GOBIERNO VIDA FAMILIA
El fascismo del siglo XXI : "monarquía plebeya absolutista"
Comunismo, fascismo son: MONARQUÍAS PLEBEYAS absolutistas
Juan Carlos Lechin
#BaellaTalks 19.06.20 | Invitado: Juan Claudio Lechín
Juan Claudio Lechín plantea las diferencias que existen entre comunismo y fascismo, dos conceptos que se han pensado como diferentes porque en el pasado tuvieron enfrentamientos, pero afirma que aun cuando se podrían encontrar distinciones, ambos tienen características que los hacen ser iguales.
Respecto del comunismo, Lechin sostiene que su retórica es más elaborada, mesiánica, tiene un credo social, una fe colectiva, una religión social, del fascismo que se conoce en Alemania, Italia y España refiere que puede tener un credo más rústico, pero los dos son antiliberales y generan caudillos que concentran el poder.
Comunismo, fascismo son: MONARQUÍAS PLEBEYAS absolutistas que entronizan un monarca plebeyo absolutista y todo aquello que ha avanzado la sociedad en descentralizar, las vuelve a concentrar”.
También, postula sobre el concepto de dictaduras modernizadoras que son políticamente feroces, el poder está concentrado en un caudillo posiblemente militar, pero permiten una mayor apertura económica, en tanto que en el comunismo o fascismo retrocede.
Afirma que el liberalismo es un avance en la historia, en tanto que el fascismo y comunismo son el retorno al feudalismo.
https://youtu.be/ccJruvqkAyg
MAO, CASTRO, STALIN tuvieron una retórica que aprovecha el sentimiento
El fascismo del siglo XXI : "monarquía plebeya absolutista" - Juan Claudio Lechín
El término “fascismo” se banalizó al convertirse en insulto. Cualquier violencia política es fascista. La banalización benefició a los verdaderos fascistas. Hanna Harendt aseguró que nazismo y comunismo eran lo mismo. Nadie la escuchó. Y la astuta Unión Soviética, al triunfar en la guerra, aprovechó para deslindar aguas. Muchos politólogos se tragaron esta gambeta y proclamaron la revolución rusa y sus derivadas, china y cubana, como himnos enaltecedores del género humano.
En mi ensayo Las máscaras del fascismo vuelvo a indagar la naturaleza del fascismo, pues considero que estamos sufriendo un mal, sin estar alertados por el pensamiento europeo que solemos importar. El fascismo emerge cuando hay una fuerte descomposición del sistema de partidos políticos, durante el desgaste de un liberalismo preliminar o liberalismo retoño: el cual arrastra todavía obstáculos pasados como el caudillismo, corrupción, centralismo político y administrativo, ausencia de democracias partidarias y un pueblo no incorporado plenamente a la modernidad, entre otros aspectos.
Durante esta crisis, aparece el fascismo encabezado por un caudillo redentor y una fe ideológica, enmendadores de todos los males, a desmontar el sistema. Detalle más, detalle menos, fueron los casos de Hitler, Mussolini y Franco y también de Castro, Chávez y Morales.
Apenas el fascismo sube al gobierno comienza el desmontaje. Penetra al ejército, la policía y servicios de inteligencia, para controlarlos férreamente; luego desarmará las instituciones liberales, las libertades de opinión, prensa, sindical y política; y paulatinamente concentrará los poderes independientes: judicial, parlamentario, electoral y regional. Gradualmente, avanzara hasta conseguir no una utopía social sino el poder absoluto para entronizar al caudillo plebeyo. El sistema que engendra el fascismo es una monarquía plebeya absolutista.
Sus instrumentos legitimadores son la propaganda, elecciones y referéndums y el pueblo movilizado, al cuál transformarán de ciudadano en grupo de choque y, finalmente, en pueblo-siervo. La propaganda generará la fe y el culto al caudillo.
Hábilmente, el fascismo capta, como banderas propias, a los deseos, anhelos y traumas de la sociedad a la que va a victimar. Por eso, no es de izquierda ni de derecha, como se asegura sino que es un modelo pragmático para la toma del poder absoluto; donde el término “pragmático” significa que harán lo que sea para concentrarlo: seducir o asesinar, nacionalizar o privatizar, racismo ario o indigenista, movimientos sociales o fascios, aristócratas o revolucionarios. Invariablemente fabrican un hereje-enemigo, judío o burgués, criatura maléfica que justifique su violenta cruzada.
El error es creerles anticipadamente, como a Castro cuando dijo en la Sierra Maestra que llamaría a elecciones democráticas, cuando Chávez aseguró que no se reelegiría, no tocaría la propiedad privada ni la autonomía universitaria y cuando Morales afirmó que respetaría la libertades públicas y la independencia del poder electoral. Las consecuencias de estas ingenuidades las lamentan los pueblos, sin cesar. Aún así, muchos siguen considerándolos “de izquierda” y no versiones aggiornadas del horror europeo.
Las sociedades desprevenidas no creen ser la próxima víctima y desentenderse puede ser fatal. Ya lo dijeron los griegos cuatro mil años atrás: “Aquél que se quiere perder, los dioses lo ciegan antes”.
juanclaudiolechin@blogspot.com
https://www.youtube.com/watch?v=4FeirnYkeWg
#BaellaTalks 19.06.20 | Invitado: Juan Claudio Lechín
•Emitido en directo el 19 jun. 2020
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