JULIAN SAVULESCU
Savulescu, durante las jornadas organizadas por la Universidad de Comillas en Madrid y la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno
Savulescu, durante las jornadas organizadas por la Universidad de Comillas en Madrid y la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno - Ignacio Gil
JULIAN SAVULESCU, BIOETICISTA
«Claro que debemos jugar a ser Dios»
El provocador filósofo de la Universidad de Oxford defiende como una «obligación moral» el uso de la biotecnología para seleccionar a los mejores niños
«Es curioso cómo España, un país católico, acepta tan bien el debate de nuevas ideas. En Alemania es muy difícil. Debe de ser algo cultural», reflexionaba Julian Savulescu el jueves después de dar una conferencia en la Universidad de Comillas en Madrid, con la sala abarrotada. Los asistentes, entre ellos varios sacerdotes, alargaron la sesión con sus preguntas mucho más de lo previsto. Es lógico.
Este filósofo y bioeticista australiano, director del Centro Uehiro para la Ética Práctica en la Universidad de Oxford, defiende un discurso tan provocador que la discusión podría prolongarse indefinidamente. Por ejemplo, está a favor de utilizar la edición genética para incrementar las cualidades de los bebés, algo que incluso considera una «obligación moral». Tampoco rechaza la clonación humana, a su juicio tan solo una «curiosidad científica».
¿Boutades? Está acostumbrado a las críticas más duras, pero advierte de que tarde o temprano los avances en biomedicina y las tecnologías emergentes pondrán sobre la mesa las prácticas de biomejoramiento. Así que es mejor empezar a hablar sobre ello antes de que nos pasen por encima.
-¿Nos encaminamos hacia una sociedad de bebés casi perfectos?
-Estoy convencido de que dentro de 20 años, cuando las nuevas técnicas sean seguras, se utilizarán para evitar enfermedades genéticas. Es una forma moderna de medicina, que corregirá los problemas médicos en la causa, no en los síntomas.
-Pero una cosa es evitar una enfermedad y otra modificar bebés para que sean más guapos, longevos o listos.
-Sí, desde luego. Evitar enfermedades es lo primero. Pero cuando el mejoramiento sea seguro también lo usaremos en nuestro beneficio. Es que debemos hacerlo. Cuando hablo de obligación moral me refiero a razón moral. Entre dos embriones, debemos elegir el que tenga más posibilidades de una buena vida. Y no solo cuenta la salud, también la inteligencia y otras capacidades.
-¿Dónde están los límites de esa eugenesia?
-En lo que es mejor para el embrión. Por ejemplo, no deberíamos buscar que se convirtiera en un psicópata. Dentro de eso, los padres son los que deberían elegir qué tipo de hijo quieren tener.
-¿Ellos deberían elegir si quieren que su hijo sea listo o fuerte?
-Sí. Ahora mismo ya se puede elegir el sexo del bebé. Y ya se preparan tests para predecir el nivel de inteligencia de los embriones, para buscar no solo lo que está por debajo de lo normal sino lo que está por encima.
-¿Y si las cosas no salen como nosotros deseamos?
-La vida siempre es incierta. Hay accidentes, cosas que no podemos predecir. Dar a un niño una ventaja genética no significa que esa ventaja se materializará. Tampoco debería servir para obligar a un crío a pasarse horas delante de un piano. Debemos dar la posibilidad a los niños de tener un futuro abierto y talentos y beneficios genéticos para dar forma a ese futuro.
-¿Cómo podríamos competir con alguien mejorado?
-El dopaje es un buen ejemplo. Creo que hay buenos argumentos para cambiar las reglas porque las actuales han fallado. En un principio no hay nada malo en tomar sustancias que mejoren el rendimiento, la cafeína lo hace. Podemos mejorar la situación permitiendo a los atletas consumir hormonas del crecimiento, testosterona, EPO... con límites, dentro del funcionamiento fisiológico normal. La tolerancia cero no es una razón.
-Cree que dar Retalín a un niño ya es un mejoramiento químico.
-El 10% de los niños en EE.UU. y en otros sitios del mundo toman Retalín. Eso no es tratar una enfermedad, es mejorar a un individuo normal. Lo llamamos enfermedad porque es la única manera de dar medicinas. Si mejoramos o no a la gente normal, depende de los riesgos y los beneficios. En el futuro, habrá medicinas que todos deberíamos tomar, por ejemplo para frenar el envejecimiento. La gente lo hará si son efectivas. Yo estoy envejeciendo de forma normal, pero si pudiera frenarlo lo haría.
-¿Existe el riesgo de que este tipo de biotecnologías generen más desigualdad? Habrá gente que pueda acceder a ellas y otra no.
-Sí, podría aumentar la desigualdad si la tecnología esta disponible en el mercado y es cara. Pero puede reducir la desigualdad natural si es gratis para todo el mundo. Su efecto es nuestra elección. Creo que el mejoramiento es tan importante como la educación, por lo que, aunque no soy muy optimista en este punto, debería estar disponible para todos. Imagine que es capaz de hacer a Donald Trump más inteligente y moral. Podría tener muy buenas consecuencias para el mundo.
-¿Seremos más morales con un cambio genético?
-Desde el punto de vista de Charles Darwin todo en nosotros ha evolucionado para sobrevivir y reproducirnos. La moralidad solo es una disposición de los seres humanos para cooperar entre ellos y no dañarse los unos a los otros. Tiene un origen genético. Nuestros músculos pueden hacerse más grandes, y también nuestra predisposición a colaborar. La moralidad no es tan especial. También otros animales tienen un sentido de justicia y empatía. Y compartimos más con ellos de lo que nos diferencia.
-Le habrán dicho muchas veces que esto es jugar a ser Dios.
-Ya lo hacemos cuando tratamos el cáncer, ponemos vacunas o damos a las mujeres la epidural en el parto. Creo que debemos jugar a ser Dios porque eso ayuda a la gente a tener mejores vidas. Lo que no debemos es ser arrogantes ni confiados, ni hacer más daño que bien.
-El experimento de las gemelas chinas modificadas genéticamente, rechazado en todo el mundo, ¿le hizo replantearse sus ideas?
-No. De lo que me di cuenta es de que hay malos científicos. Como en 1999, cuando un joven americano murió en una terapia genética. Cuando llevas a cabo investigación con riesgos deberías empezar con seres humanos que tienen lo mínimo que perder. He Jiankui debería haber hecho esa investigación en un embrión que no iba a vivir, no en uno sano. Por eso me parece que lo que hizo fue monstruoso, nada que ver con el mejoramiento humano.
HE JIANKUI |
https://en.wikipedia.org/wiki/He_Jiankui_affair
-Pero si se ha hecho, es probable que se vuelva a hacer.
-Sí. El problema es que Europa ahora es demasiado conservadora y eso es irresponsable, porque China y otros países harán lo que nosotros no hacemos. Debemos ser líderes responsables que hagan ciencia de una manera ética, no sentarnos de brazos cruzados.
-¿Puede el biomejoramiento derivar en una nueva especie humana?
-La definición de especie es muy complicada, pero sí creo que ocurrirá en algún punto. Lo que está claro es que el Homo sapiens no es el escalón final de una pirámide.
-¿Nos fusionaremos con las máquinas como predice el transhumanismo?
-De nuevo, si es seguro y beneficioso, la gente lo hará. En vez de tener un teléfono móvil, podrías tener algo dentro del cráneo y hablar con la gente a distancia sin tecnología externa. Es inevitable que la tecnología entre en nuestro cuerpo. Un ejemplo extremo de transhumanismo es coger tu mente y ponerla en una máquina. Si esto es bueno o malo, depende de tu visión personal de la identidad. Si crees que está determinada por conexiones cerebrales, sobrevivirás en esa nueva máquina que podría tener capacidad de movimiento y afectar al mundo, incluso existir para siempre en un estado muy mejorado. Pero si crees que la identidad está en el organismo, esta transferencia de la mente significaría la muerte. Como ve, la filosofía es importante.
-¿Cómo va a ser la muerte en el futuro?
-Puedo decirle cómo es ahora porque en noviembre vi cómo moría mi madre. Y es terrible. Dicen que tenemos cuidados paliativos y medicamentos para paliar el dolor, pero ella sufrió mucho en sus últimas horas. Tuvo demencia durante diez años. Así que espero que podamos parar el envejecimiento y reducir el sufrimiento asociado a la muerte. A lo mejor la edición genética puede hacer que vivamos el doble. Ya ha ocurrido con un ratón genéticamente modificado al que llamaron «Matusalén». Y no somos tan diferentes de los ratones.
-Esa longevidad tendría unas consecuencias tremendas.
-Hace cien años la esperanza de vida era de 50 años, ahora es de 83, pero podría ser de 160. Así que tendríamos que cambiar nuestro sistema de trabajo. O podríamos elegir limitar la duración de la vida.
-¿Quién decidiría algo así?
-¡Alguien tendría que hacerlo! Por el momento, las grandes compañías como Facebook o Google son las que de verdad controlan lo que ocurre. Tenemos una crisis de falta de gobierno y líderes, y solo el dólar decide. El capitalismo es bueno para algunas cosas, pero no es bueno para todo y desde luego no para decidir el destino de la humanidad. Algo debe emerger de la libredemocracia que se ajuste mejor al mundo que creamos.
-Tampoco rechaza la clonación humana.
-¿Por qué iba a hacerlo? Los gemelos idénticos son clones. Imagine que descubre que es el clon de alguien que vivió hace cien años. Interesante... y qué, usted tiene su propia vida. A lo mejor le gustaría tener alguna información sobre su clon.
-Pues sí, me gustaría mucho saber qué tal le ha ido, qué enfermedades ha tenido y de qué ha muerto.
-Desde luego, pero no es usted una persona con menos derechos o estatus. El problema con la clonación es cómo tratamos a los clones, no la clonación en sí misma. Yo llamo a esto «clonismo», como el racismo, la discriminación contra los clones.
-Pero. ¿para qué querríamos clonar a alguien?
-Escuché el caso de una mujer cuyo hijo murió muy poco después del parto. Quería clonar al niño para cuando estuviera disponible una cura para su enfermedad. Ella se equivoca si cree que puede dar al niño una segunda vida. Pero si hace que se sienta mejor, ¿por qué deberíamos pararla? O podríamos clonar dividiendo un embrión en dos. Congelamos uno y el otro se desarrolla. Si el mayor enferma, el segundo podría ser su donante de células madre. Mire, mi padre era un tipo fantástico y me encantaría clonarlo.
-¿Para tener un hijo como él?
-Sé que no sería lo mismo, pero tenía muchos talentos y buenas cualidades, así que sería interesante saber qué es lo que ocurriría. Si clonar fuera seguro, y pensara en tener un hijo, produciría muchos embriones con mi mujer y también los clonaría. Les realizaría exámenes para saber cuáles tienen los mejores genes. El mejor podría ser un clon de la abuela de mi mujer, o de mi padre. No tengo favoritismos por los clones, pero podría ser una gran persona como hijo. Creo que clonar es una trivialidad ética, una curiosidad. No hay un problema real en ser genéticamente idéntico a alguien, sigues siendo una persona diferente. Los genes son importantes, pero no determinan quiénes somos.
-Hay gente que cuando lea esto se va a llevar las manos a la cabeza.
-Lo importante en ética es que la gente piense por sí misma. No quiero que estén de acuerdo conmigo, quiero que piensen en los argumentos que doy, que creo están bien razonados. Y si no estás de acuerdo tienes que decir en qué y por qué. Así se produce el progreso.
Un supermercado genético en una sociedad distópica
El transhumanismo sostiene que el hombre se verá liberado de las ataduras biológicas para dar lugar a «superhumanos» capaces incluso de alcanzar la inmortalidad gracias a la ingeniería genética, la inteligencia artificial y otros avances. Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga, cree que debemos contemplar la posibilidad de la existencia en el futuro de un «supermercado genético» en el que adquirir ventajas para los bebés.
Como explica en el congreso organizado por la Universidad de Comillas y la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, las mejoras que más atención despiertan son las que prometen la longevidad y la desaparición de enfermedades como la fibrosis quística o la fenilcetonuria (la intolerancia a una proteína que puede causar daños cerebrales), dónde sería fácil intervenir sobre un único gen.
«Otra cosa es intentar incrementar la inteligencia, en la que influyen centenares de genes», explica el también escritor. «Habría que decidir qué características merece la pena mejorar y cuáles no. Si podemos conseguir envejecer sin artrosis, ¿por qué no hacerlo? Otra cosa es modificar el color de piel o la altura de un niño», señala con argumentos mucho más sosegados que los de Savulescu.
«Decir que tenemos la obligación moral de mejorar a nuestros hijos es una afirmación muy fuerte», subraya. Entre los peligros de estas tecnologías, se encuentra «la posibilidad de que beneficien solo a una elite económica, lo que agrandaría las diferencias sociales», hasta el punto de que pueda aparecer «una casta o una nueva especie humana que tenga el control y el poder», advierte.
A su juicio, no hay garantía de que estas mejoras sean deseables, ya que quizás den origen a «individuos más egoístas e insolidarios que formen una sociedad distópica». La toma de tales decisiones sobre la vida de nuestros descendientes, «podría minar las bases de la moralidad y poner en cuestión la comprensión ética de nuestra propia especie».
https://www.abc.es/ciencia/abci-julian-savulescu-bioeticista-claro-debemos-jugar-dios-201906030223_noticia.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario