miércoles, 13 de junio de 2012

Los orígenes del Orden Político, de Francis Fukuyama

Fukuyama, Francis


"Los orígenes del Orden Político", Francis Fukuyama, de la Universidad de Stanford presenta una nueva visión de los derechos humanos y las estructuras sociales a lo largo de la historia, tomando el relevo de donde la dejo la ambiciosa síntesis del Dr. E. Wilson .

El Tratado del Dr. E. Wilson, sobre la conformación de la conducta social, trata con firmeza este ámbito tan mal tratado. La moral y la religión, sospecha, son rasgos que se basan en  la selección de grupo. "Los grupos con hombres de calidad - valientes, fuertes, innovadores, inteligentes y altruistas – son los que tienden a prevalecer, como dijo Darwin, sobre aquellos grupos que no tienen esas cualidades tan bien desarrollados", dijo el Dr. E. Wilson.

El Dr. E. Wilson publicó "Sociobiología" en 1975, una síntesis de las ideas sobre la evolución del comportamiento social. En él afirmó que muchos comportamientos humanos tienen una base genética, una idea entonces disputada por muchos científicos sociales.  El Dr. Edward Wilson es una de las dos únicas personas que han recibido la concesión más alta en ciencias de Estados Unidos, la medalla nacional de la ciencia, y el premio Pulitzer en literatura, este último en dos ocasiones.


En opinión de Fukuyama, de las potencias europeas, sólo Inglaterra y Dinamarca, desarrollaron las tres instituciones esenciales:

Un Estado fuerte, el imperio de la ley, y mecanismos para mantener la regla de responsabilidad.
Esta fórmula de éxito fue adoptada por otros estados europeos, a través de una especie de selección natural que favoreció la variación de más éxito.

Fukuyama sostiene que al igual que las instituciones son difíciles de cambiar, también lo son difíciles de desarrollar. "Los países pobres no son pobres porque carecen de recursos sino por falta de instituciones políticas eficaces". La ausencia de un fuerte estado  de derecho, a su juicio, es "una de las razones principales por qué los países pobres no pueden lograr mayores tasas de crecimiento”.

Sostiene que es inútil tratar de imponer un gobierno democrático en los países que nunca lo han tenido, como Irak y Afganistán. Afirma que "Si se imponen reglas a personas que no tienen compromiso, es extraordinariamente difícil crear instituciones en otras sociedades". Sostiene que p.e. Japón, Corea y China han adoptado las instituciones extranjeras variándolas y adaptándolas a sus propias necesidades."

[1] El biólogo estadounidense Edward O. Wilson, ha sido ganador de la XIX edición del Premi Internacional Catalunya 2007. El jurado ha concedido este premio por mayoría absoluta al doctor Wilson, un eminente entomólogo, padre de la llamada socio biología y autor del término biodiversidad. El presidente Montilla entregó este galardón durante una ceremonia en el Palau de la Generalitat el 13 de noviembre de 2007.

LA TESIS DEL FIN DE LA HISTORIA
Ramón Alcoberro



 Es la menos nueva de las tesis sociológicas que se puedan imaginar. Los cristianos y los marxistas, entre otros, también habían supuesto que la historia acabaría, justo al imponerse universalmente sus tesis. Pero ambos movimientos fracasaron y, tal vez por eso, van hoy de la mano en la teología de la liberación. En el primer caso, el fin de la historia se producía, porqué Cristo aparece como “la última palabra del Padre”, es decir, el Acontecimiento definitivo, tras del cual nada importante puede suceder. En la hipótesis marxista, lo que termina es la prehistoria: la llegada del Comunismo –formulación teológica, que tanto tiene que ver con el Juicio Final– significaba la fraternidad universal y el fin de la miseria (¡caramba, quien lo dijera!) por extinción de la propiedad privada.

Que un neoliberal como Fukuyama (y hay que recordar que, estrictamente, no es ni tan siquiera neoliberal, sino comunitarista) suponga que la historia acaba, significa, simplemente, ponerse en línea con una profecía vieja como el mundo. Si algo le sobra a la hipótesis del fin de la historia es, precisamente “historicismo”. A un liberal solvente, la historia no le parece un criterio digno para juzgar nada. Desde Hume el pensamiento liberal sabe que lo contrario de cualquier “materia de hecho” es plenamente posible. En consecuencia, la historia podría haber sido perfectamente distinta de lo que fue y –más aún- podría no haber ocurrido en absoluto y ser poco menos que una justificación interesada y a posteriori de algunos prejuicios políticos. El liberalismo es un sistema filosófico indeterminista (precisamente porque asume la libertad como criterio) y no acepta “juicios históricos” de ningún tipo. Que la historia la escriban los vencedores ya demuestra, por lo demás, que no es un criterio muy científico.

Como todas las profecías, el hecho de que se acaba la historia sólo podría ser falsado, puestos a ser rigurosos, si uno visitase la Tierra el día que se desintegre el planeta. En todo caso, va para largo. Pero no es absurdo afirmar que la historia puede detenerse durante siglos. En Europa estuvo, en lo fundamental, quieta y parada (gracias a Carlos Martel) desde el siglo VII al siglo XI de la era cristiana. Y en muchas tribus africanas, se detuvo por milenios hasta llegar lo que (por cierto, abusivamente) se llama “colonialismo”. En fin, si algo ya ha sucedido, puede volver a suceder.

Para Fukuyama el argumento es obvio: la sociedad liberal es la que ha dado más libertad para más gente y durante más tiempo continuadamente. Por lo tanto, es de suponer que los miembros de sociedades no liberales tendrán tendencia a exigir a los gobiernos cada vez mayores libertades públicas. Es “la victoria del vídeo”. Además, ¿dónde hay que buscar otra alternativa? ¿En la Cuba castrista? ¿En las guerrillas islámicas?… No parece que el pueblo soberano esté por la labor. El argumento que esgrime puede parecer poco heroico pero es obvio.




ver :Sociobiología

Fukuyama en Lima entrevistado por una docil adalid mediática del liberalismo a ultranza



2º parte

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