Lo que no se dijo en la Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial.
Por Diario UNO el 18, octubre, 2015
Félix Jiménez
La Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial
llevada a cabo recientemente en Lima, provocó comentarios de distinto signo y,
sobre todo, preguntas acerca del papel desempeñado por estas instituciones en
las economías de nuestros países. Sin duda, lo más positivo y notorio en la
situación actual del país, fue que aumentó el turismo y
que benefició notablemente a los negocios del rubro de la gastronomía. Pero, ni
las conferencias ni los informes efectuados durante el desarrollo de la
Asamblea, abordaron autocríticamente los efectos de las reformas y políticas
patrocinadas por dichas instituciones. Por ejemplo, no se dijo nada sobre lo
que actualmente ocurre en Grecia luego de que la troika (el FMI, la Comisión
Europea y el Banco Central Europeo) le impusiera un paquete draconiano de
medidas consistente en reducciones de sueldos y jubilaciones, privatizaciones,
aumentos de impuestos y despidos de funcionarios de su administración
gubernamental.
LA PÉRDIDA DE SOBERANÍA DEL ESTADO NACIONAL
Los préstamos (créditos stand-by) del FMI
condicionados a ese paquete de medidas y a la firma de una carta de intención
por los gobiernos y autoridades económicas, son bien conocidos en América Latina. Durante la crisis
de la deuda externa (fines de los años 1970 y los años 1980), la
condicionalidad de los ajustes propuestos por el FMI se intensificó con la
participación del Banco Mundial (BM) y de la propia administración
norteamericana. En el primer lustro de los años 1980 se impuso el denominado
Plan Baker consistente en la generación de liquidez en los países deudores,
bajo la condición de que adoptaran el paquete de estabilización del FMI y otras
políticas de libre mercado. Esta institución actuaba como intermediario entre
los países deudores y los bancos acreedores.
El plan Baker no contemplaba la reducción de la
deuda ni de la carga de su servicio. Recién en 1989 se anuncia el Plan Brady
cuyo objetivo era «disminuir el valor nominal de la deuda, reducir su servicio
y/o facilitar préstamos nuevos», pero en el contexto de programas de reformas
impuestos por el FMI y el BM que incluían, además de las políticas de
estabilización conocidas, «medidas para alentar nuevas inversiones extranjeras,
repatriar capitales, cancelar atrasos, privatizaciones y canje deuda por
acciones de capital». Estos programas son implementados bajo la supervisión
conjunta del FMI y del BM.
La crisis de la deuda provocó un cambio drástico en
los roles asignados en 1944, en Bretton Woods, al FMI y al BM. La función original del FMI era facilitar la corrección
de los desequilibrios macro mediante préstamos y políticas de ajuste fiscal y
monetario; mientras la del BM era financiar la ejecución de proyectos específicos
de inversión, para promover el crecimiento económico a largo plazo. Esta
separación de roles terminó con la crisis de la deuda. El FMI introdujo el
«Extended Fund Facility» y el «Structural Adjustment Facility», cuyo propósito
era afectar la oferta agregada mediante la desregulación de todos los mercados.
El BM, por su parte, empezó a condicionar sus préstamos a la adopción de las
políticas de estabilización del FMI. De esta manera institucionalizaron el
llamado Consenso de Washington sobre por la libertad irrestricta del mercado y
la eliminación de la intervención del Estado.
El hecho que las políticas económicas se definieran
en el exterior con la participación de estas dos instituciones, condujo, por lo
tanto, a la pérdida de soberanía de nuestros Estados Nacionales.
LA DÉCADA PERDIDA DE AMÉRICA LATINA
¿Cuáles fueron los resultados de la aplicación de
las reformas y ajustes neoliberales patrocinadas por estas dos instituciones?
Su costo económico y social fue enorme. Sin embargo, hasta ahora no hemos
escuchado ni leído autocrítica alguna. Nuestras economías se estancaron durante
más de una década. Crecieron la informalidad, el subempleo y la pobreza; bajó
la inflación, aunque muy poco, a costa de la apreciación monetaria y la
contracción de la capacidad de compra de los sueldos y salarios; aumentaron las
tarifas de los servicios públicos; aumentó el costo del crédito; se redujeron
los presupuestos de educación, salud y de inversión en infraestructura; y, los
«despedidos pagados» de funcionarios públicos precarizaron la burocracia de los
Estados. Por estas razones, la década de los años 1980 es conocida ahora como
la «década perdida de América Latina».
Las reformas y políticas neoliberales siguieron en los años 1990. Las consecuencias en nuestro país fueron: reducción del ritmo de crecimiento de la capacidad productiva per cápita que agravó los desajustes entre la oferta de empleos y el crecimiento de la fuerza laboral; reprimarización de la economía; dolarización de los créditos; pérdida de competitividad de las actividades de bienes y servicios transables; e inicio de un cambio estructural regresivo: la economía tendía hacerse menos industrial y menos agrícola, y más productora de servicios de baja productividad. La crisis asiática y rusa de 1997-1998 agravó esta situación: ocasionó quiebras bancarias y una notable recesión que se prolongó hasta el año 2002.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Ningún analista político ni periodista aprovechó la
realización de la citada Asamblea en Lima, para informar que durante los años
2001-2006 se recobró algo de soberanía nacional en la definición las políticas
fiscal, monetaria y cambiaria. Sobre esto hemos escrito en otras oportunidades.
Se intentó salir de la ruta neoliberal que nos conducía al papel de productores
de materias primas y a servir al proceso de acumulación y crecimiento de los
países del centro con la enajenación de nuestros mercados.
Yo considero:
Que es notoria la alineación con la visión de las recetas neo liberales que se publicita en los medios. Lo interesante de esta parcializada e interesada visión es la ausencia total de capacidad crítica y de una actitud de engaño permanente al no quedar tribunas plurales no sectarias como alternativa, lo cual me hace recordar al cuento de Orwell, La granja de animales, pero sin rebelión.
Sobre el cuento de Orwell
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