista y convertirse en una derecha
liberal moderna con un raigambre popular democrático que es la difusión
universal de la propiedad. En el Perú, hay temas que no se le pueden
dejar a la izquierda. La derecha tiene que levantar claramente la
bandera de que la propiedad de los recursos naturales tiene que ser de
los peruanos y que la propiedad del subsuelo debe corresponder a los
propietarios del suelo. Si hay una comunidad indígena o una familia
encima de la mina, ellos deben ser los dueños de esos recursos. Si la
derecha no levanta la bandera de la difusión universal de la propiedad,
se queda sin agenda y se convierte simplemente en la protectora de
empresarios, grupos de interés y pierde toda la posibilidad de
conectarse con la población. Si la izquierda es complicada, la derecha lo es aún más porque ni siquiera se etiquetan como derecha.
Y el tema de la derecha en el Perú es que no tiene principios, solo intereses. Quería terminar de preguntarte por un aspecto fundamental de
la izquierda y es que cuando uno escucha el discurso de cualquiera de
estas coaliciones prima el anti-modelo, una lucha contra el
neoliberalismo. ¿Qué partes crees tú que son imprescindibles y qué otras
negociables?
Yo no creo que haya un modelo. Fujimori llevó a cabo intuitivamente –y
en algunos casos ingenuamente- un programa en el que no creía. El modelo
es esta versión fujimorista de lo que fue el plan de gobierno del FREDEMO
que hoy es cualquier cosa porque lo hicieron puré hace tiempo. Si tú lo
que tenías era un modelo que se basaba en la privatización de las
empresas públicas, el equilibrio de las cuentas fiscales, libertad de
precios de mercados, esencialmente eso está vigente. O sea sí hay una parte del modelo que está consolidada.
Esa parte está consolidada y es esencial. Pero, hay otras cosas que
forman parte intrínseca del “modelo” que no han sido nunca asumidas ni
por sus propulsores ni por sus enemigos: las reformas institucionales,
del Poder Judicial, del Estado. No se hicieron nunca las reformas
institucionales que eran absolutamente esenciales. Esa parte de la
agenda se privatizó con monopolios, una cosa monstruosa. Y los
monopolios se han mantenido. Por ejemplo, lo de las empresas de
telecomunicaciones, habría que discutir si el sistema regulatorio es
efectivamente el mejor. La tarifa telefónica en el Perú es carísima. Así
podríamos encontrar en distintas áreas y actividades nudos
mercantilistas que están pendientes de solución. Yo diría que esos
puntos son críticos. Inclusive, un defensor de la economía del mercado
sabe que en el Perú en algunos temas difícilmente exista una economía de
mercado. Si tuvieras que disponer de un modelo de izquierda que sea viable para el futuro político del Perú, ¿cuál sería?
Yo estaría encantado si me gobernara una izquierda como el partido
laboralista neozelandés de Roger Douglas y Ruth Richardson. Porque es
más liberal que cualquier partido liberal del mundo. Es una izquierda
democrática, parlamentaria, eficiente. Esa izquierda me parece
impecable. Otro ejemplo es la izquierda chilena de Ricardo Lagos. Ya no
puedo decir lo mismo del segundo gobierno de la señora Bachelet.
MINERÍA. Las comunidades deben ser dueñas de los recursos naturales para acabar con las protestas en las zonas de explotación. (Perú21)Cuando alguien ataca a la izquierda sabe quién va a
responder. Pero cuando la izquierda ataca a la derecha, nadie responde.
¿Qué es la derecha en el Perú?
Es una cosa sumamente amorfa. El gran partido de la derecha peruana, el PPC,
difícilmente es un partido de derecha. En primer lugar tienen un
complejo bien grande y dicen que no lo son. En segundo, es el ala
derecha de la democracia cristiana, y no han querido aceptar nunca su
origen. Además, son una coalición de abogados que defienden a sus
clientes. Eso es el PPC hasta hoy. ¿Pero y PPK, Alan, Keiko no son de derecha? PPK es un caso sumamente curioso. Es mi amigo,
he sido su abogado, he votado por él, pero tiene un gran problema: en
el fondo no cree en el mercado. PPK es ultra criollo, muy experimentado políticamente –está en política desde el primer gobierno de Belaúnde-. PPK
cree en la intervención estatal cuando él es el responsable. Es un
grado superior del intervencionismo. Los defectos del mercado los puede
corregir él. Es un gran banquero de inversión, no necesariamente un gran economista.
No me cabe duda, yo le tengo un gran respeto intelectual. Poca gente
sabe que estudió con Isaiah Berlin y que tiene una formación filosófica y
académica como probablemente no ha tenido ningún otro político peruano.
Lourdes no cree en el mercado, nunca creyó. Y Alan no cree en nada,
sino en él mismo. Puede ser de derecha, izquierda, ecologista. El peor
error de Chávez fue pelearse con Alan. Si Chávez en lugar de pelearse,
lo seducía hubiera sido el mejor representante de la izquierda en el
Perú. Pero había una disputa por egos, entonces el problema fue
personal, no ideológico. Yo dudo que García tenga muchas objeciones de
fondo a la política chavista. Si tú lees sus trabajos te queda claro que
García nunca ha creído en la política económica que ha llevado a cabo.
Ahora, hay que tener madurez política para gobernar sin creer en lo que
haces. Si Alan selecciona un candidato vicepresidencial como Diego
García Sayán –lo que se dice por los corrillos de Lima- el Alan García
de esta candidatura va a ser uno un pelo corrido a la izquierda y se va a
quedar con todos los votos de la izquierda. Si la segunda vuelta es
entre Alan y Keiko, la va a tener muy fácil. ¿Y Keiko Fujimori?
Keiko me parece una magnífica persona. No la conozco en lo personal,
pero me traduce una imagen fiable, fresca e inteligente. El fujimorismo
tiene ahí un electorado leal, pero va a tener el problema de convencer
en segunda vuelta a los no fujimoristas de sus convicciones democráticas
y sobretodo, de su independencia en el caso de ser presidentefrente a la influencia de su padre. No sé si tenga éxito. Para ella va a
ser muy importante, como para García, la selección del vicepresidente.
En el caso de PPK, es menos importante. Para
él importa su edad. Debe poner a un joven no importa el signo de dónde
venga. Una mujer joven como Beatriz Merino. Si a la izquierda se le puede criticar de retrógrada, a la derecha se le critica de mercantilista.
Yo la calificaría de insensible. El problema de la derecha peruana es
que no quiere entender que el Perú es más grande que las playas de Asia y
que hay que ver un poco más allá de sus narices. El Perú ha cambiado
mucho. Si viajas por provincias, verás que hay una clase media
ascendente. Hay ahí una burguesía provinciana que en los últimos veinte
años ha mejorado su ingreso real. Hay jóvenes universitarios en todo el
Perú mucho mejor informados porque Internet te da un acceso a la
bibliografía, literatura, ya que es gratis. ¿Por qué crees que le es tan difícil a la derecha abrirse un
paso en el escenario político? Porque no hay un candidato o
representante de la derecha liberal.
Yo creo que es un problema de liderazgo. La política es antropomórfica.
Si no hay una cara ahí que le ponga un rostro, una sonrisa, voz a eso,
es más difícil. Tú no organizas una aventura política entorno a una idea
metafísica, eso es demasiado abstracto. Sí me atrevería a decirte que
en cualquier minuto va a aparecer un líder. Hay jóvenes universitarios
muy listos y brillantes. Vamos a ver qué sucede. Le pasa a la izquierda.
Si la izquierda regresa alguna vez a la presidencia va a ser
nucleándose en torno a Ollanta Humala. No creo que haya otro político de
izquierda que pueda soñar con gobernar el Perú que no sea uno de los
Humala. Y ya los Humala no creen en la izquierda, por lo menos en la
vocinglera del pasado. La derecha peruana, la democrática y liberal –no
el fujimorismo- tiene la tarea pendiente de construir una candidatura
que sea verosímil. Pedro Pablo ha hecho el canto del cisne. Es el
candidato más viejo y más simpático para los jóvenes. Estoy seguro que
si PPK tuviera diez años menos, ganaba la elección. Lo que pasa es que su edad va a ser un gran problema. Juan Carlos Tafur en un artículo reciente sostiene que esta
campaña va a ser sangrienta porque a diferencia de las elecciones del
2006 o 2011, el incumbente va a ser un actor político. O sea, Toledo no
se presentó o no presentaron candidato importante en el 2006. García
tampoco lo hizo en el 2011. Este gobierno sí va a actuar y eso va a
generar una crispación. Yo añadiría a eso que la naturaleza de este
gobierno es conflictiva.
Ha pasado antes. Alan García no postuló en el noventa, pero él hizo
presidente a Fujimori. Yo no creo que un gobierno de salida determine
quién gana en una elección en el Perú, pero sí puede impedir que lo
hagas. Como lo hizo Alan García. Eso es lo que ofreció en el 2011 y no ocurrió. Su “yo puedo
impedirlo” significó que muchas personas le preguntaran si salía Ollanta
o no, y él se ufanó de decir varias veces que se preocuparía de que no
ocurriera.
El esfuerzo de Vargas Llosa por conseguir la moderación de la izquierda
impidió que eso sucediera. No me extrañaría que lo intentaran. Ellos
tienen al General Urresti que a mí me parece un buen candidato –aunque
no votaría por él-. Es un hombre que puede obtener un 15% y meter un
grupo parlamentario que si además, tiene una lista encabezada por la
primera dama –quien no tiene ningún obstáculo legal para ser candidata
al parlamento- terminaría teniendo una representación parlamentaria
respetable. Urresti puede resultar mucho más interesante electoralmente
que la coalición de la izquierda. Yo creo que la mejor descripción que
hace Juan Carlos (Tafur) es de cómo se vota en el Perú. Él dice que “en
el Perú se vota por joder”, que es efectivamente cierto. Yo le
recordaría a Juan Carlos que, como él ha dicho, la gente vota por joder y
eso siempre modera la política peruana. En el fondo, como el voto es
encima obligatorio todo el mundo va molesto a votar. Entones, el día de
la votación, el ciudadano se toma una revancha con los políticos y
dice: “A ver, ¿quién es el peor? ¿Quién es el más loco? Voto por él para
joderlos a todos.”
ELECCIONES. “Votar es un acto de venganza”, afirma Ghersi. (Andina)¿Qué posibilidades le ves a un outsider? Está Julio Guzmán o Mauricio Diez Canseco.
En el caso de Mauricio Diez Canseco, me parece muy duro para ser el
outsider. En el de Julio Guzmán, es demasiado academicista. Un outsider
podría ser un personaje de la televisión o un deportista. Podría
aparecer de ahí. No asoma ninguno, pero, si tú quisieras un candidato,
de afuera no va a venir, tiene que ser conocido pero antes de ser
candidato. No creo que sea posible repetir la experiencia de Fujimori. O sea, que el sector C, D y E los conozca previamente por cualquier otra faceta.
Yo creo que el anti sistema ha logrado transmitir un descrédito a la
clase política equivalente al de los años noventa (si no más). Esta idea
de que el Parlamento es inútil lleno del robacable, el robaluz, lleva a
que aparezca un candidato que diga: “yo soy todo lo contrario, voten
por mí”. Yo no soy amigo de Alan García, pero sus amigos dicen que dice
que cualquier tipo que se lo proponga en el Perú puede ser presidente.
Esa es la mejor definición de outsider: un tipo que tenga la voluntad de
poder. Puede ocurrir. Mujer u hombre. Yo diría que el perfil de
cuarentón ya conocido que venga de un mundo con una gran exposición a la
opinión pública periodística, farandulera, del espectáculo o del
deporte. ¿Cuáles son los temas primordiales que deberían debatirse en la próxima campaña política?
Soy un liberal de manera que no puedo estar ajeno a mi punto de vista.
El gran tema es la propiedad privada del subsuelo. Que los campesinos
sean los dueños de la riqueza mineral, petrolera y gasífera del Perú y
se acabará para siempre la retórica anti minera. Que el Estado cobre sus
impuestos, pero que las empresas hagan contratos con ellos para
explotar la riqueza mineral. Si se resolviera este conflicto y la
empresa fuera aliada de la población en lugar de enemiga, la prosperidad
del Perú estaría asegurada y los lugares más pobres de este país se
convertirían en los más ricos. ¿Y tú crees que eso arreglaría la informalidad?
La informalidad minera es la otra cara de este mismo problema. La gente
explota de facto ilegalmente porque no puede tener la propiedad de las
mismas. No creo que las cosas se arreglen automáticamente, pero este es
el gran conflicto que le impide al Perú desarrollar los grandes
proyectos de inversión indispensables en la próxima década. El segundo
punto es la justicia peruana que no funciona. El ministerio público ha
fracasado y el monopolio de la acción penal lo único que ha hecho es
incrementar el delito. No funciona. Hay que eliminar el Ministerio
Público. En otro tema es el Poder Judicial. Yo respeto la probidad e
integridad de los magistrados correctos, pero tampoco funciona. Yo soy
un creyente de la participación popular de la administración de justicia
porque además, es una escuela de civismo. Vamos a darle jurados al
sistema, ¿por qué no? Tienes dos jueces profesionales y dos jueces
ciudadanos y la sentencia sale por unanimidad. ¿Qué has logrado?
Primero, haces más complicada la corrupción. Segundo, educas a la
población. La administración de justicia ya no te es ajena porque eres
parte. Tercero, la competencia a través de un procedimiento
descentralizado de la administración de justicia es necesariamente mejor
que cualquiera centralizado. Hay muchos otros temas como la
regionalización que ha fracasado, la estructura tributaria absolutamente
irreal, absurda e ineficiente. Soy un partidario de bajar los impuestos
para recaudar más y dinamizar la economía, la competencia en los temas
laborales, la regulación profundamente deficiente, se necesita más
controles ex post que ex ante. Aldo Mariátegui tiene esta teoría del “electarado”. Dice que
no es suya, pero por lo menos es el que la hace más visible y popular.
Sostiene que los peruanos votamos mal, elegimos equivocadamente. ¿Estás
de acuerdo?
No. Todo depende de cómo entiendes que vota la gente. Yo creo que la
votación es racional, pero en el Perú, votar es un acto de venganza. Esa
es una decisión profundamente racional, pero distinta a la lógica de la
razón. Lo que la gente dice es “que todos se jodan”. José Luis Sardón
ha explicado muy bien los incentivos electorales. No es que sean
intrínsecamente incapaces de tomar una decisión, sino que actúan por
incentivos, pero si pones los incentivos como están puestos en el
sistema electoral peruano, el resultado es el peor. Tenemos un sistema
electoral que está hecho para elegir al peor. Lo irracional es el
sistema, no las personas. Yo soy un optimista, yo siempre creo en la
capacidad infinita del ser humano en conquistar su propio futuro. “NO VOTARÍAPOR URRESTI” Ghersi sostiene que el ex ministro obtendría 15% de votos
Podría llegar al Congreso. (USI)
“Daniel Urresti me parece un buen candidato, aunque no votaría por
él. Es un hombre que puede obtener un 15% y meter un grupo
parlamentario, que, si, además, tiene una lista encabezada por la
primera dama –quien no tiene ningún obstáculo legal para ser candidata
al Parlamento–, terminaría teniendo una representación parlamentaria
respetable.
Urresti puede resultar mucho más interesante electoralmente que la
coalición de la izquierda. Yo creo que la mejor descripción que hace el
periodista Juan Carlos (Tafur) es de cómo se vota en el Perú. Él dice
que “en el Perú se vota por joder”, que es efectivamente cierto. Yo le
recordaría a Juan Carlos que, como él ha dicho, la gente vota por joder y
eso siempre modera la política peruana. En el fondo, como el voto es
obligatorio, todo el mundo va molesto a votar el día de las elecciones.
Entonces, el día de la votación, el ciudadano se toma una revancha con
los políticos y dice: “A ver, ¿quién es el peor? ¿Quién es el más loco?
Voto por él para joderlos a todos”.
AUTOFICHA
■ “Me titulé en Derecho en 1986, en la Pontificia Universidad Católica
del Perú, donde además obtuve una maestría en Derecho Civil.
■ “Profesor de la Universidad de Lima, profesor visitante de la
Universidad Francisco Marroquín (Guatemala), profesor honorario de la
Universidad Laica Vicente Rocafuerte (Guayaquil) y profesor visitante de
la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (Buenos
Aires)”.
■ “Miembro de Sociedad Mont Pelerin, de la que he sido vicepresidente”. SABÍAQUE
Ha sido diputado por Lima y miembro de la Comisión Bicameral de Presupuesto. Es coautor de El otro sendero
con Hernando de Soto y Mario Ghibellini, y autor de numerosas
publicaciones. Es académico adjunto del Cato Institute (Washington D.
C.).
Es dueño del Estudio Ghersi Abogados, uno de los más prestigiosos
del país, teniendo entre sus clientes a personalidades como Alfredo
Bryce Echenique, Francisco Tudela y la Universidad de Yale.
EL PERÚCAMBIÓ
¿Si se puede criticar a la izquierda de retrógrada, a la derecha se le critica de mercantilista?
“Yo la calificaría de insensible. El problema de la derecha peruana es
que no quiere entender que el Perú es más grande que las playas de Asia y
que hay que ver un poco más allá de sus narices. El Perú ha cambiado
mucho. Si viajas por provincias, verás que hay una clase media
ascendente. Hay ahí una burguesía provinciana que, en los últimos 20
años, ha mejorado su ingreso real”.
Por Juan José Garrido (director@peru21.com) Referencia
Ollanta Humala tiene una alta impopularidad y una disminuida gobernabilidad.
Publicado en el país: Madrid.
Como sucedió con otras naciones de América Latina, Perú vivió bajo un péndulo perverso de transiciones entre democracias y dictaduras desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el término del siglo XX.
El régimen democrático presidido por Bustamante y Rivero (1945-1948) fue derrocado por la dictadura militar de Odría (1948-1956); el presidente electo Manuel Prado (1956-1962) fue derrocado por una Junta Militar de Gobierno (1962-1963); el Gobierno democrático de Fernando Belaunde (1963-1968) fue derrocado por un Gobierno de la Fuerza Armada presidido por el general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), defenestrado a su vez por el general Francisco Morales Bermúdez (1975-1980).
En 1980 Belaunde fue nuevamente elegido a la presidencia. Cinco años después, en 1985, logró efectuar la primera transición democrática en la posguerra y entregar el poder a Alan García Pérez (1985-1990). En 1990, en medio de las surreales tragedias que vivía el país, se logró una segunda transición democrática con la sorpresiva elección de Alberto Fujimori.
1. La afirmación “El Péndulo perverso de transiciones entre democracias y dictaduras”
No es clara porque el sentido de perversidad sólo es efectista al no referirse al contexto y a las condiciones latentes en cada momento.
2. En el párrafo “Las perversidades históricas fluyen como el agua de cañerías viejas: se filtran y aparecen en lugares inesperados”, El lenguaje empleado sigue siendo sólo efectista y no afirma nada. 3. Cuando se refiere al “desarrollo económico sostenido, diverso y...
No se indica para quién es desarrollo, para los empresarios, para los migrantes, para el país profundo? Nuevamente frases huecas que no dicen nada.
4. Al afirmar
“Los tres Gobiernos democráticos que tuvo el Perú han sido políticamente precarios, marcados por escándalos generalmente burdos pero con síntomas abundantes de corrupción”.
Aquí pasa a descalificar a los gobiernos para no dejar nada incólume. La labor de demolición del articulista no termina aquí.
5. Continua afirmando la situación de precariedad y de absoluta falta de coherencia en el país: “el nada dulce dilema de escoger el mal menor”.
¿Se olvida de quién escogió? ¿Esa es la democracia manejada por los periodistas, los medios y la gran empresa? ¿Mal menor para quién?
6. Al referirse al gobierno de la corrupción declara su parcialidad “fueron decepcionantes en aspectos fundamentales de su gestión. Terminaron con abrumadores niveles de desaprobación popular”. ¿Qué es lo que esperaba de la corrupción? 7. ¿Esto no es simplemente Populismo barato lo que valida?
Nada como un presidente atribulado por su impopularidad, cuya tabla de salvación son las cifras macroeconómicas favorables. Cuando se camina sobre cornisas no es fácil pensar en estrategias alternativas, que sin arriesgar la economía tomen pragmáticamente en cuenta las necesidades y derechos de las mayorías.
¿Esto no es simplemente Populismo barato lo que valida? 8. Al afirmar
“El porcentaje crucial de votación pro-democrática, que define las elecciones en Perú, votó, amargamente, por García. ¿Será amargo para el que escribe? Nuevamente a confesión de parte relevo de prueba. El anti de Vargas y su pléyade sale por los poros.
9. “Pero las amenazas no terminan sino que se transforman”. Nuevamente sibilinamente emplea frases embozadas sin afirmar limpiamente nada. 10. De igual cuño los antis del que escribe salen a la luz “La clase empresarial, la híper concentrada prensa peruana, García, apoyaban el retorno del fujimorismo al poder”.
¿Y cuál es el problema? ¿No salió Humala con la bendición del Vargas? El que escribe cínicamente deja desorientando a los pobres españoles, que seguramente saben leer entre líneas la mano de Vargas.
11. Luego cuando dice: “sorprendió con una acción inesperada. Juró, con toda la solemnidad del caso, su lealtad a la democracia, convirtió la elección en un plebiscito entre democracia y dictadura y venció”. Se refiere pues al san Benito de Vargas. 12. Continúa su acidez: Aunque luego fue también llevado a actuar como si la lealtad a la democracia significara lealtad al consenso de Washington. 13. Finalmente no oculta nuevamente su desencanto:
El nuevo desencanto quinquenal ya produjo tres favoritos en las encuestas para las elecciones de 2016: Keiko Fujimori, Alan García y Pedro Pablo Kuczynsky:
Sin embargo no es lo que quieren los grupos de poder a pesar de la pléyade de Vargas.
14. El escrito cínico deja desorientados a los pobres españoles, que seguramente saben leer entre líneas la mano de Vargas. Es un artículo que en la misma línea de descalificar al país busca descalificar a todos los gobiernos y a todos aquellos que no están en la línea del inefable Vargas.
Amigos y alumnos que leyeron mi artículo
el pasado sábado, publicado en este diario, me han comentado y escrito
criticándome por el uso de la frase «neoliberalismo de Estado». ¿Cómo
puede haber neoliberalismo de Estado –me preguntan-- si usted mismo dice
que el neoliberalismo propone la minimización del Estado, la ausencia
de toda intervención estatal en la economía. Por lo demás, me dicen, es
un sinsentido hablar de neoliberalismo de Estado en nuestro país cuando
los neoliberales critican al Estado peruano acusándolo de «miedoso e
incompetente».
El neoliberalismo,
además, ha acentuado el extractivismo económico y político. El poder
minero controla al poder político. El extractivismo que hoy se practica
en nuestro país, está agotando los recursos naturales no renovables, y
el actual gobierno no tiene una política clara de creación de otros
activos para compensar esta pérdida y no perjudicar a las generaciones
futuras. La inversión privada de los últimos tiempos ya no expande la
producción de aquellas actividades que generan más empleo e ingresos.
En nuestro país
este neoliberalismo de Estado comienza con la creación de las AFP.
Estas instituciones privadas no fueron creadas por el mercado sino por
el Estado, con la forzada direccionalidad de parte de nuestros ingresos a
las AFP que no elegimos, según algún indicador de mercado.
Félix Jiménez Opinión Economista Ph. D.
Profesor Principal PUCP
Los orígenes del neoliberalismo
El
neoliberalismo como ideología sucede al liberalismo. Esto es por
definición, como la teoría económica neoclásica sucede a la teoría
económica clásica (pero aclarando que esta última alude a la teoría de
Ricardo). Los liberales del siglo XVIII y XIX tuvieron enorme influencia
en el desarrollo de la teoría económica neoclásica, según la cual la
economía tiende al pleno empleo cuando los mercados funcionan sin la
intervención del Estado. En este sentido, los liberales incluyen como
parte de las libertades civiles, la autonomía económica, lo que implica
postular la ausencia de regulación del mercado por parte del Estado.
El
neoliberalismo surge como respuesta crítica a la puesta en práctica del
proyecto socialista a partir de 1917. Reaccionan contra la sustitución
del mercado por un plan centralizado, y contra la supresión de las
libertades individuales. A partir de ese acontecimiento–según Todorov--
«entramos a una nueva fase de la evolución del liberalismo, que
justifica que hablemos de neoliberalismo. Ahora la doctrina se formula
asumiendo la oposición con el mundo totalitario que está
construyéndose». Sus principales exponentes son Ludwig von Mises
(1881-1973) y Friedrich A. Hayek (1899-1992). Pero, después de la gran
depresión de 1929 y durante el auge del Keynesianismo, estos
neoliberales enfilan sus críticas contra el Estado del Bienestar.
El significado del neoliberalismo de Estado
Los
neoliberales plantean «la sumisión del hombre a las fuerzas
impersonales del mercado». En su obra Camino de Servidumbre, Hayek
sostiene que en el pasado esta sumisión «hizo posible que se
desarrollara la civilización».
Con el ascenso al poder de
Margaret Thatcher en Gran Bretaña (1979) y Ronald Reagan en Estados
Unidos (1980), se dio inicio a la aplicación del pensamiento neoliberal
en el mundo. La manera cómo se aplicaron las políticas y reformas
neoliberales en nuestros países, difiere de un lugar a otro, de sus
condiciones iniciales y del tipo de institucionalidad vigente en ellos.
Lo que no varió fue el uso del poder del Estado para beneficiar a los
poderes existentes en el mercado. Y esto es lo que dio lugar al
«neoliberalismo de Estado» frase que, en justicia, hay que decirlo
ahora, pertenece a Todorov.
En nuestro país este neoliberalismo
de Estado comienza con la creación de las AFP. Estas instituciones
privadas no fueron creadas por el mercado sino por el Estado, con la
forzada direccionalidad de parte de nuestros ingresos a las AFP que no
elegimos, según algún indicador de mercado. Estas instituciones
administran nuestros recursos con la ayuda del Estado. Si los fondos
para proveer la pensión mínima no alcanzan, el diferencial se los provee
el Estado. El jubilado no puede retirar todos sus fondos, por ejemplo,
para comprarse una casa, etc.
Otro ejemplo de «neoliberalismo de
Estado» en nuestro país fue el rescate del sistema bancario afectado
por la crisis de 1998-1999 que hizo el gobierno de Fujimori,
acrecentando la deuda pública en cerca de mil millones de dólares.
El
neoliberalismo, además, ha acentuado el extractivismo económico y
político. El poder minero controla al poder político. El gobierno de
Humala cedió ante este poder y no fue capaz de exigirle compartir sus
ganancias extraordinarias asociadas a los altos precios de los
minerales. El extractivismo que hoy se practica en nuestro país, está
agotando los recursos naturales no renovables, y el actual gobierno no
tiene una política clara de creación de otros activos para compensar
esta pérdida y no perjudicar a las generaciones futuras. La inversión
privada de los últimos tiempos ya no expande la producción de aquellas
actividades que generan más empleo e ingresos.
A nivel
internacional, hay también neoliberalismo de Estado. Durante la crisis
de 2008-2009, los Estados intervinieron para salvar a los bancos
privados. Para esta ideología los beneficios son y deben ser siempre
privados, pero los riesgos y las pérdidas de las operaciones de los
grupos de poder privados deben ser socializados, deben ser asumidos por
toda la población.
A modo de conclusión
Ciertamente
decir «neoliberalismo de Estado» es una contradicción. Pero, como dice
Todorov, «precisamente por tratarse de una contradicción hace dudar de
la coherencia interna del proyecto. El liberal Benjamin Constant
(1767-1830) no había previsto que el Estado pudiera reforzar su
influencia en la vida de los individuos y a la vez ponerse al servicio
de algunos de ellos. Después de los atentados del 11 de setiembre de
2001, los Estados que habían adoptado esta ideología, como Estados
Unidos y Gran Bretaña, acrecentaron su control sobre las libertades
civiles, y a la vez dejaron plena libertad a agentes económicos
individuales. A partir de este momento hemos entrado en el
ultraliberalismo, tercera fase de la evolución de esta doctrina».
Martin Tanaka ha escrito en el diario La
República (LR) dos columnas sobre nuestro artículo «Neoliberalismo y
Republicanismo (LP: 14-09-13)». Por la importancia que tienen sus
críticas sobre el tema en debate, responderé de manera puntual.
La asociación
que hace Tanaka entre el carácter del crecimiento 1959-67 y la
propuesta industrialista de La Gran Transformación, puede conducir a
confusiones. Es verdad que el neoliberalismo se impone como crítica al
proceso industrialista de los años 1960 y 1970. Pero, el crecimiento
asociado a este proceso y el crecimiento neoliberal, son ambos,
extractivistas o rentistas.
«La mejor manera de
entender el neoliberalismo –dice Tanaka-- es relacionarlo con el llamado
“Consenso de Washington”». ¿Acaso no está enterado que el decálogo de
medidas de este Consenso es precisamente neoliberal?.
Félix Jiménez Opinión Economista Ph. D.
Profesor Principal PUCP
(1) En su columna de LR: 29-09-13, dice:
«Para Jiménez, el crecimiento 1959-67 sería más “sano” porque fue
liderado por el sector manufacturero y estuvo acompañado de mejoras en
los ingresos de los trabajadores, mientras que el reciente se basa en
sectores extractivos con ingresos laborales estancados. ¿Qué hacer? (…)
En la línea de lo propuesto en “La Gran Transformación”, se apunta a
promover un crecimiento más diversificado en general y la
industrialización en particular».
La asociación que hace Tanaka
entre el carácter del crecimiento 1959-67 y la propuesta industrialista
de La Gran Transformación, puede conducir a confusiones. Es verdad que
el neoliberalismo se impone como crítica al proceso industrialista de
los años 1960 y 1970. Pero, el crecimiento asociado a este proceso y el
crecimiento neoliberal, son, ambos, extractivistas o rentistas. En el
primero se gana lo que gasta el Estado y en el segundo, se aprovecha la
renta de los recursos naturales en un contexto de precios altos de los
metales y de una sostenida demanda externa. En consecuencia, los dos
estilos de crecimiento son recusables. Finalmente, sobre las propuestas
políticas, sociales y económicas de La Gran Transformación, documento
más vilipendiado que he leído, solo debo decir que reivindica las ideas
republicanas.
(2) En la misma columna, afirma: «parte de (los)
supuestos “éxitos” (del neoliberalismo en Perú) serían consecuencia de
iniciativas planteadas por “economistas críticos con el neoliberalismo”
entre 2001-2003, con lo cual Jiménez reivindica su participación como
funcionario dentro del gobierno de Alejandro Toledo».
Mi
participación personal en esas “iniciativas” no viene a cuento. Sin
embargo, lo que dice Tanaka puede inducir a un silogismo elemental: si
eran “sus críticos”, entonces no deberían haber participado en un
gobierno neoliberal; o, si se aceptaron las reformas que sus críticos
impulsaron, entonces el neoliberalismo es suficientemente flexible. Este
tipo de razonamiento no ayuda a comprender los procesos históricos.
Muchos peruanos luchamos junto con Toledo para salir del fujimorismo
sátrapa, que desfalcó al Estado y practicó la corrupción como forma de
gobierno. El gobierno de Toledo fue, entonces, el resultado de un
proceso político que abrió la posibilidad de hacer cambios en
democracia. Pero, como ya ocurrió antes en nuestro país, algunos
«cambios» se truncaron y otros se mediatizaron. Después, Alan García
acentuó el neoliberalismo. El fujimorismo y el alanismo son los que más
daño le han hecho a la política (en su acepción republicana).
(3)
En su columna de LR: 06-10-13, dice: «El término “neoliberalismo” se
presta a malos entendidos. Por lo general, se le atribuyen sentidos
intrínsecamente negativos, y esto tiene cierta razón de ser: muchos
gobiernos neoliberales han sido muy corruptos e ineficientes, en
particular el fujimorismo ha ayudado a crear la asociación
neoliberalismo=autoritarismo=corrupción (…) Sin embargo, hay muchos
gobiernos que pueden considerarse ilustraciones emblemáticas del
neoliberalismo que no han sido autoritarios ni particularmente corruptos
(Chile, Brasil, Colombia, etc.). Mas todavía, podría decirse que ellos
implementaron reformas fundamentales para el logro de un crecimiento
sostenido, reducciones de pobreza, fortalecimiento de instituciones,
incluso, de políticas de desarrollo que buscan la diversificación
productiva y menor dependencia de recursos naturales».
Primero,
el fujimorismo no fue autoritario sino “dictatorial”, fue un gobierno
que cometió crímenes de lesa humanidad. Segundo, el neoliberalismo no es
un término, es una doctrina que propone la eliminación de las
intervenciones públicas en la economía, la desregulación de los mercados
y la eclosión del interés individual por encima del interés público.
Específicamente propone liberalizar el comercio y desarrollar un modelo
exportador basándose en las «ventajas comparativas» y las ganancias de
competitividad abaratando el costo del trabajo. «Según la nueva vulgata
–-dice Todorov— el Estado solo debe intervenir para favorecer el libre
funcionamiento del mercado, allanar los conflictos sociales y mantener
el orden público. Su papel consistiría no en limitar, sino en facilitar
el poder económico».
Es cierto que el recetario neoliberal se
aplicó parcialmente en algunos países: por ejemplo, se mantuvieron
empresas estatales “estratégicas”, se limitó el flujo de capitales para
tener autonomía en el manejo de la política monetaria y cambiaria, y no
se desregularon todos los mercados. Sin embargo, en estos mismos países
las medidas neoliberales han generado problemas. Por ejemplo, en Brasil
se dice que la apreciación cambiaria y los salarios bajos son una
amenaza contra la industria; en Chile hay evidencia de una regresión en
la distribución del ingreso y protestas contra las bajas pensiones que
otorgan las AFP; y, en Colombia no hay trabajos estables, los sindicatos
están destruidos y el agro está en crisis.
A modo de conclusión
«La
mejor manera de entender el neoliberalismo –dice Tanaka-- es
relacionarlo con el llamado “Consenso de Washington”». ¿Acaso no está
enterado que el decálogo de medidas de este Consenso es precisamente
neoliberal?.
Replica
Tanaka sigue preso
de su razonamiento dicotómico Estado-Mercado. Según él, la derecha
reivindica el Mercado y la izquierda el Estado. Tanaka ha leído el plan
La Gran Transformación con esta visión dicotómica. Por eso no ha
entendido que el Estado que allí se propone, debe ser promotor activo
del desarrollo de mercados internos y de la expansión de la inversión
privada nacional.
Tanaka no acepta la existencia
de un camino alternativo al neoliberal; no entiende que es posible
desarrollar una economía de mercado y ciudadanía, con un marco
institucional y regulatorio adecuado o funcional.
Félix Jiménez Opinión Economista Ph. D.
Profesor Principal PUCP
(1) Después de las crisis de 1998-2002 y de 2008-2009, «me parece claro
que predicar la libertad irrestricta de los mercados y la minimización
del papel del Estado –dice Tanaka-- suena descabellado. Lo interesante
es que en esto coinciden, en lo teórico, tanto derechas como
izquierdas».
Esta afirmación presupone que existe una dicotomía
Estado-Mercado, que niega la realidad. El Estado no tiene por qué
contraponerse al mercado. Es verdad que el Estado debe establecer
regulaciones contra las asimetrías de poder que se generan en los
mercados, pero también ha sido y es promotor de la creación de mercados.
Polanyi (1944) decía que los mercados habían sido formados desde los
inicios del capitalismo por acciones deliberadas del Estado. La historia
también enseña que detrás de los riesgos más audaces y de las grandes
innovaciones –como señala Mariana Mazzucato (2013)-- ha estado presente
el Estado.
(2) Para la derecha –según Tanaka-- «las reformas
centradas en la liberalización de los mercados y en la promoción del
crecimiento» corresponden a la primera etapa «de un proceso más
ambicioso de reformas, que deberían consolidarse con una segunda fase,
con énfasis en la equidad, mejoras en la distribución del ingreso y el
fortalecimiento de las instituciones»
Las reformas neoliberales
han generado una economía más vulnerable y dependiente de factores
externos, menos industrial y menos agropecuaria, y más productora de
servicios predominantemente de baja productividad, y con una
distribución del ingreso más desigual y, por lo tanto, más expuesta al
conflicto social. Decir que el neoliberalismo es «promotor del
crecimiento» es sólo una afirmación.
Los que criticamos al
neoliberalismo no somos opuestos al crecimiento; pero sabemos
diferenciar entre un estilo de crecimiento que acrecienta la
vulnerabilidad externa de la economía, y un estilo de crecimiento
enraizado en la expansión de los mercados internos y en la
diversificación productiva. Basarse en el desarrollo de los merados
internos no significa dejar de exportar o de cerrarse al mundo. De
acuerdo con esta concepción alternativa del crecimiento, el sistema de
comercio global debe servir al desarrollo interno y los mercados
domésticos no pueden descuidarse por la búsqueda de ventajas
competitivas internacionales como lo hace el neoliberalismo.
(3)
«Desde la izquierda –dice Tanaka--, lo que se busca es cambiar de
lógica, recuperando espacio para la planificación, el control y la
iniciativa del Estado, especialmente en áreas “estratégicas”».
Tanaka
sigue preso de su razonamiento dicotómico Estado-Mercado. Según él, la
derecha reivindica el Mercado y la izquierda el Estado. Tanaka ha leído
el plan La Gran Transformación con esta visión dicotómica. Por eso no ha
entendido que el Estado que allí se propone, debe ser promotor activo
del desarrollo de mercados internos y de la expansión de la inversión
privada nacional. Y, como para promover el desarrollo se requiere
recursos, es necesario reformar el sistema tributario y controlar la
energía y otros recursos naturales.
El Estado debe compensar el
agotamiento de estos recursos con la creación de otros activos para no
perjudicar a las generaciones futuras del país. La derecha no es la
«propietaria» del mercado. Tanaka no acepta la existencia de un camino
alternativo al neoliberal; no entiende que es posible desarrollar una
economía de mercado y ciudadanía, con un marco institucional y
regulatorio adecuado o funcional.
(4) «Es justo resaltar –dice
Tanaka-- que por lo general no se plantea un retorno al pasado
populista, sino que ese renovado protagonismo estatal se ubica dentro de
los márgenes de la disciplina fiscal y de los equilibrios
macroeconómicos, es decir, parcialmente dentro del canon del “Consenso
de Washington”».
Ubicar a la propuesta alternativa al
neoliberalismo dentro del canon del Consenso de Washington, es un
descuido académico y hasta un atrevimiento. La disciplina fiscal que se
aplicó desde el «fujimorato» sirvió para pagar puntualmente los
servicios de la deuda externa, recortando los gastos en educación,
salud, seguridad social e infraestructura pública. Es el mismo tipo de
política que hoy imponen los países del centro Europeo y el FMI, a los
países de la periferia europea.
Es la misma monserga de los equilibrios
macroeconómicos que los neoliberales lo entienden a su manera. En la
alternativa al neoliberalismo, se propone (a) una regla fiscal contra
cíclica y un manejo de la deuda que evite el riesgo de refinanciamiento y
que base la sostenibilidad fiscal en el predominio de la deuda pública
en soles; (b) una regla monetaria contra cíclica de tasa de interés,
cuya eficiencia supone el desarrollo del mercado de capitales apuntalado
por el mercado de deuda pública doméstica en soles; y, (c) una regla de
política de intervenciones cambiarias que se oriente a mantener un tipo
de cambio real estable y competitivo, para promover el desarrollo
industrial y la diversificación productiva.
A modo de Conclusión
Hubiera
sido interesante saber si Tanaka también adhiere al republicanismo, si
piensa que hay tradición republicana en el Perú y si comparte la
indefinición de republicanismo de Vergara.
Replica 2
Martin Tanaka (LR: 06-1013), afirma que
el problema no está tanto en las políticas neoliberales del Consenso de
Washington sino en el “fundamentalismo” en su implementación. «Vistas
las cosas así –dice--, me parece que en Perú el neoliberalismo ha tenido
éxitos evidentes (crecimiento, reducción de la pobreza sin aumento de
la desigualdad), que han permitido que muchos peruanos sean más
ciudadanos (conscientes de sus derechos y deberes), aunque su aplicación
haya sido escamoteada por sus componentes autoritarios y corruptos y
ciertamente también por la debilidad de nuestras instituciones y valores
republicanos».
Se le ha mostrado
que el crecimiento reciente no es inédito; que cualquier tipo de
crecimiento reduce la pobreza monetaria; que se ha crecido con sueldos y
salarios estancados y que, por lo tanto, ha aumentado la desigualdad;
que se cercenaron los derechos laborales de los trabajadores; y, que el
crecimiento reciente no habría sido posible sin altos precios de los
minerales y sin una demanda externa sostenida. Nada de esto puede ser
considerado un éxito y, sin embargo, Tanaka insiste, en que los «éxitos
del neoliberalismo son evidentes».
Lo que hay de ciudadanía
y virtud cívica en nuestro país, se desarrolla contra la fuerza y
resistencia del neoliberalismo, contra el mercado desregulado y el
interés privado que «arrincona a la virtud y solidaridad.
Félix Jiménez Opinión Economista Ph. D.
Profesor Principal PUCP
Extractivismo neoliberal, poder económico y corrupción.
Tanaka
no refuta mis argumentos. Se le ha mostrado que el crecimiento reciente
no es inédito; que cualquier tipo de crecimiento reduce la pobreza
monetaria; que el atraso cambiario y la espectacular penetración de
importaciones han afectado la competitividad y mercado interno de la
manufactura; que se ha crecido con sueldos y salarios estancados y que,
por lo tanto, ha aumentado la desigualdad; que se cercenaron los
derechos laborales de los trabajadores; que la política de gasto afectó
la calidad e infraestructura de la educación, la salud y la seguridad
social; y, que el crecimiento reciente no habría sido posible sin altos
precios de los minerales y sin una demanda externa sostenida. Nada de
esto puede ser considerado un éxito y, sin embargo, Tanaka insiste en
que los «éxitos del neoliberalismo son evidentes».
La apertura
comercial indiscriminada, la apreciación monetaria y el contexto externo
favorable acentuaron la especialización de la economía peruana en la
producción y exportación de minerales, que “resultó” ser su principal
ventaja comparativa. Se siguió la pauta neoliberal según la cual los
países se especializan, no se diversifican. Ahora somos un país menos
industrial y agrícola, y más exportador de minerales y productor de
servicios de baja productividad. Pero, si se para el «motor externo», se
para el «carro» del crecimiento. Por otro lado, el extractivismo
primario exportador opera porque existen instituciones políticas
extractivistas donde campea la corrupción. Estas instituciones facilitan
la penetración del poder económico privado en todas las esferas de la
administración gubernamental del Estado.
El extractivismo, el
poder económico y la corrupción son enemigas del republicanismo. «La
República –dice Pocock- resulta por completo imposible allí donde las
oligarquías, los gentiluomini, adquieren demasiado poder. Con el poder
de estas oligarquías, no puede haber gobierno libre». Cuando Tanaka dice
que «los éxitos del neoliberalismo fueron escamoteados por sus
componentes autoritarios y corruptos y ciertamente también por la
debilidad de nuestras instituciones y valores republicanos», no parece
entender que esos «componentes autoritarios y corruptos» son los que
debilitan a las «instituciones y valores republicanos».
Al respecto,
Pocock, comentando los Discursos de Maquiavelo, dice: «Las instituciones
dependen de la atmosfera moral y las mismas leyes que operan el bien en
un pueblo no corrupto, producen efectos contrarios a los deseados
cuando la corrupción se ha impuesto». Entonces, en una atmósfera
corrupta, las instituciones públicas son penetradas por el interés
privado; los gobernantes y políticos practican la impostura; las deberes
públicos en los distintos poderes del Estado, se negocian; y, la ley no
impide la arbitrariedad y los privilegios.
El neoliberalismo es anti-republicano El
neoliberalismo ha erosionado los fundamentos institucionales de la
ciudadanía al desmantelar los estándares laborales y sociales básicos, y
al fomentar la concentración del poder económico privado y su
injerencia en el gobierno «disputándole al Estado su inalienable derecho
a definir la utilidad pública». Con el neoliberalismo la democracia
«representativa» se ha convertido en caricatura: «gobiernan los que no
ganan las elecciones» (problema del agente-principal).
Por lo
tanto, decir que «los éxitos del neoliberalismo han permitido que muchos
peruanos sean más ciudadanos», es suponer «que es imposible percibir la
luz, sin antes percibir la oscuridad». No hay manera de mostrar que el
neoliberalismo ha ampliado la ciudadanía entre los peruanos. Se
desmantelaron los derechos de los trabajadores, se generalizaron las
prácticas clientelares en la competencia política, no hay derecho
universal a la educación y la salud, se criminaliza la protesta social,
no se respeta los derechos de los pueblos cuando se hacen concesiones
mineras o petroleras y, los gobiernos elegidos practican la impostura y
sirven a los grupos de poder.
El neoliberalismo, además, ha
despolitizado y privatizado la vida pública. El interés privado domina
sobre el interés público («la actividad pública es un instrumento al
servicio de los fines privados»); hay asimetrías de poder en los
mercados; no hay virtud cívica (los comportamientos individualistas
menoscaban el «compromiso con el bien público»; no hay igualdad
jurídica; y, los mecanismos de control de los gobernantes y la
independencia de los poderes del Estado han sido dañados por la
corrupción y los caudillos.
A modo de conclusión Lo
que hay de ciudadanía y virtud cívica en nuestro país, se desarrolla
contra la fuerza y resistencia del neoliberalismo, contra el mercado
desregulado y el interés privado que «arrinconan a la virtud y la
solidaridad».