El Perú a pesar de Vargas Llosa
El 5 de junio los peruanos están llamados a las urnas en
segunda vuelta. Elegirán entre Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynsky. Lo
harán libremente, a pesar de las obsesiones y manipulaciones de Mario Vargas
Llosa.
Román Cendoya
La Gaceta. Madrid. Lunes, 16. Mayo 2016 - 19:29
A las 8.14 p.m. del día 12 de septiembre de 1992, Abimael
Guzmán, líder de la organización terrorista Sendero Luminoso, fue detenido en
una casa de Surquillo en compañía de su “conviviente” –como se dice en el Perú–
Elena Iparraguirre, número dos de la organización, y otros terroristas de la
cúpula. De la presentación ante la sociedad del terrorista Guzmán quedó una
imagen inolvidable para todos. El reo vestido de presidiario, con su pijama de
rayas, encerrado en una jaula como si fuera una alimaña. Imagen obtenida por la
fotógrafa peruana Ana Cecilia Gonzales, editora gráfica del diario El Comercio,
que fue galardonada con el World Press Photo de 1992 por dicha foto.
Pues bien, de aquel indudable episodio cierto, el escritor
peruano Vargas Llosa, en un supuesto sesudo análisis sobre la situación
política en el Perú, tras la primera vuelta de las elecciones, titulado “La
hora gris” (EL PAIS 15/04/2016), afirma que los medios controlados por el
Fujimorismo “han ido cimentando la ficción según la cual el encarcelado
exdictador derrotó a Sendero Luminoso, envió a su líder, Abimael Guzmán a la
cárcel y sacó al país de la devoradora inflación que lo estaba deshaciendo.
Puro mito”.
Respecto del dato de la inflación de un país cabe decir que
no es algo discutible ni opinable y en el caso del Perú tampoco. Los dos
últimos años del Gobierno de Alan García se saldaron con una inflación que
superaba el 500% mensual. En 1990 el dato oficial, según el Banco Central y el
INEI, fue el 7649,7%. En el año 2000, después de toda la etapa del gobierno de Fujimori,
cuando éste huyó del país, la tasa de inflación fue del 3,7%.
Intentar convertir los hechos objetivos e incontestables en
“puro mito” descalifica al autor y su objetividad. Puro mito es que Vargas
Llosa pueda escribir algo objetivo y veraz sobre la realidad política del país
que le vio nacer y que abandonó, para hacerse español, cegado por la ira que le
supuso el hecho de que sus conciudadanos no le eligieran a él, pituco
arequipeño, para ser presidente en 1990 y votaran por Alberto Fujimori. Sigue sin
superar tal afrenta y su actitud hoy, respecto a la candidatura de la hija de
su rival en las elecciones que se están celebrando, le sitúan en una posición
de falso demócrata. La democracia comienza por uno mismo asumiendo los
resultados de un proceso democrático y legítimo como el que Vargas Llosa perdió
en 1990. Un demócrata debe reconocer el estado de derecho y los organismos
democráticos que rigen hoy la República del Perú y que dotan de total legalidad
y legitimidad a la candidatura de Keiko Fujimori.
Vargas Llosa pasó de una juventud comunista al liberalismo
de derechas. Sin embargo ha aceptado ser patrono de honor de la fundación de
UPyD. Entre todo ese barullo ideológico fue reconocido con el título de Marqués
por el Rey Juan Carlos I, favor que agradeció diciendo: “Agradezco a España,
agradezco al Rey. Y al mismo tiempo digo que yo nací plebeyo y voy a morir
plebeyo, a pesar del título”. Eso sí, cada cinco años, de lo más profundo de
ese plebeyo marqués, emerge su auténtico espíritu aristocrático, monárquico,
dinástico y medieval según el cual los hijos heredan las culpas y los modelos
de sus padres.
Así, en su artículo sobre los dos candidatos que el pueblo
peruano ha elegido, libre y voluntariamente, –Keiko Fujimori (39,85%) y Pedro
Pablo Kuczynsky (PPK) (20,99%)– para que compitan en la segunda vuelta, afirma
respecto de Keiko que votarle “constituiría una legitimación de aquella
dictadura corrupta y sanguinaria y un retorno al populismo, a la división
enconada y a la violencia social de los que el país había comenzado a salir
desde que recuperó la democracia en el año 2000”. Ya hace cinco años, en la
misma situación electoral que ahora, en otro artículo publicado en el mismo
diario y titulado “Retorno a la dictadura, no”, escribió que votar a Keiko
Fujimori “sería legitimar el régimen que envileció la política y sembró la
violencia en nuestro país”. ¿Por qué una hija tiene que ser como su padre y
asumir lo que él hizo? Solo en las monarquías y en las ideologías nazionalistas
–ésas que con tanta vehemencia combate Vargas Llosa– la sangre, la estirpe y la
raza son, generación tras generación, determinantes de la persona.
Vargas Llosa proyecta una imagen manipulada y parcial del
Perú en la que obvia, y por lo tanto no reconoce, la legitimidad de la Comisión
Parlamentaria de Investigación así como las sentencias del más alto Tribunal de
Justicia Peruano, constituidos después de la dictadura que, durante la
presidencia de Alejandro Toledo, sometieron a investigación y juicio a toda la
etapa anterior. Keiko Fujimori –como todas las personas vinculadas a la
administración de su padre– fue sometida a la Comisión del Congreso y a la
justicia y fue declarada inocente de toda responsabilidad política y judicial.
Un auténtico demócrata debe respetar la separación de poderes y acatar los
dictámenes y las sentencias que emanan de las instituciones democráticas. Todas
las personas que fueron sentenciadas culpables están hoy en la cárcel o –muy
pocos– son prófugos huidos del país. Además, merece la pena recordar que en el
Perú, a diferencia de otros países del entorno como Chile o Argentina, no se
han promulgado leyes de amnistía o de punto final.
Fiel reflejo de la deformación de Vargas Llosa es que sus
alabanzas a PPK son inversamente proporcionales a sus descalificaciones a Keiko
Fujimori. Lo mismo le ocurrió hace cinco años con Ollanta Humala de ideología
radicalmente opuesta a la de PPK. Cualquiera le vale contra el apellido
Fujimori. Para Vargas Llosa si el pueblo peruano elige a PPK –algo obvio para
él– primarán la sensatez y el buen juicio. O sea, que si no le hacen caso, los
peruanos habrán demostrado ser unos insensatos sin criterio ni juicio. ¿Pero
cómo no van a referirse a él como “el famoso escritor español que nació aquí”?
El periodista Jaime Bayly escribió sobre la influencia de Vargas Llosa en el
Perú que: “por suerte para el país, le hacen mucho más caso los suecos que los
peruanos”.
A Vargas Llosa no se le escuchó jamás palabra alguna de
exigencia democrática al presidente Humala respecto de su hermano Antauro,
golpista etnocacerista que protagonizó varios asaltos a cuarteles policiales
con resultado de muerte durante el mandato de Alejandro Toledo. Eso no importó.
No se apellidaba Fujimori. Es más, Vargas Llosa se autoproclamó “garante del
gobierno Humala” ¿Se auto inculpará en los presuntos delitos de corrupción que
la pareja presidencial tiene sobre sus espaldas, en especial, el caso de las
agendas de Nadine?
El Perú goza hoy de una gran estabilidad institucional y de
un constante crecimiento económico que comenzó, por mucho que lo niegue y le
duela a Vargas Llosa, en la época de Fujimori y que, de forma ininterrumpida,
continúa en la actualidad. Todo ello en un entorno constitucional estable que
ha servido al país en la dictadura, en la transición y en la democracia. Fue
Alberto Fujimori el responsable de la constitución que mantiene la estabilidad
institucional y que ningún presidente (Paniagua, Toledo, García y Humala) ha
modificado ni derogado.
La suerte que tiene el Perú es que la segunda vuelta se va a
disputar entre dos magníficos candidatos con probada trayectoria democrática y
de trabajo. Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynsky han sido elegidos por los
ciudadanos del Perú ejerciendo su derecho en plena libertad. Dos candidatos que
garantizan la senda de crecimiento y de estabilidad que tiene el Perú y que va
a permitir seguir mejorando las condiciones de vida de sus ciudadanos
disminuyendo las bolsas de pobreza, cimentando y aumentando esa clase media que
empuja a su país hacia delante. Los peruanos que están obrando ese milagro ya
han elegido el Congreso. Con sus votos han decidido libremente que el partido
de Keiko Fujimori tenga 73 curules –diputados– de 130, mientras que al partido
de PPK le han otorgado 18. La lógica, con un resultado así en el Congreso, es
que la presidencia recaiga en manos de Keiko Fujimori para que así, respaldada
por un gran grupo parlamentario, gestione y desarrolle las reformas que
necesita el país. Cierto es que –a día de hoy– las encuestas reflejan un
resultado muy igualado.
El 5 de junio los peruanos están llamados a las urnas en
segunda vuelta. Van a elegir entre Keiko Fujimori, ganadora de la primera
vuelta, y Pedro Pablo Kuczynski. Lo van a hacer libremente desde el
conocimiento de un Perú real, democráticamente maduro, a pesar de las
obsesiones y manipulaciones de Mario Vargas Llosa.
Otros escritos sobre el innombrable:
A propósito del apoyo de Vargas Llosa a Macri, dicho por Martín Kohan:
"¿cuándo y cómo empieza a deshacerse un escritor? ¿Cómo es que se va desgastando, desintegrando, desvaneciendo? No es cuando sus libros empiezan a salirle, uno tras otro, consensuadamente malos; porque un escritor de libros malos no deja por eso de ser un escritor. Tampoco cuando esgrime, sin pudor alguno, las concepciones más retrógradas y perjudiciales; porque un escritor reaccionario no deja por eso de ser un escritor. Y tampoco cuando decide ponerse al servicio de los intereses económicos más nefastos, porque un escritor que accede a convertirse en un instrumento de poderes nefastos no deja por eso de ser un escritor.
En cambio, a mi entender, cuando ha tenido y pasa a perder sintonía y captación de la manera de hablar de la gente, un germen de descomposición literaria ya lo habita. Cuando encomia por claro y sencillo el palabreo malamente farfullado de ese verdadero campeón de las limitaciones verbales que tenemos por presidente, un daño en su conexión con el lenguaje se ha producido sin dudas."
Otros escritos sobre el innombrable:
A propósito del apoyo de Vargas Llosa a Macri, dicho por Martín Kohan:
"¿cuándo y cómo empieza a deshacerse un escritor? ¿Cómo es que se va desgastando, desintegrando, desvaneciendo? No es cuando sus libros empiezan a salirle, uno tras otro, consensuadamente malos; porque un escritor de libros malos no deja por eso de ser un escritor. Tampoco cuando esgrime, sin pudor alguno, las concepciones más retrógradas y perjudiciales; porque un escritor reaccionario no deja por eso de ser un escritor. Y tampoco cuando decide ponerse al servicio de los intereses económicos más nefastos, porque un escritor que accede a convertirse en un instrumento de poderes nefastos no deja por eso de ser un escritor.
En cambio, a mi entender, cuando ha tenido y pasa a perder sintonía y captación de la manera de hablar de la gente, un germen de descomposición literaria ya lo habita. Cuando encomia por claro y sencillo el palabreo malamente farfullado de ese verdadero campeón de las limitaciones verbales que tenemos por presidente, un daño en su conexión con el lenguaje se ha producido sin dudas."