jueves, 6 de octubre de 2022

Residencial San Felipe: Monumento a la clase media: Cayetano Acuña Vigil:

 Residencial San Felipe: 

Monumento a la clase media

MAYO 24, 2017 8:20 / 



Residencial San Felipe: monumento a la clase media

Mayo 19, 2017

Inaugurada en 1966, la Residencial San Felipe es la materialización del ideal político y social que enarboló el presidente Belaunde Terry.  A través de la arquitectura de la vivienda colectiva, se trató de mostrar a un estado pujante.

Por Laura Gonzales / 

A partir de los años sesenta empezó a repensarse el diseño de las futuras unidades vecinales. Hasta entonces, todos los proyectos desarrollados en Lima, para paliar las necesidades de vivienda que surgían a causa de la dinámica demográfica, habían estado dirigidos a los segmentos socioeconómicos menos favorecidos. Sería el presidente Fernando Belaunde Terry, electo en 1963 y a la sazón arquitecto, quien con esa visión traída de Estados Unidos, donde estudió la carrera, impulsaría y promovería viviendas para la clase media como Santa Cruz, Juan XXIII, Próceres, entre otras.

Pero es la Residencial San Felipe la de mayor notoriedad hasta la fecha. “Sus fortalezas se encuentran en los  programas del interior del conjunto: servicios educativos, áreas comerciales, de esparcimiento, trabajo, cultura, salud, etcétera”, sostiene el arquitecto Sharif Kahatt. “Sin embargo, lo que más se aprecia en esta obra es la cantidad de áreas verdes, que escasean en todo Lima”.

Para Jorge Páez, autor de los edificios de cinco pisos, es un proyecto que no pierde vigencia. “Los departamentos son bastante cómodos, no les falta nada y están bien conservados, además de ser un lugar donde trasciende el concepto de vecindad, de camaradería y de amistad”, explica. Por su parte, el arquitecto Adolfo Córdova reafirma que “es el mejor lugar para vivir, en medio del verde y con todos los servicios a la mano”. 

Tan convencido está de ello que hace cuatro décadas es un vecino del conjunto residencial: los primeros cinco años como inquilino y luego como propietario de un dúplex de 140 metros cuadrados, en uno de los doce edificios de fachada caravista (el signado como Los Cipreses), diseñado precisamente por Páez, uno de sus alumnos de la UNI. “Siempre quise vivir aquí”, rememora Córdova. “Es más, yo había separado mi departamento al concluirse el proyecto, pero no pude reunir el dinero; tenía varios hijos que mantener”.

Tres versiones, dos etapas

El monumento a la clase media, como Belaunde la tildó el día de la inauguración de la primera etapa, hace 51 años, se asentó en un terreno de 26 hectáreas que perteneció al antiguo hipódromo de San Felipe. Kahatt explica que el objetivo de la Residencial era ofrecer vivienda a la clase media para una vida cotidiana ideal, segura, en un radio de acción cercano y en un área descongestionada tanto para los niños como para los mayores dentro de la ciudad. “En esta especie de oasis urbano entre las agitadas arterias de la ciudad, San Felipe se presenta como una obra que dialoga con la ciudad existente”, afirma.

Hasta su consolidación, el proyecto tuvo tres versiones. La primera fue proyectada por Enrique Ciriani y Mario Bernuy, entre 1962 y 1964. La segunda –que partía del módulo inicial de Ciriani y organizaba los edificios de cinco, diez y quince pisos existentes formando una megaestructura– fue encargada a Jacques Crousse y Oswaldo Núñez, pero se canceló antes de ser licitada. 

Al respecto, Páez sostiene que, si bien es cierto que jugó en contra el mayor costo que implicaría ejecutar esta obra y la premura del tiempo, también es verdad que los funcionarios de ese momento no defendieron lo suficiente el proyecto. “Hubiera sido mucho mejor de lo que es ahora, al menos no existiría ese adosamiento de los edificios en la parte que corresponde al centro cultural y a la clínica”, dice.    

Finalmente, a Víctor Smirnoff, Luis Vásquez Pancorvo y Jorge Páez se les asignó la tarea de reorganizar el proyecto que vemos hoy en día, que difiere con respecto al diseño anterior en la eliminación de la calle elevada, que permitía albergar los estacionamientos debajo, conectarlos a las viviendas y dejar área verde a los alrededores.

Vivir en la residencial

En resumen, en el proyecto encontramos cuatro aportes: las torres de Ciriani, con ventanas longitudinales y volados; los edificios de Smirnoff, de concreto y ladrillo pintado en blanco; las edificaciones horizontales tarrajeadas de Vásquez; y los edificios en cuya entrada hay bloques de jardín y un generoso patio, que corresponden a Páez. Un total de 1617 viviendas, en 33 edificios más un ágora –enmarcada por establecimientos financieros y restaurantes y remodelada hace seis años por el Arq. Adolfo Córdova–, además de edificaciones diseñadas para múltiples servicios. 

Un barrio que resuelve todas las necesidades de los ciudadanos, que ostenta recorridos peatonales donde se puede disfrutar de los ambientes, de las vistas y de la iluminación, como bien dice una de sus residentes, Mercedes Bieule. Ella, de nacionalidad argentina, vive con su esposo en la residencial desde hace año y medio; ahora ya son tres, con un niño de un año. Encontraron el dúplex, de 142 metros cuadrados, completamente remodelado, y  no cesan de  “vestirlo” de acuerdo a sus necesidades.

Los ambientes (las áreas sociales en el primer piso y los dormitorios y sala de estar en el segundo) son de un estilo vintage modern, con múltiples detalles y con historias que atañen muy de cerca a la pareja. A ella, por ejemplo, una cámara fotográfica que perteneció a su abuela y un cuadro de su hermana artista, ya fallecida. Y a él, la amplia mesa de comedor y la alfombra de la sala que trajo de su departamento en Estados Unidos, donde vivió una larga temporada.

Hay además una gran parte de muebles y accesorios de la tienda de Mercedes, que ofrece piezas restauradas. La predisposición por embellecer lugares le viene de familia: una hermana arquitecta y otra decoradora, como su madre, que también es paisajista. Esto le permite animar aun más su espacio, donde el jardín se lleva las palmas más sonoras.

Todo bien dispuesto en el departamento de esta familia y también allá afuera, donde el verde convoca a propios y extraños, ya sea para conversar o para escuchar ópera, como hace algunas semanas. Siempre un regalo para los sentidos.

COMENTARIO PERSONAL

Es el último proyecto colectivo de vivienda porque la concepción política para enfrentar el problema de la vivienda ha cambiado radicalmente. Para las administraciones posteriores no existe problema de la vivienda, han actuado favoreciendo un esquema de construcción de viviendas exclusivamente financiero carente de concepción urbanística y de valor para enfrentar la situación de la ausencia de vivienda pertinente y adecuada a las condiciones de carencia y de pobreza endémica en el país.

Los proyectos posteriores no tienen la calidad de este proyecto. Son mezquinos, no responden a ninguna investigación actualizada por lo que no tienen aportes de diseño repitiendo lugares comunes, sin haber evaluado sus defectos, además de que carecen de sensibilidad cuando no de creatividad,  obedeciendo a una ideología que no es de servicio.

 Proyectos importantes anteriores

Campamentos de Trabajo en la Gran Unidad de Vivienda “Santa Marina”:

* Empresas Asociadas, encargada de las obras de desagüe y vivienda, han levantado sus respectivas oficinas y campamentos de trabajo en la zona de «Santa Marina». Estás están ubicadas con frente a la avenida República de Panamá.

Publicación extraída de la Memoria de la Junta de Obras Públicas del Callao del 02 de Mayo de 1952.

Digitalizado por: Ricardo Gonzales Zapata.

Aporte de: El Callao que se nos fue.

Link para leer y ver el texto y fotos del Álbum Campamentos de Trabajo:https://www.facebook.com/ElCallaoQueSeNosFue/photos/?tab=album&album_id=1034776986591036

CAMPAMENTOS DE TRABAJO EN LA GRAN UNIDAD DE VIVIENDA SANTA MARINA

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CAMPAMENTOS DE TRABAJO EN LA GRAN UNIDAD DE VIVIENDA SANTA MARINA

5 Photos · Updated 11 months ago

Al formularse los respectivos contratos para la ejecución de las obras de agua, desagüe y vivienda, materia de la última licitación, la Junta consideró como requisito indispensable que las empresas constructoras encargadas de llevarlas a cabo debían instalar una oficina administrativa en la ciudad del Callao y todas las indispensables para la mejor ejecución de los trabajos, comprometiéndose a removerlas una vez terminada la labor. 

Dando cumplimiento a dichas estipulaciones, como primera medida y en corto tiempo, tanto la Corporación de Ingeniería Civil, encargada de las obras dé agua, como Empresas Asociadas, de las de desagüe y vivienda, han levantado sus respectivas oficinas y campamentos de trabajo, en la zona de «Santa Marina», la primera con frente a la Avenida Guardia Chalaca y la segunda a la Avenida República de Panamá, desde las cuales dirigen y controlan rápida y fácilmente los trabajos a su cargo. En las fotografías se aprecia debidamente las instalaciones en referencia. Publicación extraída de la Memoria de la Junta de Obras Públicas del Callao del 02 de Mayo de 1952.

Digitalizado por: Ricardo Gonzales Zapata.

Aporte de: El Callao que se nos fue. Link para leer y ver el texto y fotos de otros Álbumes relacionados a Santa Marina:

https://www.facebook.com/ElCallaoQueSeNosFue/photos/?

tab=album&album_id=1033003696768365

Las unidades vecinales: los barrios perfectos

La construcción de las unidades vecinales tenía el propósito de convertirlas en unas miniciudades

El grupo Bancolombia colocó US$115 millones en bonos verdes

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16.09.2014 / 11:42 am

Pocos barrios en Lima han sido tan meticulosamente planeados como las clásicas unidades vecinales. Mucho antes de la construcción de los edificios de viviendas del programa Mivivienda y  los ubicuos condominios, las unidades vecinales se erigieron para hacer de Lima una ciudad con mayor densidad. Las diferencias son abismales porque las unidades vecinales fueron concebidas como complejos habitacionales autónomos, por ello, contaban con mercados, postas médicas, comisarías, cines, locales comunales, oficinas de correos, escuelas primarias y con un sistema de circulación peatonal y vehicular propio. Es decir, la idea era hacer de ellas miniciudades.

El modelo fue traído en los 40 por el entonces joven arquitecto Fernando Belaunde Terry, quien tras haber estudiado en Austin (Texas) vivió en México DF en el mismo momento en que se empezaban a construir los primeros proyectos de vivienda popular, debido a la intensa migración rural.

Cuando Belaunde vuelve al Perú, en 1937, funda la revista «El Arquitecto Peruano», en la que se debaten muchas ideas urbanísticas para Lima fomentadas por el propio Belaunde, parte de ese debate luego sería trasladado a políticas de Estado por el gobierno del presidente José Luis Bustamante y Rivero cuando en 1946 creó la Corporación Nacional de Vivienda (en la que también participó Belaunde) que impulsó la construcción de siete unidades vecinales, cuatro de ellas en Lima y tres en el Callao.

La primera en ser construida fue la Unidad Vecinal N°3, en la avenida Colonial. El dato curioso en este aspecto es que nadie sabe qué pasó con las unidades vecinales 1 y 2.

Los barrios obreros del Callao y del Rímac, habrían sido tomados por los planificadores como las primeras unidades vecinales y por esta razón siguieron la numeración. La Unidad Vecinal N°3 contó con 1.096 departamentos y servicios urbanos para una población de 5.440 personas. Belaunde, personalmente, supervisó este proyecto.

Posteriormente, se encargaría al joven arquitecto Santiago Agurto la construcción de las otras unidades vecinales. Así, se construyeron las de Mirones (en 1955, ubicada también en la avenida Colonial); Angamos y Miraflores (en el distrito de Miraflores), Matute (en La Victoria) y para después seguir con la del Rímac (en el distrito del mismo nombre), orientadas a la población de medianos recursos.

Todas estas construcciones disponían de grandes áreas verdes, son bloques de viviendas con muchos espacios comunes, que privilegian además el tránsito peatonal antes que el vehicular dentro de las unidades.

La idea habría estado inspirada en diseños urbanísticos ingleses de «ciudades jardín», por supuesto que trasladados a la versión peruana de edificios que contaban con un máximo de cuatro a cinco pisos.

La construcción de estos conjuntos se apoyó en las necesidades de vivienda que cada vez tenía Lima. Solo a inicios del 60 se estaban construyendo 25.000 viviendas, y se estimaba que la demanda era tres veces mayor, lo que justificaba la construcción de más unidades vecinales proyectándose las de Elio (Cercado) y Manzanilla (La Victoria).

UN DERROTERO

Las unidades vecinales, finalmente, sirvieron de inspiración para otros proyectos de gran volumen como la Residencial San Felipe (en Jesús María), que se construyó en los años 60, ya con edificios de mayor altitud y apuntando a una demanda de mayor poder adquisitivo. Asimismo, posteriormente se construirían las ciudades satélite de Santa Rosa y Ventanilla siguiendo el ejemplo de la unidades vecinales.

Lo importante de estas obras es que en esa época se definió el esquema de crecimiento urbanista que se preveía para Lima: densidades altas para los sectores populares que vivirían en edificios, mientras que las áreas residenciales serían para viviendas unifamiliares.

La proliferación de las barriadas (invasiones en las zonas periféricas de Lima) producto de las migraciones de los 70 y 80 hizo fracasar estas soluciones urbanísticas propuestas por Belaunde por lo que no se construyeron más unidades en Lima, así se acabó con el sueño urbano del ese entonces joven arquitecto.

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